- Apoyo financiero a estudiantes que realizan investigación
relacionada con la industria.
- Educación continua y reciclaje.
- Intercambio de personal a través de estancias, períodos sabáticos.
- Organización conjunta de seminarios, conferencias, coloquios.
- Participación en consejos asesores.
- Cooperación en la formación de recursos humanos (cooperative
education).
- Intercambio de publicaciones.
- Servicio social de estudiantes efectuado en las empresas.
- Programas de contratación de recién egresados.
- Consultoría especializada.
- Apoyo al establecimiento de cátedras y seminarios especiales.
- Estímulos y premios a investigadores, profesores y estudiantes.
- Acceso a instalaciones especiales.
- Apoyo a investigación básica.
- Desarrollo tecnológico conjunto.
- Transferencia de tecnología (p.63).
Siguiendo a Plewa, Quester & Baaken (2005) existen tres elementos
básicos que caracterizan esta relación: el ambiente organizacional, las
características de las relaciones y los factores de valor.
• Diferencias en el ambiente organizacional: se concentran en cuatro
factores (motivaciones y conductas, orientación temporal,
orientación al mercado, burocracia organizativa, y flexibilidad).
• Características de las relaciones: engloba a los mecanismos para la
interacción y la vinculación entre ambas partes, universidad y
empresa. Los mecanismos de interacción que permiten la conexión
entre las organizaciones durante las transacciones, incluye
elementos muy importantes como la estructura de conexión
(documentos legales que sustentan la relación), la comunicación
entre los participantes de la relación, y la integración necesaria
para la calidad funcional. Los mecanismos de vinculación por su
parte se refieren básicamente a la confianza y el compromiso.
• Factores de valor: los valores o intereses buscados en la relación
por las universidades y las empresas, pueden coincidir, aunque su
importancia es diferente para ambas partes, como consecuencia de
los ambientes organizacionales y diversidad de objetivos.
En los últimos años se ha incluido al Gobierno como un tercer actor
necesario para lograr una impactante relevancia del conocimiento y la
innovación en los procesos de desarrollo. Inclusión generada
fundamentalmente desde la propuesta de la Triple Hélice de Etzkowitz
(2003).
En Ecuador el término “vinculación” ha tomado fuerza para definir la
relación de las instituciones de educación superior con su entorno.
Tendencia existente también en otras naciones y sistemas de educación
superior. En esta dirección, Saltos, Odriozola & Ortiz (2018) definen la
vinculación entre Universidad-Empresa-Gobierno como:
Un proceso social que permite la integración de la docencia, la investigación y
la extensión universitaria con el entorno: los sectores públicos, sociales y
productivos de forma proactiva, para el posicionamiento estratégico, la
interacción eficaz y eficiente, de cada una de sus partes. Está basada en acciones
complejas que requieren una estructura para lograr innovación, como resultado
de la cooperación mutua y, que, a su vez, logren desarrollo económico-social.
(p.129)
La relación universidad-empresa es un componente muy importante
para lograr que las instituciones logren su cometido social de aporte al
desarrollo económico y social de su entorno local, nacional e internacional.
La Universidad es un actor integrador de las demandas del entorno, en este
caso del sector empresarial. Ella asume un rol dinamizador a través de sus
necesidades diversas sobre innovación, formación de capital humano,
asesoría, etc., con el gobierno como actor regulador desde el marco legal y
las políticas públicas.
En la relación UE ambas partes manifiestan intereses diferentes,
aparentemente contradictorios, emanados de su propia naturaleza y misión
social; que deben ser dialécticamente conjugados para lograr resultados
cualitativamente superiores en los planos individual y social.
En América Latina existen potencialidades para esta relación y aunque
se ha evolucionado continúa siendo un desafío para el sector universitario,
las empresas y los gobiernos. Se coincide con un planteamiento vigente:
En cualquier caso, bien sea a través de la enseñanza o a través de la
transferencia de resultados de investigación, las universidades
latinoamericanas tienen el desafío de mejorar la gestión de sus relaciones con
el sector productivo y aunque en las últimas dos décadas han creado diversas
estructuras orientadas a este fin, lo cierto es que el grado de profesionalización
de dicha actividad es aún bastante reducido (Jurado, Henríquez, Castro, &
Fernández, 2011, p.121).
Las características estructurales del contexto económico
latinoamericano han influido significativamente en el lento avance de las
relaciones entre las instituciones de educación superior y el sector
productivo, en el entorno socioeconómico, y en general, en los sistemas de
ciencia de las naciones. Para Hernández “En América Latina existe un
atraso significativo con respecto al desarrollo de la política científica, pues
esta región se ha caracterizado principalmente por ser productora de materia
prima y recursos humanos de poca calificación” (Hernández, 2019, p. 126).
Relación que no está exenta de complejidades en su gestión a lo que
Fernández de Lucio (2014) denomina “mitos” y se presentan en la tabla 1.
Tabla 1.
Mitos y realidades de la relación universidad-entorno socioeconómico