propiedades, apoyadas en análisis mecánicos, fuera de contexto
(Gamboa & Ballestero, 2010) y complejas deducciones lógicas que
implican dificultades tanto para el docente al enseñar, como para el
estudiante al aprender. La geometría podría ser considerada como un
tema que queda fuera de la secuencia de matemáticas, por lo que en
ocasiones los docentes no le han dado la trascendencia que la asignatura
merece (Abrate, Delgado & Pochulu, 2006).
Un alto porcentaje de profesores de matemáticas ha tenido una
formación sólida en el aspecto disciplinar y conoce bien la matemática,
ya que estudió en una carrera técnica, pero no tuvo formación en el
ámbito educativo (Bravo, Trelles & Barrazueta, 2017); los posteriores
cursos, talleres de capacitación y la experiencia los han formado como
docente. Los temas de geometría que estudió en la universidad eran
acordes y específicos a su formación profesional, adecuados a lo que se
requería para una carrera técnica, pero tenían poco en común con los
temas que debe desarrollar como docente en primaria o secundaria.
El docente tradicional imparte su clase tal cual le enseñaron ya que
no conoce otra forma de desarrollar los temas (Vargas & Gamboa,
2013), sus profesores tampoco eran expertos en el aspecto pedagógico y
aplicaban técnicas tradicionales para dar su clase. La planificación de la
clase muchas veces se enfoca en los contenidos que se tienen que
cumplir, descuidando los aprendizajes o destrezas que se quieren lograr
en los estudiantes (Bravo, Trelles & Barrazueta, 2017). Los profesores
tradicionales se guían por los textos y apuntes utilizados durante su
formación profesional y desarrollan su clase como un conferencista
cuando da una clase magistral (Gutiérrez & Jaime, 1998), se descuida el
aprendizaje del estudiante, hay un desconocimiento de metodologías
para la enseñanza de la geometría (Galindo, 1996). Este profesor es un
experto en desarrollar teoremas y hacer demostraciones, pero se olvida
de la aplicación de estos a la práctica y de demostrar su utilidad para la
vida y los estudios futuros (Gamboa & Ballestero, 2010).
Los métodos tradicionalmente utilizados en la enseñanza de la
geometría, teóricos, repetitivos, memorísticos, enfocados en las
evaluaciones, son responsabilidad de los paradigmas tradicionales a los
que los docentes se apegan. Blanco & Barrantes (2003) mencionan que
“debemos hacer una reflexión crítica sobre el trabajo en los centros de
formación de profesores que posibilite una influencia en la realidad
escolar del nuevo enfoque que sobre la geometría escolar se viene
proponiendo en las propuestas curriculares” (p.249). Para Gutiérrez &
Jaime (1998) los profesores normalmente ponen más énfasis en enunciar
definiciones que en dar a conocer ejemplos y aplicaciones, sin darse
cuenta de que son los últimos los que impactan más en los estudiantes y
producen aprendizajes más duraderos.
El uso de recursos didácticos ha sido muy limitado, ya sea por lo
costoso que puede resultar prepararlos o por desconocimiento por parte
del docente de las posibilidades de su uso, según Gamboa & Ballestero
(2010), “el docente para desarrollar la clase de geometría necesita la
pizarra, la tiza y borrador, material fotocopiado y libro de texto” (p.138),
sin utilizar el gran potencial de los recursos didácticos para facilitar la
comprensión y el aprendizaje de los temas.
El docente se limita al uso del antiguo texto (Abrate, Delgado &
Pochulu, 2006) con desarrollo de temas que no se adaptan al nivel en el
que se enseña, con series de ejercicios que hacen énfasis en la repetición
y la memoria (Barrantes & Blanco, 2005), con muy pocas aplicaciones
prácticas; estos textos fueron escritos acorde a otras épocas. Muchos de
los ejercicios que se desarrollan en la clase y en las evaluaciones son de
invención del profesor, contienen figuras inventadas, ficticias, teóricas,
que no se basan en aplicaciones reales. El uso de recursos tecnológicos
no ha sido considerado para apoyar a la enseñanza y aprendizaje de
temas de geometría, está restringido al manejo de procesadores de texto
u hojas de cálculo para la presentación de reportes e informes (Gonzales,
Trelles & Mora, 2017); las tecnologías de la información y
comunicación están siendo poco aprovechadas en el aula.
Para Trelles, Bravo & Barrazueta (2017), la evaluación
tradicionalmente ha servido “como una simple actividad que persigue
asignar calificaciones a los estudiantes” (p.37) y obtener notas que
permiten al estudiante aprobar el curso; según Blanco & Barrantes
(2003), el examen aún es considerado el elemento más importante de la
evaluación, por encima de las actividades en el aula o los aspectos
actitudinales, y los estudiantes están convencidos de que los exámenes
deben tener problemas idénticos a los desarrollados en clase con otros
datos, esto hace que no se esfuercen para hacer análisis sobre un
problema y aprendan a tomar decisiones.
Muchos son los problemas que enfrentan los estudiantes debido a las
antiguas costumbres de los docentes: les toman lecciones que requieren
memorizar temas, pruebas sorpresa, difíciles evaluaciones que buscan
demostrar que el estudiante no sabe del tema; evaluaciones que formulan
problemas que en ocasiones ni el profesor las puede resolver, que en lo
posterior evita realizar una retroalimentación; la entrega de evaluaciones
calificadas es tardía, entre otros.
Bajo este esquema tradicional, el estudiante ha tenido un papel
pasivo, de oyente, con recelo de participar o preguntar, se queda con las
dudas, solo hace lo que el profesor le indica, estudia lo que el profesor
desarrolló, no tiene incentivos para ampliar los temas o trabajar por su
propia iniciativa (Barrantes & Blanco, 2005). El alumno se esmera en
memorizar de forma repetitiva, en busca de un patrón o una secuencia
(Franchi & Hernández, 2004). En este contexto, Gamboa & Ballestero
(2010) dicen que la geometría es “como una receta de definiciones,
fórmulas y teoremas totalmente alejada de su realidad y donde los
ejemplos y ejercicios no poseen ninguna relación con su contexto”
(p.139). El estudiante al prepararse para una evaluación no encuentra
sentido a los temas desarrollados, se imagina que el tema tiene una
aplicación práctica, por lo tanto, no los apropia. Las autoras Ruiz, Torres
& García, (2018) indican “el paradigma clásico de una educación
tradicional y casi inmutable no resulta muy congruente con los nuevos
escenarios y demandas sociales, y científicas” (p.15).
A pesar de que las prácticas tradicionales están arraigadas, existen
muchas experiencias impulsadas por nuevas concepciones pedagógicas,
donde el papel del estudiante es activo, reflexivo y propositivo, los
temas son desarrollados con la participación de docentes y estudiantes,
se enfatiza en lo prácticos, aplicables y contextualizados que pueden ser
los temas estudiados a la vida real (Bravo, Trelles & Barrazueta, 2017).
1.3. Geometría en la educación ecuatoriana
En la educación ecuatoriana se vive un proceso de transición, el
docente aún desarrolla su clase bajo el paradigma conductista, sin
embargo, el discurso que se maneja en la actualidad es constructivista, es
probable que no exista un real cambio en los conceptos que maneja el
docente, pero se camina en esa nueva dirección (Moreira, 1997). Es
probable que los cambios y actualizaciones curriculares se queden en el