
María Angélica Henríquez Coronel, Humberto Pastor Castillo Quintero, Fanny Monserrate Tubay
Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación. Universidad Técnica de Manabí. ECUADOR.
El hábito por la lectura debe ser una de las actividades fundamentales en el
desarrollo integral del estudiante universitario que recibe formación académica,
científica y profesional en nuestras instituciones universitarias. No obstante, la
carencia del hábito lector constituye una de las fallas resaltantes en la
formación integral de los estudiantes universitarios. La lectura, como se señala
en el Plan Lector del IES (siglas de Instituciones de Educación Superior) (2008)
“… es importante para el desarrollo intelectual de la persona, pues si se
practica en forma constante, mejora el manejo de las reglas de ortografía y
gramaticales, lo que permite un mejor uso del lenguaje y la escritura” (p.4).
Además, con el desarrollo de la lectura se desarrollan también la imaginación y
la creatividad, además de ser una incomparable fuente de cultura que aumenta
la capacidad de memoria y de concentración. La lectura, en sí misma, es un
ejercicio de reflexión de alto nivel.
Destacamos la opinión Gutiérrez y Montes de Oca (2001) que trasluce la
importancia de la lectura tanto desde la perspectiva social como la personal:
“La lectura se convierte en una actividad eminentemente social y fundamental
para conocer, comprender, consolidar, analizar, sintetizar, aplicar, criticar,
construir y reconstruir los nuevos saberes de la humanidad y en una forma de
aprendizaje importante para que el ser humano se forme una visión del mundo
y se apropie de él y el enriquecimiento que le provee, dándole su propio
significado. Los beneficios de la lectura son inmensos puesto que por medio de
la lectura se puede ampliar el horizonte cultural, desarrollar la competencia
comunicativa y adquirir nuevos modelos sintácticos y estilísticos construyendo
nuevos saberes de la humanidad. Además, permite conocer el pensamiento de
los autores, perfeccionar la ortografía y la dicción”.
En la búsqueda de la formación integral del estudiante universitario, la lectura
es una de las estrategias fundamentales para dicho proceso. Sardá, Márquez y
Sanmartí (2006), plantean la lectura como “comprensión, utilización y reflexión
sobre textos para alcanzar metas propias, desarrollar conocimiento y potencial
propios y para participar en la sociedad”. Sostienen que la lectura de obras
científicas puede contribuir a la formación de ciudadanos que fundamenten,
científicamente, sus actuaciones en relación a las temáticas sociales relevantes,
es decir, que adquieran el hábito de fundamentar, racional, rigurosa y
críticamente, su toma de posición en tales cuestiones.
La lectura despierta curiosidad en el aprendizaje significativo del estudiante.
Por ende, su práctica frecuente disminuye las posibilidades de caer en los vicios
de la lectura (somnolencia, falta de concentración y fatiga ocular), que son que
son los que frecuentemente perturban la calidad y el tiempo dedicado a
estudiar.
Según el plan lector del IES, la lectura da seguridad y por lo tanto eleva la
autoestima: una persona que lee se distingue de los demás por la facilidad que
tiene para expresarse al aumentar su vocabulario. Así, cualquier profesional
universitario, pero sobretodo un docente, que tiene la responsabilidad social de