Aparte de que, la educación ambiental como proceso educativo se encuentra
ampliamente ligada a las características políticas y económicas de las
naciones. Esta surge para hacer un bien universal y no manejable por los
intereses particulares de las personas; por tanto, debe dirigirse a toda la
humanidad debido a que incumbe a cualquier ciudadano. Es importante
considerar lo expresado por Huerta, Colás, Valentí (2016), quienes indican
que “Incluir la sostenibilidad en los programas de estudios actuales, adoptar
nuevos enfoques de enseñanza tales como la enseñanza y el aprendizaje
interdisciplinarios y rediseñar los planes de estudios, son algunas de las
modalidades que los países deben cumplir para integrar la educación para el
desarrollo sostenible (EDS) en los contextos educativos formales, además de
invertir en la consolidación de los proyectos existentes en los niveles de
educación no formal e informal.” (p.23).
Por otra parte, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura, sostiene que “…la educación es esencial para alcanzar
el desarrollo sustentable, debido a que ésta es crucial para que los líderes y
ciudadanos del mañana desarrollen la habilidad de encontrar soluciones y
crear nuevos senderos hacia un futuro mejor.” (UNESCO, 2005, p.80).
En tal sentido, la educación superior puede contribuir a la sostenibilidad
ambiental mediante el trabajo educativo, producto de esta demanda,
disímiles instituciones han incorporado la educación ambiental a su
currículo, para el desarrollo de conocimientos, actitudes y valores que
permitan formar ciudadanos responsables con todos los componentes del
ambiente.
Además, Isaac-Márquez y colaboradores (2011) mencionan que:
“…para elevar el nivel de educación ambiental de los estudiantes, es
necesario, en primera instancia, el reconocimiento de la educación ambiental
como una prioridad por parte de todos los actores del sector educativo y
otorgarle más recursos, más infraestructura y que sea materia obligatoria en
todos los niveles del sistema educativo formal, como eje transversal del
conocimiento y en la forma de cursos curriculares específicos.” (p.83).
Adicionalmente, la educación ambiental requiere de acciones pedagógicas,
que vayan más allá de la simple transmisión de información, que
comprendan las condiciones de sujeto pensante, afectivo, moral y estético,
mediante las cuales, se logre la búsqueda de solución o mitigación a los
problemas ambientales, para esto, se necesita que los estudiantes puedan
definir, situar, identificar los problemas, valorar sus causas y
consecuencias, admitir que nos afectan, apreciar su rol, sentir la necesidad
de formar parte de su solución y elegir las mejores prácticas con los recursos
más idóneos.
Por último, según lo establecido en la Constitución Política del Ecuador
(2008), la inclusión de la educación ambiental en los contenidos que deben