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e-ISSN 2528-8075/ VOL 5/No. 1/ENERO ABRIL/2020/pp. 47-54
Unidad de Cooperación Universitaria. Universidad Técnica de Manabí. Portoviejo. Ecuador
Conducta y resiliencia en pacientes drogodependientes recaídos de las comunidades
terapéuticas de Portoviejo durante el año 2019
Behavior and resilience in drug addicted patients relapsed from the therapeutic communities of
Portoviejo during year 2019
Mariuxi Lilibeth Ibarra Martillo
1
*
Bibian Bumbila García
2
Katherine Tarazona Meza
3
Resumen
La adicción a las drogas es una enfermedad que ha afectado a la sociedad durante años, y de manera más directa a las familias, que son
las que sufren las mayores consecuencias, en muchos casos fatales. El objetivo de esta investigación fue identificar problemas de conducta
y el nivel de resiliencia que tienen los pacientes que han recaido en la droga en las comunidades terapéuticas de la ciudad de Portoviejo
durante el año 2019. La metodología aplicada fue descriptiva y exploratoria, con enfoque cualitativo-cuantitativo. Se realizaron encuestas
y test de resiliencia en sesenta pacientes de las cuatro comunidades terapéuticas de esta ciudad. También se realizó una entrevista a los
cuatro psicólogos clínicos de estas instituciones. Estas técnicas revelaron que los niveles de resiliencia de los pacientes estudiados están
entre el promedio y el alto, y los directores de los centros terapéuticos han identificado sus cambios de comportamiento. Los resultados
obtenidos demostraron la necesidad de llevar a cabo acciones que contribuyan a mejorar la conducta de estos pacientes y permitan su
recuperación, lo que se puede lograr con una terapia adecuada.
Abstract
Drug addiction is a disease that has affected society for years, and more directly to families, who suffer the greatest consequences, in many
cases fatal. The objective of this research was to identify behavioral problems and the level of resilience that patients who have relapsed
to the drug have in the therapeutic communities of the city of Portoviejo during the year 2019. The applied methodology was descriptive
and exploratory, with a qualitative-quantitative approach. Surveys and resilience tests were carried out on sixty patients from the four
therapeutic communities in this city. An interview was also conducted with the four clinical psychologists from these institutions. These
techniques revealed that the resilience levels of the studied patients are between average and high, and the directors of the therapeutic
centers have identified their behavioral changes. The results obtained demonstrated the need to carry out actions that contribute to
improving the behavior of these patients and allow their recovery, which can be achieved with adequate therapy.
Palabras clave/Keywords
Resiliencia; drogadicción; conducta; reincidencia; adicción/Resilience; drug addiction; conduct; recidivism; addiction
*Dirección para correspondencia mariuxiibarra0410@gmail.com
Artículo recibido el 01 - 07 - 2020 Artículo aceptado el 15 - 07 - 2020 Artículo publicado el 29 - 07 - 2020
Conflicto de intereses no declarado.
Fundada 2016 Unidad de Cooperación Universitaria de la Universidad Técnica de Manabí, Ecuador.
1
Universidad Técnica de Manabí, Egresada carrera de Psicología, Facultad de Ciencias Humanísticas y Sociales, Portoviejo, Manabí, Ecuador, mariuxiibarra0410@gmail.com,
0939421492, https://orcid.org/0000-0002-7029-4150
2
Universidad Técnica de Manabí, Docente tiempo completo, Facultad de Ciencias Humanísticas y Sociales, Portoviejo, Manabí, Ecuador, bbumbila@utm.edu.ec, 0980871954,
https://orcid.org/0000-0001-8928-3219
3
Universidad Técnica de Manabí, Docente tiempo completo, Facultad de Ciencias Humanísticas y Sociales, Portoviejo, Manabí, Ecuador, kmeza@utm.edu.ec, 0939220592,
https://orcid.org/0000-0002-5126-3439
REVISTA RECUS. PUBLICACIÓN ARBITRADA CUATRIMESTRAL. EDICIÓN CONTINUA.UTM - ECUADOR
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Problemas de conducta y resiliencia en pacientes drogodependientes recaídos de las comunidades terapéuticas de Portoviejo
Ibarra Martillo, Bumbila García, Tarazona Meza
Unidad de Cooperación Universitaria. Universidad Técnica de Manabí. Portoviejo. Ecuador
1. Introducción
El uso de las drogas se remonta hacia el año 5000 a.C. Alrededor del
año 3.000 a.C ya se utilizaban algunos opiáceos, en Asia el cannabis.
Según registros arqueológicos se conoce que el cannabis era empleado
como fuente de fibras textiles en el año 4.000 a.C; sus propiedades
alucinógenas probablemente fueron descubiertas por primera vez en
Oriente. Algunos escritos chinos de hace 3.000 años indican que el
cannabis tomado en exceso hace ver monstruos, y que, su uso prolongado
en el tiempo puede comunicar con los espíritus y aligerar el cuerpo.
Actualmente es una de las drogas más consumidas en todo el mundo en
forma de marihuana, hachís y aceite de hachís (Agustí, 2013).
El uso de la coca, en América, como estimulante y analgésico, se
remonta hacia el año 5.000 a.C. La planta de la coca creció silvestre hasta
que en el siglo X comenzó a ser cultivada por los indios de Colombia que
la difundieron hacia el sur. Entre los Incas era una planta sagrada, utilizada
como analgésico en sus rituales (Agustí, 2013).
Hacia el año 3.000 a.C ya se usaban algunas sustancias opiáceas.
El opio, es un jugo de un tipo de amapola, sus funciones psicotrópicas
eran usadas como alimento, forraje o aceite; fue extendiéndose desde
Oriente Medio hacia la India, llegó a China en el siglo IX y a Europa
Occidental, para uso terapéutico, en el siglo XVI. De la amapola sale
también la morfina que fue aislada del opio en el siglo XIX para
sustituirlo, utilizada junto con la codeína en los tratamientos médicos. En
el siglo XIX se crea el primer opiáceo semisintético, la heroína; que fue
comercializado por la fábrica Bayer como sustituto del opio y la morfina,
y usado en los tratamientos de deshabituación; su alta adicción hizo que
se extendiera por todo el mundo (Agustí, 2013).
Aunque a veces las personas no lo reconocen, el alcohol, el tabaco y
el café también son considerados drogas, por la adicción que pueden crear
y las consecuencias que pueden ocasionar. Para Agustí (2013) la historia
de estas sustancias también se remonta al pasado; el alcohol se conoce
como la primera droga que existió, se piensa que cuando se almacenaba
la miel y esta fermentaba se producía el vino. El tabaco data de la cultura
maya en el año 2.000 a.C aproximadamente, aunque es probable que
estuviese presente en las antiguas organizaciones de Oriente. Por otro
lado, la cafeína es considerada la droga con más adicción en todo el
planeta. Aunque la planta de café existía desde hace miles de años en
Etiopía, su difusión empezó en Arabia en el siglo X; cuenta la leyenda que
un monje al observar cómo quedaban de excitados los animales después
de comer sus frutos decidió probarlos. En el siglo XVIII el café se propa
por Europa llegando a ser su producción el 70 % de la producción
mundial.
Las primeras aseveraciones sobre adicción a las drogas, se tienen a
través de Freud y Abraham, quienes con los instrumentos que tenían a la
mano para investigar en ese entonces (1905-1908), la definen como una
tentativa de buscar placer y aliviar tensiones cuando no se ha encontrado
otra vía de descarga (González, 1993).
A decir de Berruecos (2010), muchas personas han querido ver las
drogas como una salida a sus problemas sin prevenir sus consecuencias,
las asocian al vertiginoso cambio del mundo a nivel de la tecnología; sin
embargo su uso y abuso viene desde la antiguedad, esto conllevó a
bautizar la adicción a las drogas con el nombre de drogadicción.
Con la modernidad se le ha llamado farmacodependencia o
drogodependencia, es decir, ya no se le atribuía la sola adicción, sino la
dependencia de su consumo para lograr de alguna manera u otra, cierta
estabilidad emocional, la misma que tanto su incidencia como su
prevalencia se han modificado de manera radical.
Según Álvarez & Morales (2015), Luego de que las personas reciben
un tratamiento por problemas de abuso de drogas, es común que recaigan
en viejos patrones de consumo…”. Este autor también se refiere a que
desde hace algún tiempo, el porcentaje de recaídas de las personas que
están bajo estas condiciones, es muy parecido al resultado que existe de
otras enfermedades como la diabetes tipo I, la hipertensión y el asma, y
que por esa razón es importante reconocer las señales de alerta de una
reincidencia.
Recaída según Marlatt & Gordon (1985) “es la consecuencia que
experimenta una persona al exponerse ante una situación de riesgo sin ser
capaz de responder con las estrategias adecuadas de afrontamiento para
garantizar el mantenimiento de su abstinencia” (citado en Álvarez &
Morales, 2015). Los aspectos que caracterizan este patrón de conducta son
el excesivo involucramiento de la persona, la compulsión y persistencia a
consumir y la escasa habilidad para controlarse, sin medir las
consecuencias negativas que implica para él mismo o para quienes lo
rodean.
El término recaída tiene relación directa con la autoeficacia,
estimación o confianza percibida por la persona, sobre su capacidad y
habilidades para enfrentar situaciones en las cuales es posible consumir
drogas
si el sujeto emplea una respuesta de afrontamiento efectiva,
aumentará su nivel de autoeficacia y se reduce la probabilidad de
recaer; en cambio, si emite una respuesta que no resultó efectiva,
disminuirá su eficacia y sus expectativas positivas relacionadas, lo
que podría generar que regrese al consumo (Álvarez & Morales,
2015, p.148).
La regulación emocional también es un proceso que tiene relación
directa con las recaídas, se define como “toda estrategia dirigida a
mantener, aumentar o suprimir un estado afectivo en curso(citado en
Álvarez & Morales, 2015). El “… proceso de regulación emocional
implica el monitoreo, la evaluación, la supervisión y la modificación de
las reacciones emocionales con el fin de llevar a cabo las propias metas u
objetivos(Álvarez & Morales, 2015).
Para estos autores la motivación asociada con el proceso de recaídas
se puede comprender de dos maneras: la motivación positiva en búsqueda
del cambio y un buen comportamiento y la motivación hacia un
comportamiento negativo. Señalan también que enfocarse en resolver los
deseos opuestos de estas dos motivaciones permite que los individuos
exploren su propia significancia y sus decisiones (Álvarez & Morales,
2015). Para Silva (2005) existen dos sistemas que sustentan la motivación
y la emoción: el sistema de aproximación y el sistema de inhibición. El
primero se ha descrito como favorecedor de conductas apetitivas y como
generador de afectos positivos relacionados con el logro de metas. El
sistema de inhibición facilita al organismo el distanciarse de una fuente
aversiva de estimulación y organiza las respuestas apropiadas cuando es
confrontado con estímulos amenazantes”. De ahí la necesidad de tener en
cuenta la motivación en el proceso de recaída.
1.1. Resiliencia
La resiliencia es un tema de mucha importancia a tratar en pacientes
drogodependientes, especialmente en los que han recaído en las drogas.
El término resiliencia viene de la palabra en latín salire “saltar hacia
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atrás”, utilizada en las ciencias físicas y biológicas para significar la
capacidad que tiene un cuerpo físico de recuperar su forma luego de haber
sido expuesto a un impacto. Está basada en una actitud saludable frente a
la vida y a las dificultades que ella impone. Ser resiliente es ser capaz de
atravesar los momentos difíciles de la vida sin sufrir en su estructura
(Cordini, 2005).
Para otros autores resiliencia es la capacidad de resistir, demostrar
fuerza y no deformarse a pesar de las adversidades. Algunos factores
asociados a la resiliencia, son: capacidad para realizar planes realistas y
generar modos de acción en función a ellos; autovaloración positiva y
confianza en las habilidades propias; habilidades de comunicación y
solución de problemas; capacidad de manejar sentimientos e impulsos
fuertes (Moreno & Saiz, 2014).
El término resiliencia fue adoptado por las ciencias sociales para
referirse a aquellas personas que aunque han nacido y vivido en
situaciones de alto riesgo, tienen un desarrollo psicológico sano y son
individuos socialmente exitosos. En psicología la palabra implica que el
individuo traumatizado se sobrepone y se reconstruye. Se entiende como
la capacidad de recuperarse, sobreponerse y adaptarse con éxito frente a
la adversidad (González & Valdez, 2007).
Existen definiciones que hacen referencia a la resiliencia como la
conservación de los recursos con los que cuenta un individuo para
enfrentar la adversidad (mantenerse bien, sobrevivir). En otras situaciones
los individuos recuperan los recursos alterados, modificados o perdidos
como efecto del evento adverso (recuperación, resurgimiento) y otras
respecto a los resultados positivos que el individuo construye a partir de
los sucesos adversos por los que atraviesa (prosperar, crecer, mejorar)
(González & Valdez, 2015).
La resiliencia se puede notar con mucho más énfasis en personas que
han recaído en las drogas, las que al regresar a su vida habitual se dan
cuenta de todo lo que han perdido por la drogodependencia, algunos
pierden a su familia, sus pertenencias, objetos de valor, sus viviendas; esto
provoca un estado de depresión que en algunos casos les sirve como motor
para avanzar en sus metas y proyectos de vida, y en otros les ahonda su
crisis y vuelve más compleja su recuperación.
El término resiliencia es un constructo teórico relativamente nuevo en
el campo de la psicología; tiene en cuenta factores que propician que un
individuo se comporte de manera positiva y se sobreponga de manera
saludable a cualquier problema u obstáculo. La resiliencia es el resultado
de un equilibrio entre factores de riesgo, factores protectores y
personalidad de cada individuo, funcionalidad y estructura familiar, que
puede variar con el transcurso del tiempo y con los cambios de contexto;
implica algo más que sobrevivir al acontecimiento traumático o a los
sucesos adversos, incluye la capacidad de ser transformado por ellos e
incluso construir sobre ellos (Caldera, Aceves & Reynoso, 2016).
Para Gaxiola et al. (2011) la resiliencia se compone de al menos diez
atributos, que, combinados, permitirán que la persona supere los riesgos a
los que se enfrenta. Estos atributos son: 1) Afrontamiento: tendencia a
enfrentar los problemas y a buscar apoyo en caso de necesitarlo; 2)
Actitud positiva: enfoque positivo de la vida, disposición para aprender
de los problemas y de ser feliz a pesar de las adversidades cotidianas; 3)
Sentido del humor: disposición a sonreír a pesar de los problemas o
situaciones difíciles que esté enfrentando; 4) Empatía: entender y
compartir los estados emocionales o los contextos de las demás personas;
5) Flexibilidad: aceptación de los problemas como parte normal de la vida
y posibilidad para adaptarse a las pérdidas; 6) Perseverancia: esfuerzo
persistente para lograr metas a pesar de las dificultades y habilidad para
reajustarlas, aprender de las dificultades y reconocer el valor de la
adversidad; 7) Religiosidad: tendencia a enfrentar y conceptuar los
problemas con las creencias religiosas que se tengan; 8) Autoeficacia:
creencia en las propias capacidades para organizar y ejecutar acciones que
producirán determinados logros o resultados; 9) Optimismo: tendencia de
las personas a esperar resultados positivos y favorables en sus vidas; y 10)
Orientación a la meta: tener metas y aspiraciones en la vida y hacer lo
necesario para lograrlas (citado en Márquez et al., 2016).
Para los pacientes drogodependientes y con recaídas, todos los
aspectos analizados se vuelven un conflicto, debido a que en su situación
se mezclan la depresión, la angustia, la desesperación por salir del
problema, el sentimiento de culpa que generalmente tienen, no por lo que
consumieron, sino por lo que hicieron. La religiosidad, el sentido del
humor y el optimismo, son los factores que los mantienen con su deseo de
recuperarse.
1.2. Problemas de conducta
Es común referirse a los problemas de conducta como el desorden
negativista desafiante, la conducta agresiva e incluso el déficit de atención
con o sin hiperactividad. Sin una intervención apropiada, es usual
observar que los problemas de conducta se transforman en
comportamiento antisocial o en consumo de drogas. Es importante
interrumpir la progresión hacia este tipo de comportamiento a partir de
intervenciones exitosas (Morales & Vázquez, 2014).
La American Psychiatric Association en el año 2000 definió los
trastornos de conducta como:
un patrón de comportamiento persistente caracterizado por la
violación de los derechos de los demás o de las principales
normas apropiadas para la edad y por lo general, se diagnostica
después de 9 años de edad y antes de los 18 años. Ejemplos de
estos comportamientos incluyen la agresión, destrucción de la
propiedad y el robo (citado en Romero et al., 2016).
Actualmente, los problemas de conducta siguen siendo un tema de
preocupación debido a las consecuencias negativas que llevan asociadas,
tales como el bajo rendimiento académico, mayor riesgo de deserción
escolar, el rechazo de los compañeros, y la disminución de la motivación.
En congruencia con estos autores, estos trastornos de conducta se
presentan más en los pacientes drogodependientes recaídos, debido a que
cambian sus estados de ánimo, sus acciones se ven limitadas en muchos
casos a la agresividad, faltas de respeto personas de su entorno, lo cual
puede desencadenar en convertirse en un ente antisocial, donde la
resiliencia se convierte en su única salida de la crisis.
Existen dos tipos de factores de riesgo predominantes relacionados a
los actos violentos que cometen los jóvenes de gritar, golpear objetos,
personas, portar armas o haber sido arrestados: 1) los factores
relacionados con adicciones (drogas o alcohol) y 2) la violencia dentro del
hogar o en el entorno cercano (violencia genera violencia). Actos de
violencia más graves (portar armas o haber sido arrestados) presentan una
mayor correlación con factores relacionados a las adicciones, mientras
que actos violentos menos graves (gritar o golpear) presentan correlación
tanto con factores relacionados con las adicciones como con factores
relacionados con la violencia en el entorno (Mancha & Ayala, 2018).
Son muchos los factores explicativos implicados en una conducta
violenta, esta se caracteriza por su complejidad y su diversidad expresiva,
siendo imposible abarcar todos los tipos de violencia que pueden darse en
la sociedad (Muñoz & Manzanero, 2016).
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La adolescencia es una etapa de la vida donde los individuos son más
proclives a tener una conducta violenta, por ser una etapa de transición
que conlleva a múltiples cambios físicos, cognoscitivos y psicosociales.
Cuando estos cambios se combinan con problemas familiares y/o
contextos ambientales desfavorables, esto puede influir en que los
adolescentes presenten diversos problemas de comportamiento, entre
ellos conductas antisociales y, como consecuencia, lleguen a involucrarse
en actos delictivos. La conducta antisocial hace referencia, básicamente,
a una serie de actos que infringen las reglas o normas sociales y/o sean
una acción contra los demás, independientemente de su gravedad o de las
consecuencias que a nivel jurídico puedan acarrear (Rivera & Cahuana,
2016).
Es la adolescencia la etapa en la que, por el ímpetu de la edad, las
curiosidades y las tentaciones que le presenta el entorno donde vive el
individuo, donde un considerable porcentaje de personas consume por
primera vez, y en la gran mayoría de los casos, no es la única, lo que se
vuelve un gran problema para sus familiares y sobre todo para su vida, ya
que los jóvenes no miden las consecuencias de sus actos y terminan
envueltos en el círculo de la adicción a las drogas.
1.3. Pacientes drogodependientes
El consumo de sustancias legales e ilegales y las correspondientes
conductas adictivas representan en la actualidad un problema emergente
de salud pública por el que atraviesa la mayoría de los países en el mundo.
Por su magnitud, trascendencia, vulnerabilidad y factibilidad, este evento
biopsicosocial causa daños a la salud en particular y a la sociedad en
general, dificultando la coexistencia, la vida productiva y la paz (Mojarro,
Herrera & Servín, 2017).
El déficit de conocimientos y de formación de los profesionales junto
con la falta de diseño e implementación de un protocolo multidisciplinar
para tratar a una persona consumidora de sustancias adictivas, en
ocasiones, impide realizar una valoración inicial del paciente, adecuada al
tipo de dependencia. En relación al tratamiento de los pacientes con
problemas de abuso de drogas, aunque una gran mayoría de los estudios
coinciden en que la falta de formación de los profesionales afecta el
cuidado que reciben los drogodependientes, no todos los autores tienen el
mismo criterio (Molina et al., 2013). Por ello es importante contar con un
equipo de expertos dentro del área que atiende las adicciones; esto
constituye un apoyo esencial dentro del proceso de recuperación de los
pacientes drogodependientes, puesto que permite aplicar técnicas y
terapias específicas dentro de su tratamiento.
Portero (2015) analiza los criterios DSM-IV (sistema de clasificación
de los trastornos mentales) para el abuso de sustancias como:
A. Un patrón anormal de consumo de sustancias que conlleva una
afección o molestias clínicamente significativas, expresado por uno
(o más) de los ítems siguientes durante un lapso de tiempo de un
año:
1. consumo periódico y continuo de sustancias, que origina el
incumplimiento de deberes en el ámbito laboral, los estudios o en
su hogar (p. ej., ausencias repetidas o rendimiento pobre
relacionados con el consumo de sustancias; ausencias,
suspensiones o expulsiones de la escuela relacionadas con la
sustancia; descuido de los niños o de las obligaciones de la casa)
2. consumo recurrente de la sustancia en situaciones en las que
hacerlo es físicamente peligroso (p. ej., conducir un auto o
maniobrar una máquina bajo los efectos de la sustancia)
3. problemas con la ley de manera recurrente, relacionados con
la sustancia (p. ej., arrestos por comportamiento escandaloso
debido al consumo de la sustancia)
4. consumo seguido de la sustancia, aún con los problemas
sociales continuos o recurrentes o problemas con sus semejantes
causados o exacerbados por los efectos de la sustancia (p. ej.,
discusiones con miembros de su familia en torno a las
consecuencias de la intoxicación, o violencia física)
B. Los síntomas no han llegado a los niveles de los criterios para
considerarse dependiente de esta clase de sustancia.
Los diagnósticos reconocidos en el DSM-IV para drogas se muestran
en la tabla 1:
Tabla 1.
Diagnósticos reconocidos en el DSM-IV para drogas
Fuente: Portero (2015)
Según De la Cruz, Gimeno & Esteban (2002) Las drogas adictivas
activan el sistema de recompensa incrementando la neurotransmisión de
dopamina. De forma similar a la heroína y a la cocaína otras drogas como
la nicotina y el alcohol activan esta vía, aunque en ocasiones
indirectamente. Aunque cada droga tiene un mecanismo de acción
diferente, todas producen intoxicación, síntomas y consecuencias muy
similares.
1.4. Circulo de la drogodependencia
Según González (1993), la drogodependencia se mueve con una
dinámica especial que se refiere a cuatro puntos específicos: el ansia:
deseo de drogarse, necesidad imperiosa de consumir sustancias; la
compulsividad: sensación de obligatoriedad e inevitabilidad, fenómeno
similar a otras manifestaciones de la psicopatología general; la
externalización: sentir como un mecanismo de defensa característico de
los adictos y en psicópatas sociales, y por último, el círculo vicioso:
característica importante en el proceso adictivo, es la tendencia a
agravarse con cada ocasión de consumo.
Los sujetos se envuelven en ideas relacionadas con la posibilidad de
recaer en el consumo, y al mismo tiempo reconocen las consecuencias que
les esperan y el encuentro con el otro yo a través de su rol como persona
ante la sociedad. Las personas reconocen su deseo de volver a consumir
droga, que se hace más persistentes al presentarse síntomas físicos como
náuseas, taquicardias, incomodidades y sensaciones de desesperación, por
no tener la droga (Bustamante et al., 2008).
Dependencia Intoxicación Abstinencia
Alcohol X X X
Nicotina X X
Cafeína X
Cannabis X X X
Cocaína X X X
Opiáceos X X X
Alucinógenos
(psicodélicos)
X X X
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Ibarra Martillo, Bumbila García, Tarazona Meza
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El circulo de la drogodependencia se encuentra con mayor incidencia
en lugares urbano marginales, porque cuando el paciente sale de la
recuperación, va a seguir con su mismo circulo de amistades y su entorno
social, donde seguramente van a estar los que consumían con él, por lo
tanto, va a estar tentado a volver a consumir. En casos de otros sectores
de una ciudad, o con personas pudientes muchas veces no suele suceder
esto, sus familiares los envían luego de su recuperación a otro país para
que se alejen del círculo vicioso donde estaba.
La relación entre el consumo de drogas y el desarrollo de conductas
violentas está bien establecida en la actualidad. Numerosos estudios
muestran altas tasas de violencia entre los pacientes drogodependientes
que acuden a tratamiento. Los pacientes adictos con conductas violentas
asociadas presentan una mayor gravedad en su adicción, un mayor grado
de consumo de sustancias, un mayor número de síntomas
psicopatológicos asociados y un mayor grado de inadaptación a la vida
cotidiana (Fernández, Arteaga & López, 2014).
La drogodependencia es un estado de intoxicación repetitiva o
crónica, causada por el consumo continuo de una droga natural o sintética
Del Mazo et al. (2008); es un estado caracterizado por el fuerte deseo de
seguir consumiendo la droga y conseguirla de cualquier manera, propenso
a aumentar la dosis, depende de formas físicas y psíquicas, con síndrome
de abstinencia si llegase a retirarse de su consumo, y con efectos letales
para la persona y la sociedad.
El denominado modelo biopsicosocial es, según expertos, el modelo
de referencia ideal para abordar la drogodependencia. La conducta
adictiva (el abuso de drogas) no puede reducirse a un evento neuroquímico
que ocurre en el cerebro. La probabilidad de que una persona consuma
droga o llegue a ser adicto no está relacionada sólo con las propiedades
biológicas de la sustancia, influye también su grado de vulnerabilidad (en
el que el sustrato biológico es uno de sus componentes), el contexto en el
que el individuo se desenvuelve y los procesos de reforzamiento
implicados (Fernández & Secades, 2007).
El consumo inicial y experimental puede ser voluntario, pero cuando
la adicción se desarrolla se pierde el control. Bajo los efectos de las drogas
se experimentan cambios que afectan el estado físico, mental y social de
la población adicta. Cuando el individuo dependiente suprime el consumo
de una o más drogas se manifiesta el síndrome de abstinencia cuyos
efectos y duración varían en función de la sustancia consumida y del
tiempo que el paciente lleva consumiéndola. El período de abstinencia
durante el tratamiento por drogadicción es especialmente crítico para la
salud oral, principalmente debido a un déficit en los hábitos de higiene.
La abstinencia se manifiesta por un fuerte deseo a consumir la droga,
extrema necesidad de dormir, pensamiento suicida y paranoia. El proceso
de recuperación de la población consumidora de drogas utiliza con
frecuencia medicación prescrita por psiquiatras para el tratamiento de
ansiedad, agitación y alucinaciones (Rotemberg et al., 2018).
El ser humano puede hacerse dependiente de una amplia diversidad de
objetos y hasta de sujetos. La situación de dependencia a las drogas
requiere información tanto para quienes deciden no consumir como para
quienes enfrentan problemas por uso o abuso. Los conceptos de uso y
abuso de drogas son importantes, así como la relación de dependencia que
puede llegar a transformar la conducta del individuo adicto en función de
procurar la sustancia que pretende consumir (Riva et al., 2014).
La mujer drogodependiente, en ocasiones, presenta problemas
biopsicosociales asociados al consumo de drogas que complica su
tratamiento, haciéndolo menos accesible. Dichas características hacen que
la evolución del consumo de las mujeres y sus necesidades específicas
condicionen su tratamiento. A nivel fisiológico suelen llegar a tratamiento
con mayor severidad de sintomatología en comparación con los hombres.
Algunos estudios indican que las intoxicaciones por consumo de alcohol
y el síndrome de abstinencia se presentan con mayor severidad en mujeres
que en hombres. El trastorno por uso de sustancias está a menudo asociado
a trastornos de la alimentación, depresión, trastornos de ansiedad,
trastornos de la personalidad y/o trastorno por estrés postraumático. La
presencia de patología dual dificulta el tratamiento para la
drogodependencia, lo que indica la necesidad de detectar y atender de
forma simultánea ambos trastornos (Ruiz & Chulkova, 2016).
Esta investigación surge producto de las prácticas preprofesionales
realizadas en los estudios univeristarios de la carrera en Licenciatura en
Psicología. Donde se pudo comprobar que no existen estudios previos
sobre el tema en estas comunidades, a pesar de ser de gran relevancia para
las personas, las familias y la sociedad.
El objeto de estudio de esta investigación fue la resiliencia, teniendo
como problema científico: ¿cuáles son los niveles de resiliencia que tienen
los pacientes drogodependientes recaídos en los centros terapéuticos de
Portoviejo?.
El análisis realizado es la base para llevar a cabo acciones que
contribuyan a mejorar la recuperación de las personas drogodependientes
en las comunidades terapéuticas de Portoviejo.
2. Materiales y Métodos
El trabajo tuvo una duración de seis meses, se estudiaron cuatro
centros terpéuticos de Portoviejo: Alghani, Cetad Portoviejo, Cetad Jesús
amigo mío y Cetad Amancer de la esperanza.
La metodología que se utilizó fue descriptiva y exploratoria, con
enfoque cualitativo-cuantitativo. Se emplearon como técnicas: la encuesta
y la entrevista, se tomó como base el formato del test de resiliencia SV-
RES para jóvenes y adultos (Saavedra & Villalta, 2008).
Se aplicó una entrevista a los cuatro Psicólogos Clínicos de cada
comunidad terapéutica, que fueron escogidos para conocer la incidencia
de los problemas de conducta y además una encuesta a pacientes
drogodependientes de las comunidades terapéuticas.
La población identificada fue de 104 personas de las cuatro
comunidades, la muestra seleccionada fue aleatoria y probabilística, de 15
pacientes por comunidad más los directores de cada comunidad
terapéutica, para un total de 64 personas.
El rango de edades de los pacientes fue entre 25 y 35 años y el ingreso
y la recolección de datos fue legalmente autorizada por los directores de
los centros terapéuticos en estudio
3. Resultados
3.1. Análisis de actitudes de los pacientes según
encuestas
Se realizó un estudio de las emociones. De acuerdo a los datos
obtenidos en el análisis, el 75 % de los encuestados han tenido cambios
de emociones de un momento a otro, mientras que el 25% no ha sentido
lo mismo. Esto significa que 45 de los pacientes encuestados tienen
cambios repentinos de su estado emocional. En la figura 1 se observan
estos resultados.
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Figura 1. Cambio de emociones.
Fuente: Elaboración propia a partir del resultado de las encuestas
aplicadas a pacientes de las comunidades terapéuticas.
En el análisis del estado de ánimo el 75 % de los encuestados
aseguran que sus decisiones dependen mucho de su estado de ánimo,
mientras que un 25 % no lo considera así. Como se muestra en la figura
2. Es con referirse a dichos problemas como el desorden negativista
desafiante, la conducta agresiva e incluso el déficit de atención con o sin
hiperactividad. Sin una intervención apropiada, es usual observar que los
problemas de conducta se transforman en comportamiento antisocial o de
consumo de drogas.
Figura 2. Toma de decisiones según estado de ánimo.
Fuente: Elaboración propia a partir del resultado de las encuestas
aplicadas a pacientes de las comunidades terapéuticas.
El 78 % de los encuestados ha tenido problemas con otras personas,
y un 22 % no lo ha tenido. Esto se refleja en la figura 3.
Figura 3. Problemas con otras personas.
Fuente: Elaboración propia a partir del resultado de las encuestas
aplicadas a pacientes de las comunidades terapéuticas.
De acuerdo a los resultados obtenidos con respecto a hacer cosas
fuera de la ley, el 81 % de los encuestados, 49 de los pacientes respondió
que sí han hecho cosas fuera de la ley, mientras que el 19 % no como se
muestra en la figura 4.
Figura 4. Hacer cosas fuera de la ley
Fuente: Elaboración propia de las autoras
El 85% de los encuestados afirma que necesita ser querido por los
demás, mientras que el 15% no lo necesita, como se puede ver en la figura
5.
Figura 5. Necesidad de ser querido por otras personas.
Fuente: Elaboración propia a partir del resultado de las encuestas
aplicadas a pacientes de las comunidades terapéuticas.
3.2. Análisis del test de resiliencia de las
comunidades
De acuerdo a los datos obtenidos del test aplicados a los pacientes de
las cuatro comunidades en estudio, el 47% de los pcientes tienen un nivel
promedio de resiliencia; un 31 % tienen un nivel alto y un 22 % tiene un
nivel bajo, como se observa en la figura 6.
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Figura 6. Niveles de resiliencia en comunidades terapéuticas.
Fuente: Elaboración propia a partir de los resultados del test de
resiliencia aplicado en las comunidades terapéuticas.
En la entrevista que se realizó a los cuatro psicólogos de los centros
terapéuticos se obtuvieron los siguientes resultados:
1. Problemas de conducta que presentan los pacientes: Los
principales problemas de conducta que presentan los pacientes
recaidos son agresividad, se comportan desafiantes,
manipuladores y con poca predisposición de ánimo.
2. Formas de promover la resiliencia: Los profesioanles
concuerdan que para promover la resiliencia, no se debe emitir
juicios, no hay que victimizarlos, no cuestionarlos y sobre todo
establecer factores de protección para que se sientan seguros.
3. Frecuencia de casos de pacientes recaídos: Se reciben casos de
recdas con mucha frecuencia, actuando enseguida con una
atención integral.
4. Importancia de fomentar la resiliencia: Es de mucha importancia
que se desarrolle resiliencia en esta clase de situaciones adversas
para que puedan tener un control emocional.
5. Estrategias aplicadas en la terapia: Se ejecutan técnicas como la
psicoeducación, videos foro, manejo y cotrol de pensamientos
automáticos, identificación de factores de protección, refuerzo
de su autoestima y tolerancia a la frustración.
6. Predisposición a recibir capacitaciones en el tema resiliencia:
Los entrevistados contestaron que tienen toda la predisposición
para recibir capacitaciones y actualizarse en temas de resiliencia,
para poder transmitir estas enseñzansas dentro de sus terapias
como medidas de sostenimeinto emocioanl y autocontrol para
ellos.
4. Discusión
Los instrumentos aplicados durante la investigación prueban que los
pacientes de las cuatro comunidades terapéuticas, tienen un nivel de
resiliencia con valores promedio y alto. Esto prueba que pese a haber
sufrido una recaída en sus adicciones, tienen la convicción que pueden
salir de este estadío y superarlo, contraponiéndose a la teoría de
Bustamante et al. (2008) que expresaban que los sujetos se encierran en
sus conceptos de que volverán a recaer en la adicción, más allá de las
consecuencias que atribuyen a la sociedad en general.
Los psicólogos tienen identificados los cambios de conducta que
presentan los pacientes recaídos, cuyas características son pasivo-
agresivas, en otros casos desafiantes, manipuladoras, los cuales llegan con
otro tipo de expectativas y su tratamiento es diferente, tienen temor a ser
violentados por haber incurrido nuevamente en su adicción.
Se debe evitar emitir juicios de valor sobre estos pacientes, no
victimizarlos, no cuestionarlos y sobre todo establecer factores de
protección.
Deben llevarse a cabo estrategias para reforzar su autoestima y
tolerancia a la frustración. Es importante fomentar la resiliencia para que
enfrenten situaciones adversas y tengan medidas de autocontrol,
utilizando video foros, psicoeducación, manejo y control de pensamientos
automáticos. Para esto es necesaria la capacitación permanente en estas
temáticas, lo que concuerda con Molina et al. (2013), los que plantean que
el poco conocimiento y la poca formación de los profesionales junto con
la falta de diseño e implementación de un protocolo multidisciplinar, para
tratar a una persona consumidora de sustancias adictivas, en ocasiones,
impiden realizar una valoración inicial del paciente, adecuada al tipo de
dependencia.
Los pacientes aseguran haber experimentado cambios de su conducta
en su recaída, ejemplo de ello son los cambios de emociones constantes y
repentinos, el proceso de toma de decisiones se ha visto afectado por su
estado de ánimo y esto ha provocado problemas en sus relaciones
interpersonales, algunos manifiestan haber realizado actos fuera de la ley
y sienten la necesidad de ser queridos por otras personas. Algunos de estos
comportamientos negativos incluyen la agresión, destrucción de la
propiedad y el robo. Actualmente, los problemas de conducta siguen
siendo un tema de preocupación progresiva debido a la multitud de
consecuencias negativas que llevan asociados, como el bajo rendimiento
académico, un mayor riesgo de deserción escolar, el rechazo de los
compañeros y la disminución de la motivación (Romero et al., 2016).
Se puede concluir que existen problemas de conducta asociados a la
reincidencia en el consumo de las drogas. Entre los que más destacan se
encuentran los cambios emocionales, los problemas con las presonas de
su entorno y la realización de actos fuera de la ley. La resiliencia es un
factor preponderante dentro del proceso de recuperación de los pacientes
drogodependientes recaídos, si es bien llevada y con una terapia adecuada
se convierte en una ayuda especial para estas personas, debido a sus
consecuencias y resultados ya probados a escala mundial en estos casos.
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Agradecimientos
El agradecimiento especial va para las comuidades Alghani, El
amanecer de la esperanza, CETAD Jesus Amigo Mio y “CETAD
Portoviejo”, por el apoyo brindado a esta investigación.