Vol. VII. Año 2022. Número 2, abril-junio
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El texto argumentativo, su construcción y potencialidades para el
desarrollo de la comunicación
AUTORAS: Odalis Fonseca Guerra
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Belkis Rosa Cabrera Vázquez
2
Luisa María Vázquez Pérez
3
DIRECCIÓN PARA CORRESPONDENCIA: ofonsecag@udg.co.cu
Fecha de recepción:
4
-
02
-
2022
Fecha de aceptación:
31
-
04
-
2022
RESUMEN
El presente artículo se deriva de una tesis de maestría dirigida a favorecer la
construcción de textos argumentativos escritos. A partir del estudio y análisis
de la superestructura esquemática y de los recursos lingüísticos que rigen en el
texto argumentativo, las autoras ofrecen indicadores generales para la
construcción y evaluación de esta tipología textual.
PALABRAS CLAVE: construcción de textos; texto argumentativo;
superestructura esquemática; recursos lingüísticos; indicadores.
The argumentative text, its construction, and potentialities for the
development of communication
ABSTRACT
The present article is derived from a mastership thesis directed to favor the
building of written argumentative texts. Through the study and analysis of the
schematic superstructure and the linguistic resources that rule in the
argumentative text, the authoresses offer general indicators for the construction
and evaluation of this textual typology.
KEYWORDS: text building; argumentative text; schematic superstructure;
linguistic resources; indicators.
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Licenciada en Educación. Español y Literatura. Máster en Didáctica del Español y la Literatura. Profesor Auxiliar,
Departamento Español-Literatura. Facultad de Educación Media. Universidad de Granma, E-mail:
ofonsecag@udg.co.cu CODIGO ORCID http://orcid.org/0000-0001-5191-920X
2
Licenciada en Educación. Español Literatura. Instructor. Departamento Español-Literatura. Facultad de Educación
Media. Universidad de Granma, Granma, Cuba. E-mail: bcvazquez@udg.co.cu CODIGO ORCID
http://orcid.org/0000-0002-4176-5494
3
Licenciada en Educación en Idioma Inglés. Master in Theory and Practice of Contemporary English. Profesor
Auxiliar. Departamento de Lenguas Extranjeras (Inglés). Universidad de Granma, Granma, Cuba. E-mail:
lvazquezp@udg.co.cu CODIGO ORCID http://orcid.org/0000-0003-1123-0170
Odalis Fonseca Guerra, Belkis Rosa Cabrera Vázquez, Luisa María Vázquez Pérez
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Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación. Universidad Técnica de Manabí. ECUADOR.
INTRODUCCIÓN
En la actualidad se debate con gran fuerza el tema relacionado con la
argumentación, tanto en la comprensión como en la construcción de textos, con
que deben egresar los estudiantes de los diferentes niveles de enseñanza. Se
realizan investigaciones que dan cuenta de las deficiencias en el uso del
lenguaje escrito y sus resultados evidencian limitaciones en el desarrollo de
habilidades para la construcción del texto argumentativo escrito.
La argumentación aparece cada vez que en la interacción comunicativa se
encuentran posturas opuestas respecto a un tema y el argumentador intenta
demostrar al argumentario que su propia forma de pensar es razonable. Para
dar respuesta a la situación, el argumentador tiene que valerse de criterios que
le permitan fundamentar, con un nivel determinado de objetividad, el juicio o la
valoración emitidos.
Por lo anteriormente expuesto, la escuela debe preparar al estudiante para que
construya textos argumentativos escritos, esto lo entrena para la búsqueda,
integración y expresión de las ideas que sustentan la veracidad o conformidad
de un juicio sobre un hecho, objeto o fenómeno natural o social. La práctica,
sin embargo, demuestra que en ocasiones los estudiantes no poseen
desarrolladas las actitudes y las motivaciones necesarias para acometer con
entusiasmo la construcción de textos escritos, lo que limita, por ende, la
construcción de textos argumentativos. Esto justifica el compromiso de las
autoras con la solución de esta problemática a través del artículo donde ofrecen
sus consideraciones sobre el texto argumentativo escrito e indicadores
generales para su evaluación.
DESARROLLO
Una ojeada a la etimología de la palabra argumentación conduce al verbo
argüir, del cual se deriva argumento que tiene su raíz en la voz latina
argumentum “razón, prueba, demostración, dato, motivo, aspecto, para captar
el asentimiento e inducir a la persuasión o a la convicción”; argumentación,
argumentio “acción de argumentar”.
Si bien existe una argumentación subjetiva, que es más informal y se basa en el
sistema de pensamientos y valoraciones del argumentador; es objeto de estudio
en este artículo la argumentación científica, caracterizada por la objetividad y
basada en pruebas, datos, hechos e investigaciones o en la consulta de
documentos, libros.
El término argumentación es de antigua acuñación en los estudios lingüísticos
y retóricos. En su uso lingüístico ha sido definido de diversas maneras, Cicerón
la definía como “el discurso mediante el cual se aducen pruebas para dar
crédito, autoridad y fundamento a nuestra proposición”. Por su parte, Núñez,
R. y del Teso, M. (1995) la definen como “el proceso discursivo que consiste en
apoyar una opinión con pruebas y razones, con argumentos, sin necesidad de
recurrir a los formalismos estrictos de la lógica y con la exclusión de los
mecanismos afectivos y en parte irracionales de la retórica”.
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Como puede apreciarse en esta definición, la fuerza argumentativa no está en
los sentimientos, sino en la racionalidad, el sentido común y los datos de la
experiencia. Los factores afectivos que persuaden por mismos la atención del
receptor al margen de la estructura semántico-pragmática del texto, no forman
parte de su fuerza argumentativa, aunque se utilizan para ocasionar la
adhesión; pero lo hacen sin convencer, sin permitir que el receptor asuma
racionalmente el objeto de su adhesión.
Todo texto es argumentativo, pues utiliza mecanismos de apoyo que buscan la
aceptación de un contenido cognitivo, esto es, la verdad de una proposición, la
legitimidad de un pensamiento u opinión. Aun los textos puramente narrativos
presentan una orientación argumentativa subyacente, aunque solo sea para
catalogar los acontecimientos evocados como interesantes o sorprendentes.
Es posible considerar la enseñanza de la argumentación como proceso, pues
ella forma parte de la vida diaria y se manifiesta en las expresiones lingüísticas,
aun desde las edades más tempranas, es inseparable de su proceso de
socialización y de su desarrollo intelectual, ya que por medio de ella se trata de
demostrar o refutar una tesis.
Con relación a la superestructura esquemática del texto argumentativo,
conocimiento esencial para la conducción del proceso de enseñanza-aprendizaje
de esta tipología textual, diferentes estudiosos de esta tipología textual han
emitido su criterio. Según T. van Dijk (1983), el texto argumentativo está
constituido por tres componentes: una aserción o afirmación inicial a la
que se conoce como el planteamiento, propuesta o tesis, una afirmación final o
conclusión y una serie de afirmaciones que hacen avanzar desde la
primera hasta la segunda, que también es denominada cuerpo
argumentativo.
Núñez Ramos y Del Teso Martín (1985, p. 75) plantean que en el texto
argumentativo está la presencia de: premisa mayor, premisa menor y
conclusiones. T. Álvarez (2000) tesis, argumentos y conclusión. I. Domínguez
García (2010a), el esquema tripartito de premisa-argumentos-conclusión no es
inmutable y un orden u otro responde a determinadas intenciones. A.
Rodríguez, (2010), señala que en estos textos puede hablarse de argumentación
explícita o implícita en dependencia de la presencia o no de sus componentes.
Como puede apreciarse, no todos los estudios sobre la superestructura
esquemática del texto argumentativo coinciden en su terminología, en la que la
información textual debe ser organizada según los cánones establecidos para
esta tipología textual cuyos componentes esenciales son: una tesis que es
demostrada por una serie de argumentos que la apoyan para llegar a una
conclusión; de ahí que la superestructura argumentativa suele partir de una
breve exposición, llamada “introducción o encuadre”, en la que el argumentador
presenta el tema e intenta captar la atención del argumentario y despertar en él
una actitud favorable. Esta se encuentra, generalmente, en el primer enunciado
del texto que, desde el punto de vista semántico, presenta la tesis, en forma de
enunciado, hipótesis o pregunta.
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Conforme a las reglas del razonamiento demostrativo, la tesis debe ser
lógicamente clara, cierta y precisa; debe ser siempre idéntica, es decir, una
misma a lo largo de la demostración o refutación. Resulta ser la posición del
argumentador respecto del tema o problemática en cuestión, por lo que un
texto argumentativo bien construido debe poseer una tesis directamente
relacionada con la situación comunicativa. La violación de esta regla induce al
error lógico de “suplantación de la tesis”; en este caso la tesis es suplantada,
con intención o sin ella, y se pretende demostrar o refutar la tesis nueva.
Puesto que la tesis constituye información nueva, no puede ser nunca una
verdad evidente ni fácilmente integrable en el cuerpo de conocimientos y
convicciones del receptor potencial; de ahí que constituye el proceso de
argumentación propiamente dicho, orientado a vencer las posibles resistencias
del argumentario para la asimilación cognitiva o pragmática de la tesis.
Para defender una tesis, el argumentador debe seguir ciertas reglas básicas:
¿Qué quiero probar?
¿Qué argumentos puedo ofrecer para probar?
¿Cuál es mi conclusión?
El orden en el que aparezca la tesis en el texto depende del efecto que se quiera
conseguir y del razonamiento que se siga. Los dos más frecuentes son la
deducción y la inducción, aunque puede emplearse también el reiterativo, el
asociativo, el alternativo y concesión restrictiva. Así, si el razonamiento que se
persigue es inductivo o estructura sintética o conclusiva, se está ante la
operación mental que consiste en partir de hechos concretos para llegar a una
generalización, se inicia la argumentación con hechos concretos para inducir
una norma general que los explique. Aquí se parte de lo particular para llegar a
lo general, del análisis para culminar en la síntesis. La tesis suele aparecer al
final del texto, a modo de conclusión. Si, por el contrario, se sigue un
razonamiento inverso, esto es, parte de lo general para llegar a lo particular, de
la síntesis para llegar a una conclusión, puede utilizarse el deductivo o
estructura analítica o explicativa, que es la operación mental que consiste en
partir de una generalización para demostrar su validez en hechos particulares.
La tesis defendida aparece al comienzo del texto para ser a continuación
demostrada por una serie de argumentos. La deducción, es un modo de
razonamiento que se basa en la tesis o enunciado para llegar a la conclusión.
La relación de causalidad está orientada desde la causa a la consecuencia.
La deducción puede darse por silogismos y deducción condicional. La
primera, puede presentar elipsis, la cual ofrece variantes como: la parte por
el todo, el todo por la parte o la relación de transitividad, la deducción
pragmática, la deducción por cálculo (extrapolación) y la hipotética. La
segunda trata de razonamientos que parten de una suposición, y de ella se
deriva todo texto científico.
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De modo general, la tesis es una expresión de la macroestructura, la cual se
despliega en el texto por medio del cuerpo argumentativo que es el núcleo del
discurso. Los elementos que lo forman se denominan pruebas, inferencias o
argumentos y son los juicios utilizados para demostrar o refutar la tesis y llegar
a la conclusión. Se explican las razones que determinan, justifican y avalan el
pensamiento defendido, al tiempo que se refutan las posibles objeciones.
Aunque existen diversos mecanismos de persuasión, el carácter argumentativo
de una información se logra, principalmente, por medio de razones. En este
sentido las microproposiciones que cumplen la función de argumentos resultan
esenciales y, por tanto, deben ser presentadas por el argumentador de manera
explícita dentro de la jerarquía semántica.
Los argumentos se presentan según los principios de orden y conexión lógico-
lingüística. Efectivamente, forman un conjunto no necesariamente homogéneo
y no llevan implícita una secuencia fija de sucesión. Sin embargo, en su
conformación textual, el conjunto de argumentos debe presentarse como un
todo orgánico, lo cual es debido tanto a la propia textualidad como a la
trabazón interna del razonamiento, pues ambos se apoyan mutuamente al
participar de esa lógica lingüística, para dar lugar a la presencia de la
conclusión, que contiene un resumen de los aspectos más relevantes
expuestos, para insistir en la posición fundamental del argumentador. Se
retoma la tesis y debe inferirse lógicamente del proceso de desarrollo del
cuerpo argumentativo.
La argumentación puede concebirse como un instrumento proporcionado por
una cultura para desempeñar funciones, tanto comunicativas como cognitivas,
en los ámbitos socioculturales que las demanden. Desde el punto de vista
cognitivo no involucra solo al contenido de los enunciados, a la información que
estos vehiculizan y con la cual operan los procesos del conocimiento, sino
también a la forma de las operaciones requeridas para realizar una tarea
mental; de ahí que se hace necesario realizar un estudio de los recursos
lingüísticos que rigen en el texto argumentativo.
La selección de cada uno de los elementos que integran esta secuencia es
debida al propósito de obtener la máxima de claridad y precisión; por ello cobra
un relieve especial el empleo de la terminología específica del ámbito al que se
refiere el texto, los tecnicismos (metalenguaje), que son las unidades léxicas que
aseguran una determinación unívoca y monosémica, lo cual no permite
ambigüedades y estar usado según su valor denotativo.
En el texto argumentativo, la distancia entre el argumentador y el texto es
mínima. Aquella toma una posición desde el principio, por lo que resultan de
preferencia los recursos lingüísticos que denotan cierta permanencia y
objetividad: el presente actual, el modo indicativo, como modo de lo real y lo
verosímil, es decir, coincidencias entre el tiempo del enunciado y el de la
enunciación; el artículo definido, que denota conocimiento actual.
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Los verbos que dominan en esta base textual suelen ser verbos que expresan
concepto de voluntad: obtener, lograr; causalidad y consecuencia: ocasionar,
incitar, aportar, causar, hacer, motivar, producir, determinar, comunicar,
inferir, influir, implicar, razonar, exponer, justificar, apoyar, suscitar, derivar; y
argumentativos: admitir, alegar, sugerir, referir, establecer, sostener,
considerar, derivar, asegurar.
Por otra parte, los sustantivos se emplean con un criterio de precisión y los
adjetivos suelen ser pocos y especificativos; no aparecen los valorativos, que
son superfluos o llevan a una carga afectiva que no es propia de esta tipología
textual.
Su base oracional dominante es la oración con verbo ser en presente y un
predicado nominal. Con frecuencia, la modalidad epistémica que más se usa es
la enunciativa afirmativa. Si se expone un contraargumento, el argumentador
se vale de la enunciativa negativa.
Es lógico que en un texto en el que se aducen razones y hay conclusiones,
predomine la construcción hipotáctica, esto es, la sintaxis reflexiva como
construcción argumentativa por excelencia; por ello se prefiere el empleo de las
subordinadas adverbiales de causa, consecutivas, condicionales, finales y
concesivas. Se vale, además, de estructuras oracionales que no dificulten la
comprensión, por eso es frecuente el empleo de oraciones de carácter
explicativo. Sin embargo, esto no supone que la sintaxis emotiva esté
totalmente fuera de esta tipología textual, porque cuando el argumentador
expone con sencillez sus ideas puede utilizarse la coordinación y la
yuxtaposición, e incluso la oración simple.
Dentro de los organizadores discursivo-textuales, los más frecuentes son los
conectores lógico-pragmáticos, recursos lingüísticos que expresan secuencia, lo
que implica establecer una tesis o partir de un problema o situación, acumular
argumentos para demostrarla o refutarla, cuya función consiste en poner las
informaciones y argumentaciones textuales al servicio de la intención
comunicativa de dicho texto. Entre los conectores que caracterizan el texto
argumentativo se encuentran:
- Introductor o índice de presencia de argumento. Dentro de este grupo
aparecen conectores causales que indican la relación entre la causa y un
efecto o consecuencia de la tesis que se demuestra o refuta. De la
causalidad se derivan nociones vinculadas entre sí, como causa, finalidad
y condición. Así, por ejemplo, la causa provoca un efecto o consecuencia,
suelen aparecer conectores causales: porque, pues, por esta causa, debido
a que, puesto que, ya que, en cuanto, en vista de que, de manera que; la
finalidad, se concibe como una causa virtual y voluntaria o intencional,
conectores finales: para, para que, con el propósito de, con la finalidad de,
con el objetivo de, a fin de; la condición equivale a una causa hipotética,
conectores de condición: si, siempre y cuando, en caso de que, siempre
que, con la condición de que, toda vez que, con tal que, en caso de que,
aun cuando; y la concesión, a una causa inefectiva, conectores de
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concesivos: aunque, a pesar de (que), así, si bien, siquiera, por más que,
pero si, aún más gerundio.
- Dentro del grupo de los contraargumentativos, los conectores de
oposición vinculan dos miembros del discurso, de tal modo que el
segundo se presenta como supresor o atenuador de alguna conclusión
que se pudiera obtener del primero: en cambio y por el contrario,
muestran contraste o contradicción entre los miembros vinculados; antes
bien, cuyo miembro discursivo comenta el mismo tópico que el miembro
anterior; sin embargo, pero y no obstante introducen conclusiones
contrarias al argumento anterior y eso si muestra un miembro discursivo
que atenúa la fuerza argumentativa del miembro anterior.
- Introductor o marca de conclusión. En este grupo se encuentran los
conectores conclusivos, que señalan el fin de una serie discursiva,
pueden emplearse, entre otros: por último, en último lugar, en fin, por fin,
finalmente, para concluir, en resumen, por eso/esto/ello, por (lo) tanto), en
(por) consecuencia, por consiguiente, así (que) (pues), de ahí (que). Por (lo)
tanto), en (por) consecuencia, por consiguiente, así (que) (pues), de ahí (que)
pueden ser causales; sin embargo, en esta tesis la autora los trabaja
dentro de la conclusión
- Introductor de adición o intensificación. Dentro de este grupo pueden
encontrarse conectores aditivos, que unen un miembro discursivo
anterior a otro con la misma orientación argumentativa, lo que permite
inferir conclusiones que de otro modo no se alcanzarían: y, también, sino
también, asimismo, es más, más aún, de igual forma (modo, manera), de la
misma manera, paralelamente, conjuntamente.
En la función argumentativa, el conector y introduce argumentos co-
orientados. En la función metadiscursiva, sirve para la estructuración según
opere en el nivel de la secuencia o de intercambio. Contribuye en la coherencia
interna a la vez que ofrece la progresión del discurso y a veces introduce el
cierre. Puede ir acompañado de los adverbios luego, que posee también el
mismo valor de adición del argumento orientado; además, su uso simultáneo
confiere fuerza argumentativa.
Puede introducir, sin serlo, un argumento antiorientado -sirven a conclusiones
inversas-, pero el que “guía” la inferencia es otro: en cambio. En el caso de en
cambio, es un conector de oposición que contrasta elementos equiparables. Solo
puede formar parte de contraargumentaciones restrictivas, esto es, no
exclusivas. Puede insertarse en diferentes tipos de oraciones finales,
concesivas, adversativas.
Introductor de confirmación o constatación. Aquí pueden aparecer conectores
de afirmación: en efecto, efectivamente, sin dudas, desde luego, de hecho, por
supuesto, naturalmente, evidentemente, seguidamente, lógicamente.
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Introductor de tiempo. Conectores espacio-temporales: luego, después, a
continuación, posteriormente, anteriormente, antes, actualmente, mientras,
simultáneamente, en tanto, últimamente.
Introductor de enumeración y ordenación. Agrupan varios miembros como
partes de un solo comentario; de uso más frecuente en el texto escrito que en el
oral. Por lo general se basan en la numeración. Algunos de ellos forman pares
correlativos, incluso mixtos de espacio y número o tiempo. Sirven para develar
un argumento, conectores de enumeración u ordenadores: primero, segundo, en
primer/ segundo/tercer/cuarto... lugar, primeramente, en el espacio; por (de)
una parte, por (de) otra parte, por (de) un lado, por (de) otro lado, en el tiempo.
De citas, propios del argumento de autoridad: según, para, como plantea
(afirma, expresa, asevera).
Para la conducción del proceso de enseñanza-aprendizaje de esta tipología
textual, se hace necesario partir del conocimiento de los niveles constructivos
del texto y de los recursos lingüísticos, en la que su información textual debe
ser organizada según los cánones establecidos cuyos componentes esenciales
son:
Para la evaluación del texto argumentativo escrito se tienen en cuenta los
niveles del texto para valorar los factores de cohesión y coherencia tanto a nivel
local como global, así como la estructura topológica en cuestión. Se comentan
los sustentos teóricos de base que justifican la selección de los indicadores
considerados en cada nivel textual.
Nivel superestructural
La superestructura ha sido definida como una estructura esquemática,
independiente del contenido semántico de cada texto, pero que puede
actualizarse en él. Así, en la construcción de un texto argumentativo escrito de
carácter científico, el estudiante debe organizar la información textual según los
cánones establecidos, es decir, según un esquema cuyos componentes
esenciales son una tesis, una serie de argumentos que lo apoyan y la
conclusión. Se proponen los indicadores siguientes:
Estructuración correcta del texto argumentativo (tesis, argumentos,
conclusiones)
Correspondencia entre la tesis y la situación comunicativa
Claridad y precisión en la formulación de la tesis
Relevancia y solidez de los argumentos utilizados
Cumplimiento de las características del tipo de argumento seleccionado
Presentación de la conclusión: si aporta una nueva información a partir de la
cadena de argumentos o se parafrasea la tesis, generalmente al final del texto
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Nivel macroestructural
El estudiante construye el texto como una totalidad coherente. De esta manera,
haciendo uso de diferentes mecanismos, organiza la información por medio de
una jerarquización de las ideas principales, secundarias y detalles, permitiendo
que el lector pueda ser capaz de (re)construir la macroestructura o información
central del texto.
En este nivel se tiene en cuenta los indicadores siguientes:
Mantenimiento y desarrollo armónico de la tesis
Número de microproposiciones (argumentos) para desarrollar la tesis
Ordenamiento lógico de las microproposiciones o argumentos
Cumplimiento de la función del texto a través de los argumentos empleados
Nivel microestructural
Este nivel opera en la esfera de las significaciones, pero en vez de manifestarse
de manera global, como el anterior, lo realiza en el nivel local o micro, es decir,
en la estructura de las oraciones y las relaciones de conexión entre ellas.
En este nivel se proponen los indicadores siguientes:
Uso del modo y tiempo verbales
Uso de conectores lógico-pragmáticos
Uso de signos de puntuación
Obsérvese cómo operar en el texto siguiente:
La ortografía ocupa un lugar destacado en la enseñanza de la lengua materna,
porque en ella el alumno aprende a escribir las palabras de su vocabulario y a
usar los signos de puntuación de acuerdo con las normas vigentes que le
permiten decodificar y codificar textos; por eso la enseñanza de la ortografía es
vital en la enseñanza de la lengua materna.
En este texto la intención comunicativa del argumentador se centra en
demostrar la validez de la tesis la ortografía ocupa un lugar destacado en la
enseñanza de la lengua materna” dada a través de la modalidad epistémica: la
declarativa afirmativa. La tesis aparece al comienzo del texto, utilizando un
procedimiento deductivo, para ser a continuación demostrada por una serie de
argumentos racionales en ella el alumno aprende a escribir las palabras de su
vocabulario” y “a usar los signos de puntuación de acuerdo con las normas
vigentes que le permiten decodificar y codificar textos” que son admitidos y
aceptados por un conjunto de la sociedad.
Ambos argumentos introducidos por el conector causal, perteneciente al grupo
de introductor o índice de argumento, porque que indica la relación causa-
efecto. En el texto este conector, aunque no es frecuente su uso, se acompaña
por la coma. Para unir el argumento anterior con otro que ofrece la misma
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orientación argumentativa se vale del conector aditivo y, perteneciente al grupo
de introductor de adición o intensificación.
Como puede apreciarse, los argumentos que apoyan a la tesis están
contextualmente determinados, buscan y alcanzan una validez en el ámbito
social, son opiniones con respecto a los problemas que emanan del orden social
y que cuentan con las circunstancias en que se plantean los problemas; por
eso, más que el reconocimiento de su verdad, en el sentido epistemológico,
pretenden la actitud más coherente.
Otro aspecto para tener en cuenta es la presencia de la sintaxis reflexiva como
construcción argumentativa por excelencia, con las oraciones subordinadas
adverbiales de causa porque en ella el alumno aprende a escribir las palabras
de su vocabulario” “porque en ella aprende a usar los signos de puntuación de
acuerdo con las normas vigentes que le permiten decodificar y codificar textos”.
Nótese que la objetividad está dada por el empleo del presente de indicativo y el
predominio del artículo definido como muestra del conocimiento del
argumentador sobre la tesis que demuestra. La actividad argumentativa
excluye cualquier tipo de subjetividad, de modo que conviene señalar que es
frecuente el encadenamiento lineal lo que permite planificar las actividades con
las formas lingüísticas empleadas en este tipo de encadenamiento: enlaces
mediante pronombres de tercera persona, demostrativos y relativos
fundamentalmente.
La selección de cada uno de los elementos que integran esta secuencia
argumentativa es debida al propósito de obtener la máxima de claridad y
precisión; es por ello que cobra un relieve especial el empleo de la terminología
específica del ámbito al que se refiere el texto, el metalenguaje que asegura una
determinación unívoca y monosémica lo cual no permite ambigüedades y estar
usado según su valor denotativo, esto es, sin que cuenten sus connotaciones.
Por otra parte, los sustantivos se emplean con un criterio de precisión y los
adjetivos suelen ser pocos y especificativos; no aparecen los valorativos, que
son superfluos o llevan a una carga afectiva que no es propia de esta tipología.
Para lograr la coherencia formal se vale del encadenamiento lineal mediante los
pronombres personales ella y que, ambos anáforos, el primero del sintagma
nominal la lengua materna, que funciona como su antecedente con el cual
concuerda en género y número, y el segundo del sustantivo las normas. Para
entender el significado de los pronombres hay que acudir necesariamente a lo
expresado previamente en el texto. La conclusión del texto por eso la
enseñanza de la ortografía es vital en la enseñanza de la lengua materna” es
introducida por la marca de conclusión, el conector de conclusión por eso. Su
base oracional dominante es la oración con verbo ser en presente y un
predicado nominal, la pasiva refleja.
El análisis de los niveles constructivos del texto y de los recursos lingüísticos
permite diseñar los indicadores generales para la evaluación del texto
argumentativo escrito. Se tienen en cuenta los niveles constructivos del texto
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para evaluar los factores de cohesión y coherencia tanto a nivel local como
global, así como la estructura tipológica en cuestión.
CONCLUSIONES
El estudio realizado demuestra que el conocimiento de la superestructura
esquemática y de los recursos lingüísticos permiten al estudiante universitario
superar las exigencias relacionadas con la construcción del texto argumentativo
contenidas en el Modelo del Profesional, pues debe trabajar con textos
auténticos, que le permita, a su vez, construir textos atendiendo a los diversos
contextos socioculturales en que se producen. Además, debe integrar, en las
tareas investigativas, los conocimientos lingüísticos con carácter
interdisciplinario, multidisciplinario y transdisciplinario, para contribuir a la
solución de los problemas profesionales.
Los indicadores propuestos para evaluar la construcción del texto
argumentativo escrito constituyen una alternativa para los profesores
interesados en perfeccionar la evaluación de esta tipología textual.
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