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Revista ECA Sinergia
ISSN-e: 2528-7869
https://www.revistas.utm.edu.ec/index.php/ECASinergia
Vol. 14 Núm. 2 (69-78) Mayo-Agosto 2023
revistaecasinergia@gmail.com
Universidad Técnica de Manabí
DOI: https://doi.org/10.33936/ecasinergia.v14i2.5198
McKercher (2020) arman que la cultura se ha convertido en uno de los principales motivos de viaje en los últimos años y el tipo
de experiencia que se obtiene de ella. En ese sentido, la importancia de la cultura como un motivo para visitar diferentes atractivos
turísticos es heterogénea, sin embargo, las preferencias dependen también de las actividades que se realizan en el destino, pudiendo
ser estas culturales, recreacionales o mixtas, o incluso para otros la cultura puede tener poca o nula inuencia en sus viajes (Croes
& Semrad, 2013; Du Cros & McKercher, 2020).
El rol que juega la cultura como motivador de viaje dependerá de su importancia para impulsar la decisión de realizar turismo (baja-
alta), pudiendo ser esta la única razón o no para visitar un destino. Además, esto también dependerá del tipo de experiencia que se
busca (profunda o supercial), dependiendo de otros factores como “el tiempo disponible, conocimiento previo, anidad cultural
con el bien, nivel educativo…” (Du Cros & McKercher, 2020). Marlina & Natalia (2020) en su estudio analizaron la importancia
de la cultura como motivador de viaje, siendo el aprendizaje, disfrute de la cultura y obtención de experiencias, las principales
motivaciones para visitar un destino, lo que inuye en la variedad de actividades que se realizan en torno al objeto turístico. En
ese sentido, los turistas que visitan un destino teniendo a la cultura como su objetivo principal, tienden a reejar mayor curiosidad,
observación, e investigación por dicho lugar (Marlina et al., 2020).
Si bien las tendencias de elección hacia los productos turísticos culturales inciden a la hora de elegir un destino, hay que resaltar
que la cultura no es el único elemento que estimula los viajes. Esto también va a depender de las condiciones socio-económicas
y demográcas de los turistas, lo que conllevará a conocer mejor sus gustos, preferencias y necesidades, mejorando la oferta
de productos especializados a turistas cada vez más exigente (Pat & Calderón, 2012). Aunque no todas esas condiciones tienen
inuencia de manera directa en las opiniones de las personas hacia el turismo, sino también dependen de valores como la oferta
de ocio y esparcimiento existente (Ramón, 2012). En perspectiva, también se debe considerar el tipo de atractivos culturales y las
experiencias que se brindan entorno a la cultura de una localidad, como elementos decisorios para quienes lo visitan.
Características del turismo cultural
El turismo cultural representa el 40% de los ingresos del sector turístico a nivel mundial (Organización de las Naciones Unidas
para la Educación, la Ciencia y la Cultura, 2020). Es una modalidad de turismo que ha tomado relevancia para la dinamización
económica de varios países en los últimos años; sin embargo, a lo largo de la literatura existen diferentes conceptualizaciones e
interpretaciones de lo que es el turismo cultural (Du Cros & McKercher, 2020; Mallor et al., 2013; Petroman et al., 2013; Salazar
et al., 2020). Según la OMT (1995) citado en Morillo (2018) el turismo cultural se dene como “todos los movimientos de las
personas para satisfacer la necesidad humana de diversidad, orientados a elevar el nivel cultural del individuo, facilitando nuevos
conocimientos, experiencias y encuentros”. Este tipo de turismo se basa tantos en sitios tangibles como edicaciones o monumentos,
así como en la parte intangible que expresa una comunidad y que forman parte de la experiencia (Mallor et al., 2013).
Para Du Cros & McKercher (2020) el turismo cultural abarca cuatro factores importantes: a) el turismo cultural es evidentemente
una modalidad que se deriva del turismo, b) se basa en el patrimonio cultural de una comunidad y el uso turístico de sus valores, c)
la transformación de la cultura en productos y experiencias para ser consumidos, y d) la presencia del turista que tiene diferentes
expectativas. Por su parte, Petroman et al. (2013) coinciden que el turismo cultural es una actividad donde se busca obtener
información y experiencias en base a valores culturales que son interpretados, y añaden que esto puede ocurrir en escenarios tanto
urbanos como rurales de una región. Mientras que, Mallor et al. (2013) enfatizan que dicha búsqueda de experiencias concierne a
una “autenticidad subjetiva” y la forma como es interpretada y percibida por cada individuo.
El turismo cultural como se indicó en líneas anteriores, puede ser una herramienta importante para el desarrollo socio-cultural y
económico de una comunidad (Hosagrahar, 2017). Sin embargo, es una actividad que si no es gestionada apropiadamente, puede
presentar amenazas para el destino como: uso inadecuado y mercantilización de los bienes culturales, masiva auencia turística,
gentricación, vandalismo, pérdida de autenticidad, desarrollo desbalanceado y poca planicación de la infraestructura, entre otros
(Du Cros & McKercher, 2020).
Para ello, Salazar et al. (2020) sugieren que el turismo cultural debe aprovechar los recursos culturales de una comunidad de manera
sostenible, para lograr obtener más benecios que amenazas, siempre y cuando se involucre en su planicación al sector público,
privado, residentes y turistas. Considerando además que, dentro del turismo cultural las preferencias de quienes la practican son
diversas. Ante esto, las ciudades deben buscar de manera innovadora los elementos que le favorezcan para ser competitivos en
relación a otros destinos (García & Pulido, 2015). Por lo tanto, la riqueza cultural que caracteriza a un destino puede ayudar a
repotenciar este valioso recurso a través de la actividad turística.