
Importancia de la cultura evaluativa en la gestión de la evaluación del profesor universitario__________________________
Revista ECA Sinergia. Facultad de Ciencias Administrativas y Económicas. U.T.M. Año 4 Vol. 4 Página 105
organización se traducen en las actitudes y valoraciones que se manifiestan en las
relaciones que se establecen a través de la comunicación, la participación, los
conflictos, el estilo directivo y el clima organizacional (en definitiva el discurso), pues
los diferentes sujetos actúan en una área de poder asignada por sus propios intereses
(acción individual) y los de la institución (acción colectiva) las que constituyen la
cultura implícita, (Vargas: 2005), entre las que no siempre existen coincidencias.
Tomado como base el análisis efectuado, los autores de este trabajo conciben a la
cultura de la evaluación en las Instituciones de Educación Superior como el conjunto de
creencias, valores, normas y comportamientos relacionados con la evaluación, aceptada
por todos o la mayoría de los miembros de la organización universitaria, que surge y se
desarrolla, a partir de las relaciones que se establecen entre sus miembros y de
influencias inter y extra-universitaria.
La universidad, al igual que en el resto de las organizaciones, posee su propia historia,
comportamiento, proceso de comunicación, relaciones interpersonales, toma de
decisiones, filosofía y mitos con relación a la evaluación que se desarrolla en la
institución, dentro de la que se encuentra la del desempeño profesional del profesor, la
que en su totalidad, constituyen la cultura evaluativa, la que es manifestación de las
características que le son propias y la diferencia del resto de las organizaciones.
No obstante, es necesario tener en cuenta que todos los seres humanos son portadores de
una cultura en correspondencia con su modo de ser, ambiente y profesión, por lo que en
la universidad en su carácter de organización social compleja, confluye el entramado
cultural que aporta cada uno de los miembros de la organización, lo que significa no
solo la parte académica, sino también las convicciones, valores, historia de vida,
creencias de cada uno de sus miembros como individualidad, las que hacen su
aportación a la cultura evaluativa de la organización y además son portadores de ellas,
por lo que se presuponen y aportan elementos mutuamente.
Por otra parte, en el proceso de evaluación que se desarrolla internamente en el ámbito
universitario se establecen relaciones entre los directivos y el resto de los miembros de
la organización, por lo que se coincide con Valdés y otros (2004), en el hecho de que de
la interacción entre ambas culturas se origina una cultura organizacional determinada,
en este caso referida a la evaluación.
No obstante, la cultura organizacional no es estática, como tampoco lo es la cultura
evaluativa. Según Valdés y otros (Ob. Cit.) la cultura organizacional se caracteriza por
ser dinámica, pues aunque posee cierta estabilidad, son constantemente reinterpretados
los valores y creencias y renegociados sus significados en función de los
acontecimientos concretos que se van presentando y a los que hay que aplicar dichos
valores y creencias. Según estos autores la cultura es aprendida; se adquiere por un
proceso de aprendizaje, donde interactúa la cultura social externa a la propia
organización, pero de la que forma parte, tanto ella como los miembros que la
componen, y la cultura propia de la organización. Con independencia de que la cultura
de una organización tiene una evolución espontánea (surgimiento, primeros tiempos,
expansión y madurez), ésta puede cambiar de manera intencional y consciente.
(Ibídem). Así, desde estos presupuestos es factible el cambio de la cultura de la