
GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO COMO VÍA HACIA EL ÉXITO EMPRESARIAL
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Sinergia|ISSN1390‐6623|AÑO6VOL.6|Junio2015
Creación de nuevo conocimiento
Para crear nuevo conocimiento con valor es necesario que cada individuo procese y
haga propio el conocimiento que esté adquiriendo para que pueda ser aplicable en
cualquier situación y/o problema que se le presente (Bueno, 2000), es decir, que lo
interiorice. El conocimiento de las distintas operaciones mentales y saber cómo,
cuándo y para qué deben éstas usarse, constituye el objeto de estudio de la
metacognición, palabra que significa “más allá del conocimiento” (Flavell, 1978).
Aunque abunden las definiciones de este concepto, en esencia todas se refieren a
que es el conocimiento y la regulación, por parte del individuo, de sus propias
cogniciones (conocimientos) y procesos mentales. Para Burón (1988), quizá sería
mejor llamarlo “conocimiento autoreflexivo”, puesto que se refiere al conocimiento
de la propia mente adquirida por auto observación. Por lo tanto, la metacognición es
el conocimiento que todo individuo tiene de sus operaciones mentales: ¿qué son?,
¿cómo se realizan?, ¿cuándo hay que usar una u otra? y ¿qué factores ayudan o
interfieren en la operatividad de dichas operaciones mentales?.
Un estudio de gestión del conocimiento en el contexto empresarial
En un estudio realizado en el Sureste de México, especialmente en el estado de
Yucatán, la forma como las empresas adquieren su conocimiento depende
básicamente de la contratación del personal, de su experiencia con los clientes y de la
nueva tecnología que obtienen de sus proveedores, quienes sí cuentan con
departamentos de investigación y desarrollo (Barroso, 2011). Ninguna de las
empresas participantes contaba con departamentos de investigación y desarrollo,
aunque identifican esta función como acciones de comercialización, adquisición de
tecnología, diseño de productos o capacitación, la cual generalmente se obtiene de
proveedores o de despachos externos. Lo que se invierte en investigación y desarrollo
es principalmente para diseñar e implementar nuevos procesos y para el
conocimiento de los productos. Cabe mencionar que se evidenció desvinculación
entre las empresas, las instituciones de educación superior (IES), los centros de
investigación científica (CICs) y el Gobierno, como señala el autor. Dicha falta de
vinculación les impide enterarse de los problemas reales de las empresas, y éstas a su
vez desconocen el potencial del conocimiento y los desarrollos tecnológicos que las
IES, CICs y el Gobierno pueden brindarles. Las empresas tienden a quedarse con su
conocimiento y son pocas las que lo comparten con otras.
Planteamiento del problema
En la economía, según Drucker (1993), Castells (1997), Garvin (2000) y Argyris
(1992), el conocimiento no solamente se ha sumado como uno más de los recursos
tradicionales de la actividad productiva (tierra, trabajo y capital), sino que se ha
transformado en el único recurso que garantiza la sustentabilidad económica en el
presente y futuro. Sin embargo, es difícil saber hasta qué punto los empresarios
valoran el conocimiento, además de que se desconocen los procesos y capacidades de
sus empresas para manejar grandes flujos de información, convertir ésta en
conocimiento y transferirlo. La falta de información acerca de cómo éstas generan,
adquieren, usan y transfieren el conocimiento dificulta al Gobierno, cámaras
empresariales y organismos de apoyo, diseñar políticas adecuadas para el desempeño
empresarial acordes a las necesidades de la región, ya sean físicas, sociales o
medioambientales, con la consecuente falta de desarrollo de potencial, imposibilidad