
Revista Cognosis. Revista de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación ISSN 2588-0578
Exploración del perfil axiológico y formación profesional en estudiantes universitarios
Vol. VII. Año 2022. Número 3, julio-septiembre
y bastardas; en el caso de los valores se habla de la propiedad de polaridad, es
decir, que hay tanto valores positivos como negativos, oscilan entre lo deseable
e indeseable, valores y antivalores, considerándose lo bueno y lo malo.
De las propiedades de los valores está el subjetivismo y el objetivismo axiológico,
Frondizi (1986) lo define al primero como una realidad subjetiva que debe su
existencia, su sentido o validez, a reacciones fisiológicas o psicológicas de la
persona que valora. Mientras que para el objetivismo es una realidad objetiva,
independiente de la persona o de una conciencia valorativa. De manera
integral, ambos enfoques suponen a los valores como una realidad objetiva
ubicada fuera de la persona quien percibe, es decir, los valores existen e
importan en una situación social, cultural, histórica o individual.
Por su parte, Fermoso (1985, p. 233) nos invita a reflexionar sobre los valores
educativos, al señalar que no gozan de absolutez y objetividad, y que, por esta
condición, la jerarquización de los valores no puede ser absoluta o perpetua,
sino que son relativos al contexto. Mientras que Frondizi (1986, p. 50)
complementa la noción de valores en el ámbito pedagógico como prioritarios y
vinculantes con la formación humana y, en consecuencia, con los sistemas
educativos en una sociedad determinada.
El comportamiento humano también se puede relacionar con la personalidad
debido a que se manifiesta en conductas, actitudes, emociones, y sentimientos,
entre otras, lo cual, es resultado o reflejo de un sinfín de características de base
psicológica donde se desenvuelve el individuo, es decir, todo aquello que ocurre
en su entorno y puede influir, afectar o favorecer su manera de ser, debido a
que se manifiesta a partir del sentir o de las experiencias conscientes del
sujeto; así, el valor, como rasgo característico de la personalidad, implica un
(meta-)comportamiento en la persona (Lewin, 1973; Allport, 1984).
Los modelos teóricos psicológicos de la personalidad presentan un amplio
espectro de fundamentaciones, orientaciones y perspectivas. El estudio de la
personalidad específicamente alude al campo de la investigación ideográfica y
formal consistente en un “...estudio exhaustivo de un número relativamente
pequeño de sujetos, utilizando diversas técnicas de evaluación” (Schultz y
Schultz, 2002, p. 27). Desde la perspectiva general, la teoría de la personalidad
se enmarca en la psicología humanista, fundamentándose en dos fuentes
filosóficas: la fenomenología y el existencialismo, las cuales son recuperadas
por Allport (1984), psicólogo estadounidense, para quien la personalidad es una
amalgama de características únicas y representativas, dinámicas ante
cualquier cambio de situación personal, es decir, es una organización dinámica
de sistemas psicológicos y físicos que delimita el pensamiento y actuación de
cada individuo en su proceso de acoplamiento al entorno, lo cual le permite
tener influencia en los procesos de autopercepción y autoestima.
Así mismo, es conveniente acotar el concepto de autonomía funcional o valores,
ya que según Allport (1984), son los motivos actuales de una persona, son
autónomos a sus orígenes, y estos se manifiestan a través de dos formas: la