responsabilidades como es coordinar, innovar, consensuar, delegar, dinamizar
todos los procesos y el liderazgo educativo, sin dejar de lado la participación
de los padres de familia en la toma de decisiones, participación en las aulas, es
decir una corresponsabilidad con el proyecto escolar. Es cierto que urge
promover la participación de uno de los actores de la escuela, lo ideal es formar
parte de una reflexión colectiva de aquellos que se preocupan por el quehacer
escolar, desde las personas del mundo académico (docentes, estudiantes) como
de otros sectores como puede ser el empresarial, político y sociedad civil.
La Inclusión: oportunidad de aprendizaje para todos. Habilidades del siglo XXI
Empezamos diciendo que la inclusión no es meter a todos en un solo
conglomerado y el “especial” deberá adaptarse a las situaciones de la mayoría.
El aprendizaje es sostenible, es decir, todo lo que fluye se aprende, el aprendizaje
es de por vida, y por ende el modelo incluyente es oportunidad, ya que todos
somos aprendices con nuestros propios ritmos.
Preparar a los estudiantes para el trabajo, la ciudadanía y la vida en el siglo
XXI constituye un enorme reto. “La mundialización, las nuevas
tecnologías, las migraciones, la competencia internacional, la evolución de los
mercados y los desafíos medioambientales y políticos transnacionales son todos
ellos factores que rigen la adquisición de las competencias y los
conocimientos que las y los estudiantes necesitan para sobrevivir y salir
airosos en el siglo XXI” (Scott, 2015, p. 2). En el Informe Delors (1996),
elaborado por la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI,
se propuso uno de los primeros marcos para determinar las competencias
necesarias en este siglo. Las cuatro perspectivas del aprendizaje descritas
en este informe emblemático (a saber, conocimiento, comprensión,
competencias para la vida y competencias para la acción) siguen siendo puntos
de referencia y principios de organización pertinentes con miras a
determinar las competencias para el aprendizaje en el siglo XXI. Así, en el
Informe Delors se establecieron cuatro principios presentados como los “cuatro
pilares de la educación”: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser y
aprender a vivir juntos.
¿Qué cambios habría que hacer en los planes de estudios del siglo XXI? De
aquí a quince años, los centros escolares probablemente utilizarán en mayor
medida la tecnología, llevarán a cabo calificaciones y evaluaciones formativas
para sustentar la docencia, cooperarán más estrechamente con el mundo
de la industria y las universidades y adoptarán un carácter más personalizado
con respecto a los intereses y necesidades individuales (Leis, citado por Scott,
2015).
Sternberg y Subotnik (citado por Scott, 2015) abogan por un plan de
estudios centrado en fomentar las capacidades de los educandos en “las
otras 3 R: razonamiento (pensamiento analítico y crítico y capacidades de
resolución de problemas), resiliencia (competencias para la vida, como
la flexibilidad, la adaptabilidad y la autonomía) y responsabilidad (sabiduría