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e-ISSN 2528-8075/ VOL 5/No. 1/ENERO ABRIL/2020/pp. 32-40
Unidad de Cooperación Universitaria. Universidad Técnica de Manabí. Portoviejo. Ecuador
Autoestima y recuperación para la reinserción social en mujeres del Centro de
Rehabilitación Social de Portoviejo
Self-esteem and recovery for social reintegration in women of the Portoviejo Social Rehabilitation
Center
Eleticia Isabel Pinargote Macías
1
*
Liliana Carolina Caicedo Guale
2
Gema Marena Bravo Mera
3
Resumen
La autoestima está relacionada con los procesos psicosociales. El contexto carcelario genera tensión y efectos psicológicos que deterioran
la autopercepción y la autoestima del individuo. Este estudio buscó determinar la influencia de la autoestima y la recuperación en la
reinserción social de las mujeres privadas de libertad del Centro de Rehabilitación Social de Portoviejo. La metodología utilizada fue
descriptiva, con enfoque cualitativo apoyado en el paradigma cuantitativo. Se trabajó con el método cuasiexperimental. La Escala de
Autoestima de Rosenberg se utilizó para establecer los niveles de autoestima en 100 mujeres privadas de libertad. Los resultados denotaron
un índice de baja autoestima de las internas. La entrevista con los responsables del área de tratamiento confirmó la intervención limitada
en el procedimiento para fortalecer la autopercepción. Según los resultados obtenidos, se concluyó que este centro de rehabilitación social
requiere la aplicación de un protocolo más efectivo que garantice la restauración y protección de la salud mental de las reclusas.
Abstract
Self-esteem is related to psychosocial processes. The prison context generates tension and psychological effects that impair the individual's
self-perception and self-esteem. This study sought to determine the influence of self-esteem and recovery on the social reintegration of
women deprived of liberty from the Portoviejo Center for Social Rehabilitation. The methodology used was descriptive, with a qualitative
approach supported in the quantitative paradigm. We worked with the quasi-experimental method. The Rosenberg Self-Esteem Scale was
used to establish self-esteem levels in 100 women deprived of liberty. The results denoted an index of low self-esteem of the inmates. The
interview with those responsible for the treatment area confirmed the limited intervention in the procedure to strengthen self-perception.
According to the results obtained, it was concluded that this social rehabilitation center requires the application of a more effective protocol
that guarantees the restoration and protection of the mental health of female prisoners.
Palabras clave/Keywords
Autoestima; prisión; integración social; centro penitenciario/Self-Estimate; prisons; social integration; penitentiary center
*Dirección para correspondencia: pochovale55@gmail.com
Artículo recibido el 05 - 11 - 2019 Artículo aceptado el 18 - 01 - 2020 Artículo publicado el 29 - 07 - 2020
Conflicto de intereses no declarado.
Fundada 2016 Unidad de Cooperación Universitaria de la Universidad Técnica de Manabí, Ecuador.
1
Universidad Técnica de Manabí, Máster, Fac. Ciencias Humanísticas y Sociales, Portoviejo, Manabí, Ecuador, pochovale55@gmail.com, https://orcid.org/0000-0001-8472-
5225
2
Universidad Técnica de Manabí, Máster, Fac. Ciencias Humanísticas y Sociales, Portoviejo, Manabí, Ecuador, carolca_189@hotmail.com, https://orcid.org/0000-0002-4958-
8058
3
Universidad Técnica de Manabí, Egresada de la Escuela de Psicología Clínica, Fac. Ciencias Humanísticas y Sociales Portoviejo, Manabí, Ecuador, gbravo0028@utm.edu.ec,
https://orcid.org/0000-0003-3960-1463
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La autoestima y recuperación para la reinserción social en las mujeres del Centro de Rehabilitación Social de Portoviejo
Pinargote Macías, Caicedo Guale, Bravo Mera
Unidad de Cooperación Universitaria. Universidad Técnica de Manabí. Portoviejo. Ecuador
1. Introducción
La autoestima es un tema importante que tratar y tomar en cuenta, el
estado de esta influye directamente en los pensamientos y actitudes del ser
humano. Es considerada como la percepción valorativa que la persona
tiene de sí mismo. De acuerdo con Rosenberg “…es el sentimiento hacia
uno mismo, que puede ser positivo o negativo, el cual se construye por
medio de una evaluación de las propias características” (como se citó en
Rojas, Zegers & Förster, 2009, p.792).
Para Branden, el nivel de la autoestima cambia positiva o
negativamente a lo largo de la vida; una buena autoestima fortalece al
individuo y lo ayuda a mejorar su capacidad para enfrentar situaciones o
cambios y a desarrollar habilidades, sobre todo en un contexto social
(Branden, 1995).
La autoestima forma parte de la personalidad, le da soporte y un
sentido, al respecto Cava, Musitu, & Vera (2000) ratifican que la
autoestima sostiene una relación significativa con indicadores de
adaptación, bienestar psicológico y social.
Las definiciones citadas convergen en que la autoestima hace
referencia al valor que las personas se dan a sí mismas y se edifica a partir
de la valoración de las características que se poseen, esto influye en la
personalidad. De las definiciones encontradas, la más acertada, a criterio
de las autoras, es que esta autovalía varía según las experiencias y
vivencias que se incorporan a la historia de vida; triunfos, vicisitudes,
placeres, castigos, premios recibidos y aceptación de los demás, y que
estos aspectos son significativos para la autoimagen que se tiene de
mismo (Riso, 2012).
De acuerdo con Riso (2012) la percepción que una persona tiene de sí
misma es adquirida a partir de la información que procesa el cerebro,
producto de las relaciones sociales, que transformado en creencias y
teorías direccionan la forma de pensar y actuar frente al mundo, permiten
prever lo que pueda ocurrir y preparar las herramientas necesarias para
enfrentarlo, esto reafirma el valor imprescindible de la autoestima.
La relación entre privación de libertad y autoestima no es la mejor
combinación; la libertad es determinante en la valoración del ser, por la
posibilidad que da al individuo para elegir y tomar decisiones propias; por
el contrario, la reclusión en prisión suele ser considerada como uno de los
sucesos más traumáticos que puede experimentar una persona, la ausencia
familiar, la pérdida del estilo de vida habitual, las rutinas socio-laborales
y de ocio, la inserción en un medio restrictivo, de privaciones, y el
aislamiento social, pueden ocasionar trastornos psicológicos (Ruiz, 2007).
A estos aspectos se suman síntomas de estrés ocasionados por las
preocupaciones y responsabilidades del individuo que quedan
desatendidas, como la carga familiar y la economía de esta. Son muchos
los cambios que experimenta el individuo a nivel psicosocial al
encontrarse bajo prisión. Para Ruiz (1999) la prisión reviste carácter
de un evento traumático para la vida de una persona, especialmente si es
el primer contacto con la prisión” (como se citó en Larrota, Sánchez y
Sánchez, 2016, p.53).
No obstante, luego de un tiempo en prisión, el individuo tiende a
acostumbrarse al encierro, cambia su comportamiento con una actitud
favorable para su autoestima, que tiende a ser más alta que cuando
ingresó; empero, al aproximarse el tiempo de recuperar la libertad
experimenta síntomas de ansiedad y pensamientos autodiscriminatorios
que influyen directamente en su autoestima; para Ruiz (2007) la etapa de
preparación para salir en libertad es difícil y genera incertidumbre,
siempre resulta complicado enfrentarse a una sociedad de la cual se ha
estado alejado, y reencontrarse con personas y ambientes que han
cambiado.
Los estudios sobre la autoestima se remontan a los años 1890 gracias
a las aportaciones y manifiesto de William James, quien planteó en su
libro Principios de Psicología que la estima que el individuo tiene de
mismo depende de lo que pretende ser y hacer. James, evaluó la estima de
una persona comparando sus éxitos con sus aspiraciones (Sparisci, 2013).
Durante los siguientes sesenta años este tema fue olvidado y volvió a
retomarse, aunque no con el mismo término, alrededor del año 1950,
gracias a las aportaciones de Freud y su teoría del ego (Sparisci, 2013).
Posteriormente comenzó a aparecer el término autoestima en diversidad
de libros, de diferentes autores, quienes la consideraron fundamental para
el ser humano, tomando esta gran importancia.
Palacios (2006) afirmó que:
La autoestima se forma por el resultado de intercambios entre el
recién nacido, sus padres y el medio en el que se está
conviviendo. Se construye a través de un proceso de asimilación
e interiorización desde el nacimiento hasta la pubertad es en esta
etapa que marca la autoestima global de todo ser humano. (p.14)
La autoestima se va forjando en el transcurso de la vida y depende de
la capacidad de cada persona y de la influencia del entorno para definirla
como tal. Esquerre refiere que cada individuo tiene una percepción
diferente de la autoestima y según la responsabilidad que este tiene
consigo mismo y con los demás, así será la importancia que le dará a esta
(Esquerre, 2017).
Para Rojas, la autoestima es fundamental para el hombre, esta le
permite desarrollar patrones, establecer comparaciones entre las personas
y basado en los resultados saber quién es (Rojas, et al., 2009). Tiene gran
relevancia en el desarrollo dinámico del comportamiento integral del
individuo.
La autoestima interviene en cada aspecto del individuo, con una
perspectiva propia, en el reconocimiento de mismo y frente a otros;
incluye aspectos de imagen, cualidad, sentimientos y pensamientos, El
concepto de autoestima es multifacético debido a que la literatura
psicológica ha abordado el estudio de la misma ya sea como sinónimos o
constructo inclusivo de términos como auto concepto, auto
reconocimiento, auto eficiencia, autocontrol o autoconciencia (Caso &
Hernández, 2007).
La literatura existente en relación con la autoestima, resalta la
definición de Larrota, Sánchez & Sánchez (2016), quienes consideran la
autoestima como la aceptación o rechazo de un individuo hacia su propia
persona, y se relaciona e influye de manera directa en procesos
psicológicos superiores como la planeación del futuro, las estrategias para
enfrentar situaciones estresantes, la toma de decisiones, la solución de
problemas, las relaciones interpersonales, y la autoevaluación de sus
capacidades y habilidades.
Según Naranjo “La autoestima se desarrolla a partir de la interacción
humana, mediante la cual las personas se consideran importantes una para
las otras. El yo evoluciona por medio de pequeños logros, los
reconocimientos y el éxito (Naranjo, 2007).
La afectación o no de la autoestima se puede evidenciar en la
autoimagen y satisfacción que el individuo tenga de mismo. La
formación de la autoestima depende de la forma de crianza que el
individuo tuvo de niño, las críticas y aciertos recibidos, las exigencias ya
sea de padres, de la cultura o religión; aspectos que condicionan la
autopercepción del ser. Siguiendo con Paz (2016), las personas perciben
y dan respuesta de diversas formas a los estímulos del medio que los
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rodea, es por ello que la autoestima depende de la autoevaluación que se
hace el individuo mismo y la forma en que otros lo evalúan.
Paz también manifiesta que la autoestima es la etapa final de la
autoevaluación, donde el individuo se siente satisfecho con su
comportamiento, su forma de actuar, y con la aprobación que recibe de
los demás (Paz, 2016).
De acuerdo con Zenteno (2017) un individuo puede gozar de una
autoestima saludable cuando es capaz de comportarse de manera flexible,
racional, realista, creativa e independiente ante los cambios, aceptar sus
errores y estar dispuesto a mejorar. Cuando su autoestima es baja, este no
es capaz de ver la realidad, se torna una persona rígida, irracional, sumisa,
reprimida, hostil con los demás y con miedo a los cambios. Esta falta de
solidez en la autoestima influye negativamente en la realización personal
del individuo y en su adaptación a la sociedad.
Existen distintos niveles de autoestima, cada persona reacciona ante
situaciones similares de forma diferente; teniendo expectativas desiguales
ante el futuro, reacciones y autoconceptos distintos. Según Coopersmith
las personas se caracterizan por tener alta, media y baja autoestima (como
se citó en Sparisci, 2013).
Autores que estudian la autoestima plantean que esta pasa por varios
niveles. En este artículo se utilizó la clasificación de Rosenberg (1973),
autor de la técnica aplicada para identificar los niveles de autoestima de
las reclusas de la cárcel de Portoviejo; este test es uno de los más usados
a nivel internacional por su validez y confiabilidad. Los tres niveles a los
que hace referencia Rosenberg son: alta autoestima, mediana autoestima
y baja autoestima:
Alta autoestima: Donde el sujeto se define como bueno y se
acepta plenamente.
Mediana autoestima: El sujeto no se considera superior a otros,
ni se acepta a sí mismo plenamente.
Baja autoestima: El sujeto se considera inferior a los demás y se
desprecia a sí mismo (como se citó en Ulloa, 2003).
Siguiendo con Branden (1989):
Las personas que gozan de una alta autoestima están lejos de
gustar siempre a los otros, aunque la calidad de sus relaciones sea
claramente superior a la de personas de baja autoestima. Como
son más independientes que la mayoría de la gente, son también
más francas, más abiertas con respecto a sus pensamientos y
sentimientos. Si están felices y entusiasmadas, no tienen miedo
de mostrarlo. Si sufren, no se sienten obligadas a “disimular”. Si
sostienen opiniones impopulares, las expresan de todos modos.
Son saludablemente auto-afirmativas. (p. 1)
Para Maslow, en su pirámide de necesidades, la autoestima es una
necesidad afectiva o social, de reconocimiento y gran importancia para el
desarrollo psicológico del individuo, y le permite convivir en la
comunidad, estructurar su autoestima y sobrevivir en su entorno (Panesso
& Arango, 2017, p.3). De manera que la autoestima puede verse afectada
y modificada por la influencia del entorno; sin embargo, esta afectación
puede ser positiva o negativa según sea el caso o situación.
De acuerdo con Lorenzo (2007) la autoestima esestructurada por
tres componentes que operan de manera correlacional (como se citó en
Sparisci, 2013), es decir, tienen una influencia mutua; por ende, si hay un
cambio positivo o negativo, va afectar significativamente a los otros
componentes. Lorenzo los clasifica en:
Componente cognitivo (cómo pensamos)
Indica idea, opinión, percepción de uno mismo a, es el
autoconcepto. También acompañado por la autoimagen o
representación mental que tenemos de nosotros. Ocupa un lugar
fundamental en la génesis y el crecimiento de la autoestima.
Componente afectivo (cómo nos sentimos)
Nos indica la valoración de lo positivo y negativo que hay en
nosotros. Implica un sentido de lo favorable o desfavorable, de
lo agradable o desagradable que vemos en nosotros. Significa
sentirse bien o a disgusto con uno mismo. Es un juicio de valor
sobre nuestras cualidades personales.
Componente conductual (cómo actuamos)
Significa tensión, intención y decisión de actuar, de llevar a la
práctica un comportamiento coherente y consecuente. Es la
autoafirmación dirigida hacia uno mismo y la búsqueda de
consideración y reconocimiento por parte de los demás (como se
citó en Sparisci 2013, p.10).
En la revisión de estudios sobre el tema, se encontró una investigación,
desarrollada en España en el año 2010, cuyo propósito fue contrastar las
diferencias de las respuestas que dan hombres y mujeres de sus vivencias,
de su paso por la cárcel; los resultados revelaron que las mujeres parecen
mostrar una mayor capacidad de adaptación al contexto carcelario, suelen
percibir sus redes de apoyo como más segura de lo que la perciben los
hombres, sumado a esto, se encontraron diferencias significativas entre
mujeres con hijos y mujeres sin hijos en sus niveles de autoestima; las
mujeres sin hijos, creen en mayor medida que la familia se ve afectada por
su paso por prisión, presentando también una menor autoestima que las
mujeres con hijos (Herrera & Expósito, 2010).
En una investigación realizada en Colombia, en el año 2016, por la
Universidad Pontifica Bolivariana, que tuvo como objetivo establecer una
relación entre la autoestima y las estrategias de afrontamiento utilizadas
por un grupo de personas privadas de libertad, en un centro de reclusión
de la ciudad de Bucaramanga, los resultados reflejaron niveles de
autoestima cualitativamente normales según punto de corte de 15,78 % en
la escala general; así mismo, se evidenció correlación negativa entre la
autoestima y estrategias de afrontamiento de espera, evitación emocional,
reacción agresiva y negación (Larrota, Sánchez y nchez, 2016).
En Ecuador, hay estudios realizados en el ámbito de la autoestima, no
obstante, los estudios enmarcados en la relación de variables autoestima
y reinserción social son muy escasos, se evidencian indagaciones acerca
del incumplimiento del principio de rehabilitación social en personas
privadas de libertad; la ansiedad y sus efectos en las personas privadas de
libertad en el centro de privación de libertad de personas adultas de Loja;
el estrés y depresión en detenidos por primea vez en el centro de detención
provisional de Portoviejo; pero sin tratar como tema principal la
autoestima y el proceso de reinserción a la sociedad.
La población penitenciaria aumenta cada vez más y es necesario
cuestionarse respecto a las secuelas psicosociales que quedan en el
individuo. La sociedad debe tener conocimiento de la realidad que se vive
a nivel penitenciario y de sus afectaciones en tiempos de encarcelamiento,
y plantear estrategias con la finalidad de incrementar la posibilidad de
reinserción a la sociedad con una adecuada estabilidad emocional.
Hasta este momento, la exclusión social es el factor determinante de
la inmersión de la mujer en el mundo delictivo actual, desde los años 1950
hasta mediados de la década de los años 1980, la presencia de la mujer en
prisión era muy escasa, coincidiendo con el poco peso de su papel social
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y debido al fuerte control ejercido por las estructuras sociales y familiares
(Yague & Cabello, 2005). A través de los años la mujer ha tomado
posición reconocida dentro de la sociedad, pero siempre ha estado
expuesta a la crítica por cada una de sus acciones, sobre todo aquellas no
socialmente aceptables, sin importar el motivo que las incita a realizar
dichas acciones.
En el año 1973, Smith y Hogan plantearon que la prisión afecta de
manera significativa la autovalía de la persona, generando así
evaluaciones negativas de la autoimagen, forjándose niveles bajos de
autoestima y autopercepción (como se citó en Herrera & Expósito, 2010).
El ingreso en prisión de una mujer conlleva al estigma familiar,
alteración de los roles y problemas de apego que se ven agravados en el
caso de tener hijos e hijas pequeños (Herrera & Expósito, 2010). Se afecta
toda la dinámica familiar, lo que da como resultado un rechazo hacia la
mujer y madre de ese sistema, para pasar en algunos casos, de familia
funcional a disfuncional, sobre esta última influye de manera importante
el tiempo de condena a cumplir, que repercute en la autoestima.
Se cree que la consecuencia más obvia del encarcelamiento es la
privación de libertad, sin embargo, hay otras dimensiones que son
afectadas tanto para la reclusa como para su familia. Investigaciones
realizadas, mayoritariamente en prisiones norteamericanas, han
demostrado, que la prisionización ha sido concebida como una adaptación
de los internos a las costumbres y cultura de la prisión, así como una
disminución general del repertorio de conducta de los mismos, por efecto
de su estancia prolongada en el centro penitenciario (Herrera & Expósito,
2010).
Una de las afectaciones principales y visibles es el aumento del grado
de dependencia de las personas encarceladas, debido a que la mayoría de
las decisiones que afectan su vida diaria, les son impuestas, tienen que
cumplir con un cronograma de actividades establecido, lo que escapa de
su propio control (Herrera & Expósito, 2010).
Otra de las afectaciones es la devaluación de la propia imagen y
disminución de la autoestima, esta última con el simple hecho de ingresar
en la cárcel experimenta un desequilibrio, situación que se va modificando
conforme pasa el tiempo. En este sentido las reclusas se acomodan a su
entorno y a la valoración que hacen sobre mismas; con el paso del
tiempo ellas experimentan niveles de autoestima similares a los que tenían
cuando ingresaron, pero es una autoestima totalmente diferente.
En consecuencia, el encarcelamiento y los condicionantes propios de
la privación de libertad, provocan reacciones psicológicas en cadena
(Altamirano, 2013).
En términos generales se puede reconocer que la prisión tiene efectos
negativos en los individuos, independientemente del género, economía,
religión o ubicación demográfica de donde provenga. La persona que
ingresa en prisión por primera vez como consecuencia de la comisión de
un delito ve tronchada su libertad y como resultado vive inmersa en un
mundo de descrédito social permanente.
Echeverri considera que las tensiones propias del ingreso se van
aliviando progresivamente por la exposición a la realidad carcelaria, a
través del conocimiento real de las circunstancias que determinan la
estadía de la persona en prisión, pero no desaparecen por completo
(Echeverri, 2010).
Todos los seres humanos gozan de deberes y derechos sin distinción
alguna, en el caso de las personas privadas de libertad (PPL) deberán
gozar de un trato humano digno tal como lo expresa el artículo 18 del
Reglamento del Sistema Nacional de Rehabilitación Social (Ministerio de
Justicia, Derechos Humanos y Cultos, 2017).
Según lo planteado por la Organización de las Naciones Unidas para
América Toda persona privada de libertad que esté sujeta a la
jurisdicción de cualquiera de los Estados Miembros de la Organización de
los Estados Americanos, será tratada humanamente, con irrestricto respeto
a su dignidad inherente, a sus derechos y garantías fundamentales, y con
estricto apego a los instrumentos internacionales sobre derechos
humanos(Comisión Interamericana de Derechos Humanos, 2009).
Según las cifras propias del Ministerio de Justicia, Derechos Humanos
y Cultos, la situación penitenciaria del mes de enero del año 2019 reveló
que existen 38 462 personas privadas de la libertad, de ellas 23 424 con
sentencia y 13 678 en proceso penal; 35 632 hombres y 2 830 mujeres;
teniendo un hacinamiento del 38,70 % (Ministerio de Justicia, Derechos
Humanos y Cultos, 2019).
La cifra de hacinamiento antes mencionada demuestra una realidad de
sobrepoblación carcelaria que afecta de manera directa el diario vivir de
las personas privadas de libertad, que no gozan de las condiciones
necesarias para coexistir con dignidad durante el proceso penal que tienen
pendiente o la ejecución de su pena.
La Organización de Naciones Unidas (ONU) en el año 2015,
estableció reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos. En la regla
número 4, se destaca:
Los objetivos de las penas y medidas privativas de libertad son
principalmente proteger a la sociedad contra el delito y reducir la
reincidencia. Esos objetivos solo pueden alcanzarse si se
aprovecha el período de privación de libertad para lograr, en lo
posible, la reinserción de los exreclusos en la sociedad tras su
puesta en libertad, de modo que puedan vivir conforme a la ley y
mantenerse con el producto de su trabajo (ONU, 2015, p. 9).
Para lograr lo anteriormente manifestado por la ONU, los centros de
rehabilitación social deberán ofrecer educación, formación profesional,
trabajo, y otras formas de asistencia apropiadas, incluidas las de carácter
recuperativo, moral, espiritual y social, así como las dirigidas a fortalecer
la salud y el deporte. Todos esos programas, actividades y servicios se
deben ofrecer en atención a las necesidades de tratamiento individuales de
los reclusos.
El proceso de recuperación para la reinserción social de las mujeres
privadas de libertad se rige por medio de varios ejes de tratamiento
establecidos en el Reglamento del Sistema Nacional de Rehabilitación
Social. En el artículo 51 de la sección I, se plantea que las Personas
Privadas de Libertad (PPL) tienen derecho a tener un tratamiento en lo
laboral, educación, cultura, deporte, salud, familiar y social, regulado por
un modelo de gestión en contextos penitenciarios, que deberá ser
elaborado y sustentado presupuestariamente por la cartera de Estado
correspondiente, y aprobado por el Directorio del Organismo Técnico
(Ministerio de Justicia, Derechos Humanos y Cultos, 2017).
Las normativas referidas determinan que en el eje laboral deben
generarse oportunidades que les permitan a las PPL desenvolverse en
iguales condiciones que los demás en dicho ámbito; en el eje de
educación, todos los centros de rehabilitación social deberían brindar
todos los niveles de educación, básica y bachillerato, con el apoyo de la
autoridad educativa nacional para prestar los servicios educativos; el eje
de cultura, debería regir bajos los principios que orientan el Sistema
Nacional de Rehabilitación Social, al considerar el arte y la creatividad
individual y colectiva como proceso de producción de expresiones
culturales; en el eje de deporte, como centro, se identificarán las
necesidades básicas deportivas de las personas privadas de libertad, de
manera que planifiquen actividades para el desarrollo de estas; el eje de
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salud integral, direccionado por el ministerio encargado de asuntos de
salud, debe encargarse de planificar y ejecutar programas, planes y
proyectos que incluyan promoción, prevención y tratamiento, así como
atención completa requerida para las personas privadas de libertad, y el
eje de vinculación familiar estará como responsable del área de trabajo
social de cada centro, ellos serán los encargados de identificar las
condiciones y necesidades individuales, sociales y familiares de las PPL.
El equipo interdisciplinario de tratamiento de los centros de privación
de libertad, coordinarán el cumplimiento de terapia grupal y/o familiar;
asesoría y remisión psicosociales; información y capacitación legal;
ejecución y seguimiento de planes, programas y proyectos a favor de los
hijos, hijas y familias de las personas privadas de libertad, información y
capacitación sobre mecanismos para la resolución de conflictos y demás
actividades.
En este proceso también existe la fase de apoyo y de inclusión social
para las PPL, en el capítulo III Fase de Inclusión Social, el art. 64 declara
“La fase de inclusión social tiene por objeto la inclusión progresiva de la
persona privada de libertad en la sociedad, a través de los regímenes
semiabierto y abierto.” De la misma manera en el capítulo IV Fase De
Apoyo a Liberados en el art. 68 presenta que:
El equipo técnico de reinserción social y apoyo a liberados
gestionará, coordinará y dará seguimiento a la ejecución del plan
de salida de la persona liberada mediante actividades
productivas, educativas, familiares, culturales, deportivas,
recreativas, de capacitación, entre otras, de manera coordinada
con las entidades que conforman el Organismo Técnico y otras
instituciones públicas o privadas (Ministerio de Justicia,
Derechos Humanos y Cultos, 2017).
En el Centro de Rehabilitación Social de Mujeres de Portoviejo
durante el desarrollo de la investigación del año 2019 y a criterio de las
beneficiarias internas, en los procesos de reinserción se omiten estas fases
que son de gran valía en el fortalecimiento de la autoestima, lo que limita
la adaptación en el centro y su preparación adecuada para su retorno a la
sociedad.
El tratamiento que se brinde en estos centros es un factor determinante
para la reinserción social de las PPL, este debe tener como objetivo la
rehabilitación de la conducta delictiva, cada país establece modelos de
tratamiento según los reglamentos vigentes en el ámbito penitenciario,
donde debe preservarse ante todo los derechos humanos de cada recluso.
En países como México el fin último del tratamiento está direccionado a
la readaptación o reinserción del delincuente al entorno social, para
alcanzar dicho propósito se han establecido elementos fundamentales
entre los que resaltan el tratamiento individualizado del preso, la
existencia de instalaciones carcelarias adecuadas y el respaldo del cuerpo
técnico especializado de pedagogos, criminólogos, psicólogos,
trabajadores sociales y otros (Coca, 2007).
La autoestima se relaciona de manera directa en los procesos
psicológicos superiores de una persona, y está vinculada
significativamente a los indicadores de adaptación, bienestar psicológico
y social; hay referencia del papel tan importante de recursos como la
autoestima y el apoyo social en el éxito de los programas de tratamiento
y en la futura reinserción social del individuo, lo que hace pensar que
también en el ámbito penitenciario puede producirse, aunque con ciertas
limitaciones por las diferencias entre el contexto de prisión y laboral, una
motivación y mayor compromiso del interno con su proceso de
reinserción social, a partir de los recursos personales y externos con los
que cuente el individuo (Altamirano, 2013). Esto ratifica el rol
preponderante que tiene la autoestima en el tratamiento de la recuperación
para la reinserción social de las PPL.
El sistema penitenciario en general está muy lejos de lograr la
verdadera rehabilitación social de los PPL, estudios desarrollados en
España y a nivel internacional señalan que ningún programa de
tratamiento penitenciario llega a ser efectivo en su totalidad, por lo que
resulta indispensable encontrar el más idóneo para lograr una reinserción
de las internas a la sociedad (Altamirano, 2013).
El presente estudio tuvo como objetivo determinar la influencia de la
autoestima en la recuperación para la reinserción social de las mujeres del
Centro de Rehabilitación Social de Portoviejo; los procesos aplicados y
las fortalezas y debilidades encontradas, constituyen una valiosa
información para tomar medidas que permitan mejorar el tratamiento
aplicado en estos casos.
2. Materiales y Métodos
La investigación desarrollada tuvo carácter descriptivo, permitió
relatar los hechos teniendo en cuenta la perspectiva y expectativas del
sujeto, se detallan los hechos tal como ocurren. Por el contexto donde se
desarrolló es cuasiexperimental, aprovecha el fenómeno, lo estudia y lo
analiza tal y como se desarrolla. De acuerdo con la naturaleza de los datos
el estudio tiene enfoque cualitativo apoyado en el paradigma cuantitativo.
Para el procesamiento de la información se utilizaron técnicas con
enfoque cualitativo apoyado en el paradigma cuantitativo. La población
estudiada fue 100 reclusas del Centro de Rehabilitación de Mujeres de la
ciudad de Portoviejo.
Se estimó en su totalidad la población para garantizar veracidad,
confiabilidad y la validez a los resultados. Se trabajó con los cuatro
profesionales que conforman el equipo interdisciplinario que colabora en
el área de tratamiento, afín de auscultar los procesos y protocolos
aplicados en el tratamiento colectivo e individual de las internas.
El instrumento utilizado en este estudio fue la Escala de Autoestima
de Rosenberg que permite evaluar el sentimiento de satisfacción que la
persona tiene de sí misma, el test está compuesto por 10 ítems, divididos
equitativamente en sentimientos positivos y negativos; cada ítem tiene una
calificación ponderada, en una escala de 1 a 5 con indicadores de 4-3-2-1
y los ítems 6 al 10 con valores de 1-2-3-4 por cada opción de respuesta
(muy de acuerdo, de acuerdo, en desacuerdo y muy en desacuerdo)
(Espinosa, 2019).
La Escala de Autoestima de Rosenberg ha sido utilizada en hombres
y mujeres de todas las edades en investigaciones a nivel mundial, se ha
aplicado en este estudio de manera particular para medir niveles de
autoestima en las internas del Centro de Rehabilitación por su
confiablidad y validez, lo que permitió obtener resultados pertinentes.
La escala determina que una puntuación de 30 a 40 puntos se considera
autoestima alta, de 26 a 29 puntos se establece como media y menos de
25 puntos es baja y denota que existen problemas significativos en esta
área de autopercepción (Espinosa, 2019).
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Unidad de Cooperación Universitaria. Universidad Técnica de Manabí. Portoviejo. Ecuador
3. Resultados
En la investigación se pudieron conocer los niveles de autoestima de
las internas del Centro de Rehabilitación Social de Mujeres del cantón
Portoviejo, a partir de los datos obtenidos de la aplicación de la escala de
Rosenberg. En la tabla 1 se evidencia que un 54 % de la población total
posee autoestima baja, el 44 % media y el 2 % alta. Se refleja un alto
porcentaje de autoestima baja en las internas del mencionado centro.
Tabla 1
Niveles de autoestima de las internas del Centro de Rehabilitación
Social de Mujeres del cantón Portoviejo
Fuente: Elaboración propia a partir de la Escala de Autoestima de
Rosenberg (Espinosa, 2019).
En la tabla 2 se presentan los resultados de autoestima baja según la
escala de Rosenberg.
Tabla 2
Resultados de la autoestima baja de las internas del Centro de
Rehabilitación Social de Mujeres del cantón Portoviejo
Fuente: Elaboración propia a partir de la Escala de Autoestima de
Rosenberg (Espinosa, 2019).
En los ítems 1, 2 y 4 respectivamente, se reflejan puntuaciones altas
en la categoría muy de acuerdo que representan criterios de autoestima
positivos, en los ítems 6, 7 y 8 respectivamente, se observan puntuaciones
altas, en la categoría muy de acuerdo, que representan criterios de
autoestima negativos y en los ítems 3, 5, 9 y 10 revelan puntuaciones altas,
en la categoría muy en desacuerdo, correspondientes a criterios de
autoestima positivos y negativos respectivamente; estas puntuaciones
permiten identificar niveles de autoestima baja en la población estudiada.
En la figura 1 se evidencian los factores influyentes en la autoestima
baja según la escala de Rosenberg, sobresaliendo como factor principal
para las reclusas el no sentir mucho de que estar orgullosa, siguiendo con
los factores de sentimiento de fracaso junto con poder sentir más respeto
por mismas, también sobresalieron creencias desvalorativas de
mismas como el sentirse inútil y no creer ser buena persona. Todos estos
factores afectan de manera significativa a la autovaloración de las
reclusas.
Figura 1. Factores que influyen en la autoestima baja según la
Escala de Autoestima de Rosenberg (Espinosa, 2019).
Fuente: Elaboración propia a partir de la Escala de Autoestima de
Rosenberg (Espinosa, 2019).
Para corroborar la información que arrojó la técnica aplicada, se
realizaron entrevistas a las profesionales responsables del área de
tratamiento del Centro de Rehabilitación Social de Mujeres del cantón
Portoviejo, los resultados fueron:
Referente a la afectación del nivel de autoestima en las mujeres
privadas de libertad, de las cuatro entrevistas dos respondieron que para
ellas la afectación es alta por las actitudes que presentan en situaciones
cotidianas y otras dos manifestaron que existe poca afectación en la
autovalía.
En cuanto a estrategias que utilizan en el centro de rehabilitación
social para la reinserción concordaron con el tratamiento individualizado
impartido por un grupo interdisciplinario y evaluación periódica, sin
embargo, no describen los procesos aplicados.
Respecto al modelo aplicado en el proceso de rehabilitación la
respuesta se limi a indicar que se aplica el modelo de gestión
penitenciario del Ecuador ejes de tratamiento.
El grupo interdisciplinario entrevistado coincidió en que el modelo de
tratamiento utilizado tiene muy poca efectividad, lo que se constató en el
diálogo sostenido con las internas, quienes manifestaron recibir escaso
apoyo y tratamiento en esta área.
4. Discusión
La mirada exhaustiva de los resultados obtenidos permite dilucidar
que los procesos penitenciarios requieren de tratamientos sistemáticos que
ahonden en las necesidades psicosociales y afectivas, que contribuyan a
Niveles de autoestima Frecuencia Porcentaje
Autoestima alta 2 2%
Autoestima media 44 44%
Autoestima baja 54 54%
Total 100 100%
Preguntas
Muy de
acuerdo
De acuerdo En desacuerdo
1.Siento que soy una persona
digna de aprecio, el menos en
igual medida que los demás
40 12 2 0
2. Estoy convencido de que
tengo cualidades buenas
32 18 2 2
3. Soy capaz de hacer las
cosa tan bien como la
mayoría de la gente
8 2 6 38
4. Tengo una actitud positiva
hacia mí mismo
38 10 4 2
5. En general estoy satisfecha
de mi misma
12 8 5 29
6. Siento que no tengo mucho
de lo que estar orgullosa
50 8 0 0
7. En general, me inclino a
pensar que soy una fracasada
44 12 2 0
8. Me gustaría poder sentir
más respeto por mí mismo
44 12 2 0
9. Hay veces que realmente
pienso que soy un inútil
8 12 14 24
10. A veces creo que no soy
buena persona.
10 6 14 38
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Unidad de Cooperación Universitaria. Universidad Técnica de Manabí. Portoviejo. Ecuador
la restructuración del ser, siendo en estos casos la autoestima una
condición ineludible, ya que en ausencia de esta, la persona se desmotiva,
pierde interés por las cosas que le rodean, y no tiene herramientas para
encontrar salida a los problemas y tomar decisiones en la cual avizore un
futuro mejor.
Vale la pena mencionar un estudio realizado en mujeres privadas de
libertad del Centro de Reclusión de la ciudad de Bucaramanga, Colombia,
las internas reflejan niveles de autoestima situados cualitativamente como
normal según el punto de corte de 15,78 % en la escala general (Larrota,
Sánchez & Sánchez, 2016). Se observó que este centro, entre las
estrategias de liberación de pena contempla, como medios terapéuticos,
programas de estudio y trabajo encaminados al restablecimiento de
identidad positiva y el sentimiento de sentirse útil.
No obstante, el encierro hace que las reclusas experimenten actitudes
negativas, aunque su autopercepción esté en los rangos normales. Estos
resultados no están asociados directamente a la relación autoestima -
reinserción social, pero si se puede inferir que, si la autoestima se trabaja
mediante técnicas propicias, esta se fortalece y la reinserción social será
más llevadera. Galiart & Álvarez (2017) resaltan que la intervención
psicológica mediante el uso de metáforas ayuda a mejorar la gestión de
emociones, contribuye a la maduración personal y a incrementar la
autoestima, le dan esperanza a la persona de que no está sola, y que su
problema tiene solución (como se citó en Ordaz & Bennett, 2019, pág. 5).
En la institución estudiada los resultados develaron que los niveles de
autoestima de las reclusas en su mayoría son bajos, datos obtenidos a
través de la aplicación de la Escala de Autoestima de Rosenberg. Frente a
esta realidad, urge la necesidad de plantear un sistema de intervención
para atender esta área prioritaria de la persona, que le permita enfrentar
situaciones adversas y asumir retos.
En el curso de la investigación quedó demostrado que no hay una ruta
de acción que tenga como objetivo elevar la autoestima de las internas.
Esto se corrobora en un estudio similar realizado en Quito en el año 2018
sobre el incumplimiento del principio de rehabilitación social, en el cual
las PPL rectificaron que el proceso de rehabilitación, resocialización y de
readaptación, no guarda armonía con la realidad, no existen tratamientos
con resultados eficaces que aseguren una recuperación integral (Núñez,
2018).
En la aplicación de la escala de Rosenberg las reclusas exteriorizaron
no sentirse capaz de hacer las cosas tan bien como la mayoría de la gente,
sobresalió el factor no estar satisfechas consigo mismo; en su totalidad
manifestaron que no tienen nada de que sentirse orgullosas y casi la
mayoría se inclinó a pensar de sí misma que son fracasadas; derivaciones
articuladas al detrimento de su autovalía. Esto demuestra lo importante
que es considerar en el proceso de restablecimiento de la autoestima la
identificación de los factores influyentes de su deterioro,
Larrota, Sánchez & Sánchez (2016) indican que los pilares
fundamentales de la autoestima son: la valoración y confianza que una
persona tiene de misma, la seguridad y respeto que tenga a las cosas que
hace y la capacidad para la crítica que pudieran tener las otras personas;
agregan además que la autoestima es de gran relevancia en la salud
psicoafectiva, esta le brinda seguridad, capacidad para la toma de
decisiones, tener mejores relaciones interpersonales y son más razonables
al realizar una autovaloración de mismo. Por el contrario, cuando existe
baja autoestima el sujeto se considera inferior a los demás y hay desprecio
hacia mismo; aspectos que sobresalieron en este postulado y se
corroboran con los resultados de la tabla 2.
Los factores que afectan la autoestima de las PPL varían de persona a
persona; sin embargo, el encarcelamiento femenino conlleva a la
estigmatización de la sociedad, ya que genera una cadena discriminatoria
y excluyente, además el rechazo y abandono familiar, considerados como
el principal factor de incidencia sobre la misma, debido a que es
fundamental el apoyo que brinda la familia en estos casos, de acuerdo a la
referencia de las propias PPL, la carencia del apoyo familiar cuando caen
en prisión repercute negativamente en su autoestima, argumentando
además que el factor social afecta de igual en este aspecto al estar
expuestas a la crítica con mayor énfasis, al momento de reinsertarse a la
sociedad (Lagarde, 2005).
El proceso de recuperación para la reinserción social de las mujeres
privadas de libertad se basa en el sistema de ejes de tratamiento,
establecido en el Reglamento del Sistema Nacional de Rehabilitación
Social (Ministerio de Justicia, Derechos Humanos y Cultos, 2017); sin
embargo, el sistema de tratamiento ejecutado en el Centro de
Rehabilitación Social de Portoviejo difiere de lo estipulado por el
reglamento anterior, ya que este centro solo utiliza cuatro áreas: laboral,
educativo, psicológico y vinculación familiar y social, lo que pone en
evidencia las falencias en el proceso de recuperación y reinserción social
de las PPL; aseveración que se ratifica mediante la entrevistas realizadas,
criterios que merodean la real intervención al no contar con un plan
psicoterapéutico regido por protocolos que marquen una ruta de procesos
sistematizados.
La Constitución del Ecuador del año 2008, en su artículo 201,
manifiesta que el sistema de rehabilitación social tendrá como finalidad la
rehabilitación integral de las personas sentenciadas penalmente para
reinsertarlas en la sociedad, así como la protección de las personas
privadas de libertad y la garantía de sus derechos (Asamblea
Constituyente del Ecuador, 2008). En este artículo se plantea: “El sistema
de rehabilitación social tendrá como finalidad la rehabilitación integral de
las personas sentenciadas penalmente para reinsertarlas en la sociedad, así
como la protección de las personas privadas de libertad y la garantía de
sus derechos (Asamblea Constituyente del Ecuador, 2008). Este artículo
no se cumple en su totalidad dentro del centro de rehabilitación debido a
que no se da una rehabilitación integral a las PPL por la falta de
herramientas y procesos adecuados para lograrlo; escenario preocupante,
puesto que cada vez se incrementa más el número de personas recluidas
en los centros penitenciarios, según cifras derivadas del Ministerio de
Justicia, Derechos Humanos y Cultos (Ministerio de Justicia, Derechos
Humanos y Cultos, 2019).
El análisis planteado permitió arribar a las conclusiones siguientes:
Se denota falencia en el tratamiento para reinserción social de las
reclusas, no se evidencia una ruta de procesos sistemáticos que garanticen
la recuperación y autovalía afín de que las internas encaren con decisión
y seguridad la integración a la sociedad. Es necesario que se establezcan
protocolos que demanden el planteamiento de estrategias de
afrontamiento efectivas, encaminadas a brindar una atención integral, que
tengan como base el restablecimiento de la autoestima.
Los factores influyentes en el detrimento de la autoestima están
asociados al rechazo y desvaloración de sus propias capacidades, se suma
a esto, la mirada de la sociedad que juzga y condena.
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Se denota una escasa intervención en el fortalecimiento de la
autoestima de las PPL; es necesario que en condiciones de privación de
libertad la persona entre en un proceso de atención individualizada, que
consista en la evaluación, diagnóstico y puesta en marcha de un
tratamiento adecuado a las necesidades de estas, mediante terapia
cognitiva conductual que permita elevar su autoestima mediante
reestructuración de pensamientos negativos a positivos, dirigidos a
fomentar la percepción de mismo y por lo tanto, esta meta fortalece
resultados en el proceso de reinserción social.
Se puede mencionar el fallo de la labor rehabilitadora de la cárcel, la
precariedad de la infraestructura carcelaria, el hacinamiento inapropiado
para generar un ambiente tendiente a la rehabilitación; aspectos latentes
en el Centro de Rehabilitación Social de Portoviejo. Es necesario poner
en marcha procesos enfocados a generar una verdadera rehabilitación y
reinserción social que cumpla con lo estipulado en la Ley ecuatoriana.
Esta investigación deja abierta la posibilidad del surgimiento de
nuevos estudios para seguir indagando sobre estas dos variables y aportar
nuevos datos.
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