Revista de Ciencias de
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Salud
ISSN: 2588-0608
Qhalikay. Revista de Ciencias de la Salud Vol 2 Num 1 (2018) 35
Revista de Ciencias de
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Asociaciones entre alimentos, flora intestinal y sistema nervioso
central
Associations between food, intestinal flora and central nervous
system
Angel Eladio Caballero Torres
1*
y Yumy Estela Fernández Vélez
2
1
Escuela de Nutrición y Dietética. Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad Técnica de Manabí.
Ecuador.
2
Hospital Liborio Panchana Sotomayor. Santa Elena. Ecuador.
2
Departamento de Salud Pública. Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad Técnica de Manabí.
Ecuador.
*aecaballero@utm.edu.ec
Artículo de revisión
Recibido: 11-06-2017
Aprobado: 12-03-2018
Resumen
Existe un incremento del interés sobre posibles efectos de la alimentación en el
funcionamiento del sistema nervioso central, aunque la importancia de esa influencia
parece requerir mayores respaldos científicos. Estos señalamientos son motivos para
valorar, sobre la base de los aportes de otros autores, el posible significado de la
relación de alimentos, flora intestinal y sistema nervioso. Para cumplir este objetivo fue
necesario una búsqueda de informaciones científicas en la US National Library of
Medicine sobre este tema, una selección de publicaciones relevantes y análisis de los
datos encontrados. Según esas publicaciones, la protección de la inocuidad de los
alimentos, probióticos y algunas sustancias qmicas de la dieta tienen relación con la
composición y funcionamiento de la flora intestinal que puede afectar el eje intestino
cerebro y causar alteraciones en el funcionamiento del sistema nervioso central. Se
acepta que son insuficientes las explicaciones sobre relaciones específicas entre
componentes de la dieta y efectos en el sistema nervioso central de los consumidores
de alimentos, incluyendo los posibles mecanismos de esas relaciones.
Palabras clave: alimentos, eje intestino cerebro, sistema nervioso central, microbiota
intestinal.
Abstract
There is an increased interest in possible effects of food on the central nervous system
functioning, although the importance of this influence seems to require more scientific
support. These indications are reasons to value, based on the contributions of other
authors, the possible meaning of the relationship of food with the intestinal flora and the
nervous system. To accomplish this goal, a search of scientific information was
necessary for the US National Library of Medicine on this topic, a selection of relevant
publications and analysis of the data found. According to those publications, food
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safety, probiotics and some dietary chemicals has a relationship with to the composition
and functioning of the intestinal microbiome that can affect the brain intestinal axis and
cause alterations in the functioning of the central nervous system. It’s accepted that
explanations about specific relationships between diet components and effects on the
central nervous system of food consumers, including the possible mechanisms of these
relationships, are insufficient.
Key words: food, intestine brain axis, central nervous system, nutrition, intestinal
microbiota.
Introducción
Los alimentos utilizados como fuentes de nutrientes, contienen microorganismos y
estos pueden ser agentes etiológicos de enfermedades transmitidas por alimentos
(ETA), probióticos o saprofitos. Estos agentes fueron valorados, durante varias
décadas, al igual que la llamada fibra dietética, por sus posibles efectos en procesos
casi siempre limitados al tracto intestinal
1
.
La flora intestinal formada, entre otros, por virus, arqueas, bacterias, protozoos y
levaduras, puede ser modificada por las sustancias químicas y los microorganismos
aportados en los alimentos y sus funciones mejor conocidas tienen relación con la
fisiología del intestino
2
.
El eje intestino cerebro, que se caracteriza por una comunicación bidireccional, es
identificado por su importante papel en la fisiología y en procesos de enfermedad. En
los análisis del significado de este eje se ha incorporado en os recientes, el papel de
la flora intestinal
3
.
Consecuente con las informaciones mencionadas en este trabajo se valora, sobre la
base de los aportes de otros autores, el posible significado de la relación de alimentos,
flora intestinal y sistema nervioso.
Método
Se realizó una squeda de informaciones en publicaciones científicas de los últimos
20 años, que tuvieran al menos una de las palabras claves siguientes: foodmental
disorders, microbiota, gut-microbiome, gut-brain axis, en la US National Library of
Medicine en https://www.ncbi.nlm.nih.gov.
Las publicaciones encontradas fueron seleccionadas, según la interpretación de los
autores, por sus consistencias y novedad en el tema investigado, para ser analizadas
de acuerdo con sus posibles implicaciones en la justificación de relaciones entre los
elementos constituyentes de los aspectos siguientes: alimentos flora intestinal; flora
intestinaleje intestino cerebro e intestino cerebro con el sistema nervioso central.
Discusión
La relación que puede existir entre alimentos, flora intestinal, eje intestino cerebro y
funcionamiento del sistema nervioso parece manifestarse en una comunicación que
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fluye desde alimentos en el tracto gastrointestinal hasta manifestaciones del
funcionamiento del sistema nervioso central y también, desde el cerebro hasta el
intestino
4
.
Los resultados de estas influencias pueden contribuir a la salud o estar asociados a
diferentes tipos de enfermedades, incluidos los llamados trastornos del sistema
nervioso
5
.
Alimentosflora intestinal
Los alimentos que forman la dieta son vehículos de diversos tipos de microorganismos
y sustancias qmicas con capacidad para modificar la flora intestinal tal como se
refiere en investigaciones donde se pudo identificar importantes características de la
población microbiana de poblaciones alimentadas de acuerdo con hábitos alimentarios
frecuentes en personas con cultura occidental
6
.
El resultado antes mencionado es una posible respuesta a interrogantes sobre las
causas de la reducida diversidad de la microbiota intestinal de poblaciones del
hemisferio occidental en comparación con otras poblaciones que viven estilos de vida
tradicionales.
Se ha encontrado asociación entre el incremento del género Firmicutes y la
disminución del filum Bacteroidetes con el consumo de alimentos pobres en fibra
dietética que caracterizan a las dietas obesogénicas
7
con lo cual se reitera que la
composición química de la dieta contribuye a los taxones microbianos dominantes
8, 9
especialmente por la presencia de algunos tipos de carbohidratos y grasas
10
.
Los prebióticos son sustancias químicas que tienen la característica de ser digeridas,
en el tracto gastrointestinal, solamente por microorganismos que forman parte de la
flora intestinal por lo cual estimulan el crecimiento de los mismos al tiempo que generan
mayores cantidades de ácidos grasos de cadenas cortas, Bifidobacterium y
Lactobacillus son dos de los géneros que aumentan su presencia en el intestino como
resultado de la ingestión de alimentos que contienen cantidades importantes de
prebióticos
11
.
En este sentido, se afirma que los carbohidratos constituyentes de la fibra dietética,
digeribles exclusivamente por miembros de la flora intestinal, estimulan el crecimiento
de esos microorganismos. El consumo de alimentos con bajos contenidos de fibra
dietética se asocia con disminución de la diversidad de la flora intestinal y menores
producciones de ácidos grasos de cadena corta que son importantes para los
colonocitos
6
.
La reducción de géneros microbianos de la flora intestinal debido al déficit de
carbohidratos digeribles por la microbiota intestinal se puede superar con el aporte en
la dieta de los taxones deficientes junto con los tipos de carbohidratos que permiten su
crecimiento y permanencia en el intestino
6
.
El metabolismo de los microorganismos que forman la flora intestinal tiene como fuente
de nutrientes y energía los aportes de los alimentos que se consumen. Entre esos
nutrientes están los carbohidratos constituidos por monosacáridos conectados con
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enlaces glicosídicos que por su naturaleza facilitan una amplia gama de nichos
ecológicos cuando son expuestos a enzimas como glicósidos hidrolasas y polisacáridos
liasas con capacidad para descomponer los enlaces de los carbohidratos complejos en
oligosacáridos y monosacáridos. Estas enzimas son producidas por miembros de la
flora intestinal por lo cual pueden utilizar esos tipos de carbohidratos
12, 13
.
Los alimentos con contenidos elevados de fibra dietética son los principales
suministradores de carbohidratos digeribles por la flora intestinal, aunque una parte de
la fibra dietética no es digerida en el tracto intestinal y por tanto no se incluyen en esa
categoría.
Los carbohidratos digeribles por miembros de la flora intestinal o carbohidratos
accesibles para microorganismos son nombrados en la literatura en idioma inglés como
Microbiome Accesible Carbohydrates, (MACs)”. Estos forman parte de una gama
diversa de sustancias químicas no digeribles por la especie humana y se clasifican
como prebióticos por su papel en el mantenimiento del ecosistema microbiano en el
intestino y facilitar la producción de sustancias vitales para el organismo humano.
Ejemplos de prebióticos son la inulina y fructooligosacaridos
11
que se encuentran en
alimentos de origen vegetal como ajo, cebolla, puerro, espárrago y trigo, especialmente
en el salvado de trigo; también 3’ sialyllactosa y 6’ sialyllactosa son prebióticos
constituyentes de la leche materna
14
con elevada importancia en la formación y
desarrollo de la flora intestinal de los lactantes.
En alimentos de origen animal y también en vegetales, se han encontrado péptidos
activos biológicamente de los cuales se plantean estar asociados con varios efectos en
la salud de los consumidores. Entre estos ptidos bioactivos hay prebióticos como
glicomacropéptido
15
con efectos en la fisiología del intestino donde además puede
actuar contra la acción de varios patógenos.
Con los alimentos llegan al tracto gastrointestinal muchos tipos de microorganismos
que tienen capacidad para modificar la flora intestinal, independientemente de su
naturaleza como saprofitos o patógenos o probióticos. Estos últimos se identifican
frecuentemente por sus papeles beneficiosos para el desarrollo y mantenimiento de
una flora intestinal compatible con el estado de salud del hospedero.
Lactobacillus bulgaricum y Streptoccocus thermophilus, utilizados en la producción de
yogurt están entre esos probióticos. Además de estos microorganismos, hay otros que
tienen la calificación de probióticos por sus efectos favorables a la salud y pertenecen a
especies diferentes a las ya citadas y a géneros como Bifidobacterium.
El uso de microorganismos para desarrollar la fermentación controlada de alimentos y
bebidas, además de mejorar la palatabilidad y valor nutricional de esos productos,
implica la formación de sustancias químicas como lactoferrinas, péptidos bioactivos y
fitoquímicos, entre los cuales están los flavonoides, entre otras, con capacidad para
modificar el perfil de la flora intestinal
9
.
Existen publicaciones sobre probióticos calificados como psicobióticos sobre la base de
efectos beneficiosos, no solo en el funcionamiento de la flora intestinal sino también y
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de forma importante en la recuperación de la salud de personas con trastornos
psiquiátricos
16, 17
.
La estimulación al crecimiento de Bifidobacterium infantis y la producción de sustancias
neuroactivas como el ácido gamma amino butírico (GABA) y serotonina están entre las
consecuencias de las acciones de los llamados psicobióticos, de los cuales se afirma
tienen capacidad para aliviar la depresión y el síndrome de la fatiga crónica
16
.
El ácido gamma amino butírico es el principal neurotransmisor inhibidor del sistema
nervioso central pues regula la excitabilidad neuronal además de regular el tono
muscular. La producción de GABA se ha demostrado, entre otras vías metabólicas, a
partir Lactobacillus brevis procedente de alimentos fermentados
18,19
.
El desoxinivalenol (DON) es una micotoxina elaborada en los alimentos, principalmente
en cereales, por especies de hongos del genero Fusarium y se ha reportado en
asociaciones con modificaciones en la composición de la flora intestinal por
desequilibrios en el crecimiento y mantenimiento de Bacteroidetes y Firmicutes
20
.
En el intestino de los seres humanos crecen y se mantienen centenares de diferentes
tipos de especies microbianas que pueden ser alteradas por la presencia de sustancias
en los alimentos como los antibióticos
2
con lo cual se limitan importantes funciones de
esta microbiota debido a la inhibición del crecimiento de géneros con efectos
beneficiosos para el equilibrio de este ecosistema microbiano y la estimulación de otros
tipos de microorganismos que desarrollan procesos metabólicos adversos a la salud.
La flora intestinal o microbiota intestinal puede ser modificada por diferentes factores,
como los anteriormente mencionados; pero la composición de la dieta es una de las
s importantes en las diferentes etapas de la vida
21
.
Según las publicaciones consultadas, parece existir suficiente evidencia de efectos
causados en la flora intestinal por sustancias químicas y agentes biológicos presentes
en alimentos.
En los efectos observados se destaca la perturbación de la composición y
funcionamiento de ese ambiente microbiano con implicaciones disfuncionales
asociados a dietas no saludables a diferencia de los resultados beneficiosos de la
alimentación saludable estimulante del incremento de importantes especies
microbianas para la protección de la salud.
Es posible concluir que con la dieta se pueden aportar sustancias alteradoras de la
flora intestinal como componentes intrínsecos de productos alimenticios, elementos
formados en los mismos y contaminantes químicos, ades de agentes biológicos con
capacidad para actuar sobre la microbiota intestinal ya sea como probióticos,
oportunistas o pagenos, todo lo que demuestra la relación entre la inocuidad de los
alimentos y el mundo microbiano del intestino.
Flora intestinaleje intestino cerebro
La flora intestinal de los seres humanos es una comunidad formada por numerosos
tipos de microorganismos que cumplen muchas funciones facilitadoras de la fisiología
del cuerpo, entre las cuales están la producción de vitaminas, participación en el
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metabolismo de carbohidratos, lípidos y proteínas, producción de energía para las
células epiteliales, además de contribuir a la formación de sustancias que actúan más
allá de los límites del intestino
11,22
.
Se acepta que son muchas las preguntas sin respuestas suficientes sobre la flora
intestinal, aunque se han identificado los filos más importantes de ese ecosistema
microbiano en individuos aparentemente sanos
11
como parte del eje intestino cerebro
con influencias en reacciones a situaciones estresantes, el estado de ánimo, el
desarrollo del sistema nervioso y trastornos psiquiátricos
5
.
Los diversos miembros de la microbiota intestinal, que pueda ser calificada como
normal y sana, se involucran en una red fisiológica de cooperación y de competencia
con diferentes niveles de complejidad. Entre esas características está la inhibición de la
colonización de patógenos entéricos a través de la llamada resistencia a la
colonización
2
por la cual contribuyen a evitar o disminuir respuestas inflamatorias.
La microbiota intestinal alterada se ha asociado a varios tipos de enfermedades debido
al déficit causado por falta de microorganismos con capacidad para producir efectos
beneficiosos y también, por la formación de sustancias químicas no deseables que son
resultantes del crecimiento de agentes biológicos perjudiciales
22
.
El llamado dolor visceral, término utilizado para nombrar el dolor que proviene de los
órganos internos del cuerpo, sin etiología única para explicar completamente el
trastorno se ha asociado a la microbiota intestinal que puede interactuar a través de
factores complementarios u opuestos para influir en conductas nociceptivas
4
.
Se ha publicado la hipótesis de los llamados "viejos amigos" como referencia a
microorganismos que forman parte de la flora intestinal de personas que consumen una
alimentación saludable, donde se destaca la participación de estos agentes en
procesos inmunes, además de inhibir la inflamación. La falta de estos agentes se ha
asociado al aumento de la vulnerabilidad a los trastornos del desarrollo neurológico y
trastornos psiquiátricos, tales como ansiedad y trastornos afectivos
23
.
Indiscutiblemente, esos “viejos amigos” son probióticos con capacidad para modificar la
flora intestinal donde viven, regular el funcionamiento del intestino y causar efectos más
allá de los límites anatómicos y fisiológicos del tracto gastrointestinal.
Según una publicación de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y
la Alimentación (FAO) aún no se conocen suficientemente los mecanismos moleculares
de acción de los probióticos que actúan en la flora intestinal, aunque existe consenso
sobre sus posibles vías de acción como las siguientes: 1) producción de sustancias
antimicrobianas, 2) exclusión competitiva de la fijación de patógenos, 3) competencia
por los nutrientes y 4) modulación del sistema inmunitario
24
.
Se plantea que el 90% de la serotonina es producida en las lulas enterocromafines
que se encuentran en el epitelio que cubre el lumen del tracto gastrointestinal, además
de la formada por géneros bacterianos como Escherichia y Enterobacter reconocidos
como productores de serotonina
25
.
El señalamiento anterior es un ejemplo sobre como miembros de la flora intestinal
actúan directamente en la producción de sustancias modificadoras del funcionamiento
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del intestino y del cerebro, además de recordar las actuaciones indirectas que realizan
estos agentes en la producción de ácidos grasos de cadena corta contribuyentes de la
formación de serotonina por el aporte de energía a las células del epitelio intestinal.
La microbiota intestinal también produce sustancias como catecolaminas (adrenalina,
noradrenalina, dopamina), histamina y otros compuestos que pueden estimular la
neurofisiología del hospedero ya sea a través de la interacción directa con receptores
dentro del tracto gastrointestinal o por absorción/difusión pasiva a través de la pared
del intestino y en la circulación portal
26
.
Se acepta que en el tracto gastrointestinal antes del nacimiento no hay
microorganismos detectables. La flora intestinal se forma a partir de diferentes fuentes
de microbios que después de la colonización contribuyen a una composición
microbiana intestinal única para cada individuo, aunque más del 95% puede pertenecer
a cuatro filos principales. El desequilibrio de esas poblaciones microbianas intestinales
o disbiosis tiene importantes consecuencias funcionales y está implicado en muchas
enfermedades digestivas como enfermedades inflamatorias intestinales y cáncer
colorrectal; pero también en la obesidad y el autismo
27
.
Sobre la base de estudios clínicos se plantea la asociación de la disbiosis o
desequilibrio de la flora intestinal en recién nacidos con discapacidades psicomotoras
donde hay participación de la señalización neural y humoral a través del eje intestino
cerebro
28
.
Para contribuir a mejorar la disbiosis en las diferentes etapas de la vida se aplican
tratamientos que incluyen el uso de probióticos. Entre esos tratamientos está la
“bacterioterapia” para restaurar la homeostasis con el uso de microorganismos del
intestino, entre los cuales se utilizan bacterias de origen fecal procedentes de
individuos aparentemente sanos, en personas enfermas
29
.
En la superficie de la mucosa intestinal funciona una barrera para evitar la penetración
de microorganismos con la participación de células, como los mastocitos y diversas
moléculas entre las que se encuentran citosinas, y prostaglandinas
30,31
.
Esta barrera pierde efectividad cuando pueden ser atravesadas las membranas de sus
células o se debilitan las uniones de esas lulas con lo cual se permite la invasión de
microorganismos, toxinas y restos de sustancias alimenticias al interior de las células
de la pared del intestino y de los vasos sanguíneos. Entre los mecanismos causales de
estas alteraciones están los estímulos del cerebro al intestino a partir de respuestas a
situaciones estresantes
32
.
Además de las búsquedas de informaciones directas en seres humanos, en relación
con estos temas, se realizan muchas investigaciones en modelos animales sobre la
base de la similitud de la microbiota intestinal de las personas con la de los ratones
7
.
Datos recolectados en esos tipos de estudios sugieren interacciones de la microbiota
intestinal con el sistema nervioso central a través de las vías neuronal y
neuroendocrina
33
.
Un análisis de los aportes científicos antes mencionados indica que existe una relación
entre la flora intestinal y el eje intestino cerebro. Esta relación se expresa por acciones
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directas de los microorganismos y también indirecta a través de la producción de
sustancias que tienen efectos en ese eje.
Se debe destacar la correspondencia de estas investigaciones con una etapa inicial de
la búsqueda de informaciones sobre la relación entre flora intestinal y el eje intestino
cerebro, además de la elevada proporción de resultados que tienen bases en estudios
en modelos animales sin la suficiente explicación para extrapolarlos totalmente a los
procesos metabólicos de la especie humana.
Eje intestino cerebro efectos en el sistema nervioso central
En los últimos años, se observa en la literatura científica mayor preocupación por la
relación de la microbiota intestinal con la etiopatogenia, entre otras, de autismo,
demencia, alteraciones del estado de ánimo y trastornos neuropsiquiátricos. Hasta
ahora hay disponibles evidencias que muestran asociación del deterioro de la
microbiota intestinal con trastornos en el estado de ánimo y el desarrollo del autismo
34
.
Estudios que investigan el eje del intestino cerebro muestran el papel de la flora del
intestino en la orquestación del desarrollo y del comportamiento del cerebro. Estos
microorganismos modulan la maduración y la función de las células inmunes residentes
en los tejidos del sistema nervioso central, influyen en la activación de las células
inmunes periféricas que regulan las respuestas a la neuro-inflamación en la lesión
cerebral, por lo cual se considera la participación del eje intestino cerebro en la
etiopatogenia o manifestación de enfermedades del neurodesarrollo, psiquiátricas y
neurodegenerativas, tales como el trastorno del espectro autista, la depresión y la
enfermedad de Alzheimer
35
.
Otros autores indican que en la práctica clínica se observa la asociación de disbiosis en
el intestino con trastornos nerviosos como autismo, ansiedad, depresión, trastornos
gastrointestinales funcionales
3
y desordenes neuropsiquiátricos
36
.
Se ha reportado la existencia de una fuerte evidencia epidemiológica que vincula la
sepsis neonatal de inicio tardío y la enterocolitis necrotizante con las discapacidades
psicomotoras a largo plazo de los recién nacidos de muy bajo peso al nacer, por lo cual
se puede afirmar que el eje del intestino-cerebro con efectos de la microbiota intestinal
puede dañar indirectamente el cerebro de los recién nacidos prematuros
28
.
Los autores de ese reporte plantean la importancia de la transmisión de señales de
estrés causadas por la disfunción inmune-microbiana en el intestino, con especial
atención a la señalización neural y humoral a través del eje intestino-cerebro para
mejorar la atención a recién nacidos con muy bajo peso al nacer.
También se plantea la existencia de una relación de la composición de la microbiota
intestinal con el apetito e incluso la preferencia de alimentos
37
.
Otros investigadores sugieren que resiliencia a trastornos y disfunciones relacionadas
con el estrés y el sistema inmunitario de los sistemas de estrés e inmunológico pueden
depender de la diversidad y la complejidad de la microbiota gastrointestinal. Sin
embargo, la asociación de la microbiota con los factores fisiológicos y de
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comportamiento y las respuestas al estrés y la neuro-inflamación n no se ha
confirmado satisfactoriamente
38
.
En la literatura científica sobre este tema se encuentran informaciones similares a las
ya mencionadas; pero se destaca en las mismas, la falta de explicaciones suficientes y
específicas sobre mecanismos metabólicos y reacciones moleculares que respalden
las evidencias observadas.
También existen publicaciones sobre evidencias de acciones protectoras de la salud
desde el eje intestino cerebro con influencia de microorganismos probióticos como los
aportados por el yogurt para mejorar el estado de ánimo
39
.
Otros investigadores respaldan el planteamiento anterior cuando afirman que los
probióticos pueden afectar de forma importante el eje intestino cerebro y atenuar el
desarrollo de trastornos inducidos por el estrés
40
.
Una formulación probiótica de Lactobacillus helveticus R0052 y Bifidobacterium longum
R0175 disminuyó la molestia gastrointestinal inducida por el estrés en voluntarios
investigados en este trabajo, con lo cual se reafirman las evidencias de un papel de la
microbiota intestinal en las funciones del sistema nervioso central. La administración
diaria de estos probióticos redujo significativamente el comportamiento a la ansiedad
en ratas
41
.
En otros estudios se han reportado beneficios positivos de microorganismos,
incluyendo Bifidobacterium infantis, al buen funcionamiento del eje intestino cerebro
para la salud mental al explicar la disminución de síntomas de depresión y en el
síndrome de fatiga crónica. Dichos beneficios pueden estar relacionados con el efecto
antiinflamatorio y acciones de ciertos psicobióticos por su capacidad para reducir la
actividad del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal
16,42
.
Investigaciones en animales libres de gérmenes y en animales expuestos a infecciones
bacterianas, probióticos o antibióticos, sugieren un papel para la microbiota intestinal
en la regulación de la ansiedad, el estado de ánimo, la cognición y el dolor. Así, el
concepto emergente de un eje microbiota intestino cerebro sugiere que la modulación
de la microbiota intestinal puede ser una estrategia manejable para desarrollar terapias
de trastornos del sistema nerviosos central
43
.
Sobre la base de estos planteamientos se puede afirmar que la relación del estado de
salud mental con la alimentación se establece a través del eje intestino cerebro en una
comunicación e influencia bidireccional con implicaciones en el bienestar pleno de las
personas aparentemente sanas. Esta comunicación e influencia puede ser una vía
contribuyente de trastornos del sistema nervioso y también un factor de importancia en
el tratamiento de esas afecciones.
Manejo y enfoque multidisciplinario
Aunque estamos en los inicios de la búsqueda de informaciones y del esclarecimiento
de la relación entre los microorganismos que se encuentran en el tracto gastrointestinal
y la salud mental, los hallazgos reportados parecen apoyar la existencia de efectos en
el funcionamiento del cerebro causados por la flora intestinal y la alimentación.
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Para el incremento de conocimientos, sobre este tema, se requieren investigaciones
microbiológicas facilitadoras de la identificación de especies o cepas microbianas con
capacidad para influir en el cerebro y su funcionamiento, análisis de sustancias
químicas presentes en la dieta que pueden causar cambios en el cerebro, elaboración
de alimentos y confección de dietas con propiedades protectoras de la flora intestinal y
de la salud mental además de la valoración de la relación intestino cerebro en la
promoción del dominio del stress así como en la prevención, manejo y tratamiento de
trastornos neuropsiquiátricos.
Conclusiones
La protección de la inocuidad de los alimentos, probióticos y algunas sustancias
químicas de la dieta tienen relación con la composición y funcionamiento de la flora
intestinal.
En la flora intestinal ocurren modificaciones que pueden tener capacidad para afectar
de forma directa e indirecta al eje intestino cerebro.
Alteraciones en el eje intestino cerebro pueden causar modificaciones en el
funcionamiento del sistema nervioso central.
Se requieren más explicaciones sobre relaciones específicas entre componentes de la
dieta y sus efectos en el sistema nervioso central de los consumidores de alimentos,
incluyendo los posibles mecanismos de esas relaciones.
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