Salud mental, psicológica y emocional en la pandemia del COVID-19
Bombón
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Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad Técnica de Manabí. Portoviejo, Ecuador
reciente, indicaron que alrededor del 20 % de los evaluados presentaron síntomas de depresión
moderados a severos y casi un 23 % síntomas de ansiedad con similar severidad. Por ahora no se tiene
reportes del estado de la salud mental de los ecuatorianos en general al vivir la situación de pandemia
por COVID-19
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Estas cifras por más someras que sean, se las debería valorar y entender en todo su contexto; pues
representan, aquello que la población ha vivido desde el inicio de la pandemia y son una semblanza
de una verosímil odisea, que viven día a día los ciudadanos y los traslada a una encrucijada; entre lo
que se debe hacer para sobrevivir y aquello que, por mucho tiempo, se ha hecho para lograr
sobrellevar esta fútil realidad.
Entendiendo, que la crisis económica, social y familiar; indistintamente en cualquier grupo
poblacional, ha originado en los seres humanos, un cúmulo de sensaciones, una serie de emociones y
cierto número de acciones desesperadas, improvisadas o en muchos casos desprovistas de cordura,
relacionadas con el estrés, el miedo, la ira, la depresión y la ansiedad, percibidas por el ser humano y
acarreadas indudablemente por el escenario atípico de la pandemia y su desenlace fatal. Sin duda
alguna, todas estas manifestaciones han aparecido frente a la notable indefensión e impotencia, a la
que la población se hallaba y a la cual aún no está preparada para soportar; ya que no podemos olvidar
que el COVID-19, llegó así de repente, de la nada, alejando a los individuos de su núcleo familiar,
desfragmentando a las personas y sus relaciones interpersonales, generando miedo y zozobra, por
evitar contagiarse y contagiar
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Reflexiones finales
Sin duda, nadie estuvo preparado para vivir estas circunstancias sanitarias; pero ahora, ¿quién está
preparado para asumir las consecuencias del virus en la humanidad?; ya que pocos países o gobiernos
locales lo estarán, tal vez las naciones más ricas o quizás aquellas potencias mundiales, que
precautelaron la vida como un bien invaluable para lo sociedad lo estarán; pero también se debería
reflexionar: ¿qué pasará?, con nuestros pueblos, con aquellos individuos de la mayoría de los países
de América Latina o quizás se debería pensar, ¿qué harán?, el resto de las naciones en vías de
desarrollo, ¿por dónde empezarán?, ¿a quién protegerán?, ¿cómo y cuándo lo harán?.
A mi juicio, son incógnitas imperecederas, reales o impredecibles en un mundo distinto o atípico;
pues tal vez con el tiempo, solo soslayemos, los embates de un virus fatal o quizás poco a poco nos
acostumbremos a convivir con esta nueva normalidad, o en ocasiones y muy de repente aprendamos
y entendamos, la lección después del desenlace de este virus mortal: de mirar y tratar al ser humano
íntegramente, a su familia y a la colectividad; procurando mantener siempre un adecuado equilibrio
en su salud física, mental, psicológica y emocional; pues así solamente, superaremos algún día, ojalá
algún día, las barreras y las limitaciones sanitarias, sociales y económicas, que nos traído la pandemia
del COVID-19 y toda la conmoción que llevó a la humanidad; y entre otras cosas podríamos pensar
y valorar nuestra vida, la de los nuestros y también la de los demás.
Conclusiones
En esta investigación se evidenció que la salud mental, psicológica y emocional, se vieron
notablemente afectadas por la pandemia del COVID-19. Sin embargo, a pesar de los múltiples
desafíos y retos planteados en la actualidad, poco o nada se ha hecho para prevenir, abordar y tratar,
las consecuencias de la enfermedad, a los individuos y sus familias de una manera integral. Por otra
parte, la realidad sanitaria actual, sin que se trate de un escenario apocalíptico, nos invita
imperiosamente a pensar y actuar; pues en lo que va de la pandemia, muchos hemos sido testigos
taciturnos y mudos de un contexto social, donde la población, poco a poco se resquebrajaba en sus
emociones y se sumía hipotéticamente en un padecimiento mental y psicológico perenne por soslayar
al virus, sus consecuencias, el “destino”, una nueva normalidad, la muerte y la fatalidad.