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EL DESARROLLO LOCAL DEL CANTÓN MANTA Y SUS CONEXIONES CON EL PLAN
NACIONAL PARA EL BUEN VIVIR EN ECUADOR
THE LOCAL DEVELOPMENT OF THE CANTON MANTA AND ITS CONNECTIONS
WITH THE NATIONAL PLAN FOR GOOD LIVING IN ECUADOR
Código Clasicación JEL: N3, Q15, M2
RESUMEN
Uno de los retos que actualmente enfrenta la humanidad al inicio del tercer milenio, son los cambios
que deben operar los territorios en función de sus estrategias de desarrollo local, en el contexto
de la globalización y el surgimiento de nuevas demandas vinculadas con el bienestar social y el
cuidado del medio ambiente. En este propósito, constituye objetivo del presente artículo valorar los
aspectos del desarrollo local del Cantón Manta en correspondencia con el Plan Nacional para el Buen
Vivir en Ecuador, analizando para ello, la base conceptual que, acompañada de una metodología
estadística, dena y mida los aspectos subyacentes del desarrollo socio-económico como proceso
multidimensional y complejo. La metodología empleada, responde a métodos tanto teóricos como
empíricos, permitiendo estructurar la investigación y presentar los resultados respecto al nivel
de correspondencia entre el desarrollo local del Cantón Manta y el Plan Nacional de Desarrollo
Ecuatoriano.
Palabras clave: renta diferencial, burguesía, terratenientes, propiedad parcelaria, economía social y
solidaria.
ABSTRACT
One of the challenges facing humanity at the beginning of the third millennium are the changes
that the territories must operate according to their local development strategies, in the context
of globalization and the emergence of new demands related to social welfare and Caring for the
environment. In the purpose of this article is to assess the aspects of the local development of
the Manta in correspondence with the National Plan for Good Living in Ecuador, analyzing for
that, the conceptual basis that, accompanied by a statistical methodology, dene and measure the
underlying aspects of socio-economic development as a multidimensional and complex process.The
methodology used responds to both theoretical and empirical methods, allowing to structure the
research and present the results regarding the level of correspondence between the local development
of the Manta and the Ecuadorian National Development Plan.
Key words: dierential income, bourgeoisie, landowners, land ownership, social and solidarity
economy.
Recibido: 10/01/2018 Aceptado: 24/04/2018
Horacio Sabando Garcés
1
, Olga Pérez Soto
2
, Silvia Odriozola Guitart
2
2
Universidad de La Habana - Cuba
1
Universidad Técnica de Manabí - Ecuador
e-mail: observeconomico@gmail.com1, silvia.odriozola.1978@gmail.com2
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INTRODUCCIÓN
Pensar en el desarrollo local es adentrarnos en una de las temáticas más relevantes en el campo
del desarrollo para el presente siglo, que desde nales del pasado se viene potenciando en sus
interrelaciones con el desarrollo como fenómeno multimensional. La diversidad de conceptos
utilizados en diferentes investigaciones, han dado paso a discusiones frecuentes del cuerpo cientíco
internacional, alcanzando dimensiones globales.
El criterio más generalizado, pero aún discutido, es aquel que le atribuye al surgimiento
del concepto de desarrollo dos términos controvertidos; por una parte, hay quienes sostienen que su
estudio tiene signicación cualitativa, y otros como sinónimo de crecimiento económico.
Por otra parte, la noción de “local” hace referencia a una parte del espacio, pequeño y
englobado o referenciado en una estructura más amplia, en la que ambos conceptos reejan puntos
de coincidencia y, por tanto, denotan relacionarse mutuamente. Es en este orden y dirección, que el
presente trabajo considera que el desarrollo se maniesta ahí, donde están y viven los seres humanos,
es decir, localmente. Hecha la observación anterior, el presente trabajo analiza el desarrollo local
del cantón Manta, identicando sus conexiones con el Plan Nacional para el Buen Vivir de los
ecuatorianos.
En el campo amplio de la Teoría del Desarrollo, existen aportes como el de Arosemena, J. (2002), que
le han dado un sentido histórico al concepto de desarrollo, aunque se reconoce que en esta línea fue
A. Touraine (1995) el que extendió la noción de desarrollo para aplicarlo a la historia, como categoría
de análisis válida en los procesos de industrialización.
Investigadores como Cambra (1999) sostienen que, pese a la diversidad en el análisis que
sobre el desarrollo se ha presentado, existen nexos comunes e interrelacionados que se expresan con
distintos grados de similitud; entre ellos, resaltan la connotación biológica; la concepción lineal de
los procesos; el carácter gradual, continuo y ordenado de las transformaciones; la autoperpetuación;
y el carácter sistemático introducido en un juicio de valor acerca de la historia.
No obstante, la idea de progreso planteada desde diferentes escenarios, denota un
signicativo nivel de complejidad en el pensamiento social occidental moderno y contemporáneo, en
el que las naciones y pueblos del mundo han demostrado a través de la historia, su preocupación por
el desarrollo y la necesidad de profundizar en teorías y aspectos relevantes que permitan su medición;
a la vez que se planteen alternativas de solución a aquellos problemas económicos y sociales que les
aquejan.
Es lugar conocido que, con el surgimiento del concepto de desarrollo, aparece el de
desigualdades regionales, por lo que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD),
ha emprendido esfuerzos en buscar una metodología estadística y una base conceptual que pueda
denir y medir el desarrollo en todas sus dimensiones, bajo la idea de un proceso multidimensional.
En esta línea y dirección, el Informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo
del 2015 señala que el Ecuador situado en el puesto 88 de los países más pobres del mundo, ha sido
el segundo país de Latinoamérica en reducir en el 2012 su nivel de pobreza en 4,7%.
Sobre la base de la información arriba señalada, la misma fuente sostiene que el Ecuador es
uno de los países de Latinoamérica que ha logrado reducir sustancialmente sus niveles de pobreza
en el período 2010-2015, dando cumplimiento a uno de los objetivos de las llamadas Metas del
Milenio; sin embargo, estos logros no han sido percibidos de manera uniforme por toda la población
ecuatoriana, lo cual pudiera ser entendido como inequidades sociales, signicando que no todos los
sujetos sociales tienen la misma facilidad de acceso tanto a la riqueza como al bienestar, sea en las
zonas urbanas o en las rurales.
Son estos factores entre otros (desigualdades e inequidades sociales), los que desde ciertos
sectores del entretejido social, se interpretan como crisis económica ecuatoriana, los mismos que
pudieran ser atribuidos a los llamados problemas estructurales, tornándolos complejos toda vez
que en ellos se cruzan factores diversos como la pobreza crónica, el fracaso del mercado como
mecanismo único para garantizar el acceso a los alimentos, el escaso apoyo estatal a los agricultores
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de subsistencia, la dependencia de una divisa extranjera, todo lo cual conlleva a la gran dependencia
económica de Ecuador en sus relaciones de comercio exterior.
En este propósito, el Ecuador declara ser un país de administración pública descentralizada,
asignando apara ello niveles de competencia a los gobiernos subnacionales, bajo el principio de
reconocimiento de su diversidad cultural y étnica, así como de la capacidad endógena de sus territorios
y localidades, que, en el marco del respeto a la naturaleza, promueva el desarrollo y brinde un buen
vivir a los ecuatorianos.
A los efectos de este, es en el período 2007-2016, que en Ecuador cobra vigencia el
proceso de descentralización, lo cual implica tres niveles de actuación: el nivel provincial, distrital
y municipal-cantonal, situación que ha exigido un cambio en la concepción sobre la planicación a
escala territorial, considerando al territorio como la expresión de la organización y movilización de
los diferentes agentes de desarrollo para la mejora de las condiciones de vida de la población.
METODOLOGÍA
El presente trabajo aborda el análisis del desarrollo local del Cantón Manta como elemento
geográcamente integrado al territorio provincial y nacional en la República del Ecuador; por lo
que, para comprender sus particularidades, se profundiza en algunos elementos que favorecen la
comprensión de lo particular (Cantón Manta).
Para alcanzar el objetivo propuesto, se han valorado varios aspectos teóricos del desarrollo
local, en correspondencia con las estrategias del desarrollo nacional ecuatoriano dentro de un contexto
globalizador. En este propósito, el presente trabajo plantea una metodología que engloba un conjunto
de métodos teóricos, entre los que se emplearon: el lógico-abstracto para la fundamentación teórica
del problema; el análisis-síntesis, que permitió el estudio de la literatura especializada; el inductivo-
deductivo, utilizado en las generalizaciones acerca del objeto en estudio, y con lo cual se confeccionó
el marco teórico que sustenta la presente investigación.
A su vez, se utilizaron métodos estadísticos para el análisis de la información, a partir de
datos que fueron tomados de diversas fuentes externas, entre las que destacan: el Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Instituto de Estadística de la UNESCO, el Banco
Mundial (BM), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la Organización de
las Naciones Unidas (ONU) y la Organización de las Naciones Unidas para el Sida (ONUSIDA);
así como otras de carácter interno como son: el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC),
Manabí en Cifras, Gobierno Autónomo Descentralizado del Cantón Manta.
El procedimiento metodológico consideró tres aspectos: primero, la denición de las
dimensiones y áreas temáticas; segundo, las bases requeridas para la concreción del trabajo: criterios
para la selección de los indicadores, procedimiento para su selección, forma en que se organizó la
información y dicultades que se presentaron en el proceso de recolección de datos; y, tercero, el
diseño y las técnicas aplicadas.
RESULTADOS
Las desigualdades o inequidades presentes en las teorías del desarrollo, han sido la característica
principal de los espacios territoriales subnacionales en varios países del mundo, por lo que emerge la
necesidad de profundizar en el estudio de la dimensión territorial del desarrollo.
En este propósito, las ciencias sociales con apego a la especicidad de su objeto de estudio,
deben aportar con interpretaciones objetivas que permitan redenir el concepto de desarrollo,
tomando en consideración la exclusión de la que han sido objeto los países, regiones y/o territorios y
sus habitantes en el contexto de la globalización.
Todo lo anterior revela que, en el conjunto de la economía internacional, son los países
subdesarrollados los que precisan encontrar soluciones efectivas a los problemas del desarrollo
territorial, problemas que, durante años se han venido reproduciendo y en algunos casos acentuando.
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El desequilibrio, la deformación estructural y la dependencia mostrada por los países
subdesarrollados, ha sido la característica que ha favorecido a un reducido número de países, en la
que el efecto del proceso de globalización y del proyecto político neoliberal que lo acompaña, ha
redenido el papel de muchas economías subdesarrolladas y de sus territorios, con lo cual se da una
singular importancia a los estudios teóricos y a los debates en asuntos de desarrollo territorial en el
escenario de la globalización.
Dadas las condiciones que anteceden, las cuestiones vinculadas al desarrollo de las naciones
y sus pueblos, sigue siendo un reto para la comunidad cientíca internacional y para los cientistas
sociales en particular, el análisis de este tema, tomando en cuenta las dimensiones económica, social,
cultural, medio ambiental y territorial, toda vez que de ello depende en gran medida la supervivencia
del planeta y sus habitantes.
Hablar de la dimensión territorial en el presente trabajo, es interpretar los problemas que lo
caracterizan desde la perspectiva del espacio territorial, lo cual está condicionado por la profundización
de las desigualdades , desproporciones, diferencias o asimetrías socioeconómicas, que resultan de los
efectos del funcionamiento de las relaciones capitalistas de producción a lo interno de la economía
nacional.
Así, el Desarrollo Económico Local es denido por varios autores como un proceso de
crecimiento y cambio estructural, a partir del cual se proporciona mayor bienestar a los habitantes
de una ciudad o región, lo cual será posible a partir de la transferencia de recursos de las actividades
tradicionales a las actividades modernas, el empleo de economías externas y de la distribución y
difusión de la innovación. En este sentido, el proceso de desarrollo que tiene lugar en una comunidad
cuando utiliza su potencial de desarrollo para construir y conducir un cambio estructural, puede ser
considerado un desarrollo endógeno local (Vásquez Barquero Antonio, Endogenous Developement,
Networking, innovation, institutions and cities. ROUTLEDGE pp- 40).
Por su parte, el desarrollo endógeno propuesto por Arocena (1995), es entendido como un
proceso de crecimiento y cambio estructural, proceso que es liderado por la comunidad local que,
utilizando su potencial de desarrollo, conduce a la comunidad a un mejoramiento de su nivel de
vida. Siendo así, lo social se integra con lo económico, permitiendo que la distribución de la renta y
de la riqueza, así como el crecimiento económico, no constituyan dos procesos paralelos, sino que
adquieran una dinámica común, toda vez que los actores que intervienen toman decisiones orientadas
a aumentar la productividad y competitividad de las empresas, permitiéndoles resolver problemas
locales y, por tanto, mejorar el bienestar de la sociedad.
Todo lo anterior, permite distinguir varias dimensiones ((Alburquerque Francisco, Desarrollo
Económico Territorial. Pp. 60):
1. Económica, en la que los empresarios locales usan su capacidad para organizar los factores
productivos locales con niveles de productividad suciente para ser competitivos en los
mercados.
2. Formación de recursos humanos, consiste en que los actores educativos y de capacitación
conciertan con los emprendedores locales la adecuación de la oferta de conocimientos a los
requerimientos de innovación de los perles productivos locales.
3. Socio-cultural, se reere a que los valores e instituciones locales permiten impulsar o
respaldar el propio proceso de desarrollo.
4. Político-administrativa, dimensión en la que la gestión local y regional facilitarán la
concertación público-privada a nivel territorial y la creación de “entornos innovadores”
favorables al desarrollo productivo empresarial.
5. Ambiental, que incluye la atención a las características especícas potenciales y limitantes
del medio natural, a n de asegurar la sostenibilidad del medio ambiente.
Según plantea González Fontes (2001), “el Desarrollo Local es un proceso localizado de
progreso socio-económico continuado, que posibilita el bienestar del ser humano en equilibrio con el
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entorno natural, donde si se hace abstracción de los aspectos normativos que determinan la magnitud
que alcanza este bienestar y ese progreso , de cómo va a estar distribuido, así como de la correlación
existente entre el bienestar y el progreso que se logre alcanzar en un momento dado, se puede decir
que el desarrollo es una combinación del bienestar que proporciona el disfrute de determinados
niveles de consumo actual, y el progreso que garantiza determinados niveles de acumulación para
garantizar el bienestar futuro; todo ello en armonía con el entorno, garantizando así que sea sostenible,
independientemente de los criterios de valor que condicionen los diferentes sistemas institucionales
imperantes”.
Como puede observarse, el Desarrollo Local va a depender de tres fuentes íntimamente
relacionadas: el potencial de desarrollo que pueda tener el territorio en un momento dado; los ujos
exógenos que puedan alimentarlo, gracias a los mecanismos de redistribución que existan en sistemas
de orden superior, o los que se logren por la atractividad del mismo ; y de la capacidad endógena que
pueda desarrollar, que le permita desplegar toda la sinergia que sea capaz de albergar.
El punto de partida de este proceso para un espacio dado, lo va a constituir el conjunto
de recursos (naturales, históricos, culturales, humanos, tecnológicos, económicos, institucionales y
materiales), siendo estos los que conformen su Potencial de Desarrollo (Vázquez - Barquero 1999
y Mattos 1999). Dicho punto de partida, al tener un carácter histórico concreto, provoca que tanto
cuantitativa como cualitativamente sea diferente para los distintos países, regiones y localidades.
Sin embargo, desde el punto de vista conceptual, constituye la capacidad que tiene un territorio
de generar una determinada cantidad de riqueza (material, humana , cultural o espiritual), que sea
dedicada a garantizar la elevación del bienestar actual y las formas de progreso que va a dar respuesta
futura al crecimiento de la población, de las necesidades, retroalimentando el proceso de cambio de
una forma continuada y sostenible.
Con referencia a lo anterior, se puede armar que, en la contemporaneidad, vivimos una
situación que es similar para un conjunto muy amplio de países y naciones, esto es, “de pueblos
legítimos manifestándose contra sus gobiernos legítimos”, en la que lo local como espacio para
la vida cotidiana y la identidad, se presenta como un espacio para las estrategias y acciones en los
marcos de un desarrollo sostenible y del desarrollo humano de los pueblos.
A los efectos de este, se sostiene que, para congurar una sociedad más viva, es preciso ir
congurando una nueva sensibilidad, distinta de la que desde su dominio de la comunicación, están
creando los podero¬sos del mundo; signica entonces que habrá de plantearse el signicado mismo
del modelo de desarrollo que queremos, por lo que se trata de fomentar una sensibilidad nueva, la
misma que debe ser entendida como un esquema de valores, siendo sus palabras claves: participación
y compromiso.
Actualmente se propone que organizar la articulación entre los actores locales es la base de
un proyecto de desarrollo y la razón de ser de los agentes de desarrollo; siendo sus funciones: a) la de
articulación e integración; b) la de mediación; y c) la de innovación y movilización.
No obstante, de las nuevas funciones de los agentes de desarrollo, se considera que hoy el
mundo funciona basado en una tecnología considerada “ecológicamente de riesgo”, la cual tiene un
alto grado de contaminación, es escasamente reciclable, se preocupa del crecimiento económico y del
aumento ilimitado de la producción de productos, bienes y servicios, sigue patrones de cultura urbana
y no tiene en cuenta las características de las poblaciones rurales y de los agricultores-campesinos.
Es evidente entonces, que la ética, la democracia y el desarrollo pudieran ser una combinación
importante cuando se piensa en políticas públicas y prácticas sociales centradas en la persona y en
una mejor calidad de vida para la sociedad.
En cuanto a la medición del desarrollo territorial, existe ya un consenso universal en torno a
la necesidad de considerar, además de las condiciones materiales, las no materiales o intangibles, con
el propósito de medir integralmente el desarrollo de los individuos sociales.
Autores como Pena (1977) y Zarzosa (1996), plantean tres enfoques para la medición del
bienestar social: el contable, la función de utilidad y los indicadores sociales. Este último concibe
el desarrollo como un enfoque multidimensional, a diferencia de los anteriores, donde la variable
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ingreso es clave para la medición. En este sentido son muy conocidos los trabajos de Kuznets sobre
hipótesis de la U invertida: la desigualdad primero crece y luego decrece en la medida en que se
incrementa la renta per cápita; así como los trabajos de Theil o Gini, que utilizan como medida de
desigualdad índices basados en la renta per cápita (Todaro, 2000).
Signica entonces que la concepción multidimensional a la que se hace referencia, se
materializa a través de la inclusión de un conjunto de indicadores económicos y sociales en la medición
del desarrollo. En este sentido, el procedimiento se orienta a la determinación de componentes,
factores o parcelas en las cuales se puede dividir el desarrollo y considerar indicadores de aspectos
particulares sobre cada componente.
Ecuador, situado en la parte centro oeste en América del sur, cuenta con una extensión
territorial continental de 283.561 km2, siendo el cuarto país más pequeño de Sud América y el décimo
más poblado de esta región; en la plataforma continental, se asienta una población aproximada de 14
500 000 habitantes (INEC, 2010).
Según datos históricos del Ecuador (1830-1895), este país en su primera fase de construcción
nacional, propuso institucionalizar los principios de soberanía, sufragio popular, presidencialismo,
separación de poderes, gobierno alternativo y garantías civiles, los debates, enfrentamientos, alianzas
y negociaciones entre poder central, regiones y localidades; principios que se concentraron en tres
aspectos básicos: a) la organización jurídica política del Estado en departamentos o provincias; b) el
grado de autonomía y el papel de los municipios; y c) el tributo para los blancos y la frontera interna
de los indios.
La discusión sobre las unidades jurídico-administrativas en las que debía organizarse el país,
enfrentó dos tendencias: los federalistas y los unitaristas. En este propósito, la Primera Constitución
de 1830 declaró que el Estado ecuatoriano era unitario, pero geográcamente administrado en
departamentos, provincias, cantones y parroquias . Sin embargo, en los hechos, esta división
territorial consagró un federalismo de facto, en el que ciudades consideradas metropolitanas como
Quito, Guayaquil y Cuenca, reclamaban cuotas equivalentes de poder.
En la Tercera Constitución de 1843, conocida como “Carta de la Esclavitud”, se propuso
la creación de un Consejo de Ciudadanos nombrado por el Ejecutivo, para ayudar al Gobernador
en el cumplimiento de funciones locales. En el nivel cantonal funcionarían los corregidores y en
el parroquial los tenientes políticos, todos ellos dependientes del Ejecutivo. Este planteamiento
fue duramente resistido por los Municipios , que constituían la representación del vecindario
blancomestizo de los pueblos.
En el tercer período de construcción nacional (1861-1875), García Moreno (Presidente
de aquel entonces), buscaba construir de manera autoritaria su “república católica” y lograr una
“modernidad católica” derivando su legitimidad de la ley religiosa y en las creencias religiosas
del “pueblo cristiano”, los debates entre poder central y localidades se centraron en: 1) la directa
adscripción de las provincias al ejecutivo para fortalecer el unitarismo; 2) las restricciones a la
autonomía municipal y supresión de los municipios provinciales y parroquiales; y 3) la disputa por
los rendimientos del impuesto del trabajo subsidiario.
En la octava Constitución de la República del Ecuador, conocida como “Carta Negra”,
García Moreno logró la supresión de los municipios provinciales y parroquiales, dejando únicamente
a los cantonales (Maiguashca, 1994: 369).
Es en el período 1875-1895, cuando surge en Ecuador la corriente “Localidades” en
los Gobiernos Progresistas. Este período (cierre del Siglo XIX), coincidió con el segundo boom
cacaotero, en el que los ingresos monetarios alentaron a los progresistas de aquella época, para iniciar
un conjunto de actividades que desarrollarían varios programas, entre ellos: creación del Ministerio
de Instrucción Pública; Establecimiento de Escuelas Cristianas, Creación de Escuelas de Artes y
Ocios, Construcción de carreteras, construcción de la línea del Ferrocarril entre Chimbo-Zibambe y
Yaguachi-Durán.
Con estas acciones, consideradas modestas para unos, pero necesarias y pragmáticas para
otros, se intentó en Ecuador despolarizar la relación entre poder central y municipios, pero carecieron
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de una estrategia con capacidad para conectarlos con el pueblo.
A diferencia del siglo XIX, en el que la integración nacional enfrentó el poder central
relativamente débil, con poderosos sistemas de dominación local y regional, en el siglo XX la
situación fue diferente. El auge cacaotero primero y el boom bananero más tarde, crearon redes e
interrelaciones económicas que redenieron los espacios regionales, dando paso para que los propios
sistemas de dominación local se diversicaran y complejizaran.
Aunque los poderes regionales y locales no desaparecieron, se lograron procesar ciertas
dinámicas externas, para abandonar sus veleidades separatistas y federalistas. Sin embargo, se lograron
inscribir sus características en el propio Estado Nacional, lo que sumado a un proceso modernizador,
basado en la aplicación del modelo de industrialización por sustitución de importaciones y los
recursos petroleros ya existentes, dio paso a que el Estado Central se fortaleciera, ocupando un papel
central en la economía y en la estructura de la propia sociedad.
En medio de esa coyuntura económica de producción y exportación cacaotera-bananera,
entre 1875 y 1925, se produjo la revolución liberal, con lo cual se modicaron las relaciones y
características del Estado Central, las Regiones y las Localidades, radicando la fuerza económica de
los grupos sociales en el control monopólico de la tierra, de la producción y la comercialización de
los principales productos de exportación y consumo interno.
Es a nales del período 1960-1972, que con el inicio de la exportación petrolera y los altos
precios que logró el crudo, el Estado imprime un fuerte ritmo al desarrollo de su modelo, decayendo
este a nales de 1980, cuando entró en crisis.
Este nuevo modelo económico puso en ejecución una política económica que buscaba de
manera desordenada, tres objetivos centrales: a) impulsar un proceso de industrialización por la vía
de sustitución de importaciones; b) ampliar el mercado interno; y c) crear demandantes internos de
productos industrializados por la vía de la modernización del Estado
Con referencia a lo anterior, el proceso tuvo fuerza hasta 1982, año en el cual se inició la
declinación del boom petrolero, y con ello la instauración de procesos de ajuste estructural, dando
paso a un nuevo modelo de desarrollo neoliberal, en medio del proceso de globalización de la
economía.
Durante los años noventa, el Ecuador junto a otros países latinoamericanos, emprendieron
reformas constitucionales con énfasis en los instrumentos de democracia participativa, abriendo
canales para la intervención ciudadana en la gestión pública, así como para la transferencia de
funciones y competencias gubernamentales, concediendo a las comunidades un peso importante en
su conducción. La descentralización estatal pasó a ser el referente del nuevo arreglo institucional,
privilegiando la cooperación social en la provisión de servicios públicos.
En este propósito de participación social, y frente a la incapacidad económica de las élites
regionales, de la Sierra Centro Norte y Sur para desarrollar un proyecto hegemónico que permitiera
articular a las élites locales cantonales y parroquiales, se produjeron fuertes desplazamientos de
población a la costa en búsqueda de oportunidades, presentando así un aspecto de bipolaridad
económica, dando paso a un creciente conicto sociopolítico entre los intereses de los sectores
dominantes de la Sierra y de la Costa (Acosta, 2006: 26). Más que diferencias locales en disputa, lo
que estaba en juego eran intereses político-económicos contrapuestos que apuntaban a construcciones
socioterritoriales también divergentes, en el marco de la construcción de una nueva nación.
Es en este marco de profunda fragmentación regional y de una crisis generalizada producto
del modelo neoliberal, que las propuestas de descentralización fueron concebidas como propuestas
de municipalización y, por tanto, reejaban una estrategia de debilitamiento del Estado Central, en
la que, sin modicar la estructura del Estado, producían una polarización entre lo local y lo nacional
(Carrión, Dammert y Villaronga, 2008: 13).
Signica entonces que es a partir de la Constitución de Montecristi (2008), en la que el
concepto descentralizador en Ecuador, adquiere otra connotación, por lo que la revitalización del
debate en torno al tema de la descentralización ha estado signada por perspectivas y visiones diversas,
contradictorias e incluso antagónicas.
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En Ecuador, la descentralización es concebida como una oportunidad para fortalecer la
democracia, promoviendo procesos de construcción de ciudadanía y de participación social. La
descentralización es también un mecanismo para la modernización y fortalecimiento del Estado en
sus distintos niveles, desde una perspectiva democratizadora, y para la promoción de la equidad, en
la medida en que enfrenta las disparidades regionales.
Por las consideraciones anteriores, el proceso descentralizador considera como aspecto
fundamental, plantear el tema de la estructura del Estado en su conjunto y el de las necesarias
articulaciones entre lo local, lo regional y lo nacional, por lo que se plantea el fortalecimiento de
aspectos de la planicación nacional, en coherencia con los procesos locales de planicación y
viceversa, de manera que exista una retroalimentación entre escalas territoriales diversas.
Uno de los aspectos claves que considera el proceso de descentralización, ha sido el
fortalecimiento de los gobiernos locales que, para el presente caso, es el Cantón Manta, generando
capacidades para asumir competencias que otrora se encontraban en el nivel central, promoviendo
procesos de participación ciudadana y control social, fortaleciendo las actorías sociales e impulsando
profundos procesos de reformas en la institucionalidad local.
Dadas las condiciones que anteceden, la actividad productiva del Cantón Manta está basada
en la pesca, especialmente de atún, de la cual, en su cadena productiva, genera múltiples actividades,
permitiéndole obtener ingresos signicativos en benecio del cantón, del país y de inversionistas
extranjeros.
Con referencia a lo anterior, siendo Manta un cantón con abundante potencial productivo,
sus benecios no se ven reejados en toda su población, lo cual se evidencia al observar datos del
Censo Económico (INEC, 2010), que demuestran insuciencia de algunos servicios como son:
abastecimiento de agua para consumo humano, saneamiento y alcantarillado, seguridad ciudadana,
entre otros, a los que se pudieran sumar problemas de pobreza y desigualdad social.
Signica entonces que los indicadores de crecimiento económico no se han visto reejados
en parámetros de desarrollo social. Un ejemplo de lo aquí indicado, pudiera ser cuando se conoce que
la red pública de eliminación de aguas servidas cubre más del 50% de la población urbana, mientras
que sectores urbanos marginales y rurales no cuentan con este servicio.
En lo que respecta al agua potable, si bien existe la red pública instalada en aproximadamente
el 81,58% de las viviendas del sector urbano, no necesariamente implica que todos los domicilios
reciban el líquido vital, por lo que se acude a formas alternativas de abastecimiento como por ejemplo
a través de carros cisternas, pozos someros, o vertientes naturales.
También ocurre algo similar en cuanto a la instalación de la red de alumbrado público, la cual
es deciente en la zona rural, poniendo en evidencia aspectos de desigualdad entre la población
(Gobierno Autónomo Descentralizado de Manta, 2012-2020, pág. 15).
El problema de las inequidades sociales en el Cantón Manta, respecto de su participación
tanto en la riqueza como en el bienestar, han constituido la razón principal para plantear alternativas
y formas correctivas de acción, siendo por tanto necesario plantearse aspectos comúnmente relegados
como son: el desarrollo de cuencas hidrográcas, el impulso de polos de crecimiento (Proyecto
petroquímico, Construcción del megapuerto Manta-Manaos), creación de parques industriales,
desarrollo rural integral, entre otros.
Para enfrentar estos desafíos, el cantón Manta requiere de una revisión del modelo de
acumulación que coexista con los Objetivos del Plan Nacional para el Buen Vivir de los ecuatorianos,
como norma suprema para el desarrollo nacional, logrando con ello garantizar la reproducción de la
vida con un horizonte intergeneracional.
DISCUSIÓN
A lo largo de la historia, el concepto de desarrollo ha sido entendido como un concepto polémico,
polisémico y dinámico, evidenciando por tanto permanente controversia respecto de su comprensión
y signicado; a esta diversidad de conceptos y deniciones, se le atribuye el hecho de que el desarrollo
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no pueda ser denido de manera universal, pues el multiuso y abuso del concepto ha dado paso a una
distorsión de su real signicado.
Es evidente entonces que el concepto de desarrollo, al haber sido abordado desde diversas
perspectivas, áreas y autores, complica el consenso respecto a su denición; así, para unos es visto
como “proceso de transformación y promoción social, económica o cultural”, mientras que para otros
constituye “la mejora de los procesos de comunicación para lograr una mayor inteligencia social”
(Llobera, F.; 2001:53).
Autores como Monreal y Gimeno (1999) y Gilbert Rist (2002), sostienen que es producto
de la imaginación, o que es construcción de quien lo observa, por lo que, en opinión de estos autores,
las representaciones que se asocian con el desarrollo varían radicalmente según se adopte uno u otro
punto de vista .
Ante la situación planteada, varios autores han elaborado diversas teorías que propician, por
un lado, su interpretación teórica; y, por otro, la identicación de las herramientas que la cuantican,
todo ello con la intención de buscar soluciones a problemas derivados principalmente de la situación
económica y social de su entorno.
Hecha la observación anterior, el problema del desarrollo considerado como un tema de
permanente análisis en el pensamiento universal, precisa ser ubicado en un contexto histórico que
permita una mejor comprensión de sus alcances y limitaciones. A Karl Marx se le atribuye ser uno de
los primeros autores que emplea el término desarrollo; sin embargo, hay quienes consideran que fue
Adam Smith el primer “economista del desarrollo”, aunque posteriormente los siócratas proponían
su propia visión, de que la mayor riqueza de las naciones se obtiene por medio de la agricultura.
En el análisis global, los autores mercantilistas y siócratas generalmente no son tenidos en
cuenta en el estudio de la economía del desarrollo. Su preocupación por el progreso material de sus
respectivas naciones, ya sea por medio de la agricultura, de las manufacturas o del comercio, justica
sus aportaciones. La confrontación de ambos enfoques, mercantilista y siócrata, pone de maniesto
la polémica entre la intervención y la libre competencia, las que en versiones más actualizadas han
discurrido por la historia del pensamiento económico sobre el desarrollo.
Para los clásicos, el desarrollo entendido como progreso material era la resultante de un
proceso acumulativo, gradual y autocontinuo que solo era posible alcanzar a través del estado
estacionario , siendo estos los elementos que caracterizan este proceso. Con referencia a lo anterior,
algunos clásicos no solo se preocuparon por explicar el desarrollo económico, sino también el atraso
económico, en el que encontramos elementos explicativos como el sistema colonial (de Adam Smith),
la inexistencia de la demanda adecuada (de Malthus) y el deseo efectivo (de John Stuart Mill, 1895).
David Ricardo, por su parte, en su obra Principios de economía política plantea una
teoría sobre el desarrollo considerada como más completa, por lo que para su análisis requieren ser
considerados aspectos tales como: la retribución de los tres factores productivos, la renta de la tierra,
el salario de los trabajadores y los benecios de los capitalistas.
Karl Marx merece ser considerado al margen de los autores antes citados, la trascendencia
histórica de su enfoque originó una corriente heterodoxa de pensamiento que llega hasta nuestros
días, presentando una explicación del funcionamiento del sistema capitalista. Es a partir de la obra
de Marx, que comienzan a surgir las teorías del imperialismo, entre las que destaca la elaborada por
Lenin, y que supone la extensión del pensamiento de Marx a una economía abierta.
Marx aborda el pensamiento de la economía política burguesa clásica (Clásicos) ,
interesándose por las políticas económicas a largo plazo, en la que a partir del análisis especíco
de las “áreas atrasadas” propone que se pueden incluir dentro de los primeros a representantes de la
economía del desarrollo.
Esta visión de Marx propone que el individuo es un ser social que actúa junto a otros grupos
para lograr satisfacer sus necesidades. Sus aportes relacionados con la conceptualización de la teoría
del desarrollo, están basados en su concepción materialista de la historia. Con ello coloca la atención
en el análisis del proceso de producción, a partir del vínculo entre las fuerzas productivas y las
relaciones sociales de producción, el cual dene el modo de producción y, de hecho, la estructura
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económica de la sociedad.
Es evidente entonces que Marx observó, además, como factor importante, las variaciones
que se producen en la superestructura como resultado de los cambios en la base económica de la
sociedad, aspecto que es de particular importancia en la evaluación del desarrollo en sus distintas
manifestaciones.
Por lo antes expuesto, la teoría del desarrollo de Marx se encuentra diseminada a lo largo de
toda su obra, de forma tal que es difícil desligarla de la propia explicación del sistema capitalista; no
obstante, existen distintos análisis sobre el desarrollo en el pensamiento de Marx .
En las obras de los clásicos del marxismo, y en particular en Marx, hay avances que buscan
explicar el concepto de desarrollo en el modo de producción capitalista, destacando básicamente
las características de los países con un mayor grado de desarrollo de las fuerzas productivas y las
relaciones capitalistas de producción (Sorhegui, 2002:55). A diferencia de las visiones anteriores
respecto al problema de desarrollo, donde el concepto clave es la escasez, Marx sostiene que la miseria
no tiene como origen el número excesivo de población, sino que es el resultado de la contradicción
fundamental del modo de producción capitalista.
Dentro de los antecedentes del desarrollo no se puede dejar de mencionar el pensamiento de
Joseph Alois Schumpeter (Teoría Schumpeteriana), reconocido como economista del desequilibrio,
autor que se preocupa por los movimientos cíclicos de los sistemas, compartiendo con Marx y los
clásicos la interpretación multidimensional del proceso de desarrollo (Hidalgo, 1999:50).
En la propuesta de Schumpeter, los elementos sociales, políticos, culturales y psicológicos
juegan un papel importante para el desarrollo de un determinado país; en este sentido, debe
destacarse su distención entre crecimiento y desarrollo. Con los estudios de John Maynard Keynes
(Keynesianismo), en su Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero, publicada en 1936, se
sentaron las bases de lo que después serían las teorías modernas del crecimiento ya que desempeñaron
un papel importante en el surgimiento de un pensamiento sobre el desarrollo, pues aplicó una
nueva proyección pragmática y positivista del análisis económico, en apoyo al nuevo enfoque de la
metodología económica.
Para Walt Whittman Rostow (Teoría de las Etapas), el desarrollo es entendido como un
problema de atraso. El autor citado, sostiene que el proceso de crecimiento económico es una
sucesión de etapas por las que han de pasar los países para lograr su desarrollo (Martínez, 2007:19).
Con la Teoría de los círculos viciosos, autores como Ragnar Nurkse, llegan a la conclusión de que
los principales ciclos viciosos afectan a la acumulación de capital de los países subdesarrollados,
entendiendo como ciclo vicioso la “situación en que diversos factores están interconectados que en
conjunto tienden a producir un estado de estancamiento del que resulta muy difícil salir” (Hidalgo,
1999:81).
Hans W. Singer, describe distintos círculos viciosos en torno al problema del subdesarrollo
y arma que un país subdesarrollado es pobre porque no tiene industria y no tiene industria porque es
pobre, o sea una cosa conduce a la otra.
Ya bajo el período de la globalización neoliberal, también aparecen varias teorías sobre el
desarrollo; así, en la década de los ´70 del siglo XX, caracterizada por la aparición simultánea de
los procesos de inación y estancamiento económico que la teoría keynesiana no podía solucionar,
se necesitaba una nueva interpretación teórica que respondiera a las nuevas condiciones (Martínez,
2007:1). La teoría neoliberal (Neoliberalismo) del desarrollo fundamentada en la defensa de
la ecacia, el mercado y el mecanismo de los precios como mecanismo de asignación óptima de
recursos, surge como una corriente de pensamiento y acción en lo económico y lo político, y buscaba
dar respuesta a los problemas que presentaba el sistema, como el estancamiento económico y las altas
tasas de inación.
El neoliberalismo establece como argumento central que la “inestabilidad del capitalismo
está en la esfera monetaria” (Ruiz, 1998:66). Bajo este argumento, el mercado aparece de nuevo como
solución al problema del subdesarrollo, cuando en gran medida es una de sus causas, despreciando los
estudios previos que ponían de maniesto la inadecuación de la teoría de la ventaja comparativa.
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Dadas las condiciones que anteceden, es evidente que el crecimiento económico es
condición necesaria, pero no suciente para el desarrollo, en el que los indicadores convencionales de
crecimiento del producto interno bruto (PIB) muestran algunas limitaciones signicativas para medir
el desarrollo ya que entre otras cosas, no consideran el uso que se hace del incremento productivo
registrado, ni la distribución del ingreso, ni las políticas sociales encargadas de enfrentar la pobreza y
el atraso.
Sobre la base de las consideraciones anteriores, los autores de este trabajo coinciden con la
denición del desarrollo planteado por la Comisión Sur integrada por personalidades provenientes de
países subdesarrollados de entre ellos: Julius K. Nyerere, Carlos Rafael Rodríguez y Celso Furtado,
según la cual el desarrollo es “un proceso que permite a los seres humanos utilizar su potencial,
adquirir conanza en mismos y llevar una vida de dignidad y realización. Es un proceso que libera a
la gente del temor a las carencias y a la explotación. Es una evolución que trae consigo la desaparición
de la opresión política, económica y social. Gracias al desarrollo, la independencia en el terreno
político adquiere su verdadero signicado” (Comisión Sur, 1990:20).
Con referencia a lo anterior, y siendo coincidente con el pensamiento marxista, el desarrollo
debe ser visto bajo una concepción de totalidad, la cual incluye a la concepción sociológica en
sentido extenso y por tanto integra en forma orgánica la sociología, la economía, la psicología social,
el derecho, etc., por lo que desde esta concepción marxista se parte de en un concepto losóco
del materialismo histórico para investigar los hechos y las causas del desarrollo histórico de las
sociedades.
De los anteriores planteamientos, y siendo consecuentes con el objeto de la economía política
propuesto por Marx, el desarrollo local concibe al ser humano como punto central del proceso,
potenciando sus capacidades para contribuir a impulsar el desarrollo endógeno, la auto-organización y
el bienestar social, requiriendo tanto de la participación colectiva como de la intervención individual.
A los efectos de este, Eatwell y Meadows sostienen que el concepto de desarrollo ha ampliado
su marco de referencia, introduciéndose en el paradigma de la complejidad, con el objetivo añadido
de sostenibilidad. Esto signica la incorporación de la variable ambiental que enfatiza el hecho de que
el crecimiento tiene una serie de límites, dando paso a dos principios contradictorios: el crecimiento
económico y la conservación del medio, lo cual hace necesario reconsiderar la problemática ligada al
desarrollo, destacando la importancia de las variables sociales y locales (Barnes 1996a).
Méndez (2002:8), por su parte, sostiene que el concepto de desarrollo se ha enriquecido y,
por tanto, ha transformado su contenido, debiendo ser entendido como un conjunto de componentes
sociales (bienestar), ambientales (sostenibilidad), políticos (gobernabilidad y participación local),
culturales (defensa de la identidad y el patrimonio) y geográcos (ordenación del territorio), con
el objetivo de lograr mayores cotas en los niveles de calidad de vida que disfrutan las sociedades,
llamándolo por tanto modelo de desarrollo territorial integrado.
CONCLUSIONES
El desarrollo local es uno de los elementos más signicativos en la creación de redes que favorecen
la calidad de los habitantes y el cuidado y protección de los recursos, siendo su eje de transformación
el espacio local, es decir, el espacio en el que cada individuo se siente comunidad, donde cada
individuo puede actuar. La perspectiva del gobierno local es asumida como la responsabilidad de
prever y actuar en un marco equilibrado, respondiendo a las necesidades de la sociedad y lo que el
mercado espera de él en el marco de la naturaleza y los nes de la institución gobierno. El territorio
es considerado un factor clave para el desarrollo socioeconómico, actuando como eje unicador de
las diferentes visiones, a partir de un proceso endógeno de cambio estructural, con la interacción entre
actores, instituciones, capacidades, tradición y conocimientos. El enfoque territorial y endógeno de la
organización de la producción pone especial énfasis en los sistemas de producción y redes de empresas
locales como mecanismos a través de los cuales el proceso de crecimiento y cambio estructural tiene
lugar en la economía del territorio. Para una mejor comprensión del desarrollo socioeconómico local,
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será necesario indagar sobre la losofía de las relaciones sociales de producción capitalista, en la que,
a partir de una descripción del fenómeno, se puedan esclarecer las formas esenciales de movimiento,
que pongan al descubierto fetichismos y enmascaramiento de un problema aparente frente a una
realidad pensada.
Una forma de evidenciar los aspectos que incidirían en el desarrollo local, será profundizar
en la concepción de los paradigmas económicos, en la que se puedan explicar las características de
las relaciones sociales de producción capitalistas, que afectan al desarrollo local. El desarrollo y
profundización del análisis sobre el tema planteado, deberá ser abordado en tres planos diferenciados:
el de la Teoría Económica, el de la Filosofía de la Ciencia y el de la Metodología de la Ciencia, a
través de los cuales pudiera darse respuesta a problemas de la realidad a partir de instrumentos de
política económica pública que puedan transformar la realidad a partir de una interpretación esencial
y con enfoque de totalidad.
La creación de niveles intermedios de gobierno, siempre y cuando las regiones que se creen
logren equipotencia, podrá contribuir a las metas de equidad territorial. Uno de los principales
desafíos para alcanzar el desarrollo local, será encarar el tema del desarrollo bajo una concepción
humanista. Lamentablemente, la nueva Constitución no establece claras competencias en este sentido
para los gobiernos regionales, y éste puede ser un límite para la consolidación de verdaderos gobiernos
intermedios.
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