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Manuel Antonio Abarca Zaquinaula, Matius Rodolfo Mendoza Poma, Freddy Anaximandro Alvarez Lema, Milton Alberto Sampedro Arrieta
Práctica de actividades turísticas antes y después del estado de excepción ocasionado por Covid-19, Ecuador
INTRODUCCIÓN
La pandemia del coronavirus (COVID-19) es uno de los eventos más impactantes del siglo XXI. Incluso, en su etapa inicial el
impacto en el turismo fue tremendo. Según las estimaciones actuales, 75 millones de puestos de trabajo en el turismo corren un
riesgo inmediato y la industria podría perder más de 2,1 billones de dólares estadounidenses en facturación. Las fronteras están
cerradas, los cruceros están atracados, otas aéreas enteras están en tierra y los hoteles, restaurantes y lugares turísticos están
cerrados. El nivel de complejidad es incuestionable, la pandemia de coronavirus es única en escala y constituye una combinación
de varias tipologías de desastres y crisis. Es una combinación de un desastre natural, una crisis sociopolítica, una crisis económica
y una crisis de demanda turística (Zenker y Kock, 2020).
Para complicar más la situación para el sector turístico, en un análisis de regresión en más de 90 países, encontraron una correlación
positiva entre el turismo internacional y el nivel acumulado de casos conrmados de COVID-19 y muerte al 30 de abril de 2020.
Los análisis de regresión muestran que los países expuestos a altos ujos de turismo internacional son más propensos a los casos
y muertes causados por el brote de la COVID-19. Las estimaciones simulan un nivel 1% más alto de turismo receptor y emisor se
asocia con niveles 1,2% y 1,4% más altos de casos conrmados de COVID-19 y muerte, respectivamente (Reza et al., 2020). Por
tal razón el turismo emisor y receptor es el más afectado a causa de la COVID 19 y tiene un impacto profundo en la sociedad,
interriendo en el bienestar social y económico de los residentes en los destinos turísticos por la no llegada de los turistas (T.R. Qiu
et al., 2020).
Lo interesante actualmente es que los viajes internacionales, regionales y locales, visitas de un día y segmentos tan diversos como
transporte aéreo, cruceros, transporte público, alojamiento, cafés y restaurantes, convenciones, festivales, reuniones, o eventos
deportivos, se convirtieron en el peor de los casos para cualquiera atrapado en el sistema de turismo global por consecuencia
de la pandemia (Gössling et al., 2020). En contraposición la práctica de actividades turísticas necesita de un espacio geográco
representado en diversas categorías, tamaño y discontinuidad espacial en el cual existen atractivos turísticos que motiven a las
corrientes turísticas (Boullon, 2006) y precisamente cuando el medio ambiente es la motivación exclusiva de las corrientes turísticas,
produce las tipologías de turismo de naturaleza (Martínez, 2013).
Al igual que otras actividades humanas, las actividades de ocio y recreación se ven tanto afectadas, como promovidos por una serie
de factores interpersonales, biopsicológicos, económicos y temporales a causa de la pandemia. Entre los motivantes intrínsecos de
las actividades de ocio y recreación se consideran la búsqueda por obtener experiencias agradables, como la relajación, el gusto
por la vida, la felicidad, el crecimiento personal, la interacción social, entre otros. Inclusive, las motivaciones extrínsecas como el
logro académico o la actividad física han sido analizadas en función a las actividades de ocio y recreación, encontrando que éstos
fungen como una forma de afrontamiento al estrés (Pizzagalli, 2014), siendo este la suma de todos los efectos inespecícos de
factores (actividades cotidianas, agentes productores de enfermedades, drogas, hábitos de vida inadecuados, cambios abruptos en los
entornos laboral y familiar), que pueden actuar sobre una persona (Mazo y García, 2011), aunque actualmente el estrés es conocido
como una respuesta natural de nuestro organismo ante las situaciones que percibe como un desafío, una alarma o un problema
(Chadi et al., 2019).
Los benecios aportados por los pasatiempos varían, si bien se señalan como actividades que proporcionan libertad frente
a constricciones cotidianas, los estudios indican que, para que estos aporten felicidad o satisfacción a la persona, requieren ser
realizados con cierto grado de seriedad y compromiso. Por ejemplo, hoy se sabe que las actividades que demandan cierto grado de
absorción y reto, aportan mayor satisfacción que aquellas que en algún momento llegan a aburrir o que son percibidas como “menos
serias” y que aquellas que conllevan un estímulo intelectual permiten mejoras tanto emocional como cognitivamente (González y
Vanegas, 2013).
Las contribuciones a los estudios del gasto por actividades turísticas se han centrado principalmente en analizar las características
y determinantes de los datos a nivel macro más que en el gasto a nivel individual (Brida et al., 2008). El gasto es inuenciado
por un grupo complejo de variables sociodemográcas, por ejemplo la edad, el estado civil, el nivel educativo, la ocupación, el
país de residencia, la raza, composición del hogar y también por factores como: origen geográco, transporte utilizado, destino
principal, lugar de entrada y características sociológicas (Luiz, 2020). También el gasto suele ser realizado por la lealtad del cliente
al momento de determinar el impacto de las dimensiones de la calidad del servicio, la satisfacción personal y el valor agregado
(Jawabreh, 2020). Es interesante también analizar al desarrollo turístico desde la perspectiva de los residentes (Olya, 2020), y
analizar cómo la demanda de los visitantes discrepa de las necesidades de los residentes y cómo las actividades turísticas afectan
la vida cotidiana de sus ciudadanos y no solamente realizar el análisis con base en el gasto turístico (Fonseca, 2019). Los autores