
Facultad de Ciencias Administrativas y Económicas. Universidad Técnica de Manabí. Portoviejo, Ecuador.
https://revistas.utm.edu.ec/index.php/ECASinergia
156
INTRODUCCIÓN
La cadena agroalimentaria es un conjunto de actores desde la base primaria hasta la venta al
consumidor (Delgado, Zambrano, Cossío, & Mera, 2020). En ella los productos que se comercializan
son alimentarios (Bravo-Mendoza, Ruiz-Cedeño, & Sablón-Cossío, 2020). En especíco, la cadena
del plátano integra un conjunto de procesos y actores (Cedeño, Briones, & Torres, 2018). Estos se
involucran de forma técnica y económica desde la producción primaria que es el eslabón inicial y
que se trata de cultivar el plátano hasta llegar al último eslabón de esta cadena, el consumidor o
cliente quien adquiere y consume estos alimentos (Salcedo & Guzmán, 2014). A la vez, incluye las
actividades que se requieren para que un producto agrícola sea en forma primaria o mediante algún
proceso de transformación que llegue al consumidor nal (Cedeño et al., 2018).
En este contexto, surge la necesidad de la inserción en la economía circular. Esto con la
meta de optimizar los alimentarios y sus residuos en productos de valor agregado. Esta tendencia,
economía circular, es un proceso centrado en las “3R” (Reducir, Reutilizar y Reciclar) desde el
diseño, a la fabricación, transporte, almacenamiento y consumo del producto implicando a todos los
agentes (proveedores, productores, distribuidores y consumidores), (De Angelis, 2021). En síntesis
los objetivos básicos de la economía circular son: preservar y mejorar el capital natural, optimizar el
uso de los recursos y fomentar la ecacia del sistema (Leising, Quist, & Bocken, 2018).
La economía circular, que vinculamos prioritariamente a un enfoque de reducción
multiresiduo, además de disminuir el impacto ambiental de manera muy representativa, tiene un
enorme potencial para generar impacto social y nuevos modelos de negocios más equilibrados
(MacArthur, 2015). Comparado con el modelo económico lineal tradicional que persigue “la
producción dura y el consumo exhaustivo” (también llamado “economía de la cuna a la tumba),
(Batista, Bourlakis, Liu, Smart, & Sohal, 2018).
Por otro lado, la cadena agroalimentaria del plátano se dene como: producción de plátano,
transformación industrial, comercialización, distribución y consumo en un lugar determinado (IICA,
2018). Estas actividades permiten el ingreso del producto al mercado, es decir, “del campo a la mesa”
(Camagni & Kherallah, 2016). Las cadenas agroalimentarias se forman por entidades productoras,
transformadoras y de servicios logísticos para la obtención de productos y servicios de la rama
alimentaria. En general, una rama o institución de la propia cadena (Sablón Cossío et al., 2015).
En relación a los variables socio - económico, el plátano genera fuentes de empleo (Paz &
Pesantez, 2013), tanto en la forma urbana y rural. Por ello en la provincia de Manabí, este fruto es
con alto consumo y siembra (Mora, Ponce, & Cedeño, 2019). La situación geográca de esta región
cuenta con suelos muy fértiles y de una gran diversidad de recursos ictiológicos (Nieto Cabrera et
al., 2016). En la provincia, se obtienen de tres a cuatro cultivos de ciclo corto al año, desde el perl
costero hasta las regiones más altas. Esto propicia que la producción agropecuaria se convierta en
la principal fuente económica de la provincia. La misma, lidera las provincias con mayor supercie
de labor agropecuaria (15,84 hectáreas); de las cuales 709. 241 hectáreas, corresponde a pastos
cultivados y naturales (ESPAC, 2019). Estos elementos junto con la variedad de elaboración de este
fruto hacen que la comida manabita sea un patrimonio gastronómico del Ecuador. Se elaboran más de
35 variedades de platos que se preparan y que forman parte de la oferta gastronómica.
A la vez, el plátano es el cultivo de mayor producción de la provincia. Seguido del banano
con una cifra muy representativa de la producción de cultivos permanentes (Mora et al., 2019). De
las variedades que se producen la variedad denominada “barraganete” y “dominico” son las más
representativas (Marín Cedeño & Sabando Zambrano, 2017).