
Facultad de Ciencias Administrativas y Económicas. Universidad Técnica de Manabí. Portoviejo, Ecuador.
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INTRODUCCIÓN
En los últimos años han surgido una serie de crisis económicas y sociales que afectan el funcionamiento
normal de las organizaciones, por ende, han sobrevivido aquellas que cuentan con líderes que afrontan
las turbulencias del entorno (Carrillo, 2017). Es así que, el liderazgo es uno de los conceptos que han
generado discusión desde los autores clásicos hasta los modernos, por lo que, se han planteado un
sinnúmero de deniciones (Rodríguez, 2012). Precisamente, el liderazgo es una relación entre el líder
y sus seguidores que, puede variar en la organización (Torres, 2011). Por un lado, las cooperativas
de ahorro y créditos en Ecuador son parte del sistema nanciero y se caracterizan porque funcionan
como la banca pero con limitación en la prestación de servicios y productos bancarios, como montos
y tipos de créditos e inversiones. Sin embargo, tienen un n social y de asociación y sobretodo, han
superado y sobrevivido a crisis internas y externas.
Por otra parte, según House, Javidan, Hanges, y Dorfman, (2002), el liderazgo es el proceso
en el cual una persona motiva a sus seguidores para que, estos contribuyan con los propósitos
organizacionales. Por tanto, el liderazgo es el arte de inuir sobre las personas para alcanzar un
objetivo común (Rozo y González, 2010). En la misma línea, liderar implica asumir nuevas
responsabilidades para desarrollar el equipo y estructurar sus procesos (Gil, Alcover, Rico y Sánchez-
Manzanares, 2011). Además, las teorías organizacionales tradicionales, como la de Taylor, buscan
obtener productividad en el menor tiempo posible en términos de la eciencia del hombre así lo
expresa Dávila L. de Guevara, (2011). Sin embargo, la teoría clásica ha sido sustituida por la teoría
de las relaciones humanas de Elton Mayo que, considera al líder como el constructor de un clima
apto para la solución de problemas y, es el motivador permanente de sus seguidores (Ramos y Triana,
2007).
En el estudio realizado por Galarza y otros (2017) acerca de la estructura y liderazgo en las
cooperativas ecuatorianas, se expresa que, en el Ecuador y en la mayoría de países latinoamericanos,
las empresas se enfrentan a mayores retos, devenidos del alto grado de competitividad del mercado,
cambios en la coyuntura política y económica, perles y competencias del talento humano complejas
y especializadas, en resumen, las organizaciones afrontan demandas al interior de sus estructuras
organizacionales, donde el papel de sus directivos es importante para la adaptación al entorno. De este
modo, la competitividad está en dependencia del liderazgo efectivo (Machado y Galarza, 2017).
En la misma línea, Carrillo y Galarza, (2018) en el estudio realizado a una pequeña cooperativa
de ahorro y crédito ecuatoriana, develan que, el estilo del jefe es integrativo que, proviene de una
fuerte inuencia de la cultura organizacional. De igual manera, para Carrillo, (2016) los estudios
de liderazgo deben complementarse con el diagnóstico de la cultura organizacional e identicar
relaciones y asociaciones entre estas variables para buscar el alto desempeño. Precisamente, Pedraja y
Rodríguez (2008) sostienen que el estilo de liderazgo interviene directamente en la toma de decisiones
y en los resultados obtenidos.
El autor Sánchez-Manchola (2009) propone el análisis de dos dimensiones a las que podría
orientarse el dirigente, una concerniente al énfasis en las tareas o resultados y, otra orientada al énfasis
en las relaciones o personas. Entonces, esta bidimensional propuesta de la Universidad Estatal de
Ohio, autores Blake y Mouton, Hersey y Blanchard, entre otros, formula cuatro estilos de liderazgo:
indiferente, tecnicista, sociable y sinérgico. El liderazgo es un tema muy estudiado desde varias
perspectivas, debido al auge de organizaciones complejas, en especial en sociedades occidentales
(García & Sánchez, 2009), ya que, el actuar de los líderes inuye en el proceder de sus miembros
dentro de la organización.
El estilo indiferente, presenta bajo énfasis en las tareas y, bajo énfasis en las personas, los
dirigidos son altamente permisivos, la toma de decisiones no es estructurada y se toman de acuerdo al
momento, se permite en ocasiones la opinión e ideas de los colaboradores y, no se ejercen mecanismos
concretos de control. En segundo lugar, el estilo tecnicista supone un alto énfasis en las tareas y
bajo énfasis en las personas; es un estilo de dirección y liderazgo altamente autócrata en el que, el
dirigente se preocupa por la denición de los objetivos, tareas y actividades, cumplimiento de normas
______________________________________________________________Sandra Galarza, Álvaro Carrillo, Lorena Carillo