
56
Revista ECA Sinergia
ISSN-e: 2528-7869
https://www.revistas.utm.edu.ec/index.php/ECASinergia
Vol. 13 Núm. 2 (53-70) Mayo - Agosto 2022
revistaecasinergia@gmail.com
Universidad Técnica de Manabí
DOI: https://doi.org/10.33936/eca_sinergia.v13i2.4352
Existen pocos métodos para la administración de aspectos relacionados con la implementación, mantenimiento y mejora de los
sistemas de gestión de la calidad. Es necesario contar con estrategias para la realización de mediciones, seguimientos, evaluaciones
y análisis en relación con el estado de funcionamiento y cumplimiento de los procesos; tarea encomendada al Auditor de Calidad
(Giraldo et al., 2016). En el Ecuador, la auditoria está regentada por la Contraloría General del Estado y rmas de auditores
especializados, quienes realizan el proceso de recolección de evidencia, vericación de todos los documentos y emisión un dictamen
general de todo el período auditado con la nalidad de proteger los intereses patrimoniales de cada organización (Santamaría y
Marcelo, 2017). Las auditorías realizadas en el país han sido cuanticablemente considerables, haciendo énfasis muchas veces sobre
sectores considerados prioritarios para el gobierno como son Hidrocarburos, Aduanas, Gobiernos seccionales y entidades de derecho
privado que manejan recursos públicos (Aguirre y Flores, 2018); un tema que ha tomado vital importancia es la salud y seguridad de
los trabajadores, esta debe ser aplicada por empresas, instituciones y demás entidades que ejerzan algún tipo de actividad económica
(Calle et al., 2019).
La actual crisis sanitaria provocada por el COVID-19 profundiza la crisis económica que experimentan los países de América Latina,
en todos los sectores económicos, marcada por una estructura productiva y empresarial con debilidades que se han originado a lo
largo de décadas (CEPAL, 2020e). El sistema alimentario según la CEPAL (2020d) ha mostrado una mayor resiliencia a la pandemia,
con una reducción de un 5,1%, en contraposición a la caída del PIB a nivel regional de 6.4%. Sin embargo, la pesca y acuicultura
han sido especialmente perjudicadas por la crisis, donde las medidas sanitarias han tenido efectos negativos en la libre operación del
sector y la crisis, en general, ha modicado los hábitos de consumo (CEPAL, 2020b). Existen casos como el de Uruguay, donde los
diferentes actores de las cadenas agroalimentarias de exportación aprendieron a mejorar su planicación logística y a gestionar los
riesgos nancieros, así como a robustecer las garantías sanitarias y de calidad de los productos alimenticios ofrecidos para garantizar
el cumplimiento de las más altas exigencias (CEPAL, 2020a).
Ecuador abastece con el 82,37% de alimentos a su población, lo que implica una baja dependencia de los alimentos provenientes del
exterior (Gobierno de la República del Ecuador, 2020). El desarrollo de la industria pesquera constituye un pilar fundamental para
el desarrollo socioeconómico del país, considerado unos de los principales proveedores de atún a nivel internacional. Este sector
genera más de 108 mil plazas de trabajo directas y, si se le agrega toda la cadena, puede llegar a unas 150 mil plazas indirectas de
trabajo adicionales (Trujillo, 2021), con un efecto multiplicador importante sobre la economía nacional, vinculando diferentes ramas
de la economía, que ha sido impactada en mayor o menor medida por la emergencia sanitaria causada por el COVID-19; el Producto
Interno Bruto (PIB), en 2020 en términos constantes del año 2007, alcanzó los USD 66.308 millones, lo que representa una caída de
7,8%. En relación al comercio exterior las importaciones cayeron 7,9% en relación a 2019; y las exportaciones de bienes y servicios
presentaron en su conjunto una caída de 2,1% respecto a 2019. Sin embargo, los productos que presentaron un desempeño positivo
en sus ventas externas, de acuerdo a su importancia, fueron: camarón elaborado, 8,0%; banano, café y cacao, 4,7%; pescado y otros
productos acuáticos, 4,0%, entre otros (Banco Central del Ecuador, 2021). Cabe señalar que, en 2018, el 99,7% del VAB de esta
industria lo generaron las provincias de Guayas, Manabí, Santa Elena, El Oro, Galápagos y Esmeraldas (Sánchez et al., 2020).
Manta se destaca por la interacción de tres sectores productivos: industria, comercio y servicios en el desarrollo de las principales
actividades productivas del cantón (López et al., 2021), se considera como el primer puerto pesquero del Ecuador, y ocupa el primer
lugar en desembarques de atún en la costa del Pacíco Sur Oriental, cuyas empresas forman un clúster dedicado a la producción de
atún enlatado, grasas y aceites, pescado fresco, entre otros (Soledispa, 2017). Además de conformar la zona de inuencia pesquera
en la provincia de Manabí, junto a los cantones de Montecristi y Jaramijó, donde se concentra el 75% de la ota pesquera del país,
centrada en el mejoramiento de la calidad en los procesos y productos (Calero et al., 2020). Huaygua, Cedeño y Coral (2021)
identican que en esta zona se ubican las plantas industriales de atún con mayor tecnología, la pesca es el motor de la industria
pesquera que incluye la captura (artesanal e industrial), procesamiento y exportación, esta actividad económica contribuye con el
7% del Producto Interno Bruto Nacional. Peña y Zambrano (2019) consideran que la tecnología ha fomentado la generación de la
industria de productos enlatados y procesados de la pesca, generadoras de empleo y un pilar fundamental en el progreso de la ciudad,
además de incidir en la tecnicación de procesos que garanticen calidad en sus productos y el cumplimiento de exigidos estándares
internacionales.
La situación estructural del sector empresarial del país se reeja en la ciudad de Manta, donde a pesar de los avances en materia
de producción asociada al sector pesquero, no se alcanza un desarrollo homogéneo de las empresas, existen impactos perjudiciales
para el medio ambiente derivados de una inadecuada gestión de los residuos sólidos (Muñoz et al., 2019), vinculado con la gestión
de la calidad, que generen valor agregado, eleve la productividad, se integre con las diferentes fuerzas productivas, y fortalezca
la competitividad de la región a nivel internacional. Al respecto, Soledispa (2020) evidencia que, el sector pesquero a pesar de
representar ventajas para el desarrollo de la ciudad, aun se puede apreciar un nivel insuciente de competitividad de sus empresas