
REVISTA RECUS. PUBLICACIÓN ARBITRADA CUATRIMESTRAL. EDICIÓN CONTINUA.UTM - ECUADOR
e-ISSN 2528-8075/ VOL 4/No. 3/SEPTIEMBRE – DICIEMBRE/2019/pp. 35-42
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Metodología de evaluación del impacto social de un proyecto: caso viviendas emergentes para Manabí
Vanga Arvelo, Santamaría Herrera, Ruiz Ortiz, Palomeque Núñez
Unidad de Cooperación Universitaria. Universidad Técnica de Manabí. Portoviejo. Ecuador
1. Introducción
Las intervenciones sociales persiguen cambiar con éxito un problema
que conlleva a que exista una actuación. Es así como los proyectos
sociales pretenden modificar exitosamente la situación que motivó la
intervención (Salamanca, 1995).
En la actualidad, existen muchas organizaciones dispuestas a invertir
en desarrollo, pero en general, se conoce muy poco acerca del efecto real
que esos proyectos tienen en la gente necesitada. Se puede tener
evidencias generalizadas sobre diversos aspectos como: crecimiento
económico, cuánto se ha invertido en capital humano, entre otros, pero
cuando se trata de aterrizar esto en un proyecto específico en un lugar
determinado, según Baker (2000) debemos preguntarnos:
… ¿la intervención está produciendo los beneficios previstos y cuál
fue el efecto general en la población? ¿Se podría diseñar mejor el
programa o proyecto para lograr los resultados previstos? ¿Se están
empleando los recursos en forma eficiente? Estos son los tipos de
preguntas que sólo se pueden responder mediante una evaluación
de impacto, un enfoque que mide los resultados de la intervención
de un programa aislándolo de otros posibles factores. (p. 6)
En ocasiones, esta evaluación es considerada compleja, ya que los
resultados pueden no ser los esperados, a veces se obtienen con retardo,
no responden a las preguntas adecuadas, no son hechos con rigor
científico y analítico, y existe limitada disponibilidad de la información y
de calidad de esta.
La evaluación “es un proceso que posibilita el conocimiento de los
efectos de un proyecto o programa en relación con las metas propuestas y
los recursos movilizados” (Libera, 2007, p. 4). Si se planifica organizada
y oportunamente puede convertirse en un aliado poderoso que evalúa la
conveniencia y eficacia de los programas. La evaluación es especialmente
recomendada cuando los proyectos son ejecutados en países que están en
vías de desarrollo, por la escasez de recursos y porque el dinero invertido
debe ser usado para la reducción de la pobreza. Un programa mal diseñado
no cumple las expectativas de a quien realmente debió ser dirigido, se
malgastan recursos y es así como con la información pertinente es posible
rediseñarlos, eliminarlos o mejorarlos. La información obtenida en la
evaluación de los efectos proporciona información vital para el desarrollo
adecuado de futuros programas o proyectos (Baker, 2000).
La evaluación de impacto social nace en los años 1970 a la par de la
evaluación del impacto ambiental, quien intentó emularla a la mayor
precisión posible. En ocasiones, la evaluación del impacto social formaba
parte de la evaluación del impacto ambiental de manera incorrecta. Con
el transcurrir del tiempo, se separaron al comprenderse las diferencias que
se encuentran entre la parte social y la biofísica; adicionalmente porque la
meta principal cuando se evalúa el impacto social debería ser el mejorar
la gestión social (Vanclay, 2015).
En este sentido, el establecer y usar indicadores facilita la observación
y valoración sistemática de los programas desde sus etapas iniciales. Sin
embargo, no se cuenta con una lista oficial de aquellos que deben ser
usados, solo se tienen referencias de estos (Sandoval, 2003).
La evaluación del impacto de programas mide la transformación de
las personas en cuanto a su bienestar atribuidos a ese proyecto y cuya meta
principal es la de proporcionar información y ayudar a mejorar su eficacia.
Es una herramienta que puede ser utilizada para la toma de decisiones, y
en general responde a la pregunta de qué hubiese pasado de no haber
aplicado el programa (ibid.).
En la evaluación del impacto social es importante discernir lo que es
importante medir para los propósitos del impacto como tal, debiéndose
orientar no solo a los procesos sino también a los resultados (Muñiz,
1997). La evaluación “… sirve para aprender y mejorar el desempeño.
Facilita la toma de decisiones” (Asociación Española de Fundaciones,
2015. p. 9).
En esta investigación, se concibe la evaluación del impacto social de
un proyecto como la valoración de las opiniones que son producto de un
proyecto de obra social. A nivel internacional, la Comisión Europea,
propone un método para la medición del impacto social, pero, está dirigido
a medir beneficios socioeconómicos generados por empresas sociales.
Este contempla cinco fases que son la identificación de objetivos tanto de
las partes que actúan en el programa como del servicio o bien que se
ofrece; la identificación y análisis de las partes interesadas; la definición
de la medición pertinente, que consiste en que la empresa planee cuál será
su intervención y cómo piensa lograrla; posteriormente se procede a
medir, valorar y validar para evaluar los resultados que se han alcanzado
en la práctica; y por último, informar, formar y mejorar para informar los
resultados en forma regular (Unión Europea, 2015).
En Colombia, existe una metodología para la evaluación del impacto
de los emprendimientos sociales que se acerca más al objetivo deseado en
la investigación planteada, ya que no está enfocado a la medición producto
de una empresa social, sino destinada a evaluar acometidas sociales
(Benjumea, 2012). Sin embargo, los emprendimientos tienen un sinfín de
actividades e intenciones diferentes, aunque todos tengan el mismo fin de
mejorar la calidad de vida de los emprendedores; además de que se basa
en la actuación del emprendedor dentro de la empresa. El emprendimiento
como tal, cumple un papel importante dentro del desarrollo social y
económico porque genera dinero y aporta en la creación de empleos.
La metodología desarrollada pretende, asesorar sobre “el deber ser”
en una evaluación del impacto social, está basada en los principios
internacionales para evaluar impactos sociales de la Asociación
Internacional de Evaluación de Impacto (Mirabal, Rodríguez, Guerrero &
Álvarez, 2012). Estos, pudieran no aplicar necesariamente a todos los
proyectos, lo que dependerá de las situaciones en las que se desempeñen
los mismos, recomendándose que se decida para cada evaluación aquello
que se considere más apropiado dependiendo del contexto en el que se
desenvuelva el proyecto.
Pretende servir a los administradores de proyectos y a los analistas,
proporcionar los mecanismos y herramientas necesarias para evaluar el
impacto de los proyectos, aunque como se mencionó anteriormente, el
diseño de cada evaluación de impacto será única y dependerá de la
facilidad con que puedan obtenerse los datos, la capacidad de aplicar
instrumentos, la disponibilidad monetaria del proyecto, y del tiempo de
que se disponga para el mismo.
2. Materiales y Métodos
El tipo de investigación fue investigación acción, que, según Latorre
(2007), es una de las metodologías que más aporta a la investigación
educativa y se ajusta mejor al perfil del profesorado en su rol de
investigador. Es una investigación, desde el aula y en el aula, propuesta
por los docentes, cuyo fin es dar respuesta a un problema específico del
contexto.