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Revista ECA Sinergia
ISSN-e: 2528-7869
https://www.revistas.utm.edu.ec/index.php/ECASinergia
Vol. 14 Núm. 1 (134-143) Enero-Abril 2023
revistaecasinergia@gmail.com
Universidad Técnica de Manabí
DOI: https://doi.org/10.33936/ecasinergia.v14i1.5277
Vale preguntarnos si lo que hoy denominamos solar habanero es igual al existente en años anteriores a 1960, pues en la actualidad,
muchos de estos espacios han perdido algunos de los rasgos que otrora lo caracterizaron. La realidad del solar habanero de hoy
es otra. La mayoría de las cuarterías se transformaron en apartamentos y la posibilidad de participación en la vida política y
social de sus habitantes se hizo cierta. Si bien han perdurado rasgos socioculturales, como la práctica de cultos sincréticos afro-
caribeños y determinadas expresiones lingüísticas (acere, monina, consorte, etc.), en estas comunidades viven hoy profesionales y
trabajadores de disímiles ocios. Difícilmente se encuentre en él algún habitante analfabeto. Esto permite considerar la existencia
de la comunidad marginal en Cuba con aspectos muy singulares aun cuando ella existe de varias maneras.
DISCUSIÓN
Es casi imposible desarrollar constructos teóricos sobre marginalidad y apartarlos de las dicultades económicas. Es una realidad
el lazo indisoluble entre pobreza y comunidad marginal, sumado al abandono y la falta de atención de muchos organismos
gubernamentales que solo responden al interés del gran capital. La causal primaria de la marginalidad es la pobreza, pero no una
pobreza cualquiera. Es una pobreza representada por la imposibilidad de tener, imposibilidad de satisfacer e imposibilidad para
auto-crecerse dentro de la vida social. Es imposible encontrar una comunidad marginal donde sus habitantes posean un confort que
satisfaga las necesidades humanas. De hecho, si esto sucediera, no habría pobreza extrema.
Cuando las personas cuentan con medios sucientes, tienen más posibilidad de un adecuado desarrollo social e individual. Es
innegable que, cuando se poseen recursos sucientes, (especialmente monetarios) el curso de la vida social suele ser favorable. Pero
cuando se carece de estos recursos, las personas son vulnerables a la desviación social, a la comisión de delitos y a la convivencia
marginal.
Esta situación engendra un estilo de vida que signica, una tipología cultural, es decir, la cultura marginal, pues esta no surge aislada,
es el resultado de factores condicionantes cuya relevancia radica en aspectos económicos o en una pobreza convertida en crónica.
De ahí que se involucren rasgos culturales y tipos conductuales trasmitidos a las generaciones continuas dentro de un ambiente
marginal. Un determinado estilo de vida engloba hábitos y costumbres que representan la cultura. Es desde esta óptica que debe
considerarse la marginalidad, también, como fenómeno cultural, y no de otra manera. Debe tenerse en cuenta que, en cualquier
sociedad y momento histórico, el resultado de la producción pasa por el proceso de distribución, intercambio y consumo.
¿Tienen, todos los ciudadanos, las mismas posibilidades de gozar de una distribución y un consumo que permitan su adecuado
desarrollo individual y social? Evidentemente, un análisis de estos aspectos terminaría en una caracterización de ricos y pobres. De
aquí que se pueda armar que, el estilo de vida de cualquier grupo humano tiene, en los condicionamiento económico, un factor
trascendental. Es la razón por la cual, la comunidad marginal es primero, un fenómeno económico va catalizando todo lo demás.
En otro sentido, considerar la marginalidad como expresión de la subcultura sería aceptar la existencia una de cultura “por debajo
de otra” o “inferior a otra”. Al decir de Torres Cuevas, la cultura es el modo de ser, hacer y pensar de un pueblo. Un análisis de
esta denición signica que no hay cultura por encima ni por debajo de otra, ni cultura superior ni inferior a otra. Lo que existe
son culturas diferentes y expresiones culturales distintas. Entonces, si la conducta de determinados grupos se relaciona con la
criminalidad y el rompimiento de la norma social y las buenas costumbres, ello no tiene necesariamente que ser subcultura, sino que,
son expresiones desvalorizadas de la conducta que se alejan del sistema de normas predominantes de la sociedad.
La consideración de que la comunidad marginal está constituida por grupos de conductas desviadas y delictivas no debe ser una
caracterización absoluta, pues no todos los miembros de estos espacios son criminales. En ellos también habitan familias que
desarrollan valores y sentimientos de solidaridad y altruismo. Determinadas tradiciones marginales donan aspectos a las identidades
nacionales (aun cuando sea un espacio favorable a la delincuencia común), tal y como ha ocurrido con la rumba en los solares
habaneros.
Nacer y vivir en una comunidad marginal es un hecho común cuando se es muy pobre. La pobreza es un hecho objetivo, su
culpabilidad radica en el nivel de desarrollo de las fueras productivas del sistema político y en la mala distribución de las riquezas
que generan profundas desigualdades socio-económicas. De ahí que en las naciones desarrolladas, aunque la marginalidad exista,
deja de ser una característica social. Debe recordarse a Marx, cuando, en su obra “El Capital”, explicó la tendencia histórica de la
acumulación capitalista: la ley de la acumulación capitalista polariza la sociedad en ricos y pobres. Los ricos cada vez serán más
ricos y los pobres, cada vez más pobres (Marx, 1970).