1. Introducción
La calidad en la educación superior es un aspecto importante que está
recibiendo cada vez más atención por parte de los académicos y los
directivos, debido a las crecientes demandas derivadas de un contexto
social en constante cambio que exige mayor calidad de los servicios
educativos y superiores impactos sociales (Elazeem, 2019).
La calidad en una institución como la universidad se extiende al
conjunto de sus fines, los sistemas que la integran, los procesos que
desarrolla y los resultados que obtiene (Acuña, Romero & López, 2016).
La calidad según la norma internacional ISO 9000:2015, se define como
el grado en que un conjunto de características inherentes al servicio
educativo cumple con los requisitos asociados a las necesidades y
expectativas de los grupos de interés (Fontalvo & De La Hoz, 2018;
González & Ramírez, 2018; Negrete, Yépez, Maya, Naranjo & Caraguay,
2020).
Se considera que la búsqueda de la calidad es un proceso de gestión
particular que no debe ser reducido a un sistema de normas, sino que
precisa incorporar principios, modelos e indicadores que se relacionen con
las expectativas, proyecciones estratégicas y potencialidades de las
instituciones que se ocupan de sus logros a través de múltiples acciones
(Fontalvo & De La Hoz, 2018; Murillo, 2019).
Algunas de las razones para el uso de la calidad, en el ámbito de la
enseñanza superior y de la investigación, son: el aumento de la
participación de empresas globales como parte de la propuesta educativa,
el aumento de la demanda de proyectos descentralizados y globales y la
complejidad de los entornos en que se insertan los nuevos profesionales
(Acuña et al., 2016).
Para medir la calidad educativa de una universidad, el punto clave es
el proceso, es decir las fases y componentes de la actividad universitaria
y los elementos que en ella intervienen (Daher, Panunzio, Hernández &
Navarrete, 2018). La gestión por procesos planea mejorar la eficiencia y
eficacia de la organización para alcanzar los objetivos definidos y procura
trabajar en la satisfacción del cliente (Hernández & Mesa, 2019; Huapaya,
2019).
Los procesos de calidad están en relación directa con la gestión de
calidad, siendo este un indicador fundamental el cual da garantía de los
servicios brindados (López & Haumán, 2018). La aplicación de sistemas
de gestión de la calidad en organizaciones dedicadas a los servicios se ha
fortalecido en esta última década. Los sistemas de educación, incluyendo
la educación superior, no son la excepción (Hernández, Garay, Sherwood,
Rodríguez, Castañeda & de León, 2017; Higuera & Rugeles, 2019; Istriani
& Rahardja, 2019).
Numerosas instituciones de educación superior como estrategia
utilizan modelos genéricos de gestión de la calidad, basados en la norma
ISO 9001 y los premios a la excelencia, como es el Modelo de la
Fundación Europea para la Gestión de la Calidad (EFQM) como
herramienta para elevar la calidad de los procesos, evaluar el desempeño
organizacional y contribuir a la acreditación institucional (Roque, Guerra
& Escobar, 2016; Jaya, Quizhpe & Guerra, 2017).
La gestión de la calidad favorece la mejora continua de los procesos y
servicios que abarca la organización, incluye la interrelación de un
conjunto de elementos que interactúan entre sí para establecer políticas,
que permitan alcanzar los objetivos estratégicos y tengan influencia sobre
el desempeño de las organizaciones (Jaya et al., 2017; Vera, 2019).
El desempeño de una organización puede medirse por criterios
diferentes, entre ellos: productividad, ganancias, el crecimiento, la
producción, la reducción del costo, la estabilidad, la cohesión, la
reducción de defectos, el desarrollo de las personas, efectividad (el
progreso hacia el logro de la meta), actuación de calidad, creatividad, la
innovación, el perfil competitivo, la satisfacción del cliente y el desarrollo
de un producto exitoso (Abbeh, Donatus, & Azuka, 2019).
El criterio más frecuente para medir el desempeño de las
universidades es la enseñanza y el aprendizaje; sin embargo, la
investigación, vista como la capacidad de las universidades para generar
nuevos conocimientos, constituye un indicador básico para evaluar su
desempeño mediante rankings que clasifican a las universidades en
función de su producción científica (Machorro & Romero, 2017; Vernon,
Balas, & Momani, 2018; Peters, 2019).
La idea del ranking está asociada desde un punto de vista técnico a un
ordenamiento numérico en función de una variable, ya sea que se trate de
valores puramente cuantitativos (como el número de publicaciones
científicas) o de indicadores relacionales (como el número de
publicaciones por investigador) (García & Pita, 2018).
Los análisis realizados con los datos del ranking SCImago a las
universidades de Cuba en los últimos 5 años muestran un continuo
descenso en su posicionamiento en el ranking, como promedio de 25
lugares anuales por universidad según la evaluación internacional, a pesar
de los esfuerzos del estado cubano por aumentar la calidad de los procesos
de formación universitarios y la visualización de los resultados de las
investigaciones a nivel internacional en las revistas de alto impacto
(Linares, Mendoza, Martínez, Martínez, & Jannette, 2019).
En tal sentido, la mejora del proceso de gestión de la ciencia y la
innovación tecnológica se revela como una de las problemáticas de mayor
pertinencia investigativa en la actualidad cubana (Cruz, Estévez &
Zaragoza, 2020). El problema fundamental es la necesidad de un cambio
que permita un mejor desempeño institucional (Cruz et al., 2020).
En este contexto, los procesos de investigación precisan un
perfeccionamiento. La gestión de la ciencia y la innovación se ve limitada
desde la gestión financiera hasta el componente organizacional (Luna,
Ojeda, & Ruenes, 2017); y precisa de un enfoque de mejora continua
basado en metodologías que tengan como denominador común: la
identificación, caracterización, evaluación y mejoramiento de sus
procesos (Daher et al., 2018).
La universidad de ciencias médicas objeto de estudio no está ajena a
los problemas referidos con anterioridad, el diagnóstico realizado y lo
revisado en los informes de acreditación de carreras y especialidades
reveló no conformidades en el desempeño del Sistema de Ciencia e
Innovación Tecnológica; específicamente, en la calidad de los procesos
tanto de la asistencia como de la docencia; particularmente: la
implementación de un sistema de trazabilidad auditable; la eficiencia de
los procesos; el trabajo científico-metodológico; los mecanismos de
análisis, medición y mejora del componente de Ciencia e Innovación
Tecnológica.
Estos problemas adquieren una connotación superior si se tiene en
cuenta que la universidad de ciencias médicas en Cuba está integrada al