
Facultad de Ciencias Administrativas y Económicas. Universidad Técnica de Manabí. Portoviejo, Ecuador.
https://revistas.utm.edu.ec/index.php/ECASinergia
37
Calidad, que facilite el cumplimiento de metas y objetivos propuestos.
Dentro de este enfoque los autores Nogueira, R. M., & Góngora, N. (2000), señalan que los
términos “gestión institucional” jan la atención sobre un concepto - “institución” - que supera la
noción de organización para centrar el análisis en normas, reglas, expectativas de comportamiento,
sistemas de graticación, mecanismos de articulación social, sentidos, identidades, etc.
La consideración de la universidad como institución tiene un carácter particularmente crítico
para el análisis y la evaluación de la gestión. La universidad es un universo simbólico, con mitos
que contribuyen a otorgar sentido a la realidad, pero que a la vez la construyen y la cristalizan,
gobernando el pensamiento y estructurando la vida cotidiana. (Clark, 1991, Weick, 2000). Nogueira,
R. M., & Góngora, N. (2000) maniestan que este universo simbólico se va conformado a lo largo
de la historia institucional, está cargado emocionalmente y brinda comprensión a la acción. Su
centralidad depende de su capacidad para armar la identidad de la universidad y la de sus miembros.
Sus componentes determinan los criterios que se utilizan para ganar legitimidad (de sus formas y
estilos de gobierno, de los principios constitutivos de la organización, de sus políticas centrales, de
sus acciones) y para medir su éxito.
Por consiguiente, un papel esencial de la gestión universitaria es la vigilancia de la coherencia
entre su identidad, su orientación y su desempeño, rearmando el sentido único al que deben responder
las acciones, las respuestas a los desafíos contextuales y la resolución de las tensiones que enfrente
y padezca. En consecuencia, la gestión no es una tecnología neutra ni una tarea de ingeniería: es una
labor de construcción, preservación y proyección en el tiempo de los elementos que convierten a la
organización en una institución que involucra a muy diversos actores y que encuentra su razón de ser
en los nes a los que sirve y en los resultados que alcanza.
Por esta razón las IES juegan un papel fundamental en el desarrollo de la sociedad
(Alvarado, 2009; Barrón, 2005), razón por la que tienen la misión de formar el talento humano que
requiere la sociedad del conocimiento, la cual presenta diferentes desafíos derivados de los cambios
sociales, económicos y políticos que han obligado a la educación a realizar modicaciones en su
organización y funcionamiento (Munive, 2007). No hay que olvidar que la educación es considerada
en la actualidad como un instrumento para el progreso de la misma humanidad, siendo necesario
que se base en los cuatro pilares que señaló Delors (1996): aprender a conocer (aprender a aprender
a lo largo de la vida); aprender a hacer (afrontar las situaciones y problemas con procedimientos
y técnicas); aprender a vivir juntos (desarrollar la comprensión de los demás, realizar proyectos
comunes y resolver los conictos); y aprender a ser (posibilitar la actuación con autonomía y
fortalecer la personalidad).
Este proceso de formación integral se ha desvirtuado, en gran medida, por el incremento de
la matrícula de estudiantes en el nivel superior y el aumento descontrolado del número de IES, sobre
todo las de carácter privado (Parra, 2010; Pires y Lemaitre, 2008). Al respecto, Casillas, Ortega y
Ortiz (2015) mencionan que en la actualidad se ha ofrecido el derecho a la educación superior, sin que
necesariamente ésta sea de calidad. Tomando en cuenta esto, las IES han recurrido a la acreditación
de la calidad con la intención de contar con el prestigio de su accionar, así como con un elemento que
les permita brindar publicidad de su labor educativa, por lo que al momento de buscar su acreditación,
únicamente se enfocan en cumplir con lo estipulado por parte de los organismos externos encargados
de dicha labor (Corona, 2014), los cuales abordan muy poco los saberes propuestos por Delors. Es
necesario avanzar hacia una visión compartida de la calidad académica, que aborde la relación con
la sociedad (Contreras, 2012) y promueva la transformación de las comunidades (Villavicencio,
2012), con el n de generar un cambio en los procesos de acreditación en Latinoamérica, en donde
el Sistema de Control Interno Universitario sea parte de éste rol.
Para Martínez Iñiguez, J. E., Tobón, S., & Romero Sandoval, A. (2017), los indicadores que
establecen los organismos acreditadores además de enfocarse en procesos y procedimientos, deben
de acompañarse de evidencias puntuales que describan resultados signicativos de las IES (Herrera
y Aguilar, 2009), como disminución de la deserción, aumento de la eciencia terminal, logro del
perl de egreso, grado de empleo de los egresados, proyectos de emprendimiento, proyectos de
innovación, patentes, publicación de artículos en revistas indexadas en SCOPUS, WoS, entre otras,
ya que esto sí tendría impacto en las funciones sustantivas de las universidades. Así, se evaluaría con
mayor claridad y rigurosidad la calidad, para que no se presente el caso de universidades que logran
la acreditación, pero poseen prácticas educativas descontextualizadas y su nivel de innovación e