en Madrid, España, se evidenció que los factores que motivan a un 30% de
estos individuos a consumir estas sustancias, se relacionan con la
socialización y facilidad de integración, es decir, que los jóvenes para
sentirse integrados en un grupo social, se adhieren a las costumbres de los
demás integrantes. Por otro lado, cerca de un 50% suelen sumergirse en el
consumo recurrente, generando una dependencia a estas sustancias, debido
a la manifestación de algún grado de disfuncionalidad familiar (Rández
Diago et al., 2017).
Por otra parte, los resultados de una investigación en una población escolar
en condición de inmigrante, en Zaragoza, España, evidenciaron que existen
factores desencadenantes para un comportamiento drogodependiente, tales
como barreras lingüísticas, cambios culturales o problemas económicos,
sumado a una relación afectiva familiar deficiente, así como la falta de
comunicación y confianza entre sus miembros (Romero Salvador, 2021).
Otros estudios realizados también en España, han evidenciado que, a nivel
nacional, las sustancias más consumidas por los jóvenes corresponden al
alcohol con un 40%, el tabaco en un 25.9% de forma recurrente y el
cannabis en un 42.7% (Caloca Amber & Fernández Rodríguez, 2018),
mientras que en una muestra de 209 universitarios, con edades
comprendidas en un rango de 18 a 25 años, en las localidades de Madrid y
Valencia, el consumo de cannabis (hachís o marihuana) es realizado
diariamente por el 6.4% de los jóvenes, mientras que el 51.6% acostumbra a
consumir solo los fines de semana. Dentro de este último segmento, el
86.5% de los casos ha manifestado una conducta de poli consumo de
sustancias tóxicas, donde el 16.1% se ha administrado sustancias
hipnosedantes y un 3.5% ha probado la cocaína (García Mendoza et al.,
2017).
En América Latina son también numerosas las investigaciones realizadas
sobre esta temática, pudiéndose citar los estudios realizados en Cuba (Pérez
Barly et al., 2019), Bolivia (Alemán Ríos, 2019; Callisaya Argani, 2018) y
Colombia (Aguirre-Guiza et al., 2017). Con independencia de la variedad de
resultados obtenidos, en función del contexto y las características de las
muestras evaluadas, todos coinciden en señalar la necesidad de realizar
intervenciones educativas donde se demuestre la nocividad de estas
prácticas y cuyo propósito debe centrarse en inducir la modificación de
patrones conductuales, tanto a nivel individual, haciendo énfasis en el
fortalecimiento de la personalidad para rechazar estos comportamientos;
como en el entorno familiar, promoviendo el respectivo apoyo para reducir la
incidencia de esta problemática.
Ecuador no es una excepción y muestra serios problemas en lo referente al
consumo de drogas por la población, en particular los adolescentes y
jóvenes, lo que se ha evidenciado en varias investigaciones. Así, en una
muestra de 360 estudiantes, de una institución educativa de la provincia de