Para Aznar “…Existe una relación directa entre el modo en que el niño y la niña
se mueven dentro del mundo circundante para organizar sus acciones de
aprendizaje y la manera en que interpretan ese mundo. Dicho aprendizaje
resultará satisfactorio en la medida en que el pequeño pueda actuar c
interactuar con su mundo.” (1998, p. 54). Admitir que la actividad educativa es
en sí misma un proceso de creación y recreación de los conocimientos y de las
actitudes, significa que no se puede reducir todo al espacio estrecho de los
manuales y los textos; pero cuando las actividades didácticas se realizan en el
contexto de las necesidades del individuo y la comunidad, el aprendizaje se
produce más rápido y resulta más significativo y transformador.
Según Azcaria (2012, p. 23) “…Los rincones de aprendizaje pedagógico
desarrollan tanto habilidades cognitivas, psicomotoras, afectivas y sociales,
como valores, actitudes, creencias y enriquecimiento mutuo”. En este sentido a
educación debe ser una actividad placentera en la cual el estudiante encuentre
aquello que considere interesante y divertido, dentro de un escenario de apoyo,
orientación, disponibilidad, flexibilidad, colaboración e integración, que
contribuyan al logro de conocimientos significativos mediante estrategias que
fortalezcan las relaciones educativas. Al niño le gusta el entretenimiento y la
diversión, oportunidad que debe aprovecharse para que aprenda, de manera
agradable y divertida. Cada vez más se hace inminente la necesidad de crear
nuevos ambientes de aprendizaje, con recursos que faciliten la adquisición del
saber, lo cual constituye un modelo de indudables beneficios para la práctica
educativa, dadas las exigencias cambiantes que la enseñanza tradicional no
puede resolver. No se aprende de igual manera por lo que no se puede enseñar
como antes se hacía.
Para el Ministerio de Educación (2015) “… es una estrategia pedagógica que
responde a la exigencia de integrar las actividades de aprendizaje a las
necesidades básicas del niño o, dicho de otra forma, es un intento de mejorar
las condiciones que hacen posible la participación del niño en la construcción
de sus conocimientos. Los rincones/talleres, entendidos como espacios de
crecimiento”, es decir que facilitan a los niños y niñas la posibilidad de hacer
cosas, a nivel individual y en pequeños grupos; al mismo tiempo, incitan a la
reflexión sobre qué están haciendo: se juega, se investiga, se explora, es posible
curiosear, probar y volver a probar, buscar soluciones, concentrarse, actuar
con calma sin la obsesión de obtener resultados inmediatos a toda costa.
Los rincones de aprendizaje pedagógicos, no es algo nuevo, sino que tienen una
larga historia. Los primeros referentes se pueden hallar en la propuesta de lo
que se llama la Escuela Activa, cuyo principio fundamental es que el niño es el
centro de actividad del proceso educativo. Muchas de las argumentaciones
pedagógicas se pueden encontrar en el pensamiento de Dewey (1859-1952),
padre de la educación progresista, que contrastó sus principios educativos en
la famosa Escuela Laboratorio de carácter experimental, donde se ofrecían más
de treinta actividades para realizar en la escuela, desde el trabajo con madera
hasta la narración de cuentos, pasando por la cocina, jardinería, imprenta,