en el aula como comunidad discursiva, es la interacción sobre contenidos
disciplinares. Otras vías tienen que ver con transposiciones del lenguaje
cotidiano al usado en la disciplina, y viceversa: tareas dirigidas a hablar
en ciencias, de lectura y escritura sobre temáticas disciplinares, entre
otras. La interacción en el aula, la lectura y la escritura de textos de
diferentes géneros sobre temáticas disciplinares va conformando en el
estudiante un conocimiento organizacional-discursivo que se constituirá
en mediadores de sus propios procesos de comprensión, interacción y
socialización sobre las ciencias.
El conocimiento de las disciplinas es siempre discursivo y mediado
por textos y en esa medida, conviene examinar las formas de producir ese
conocimiento por vía oral y escrita en cada disciplina (Moreno, 2019).
Para ello, se hace necesario identificar las prácticas de la disciplina
presentes en el aula de clase y saber cómo instrumentarlas como objetivos
de aprendizaje en el currículo y como actividades en el aula.
Un cuarto elemento destaca la transformación cualitativa del
estudiante en la construcción del conocimiento disciplinar. En ese proceso
de construcción, la relación sujeto-objeto es significativa (Leontiev,
1981), y permite afianzar y consolidar determinadas formas de actuar,
conocimientos y procedimientos para transformar el objeto, cuya
asimilación por el sujeto presupone la formación de operaciones
cognoscitivas que se convierten en procedimientos específicos,
característicos para la actividad discursiva que se realiza (oral y escrita) y
que tienen como particularidad que su formación es posible solo en el
trabajo con el objeto discursivo. El hablar, leer y construir textos sobre la
ciencia crea las bases estructurales, cognitivas y psicológicas para
insertarse en el discurso de la ciencia, “las ideas de la ciencia se aprenden
y se construyen expresándolas, y el conocimiento de las formas de hablar
y de escribir en relación con ellas es una condición necesaria para su
evolución” (Sarda & Sanmartí, 2000, p. 405).
Un quinto elemento tiene que ver con el correspondiente ajuste
didáctico y la reformulación del contenido científico en términos de
contenidos enseñables, congruentes con los requerimientos curriculares y
principales contenidos disciplinares en el proceso formativo de los
estudiantes. Ello implica una transformación del discurso de referencia
científica a través de la transposición didáctica del mismo, de forma que
los contenidos resultantes se confronten y cohesionen con los saberes
previos de los estudiantes y contribuyan no solo al acceso al nuevo
conocimiento, sino también a la transformación de ese conocimiento a
partir del desarrollo alcanzado en lo cognitivo, lo cultural, y en cualquier
ámbito general.
Es lícito destacar que lograr armonizar contenidos de la ciencia, su
contextualización en un género en particular y su socialización, es un
proceso largo y complejo, que se nutre no solo de contenidos y
convenciones disciplinares, sino también de saberes provenientes de las
ciencias del lenguaje y la comunicación, los cuales se constituyen en
aspectos de transposición didáctica. Ahora bien, un primer aspecto en este
proceso de transposición es la identificación y selección de determinados
aspectos del saber científico como contenidos susceptibles de formar parte
del currículo escolar. Un segundo aspecto estipula las transformaciones
operadas en el saber seleccionado como contenido para ser enseñado,
“convirtiéndose en objeto de enseñanza contextualizado y adecuado a los
saberes previos y necesidades de los estudiantes” (Ramírez, 2005, p. 35).
Así, la lectura y escritura, como muestras genuinas del género disciplinar,
devienen en objeto de enseñanza y son didácticamente enseñables
partiendo de propósitos, tipologías, enfoques, etcétera.
Ante las dificultades reales que se presentan en ese proceso de
transposición didáctica, el profesor deberá estar capacitado para
comprender y asumir, como elemento del diseño didáctico de su
disciplina, la especificidad discursiva y la complejidad del contenido, así
como las formas de representación de ese contenido que confluyen en el
género específico de la disciplina. Con ello se implica el diseño de las
tareas orales, de lectura y escritura a partir de géneros específicos de la
disciplina.
Todo ello conduce a la elaboración de acciones interdisciplinarias en
los colectivos de profesores para el diseño didáctico de las disciplinas.
• Identificación de los géneros característicos de las disciplinas,
patrones estructurales de los géneros, así como manifestaciones
lingüísticas de los principales contenidos.
• Determinación de las potencialidades del contenido de las
disciplinas y asignaturas del currículo para las prácticas discursivas
(orales y escritas). Reformulación del contenido científico en
términos de ‘contenidos enseñables’.
• Diseño de tareas específicas (orales y escritas) sobre contenidos
disciplinares.
• La revisión y el aseguramiento de materiales didácticos que se
requieren para la implementación de la propuesta.
• Concepción de la evaluación como prácticas del género disciplinar.
• Seguimiento del progreso de los estudiantes sobre las acciones
implementadas. Reflexión didáctica, análisis retrospectivo y
proyectivo de todo el proceso.
Un sexto elemento plantea que el desarrollo de la competencia
comunicativa debe verse como una integración de propósitos
comunicativos particulares, situados y pertinentes según convenciones
sociales que se manifiestan de forma progresiva con asiento en
constructos cognitivos y lingüísticos, conocimientos y contenidos de
comunicación, así como procesos afectivos. Se asume, como aspecto
inherente a esa integración, la actividad o tarea comunicativa conducente
a armonizar en unidades reales de comunicación todo ese complejo
conjunto de elementos a fin de cumplimentar objetivos comunicativos en
campos y comunidades disciplinares concretas.
Ese desarrollo paulatino de la competencia comunicativa debe proveer
indicativos que el estudiante opera con objetos disciplinares, enfrenta
tareas comunicativas de complejidad creciente, acomoda
sistemáticamente contenidos disciplinares a esquemas de conocimiento ya
existentes, hace uso social de la competencia comunicativa en contextos
particulares, muestra un desarrollo motivacional positivo por la actividad
que realiza, entre otros aspectos. Ahora bien, esta progresión exige la
realización de selecciones y clasificaciones, lo que supone un inventario
de los contenidos que se van a enseñar, una selección y una distribución
en el tiempo que precise lo que debe ser enseñado: cuándo y por qué; así
como una adecuación didáctica (Cicurel, 2000 y Porquier, 2000, como se
citó en Dumais, 2013, p.141).
A partir de estos apartados teóricos es posible proponer un diseño
didáctico que incluya algunas de las principales acciones a encauzar por
los profesores y estudiantes para enseñar y aprender ciencias. Se enfatiza
la idea que no solo es crucial el contenido, sino también la forma de
manifestación de ese contenido, el tipo de tarea en ciencia y sobre la
ciencia, el tipo de relaciones afectivas que acompañan el proceso de
inserción en la cultura disciplinar, entre otros aspectos. En este sentido,
dentro de las acciones generales que deben ser tenidas en cuenta en la
organización y/o planificación de la enseñanza, se destacan: