atrás”, utilizada en las ciencias físicas y biológicas para significar la
capacidad que tiene un cuerpo físico de recuperar su forma luego de haber
sido expuesto a un impacto. Está basada en una actitud saludable frente a
la vida y a las dificultades que ella impone. Ser resiliente es ser capaz de
atravesar los momentos difíciles de la vida sin sufrir en su estructura
(Cordini, 2005).
Para otros autores resiliencia es la capacidad de resistir, demostrar
fuerza y no deformarse a pesar de las adversidades. Algunos factores
asociados a la resiliencia, son: capacidad para realizar planes realistas y
generar modos de acción en función a ellos; autovaloración positiva y
confianza en las habilidades propias; habilidades de comunicación y
solución de problemas; capacidad de manejar sentimientos e impulsos
fuertes (Moreno & Saiz, 2014).
El término resiliencia fue adoptado por las ciencias sociales para
referirse a aquellas personas que aunque han nacido y vivido en
situaciones de alto riesgo, tienen un desarrollo psicológico sano y son
individuos socialmente exitosos. En psicología la palabra implica que el
individuo traumatizado se sobrepone y se reconstruye. Se entiende como
la capacidad de recuperarse, sobreponerse y adaptarse con éxito frente a
la adversidad (González & Valdez, 2007).
Existen definiciones que hacen referencia a la resiliencia como la
conservación de los recursos con los que cuenta un individuo para
enfrentar la adversidad (mantenerse bien, sobrevivir). En otras situaciones
los individuos recuperan los recursos alterados, modificados o perdidos
como efecto del evento adverso (recuperación, resurgimiento) y otras
respecto a los resultados positivos que el individuo construye a partir de
los sucesos adversos por los que atraviesa (prosperar, crecer, mejorar)
(González & Valdez, 2015).
La resiliencia se puede notar con mucho más énfasis en personas que
han recaído en las drogas, las que al regresar a su vida habitual se dan
cuenta de todo lo que han perdido por la drogodependencia, algunos
pierden a su familia, sus pertenencias, objetos de valor, sus viviendas; esto
provoca un estado de depresión que en algunos casos les sirve como motor
para avanzar en sus metas y proyectos de vida, y en otros les ahonda su
crisis y vuelve más compleja su recuperación.
El término resiliencia es un constructo teórico relativamente nuevo en
el campo de la psicología; tiene en cuenta factores que propician que un
individuo se comporte de manera positiva y se sobreponga de manera
saludable a cualquier problema u obstáculo. La resiliencia es el resultado
de un equilibrio entre factores de riesgo, factores protectores y
personalidad de cada individuo, funcionalidad y estructura familiar, que
puede variar con el transcurso del tiempo y con los cambios de contexto;
implica algo más que sobrevivir al acontecimiento traumático o a los
sucesos adversos, incluye la capacidad de ser transformado por ellos e
incluso construir sobre ellos (Caldera, Aceves & Reynoso, 2016).
Para Gaxiola et al. (2011) la resiliencia se compone de al menos diez
atributos, que, combinados, permitirán que la persona supere los riesgos a
los que se enfrenta. Estos atributos son: 1) Afrontamiento: tendencia a
enfrentar los problemas y a buscar apoyo en caso de necesitarlo; 2)
Actitud positiva: enfoque positivo de la vida, disposición para aprender
de los problemas y de ser feliz a pesar de las adversidades cotidianas; 3)
Sentido del humor: disposición a sonreír a pesar de los problemas o
situaciones difíciles que esté enfrentando; 4) Empatía: entender y
compartir los estados emocionales o los contextos de las demás personas;
5) Flexibilidad: aceptación de los problemas como parte normal de la vida
y posibilidad para adaptarse a las pérdidas; 6) Perseverancia: esfuerzo
persistente para lograr metas a pesar de las dificultades y habilidad para
reajustarlas, aprender de las dificultades y reconocer el valor de la
adversidad; 7) Religiosidad: tendencia a enfrentar y conceptuar los
problemas con las creencias religiosas que se tengan; 8) Autoeficacia:
creencia en las propias capacidades para organizar y ejecutar acciones que
producirán determinados logros o resultados; 9) Optimismo: tendencia de
las personas a esperar resultados positivos y favorables en sus vidas; y 10)
Orientación a la meta: tener metas y aspiraciones en la vida y hacer lo
necesario para lograrlas (citado en Márquez et al., 2016).
Para los pacientes drogodependientes y con recaídas, todos los
aspectos analizados se vuelven un conflicto, debido a que en su situación
se mezclan la depresión, la angustia, la desesperación por salir del
problema, el sentimiento de culpa que generalmente tienen, no por lo que
consumieron, sino por lo que hicieron. La religiosidad, el sentido del
humor y el optimismo, son los factores que los mantienen con su deseo de
recuperarse.
1.2. Problemas de conducta
Es común referirse a los problemas de conducta como el desorden
negativista desafiante, la conducta agresiva e incluso el déficit de atención
con o sin hiperactividad. Sin una intervención apropiada, es usual
observar que los problemas de conducta se transforman en
comportamiento antisocial o en consumo de drogas. Es importante
interrumpir la progresión hacia este tipo de comportamiento a partir de
intervenciones exitosas (Morales & Vázquez, 2014).
La American Psychiatric Association en el año 2000 definió los
trastornos de conducta como:
…un patrón de comportamiento persistente caracterizado por la
violación de los derechos de los demás o de las principales
normas apropiadas para la edad y por lo general, se diagnostica
después de 9 años de edad y antes de los 18 años. Ejemplos de
estos comportamientos incluyen la agresión, destrucción de la
propiedad y el robo (citado en Romero et al., 2016).
Actualmente, los problemas de conducta siguen siendo un tema de
preocupación debido a las consecuencias negativas que llevan asociadas,
tales como el bajo rendimiento académico, mayor riesgo de deserción
escolar, el rechazo de los compañeros, y la disminución de la motivación.
En congruencia con estos autores, estos trastornos de conducta se
presentan más en los pacientes drogodependientes recaídos, debido a que
cambian sus estados de ánimo, sus acciones se ven limitadas en muchos
casos a la agresividad, faltas de respeto personas de su entorno, lo cual
puede desencadenar en convertirse en un ente antisocial, donde la
resiliencia se convierte en su única salida de la crisis.
Existen dos tipos de factores de riesgo predominantes relacionados a
los actos violentos que cometen los jóvenes de gritar, golpear objetos,
personas, portar armas o haber sido arrestados: 1) los factores
relacionados con adicciones (drogas o alcohol) y 2) la violencia dentro del
hogar o en el entorno cercano (violencia genera violencia). Actos de
violencia más graves (portar armas o haber sido arrestados) presentan una
mayor correlación con factores relacionados a las adicciones, mientras
que actos violentos menos graves (gritar o golpear) presentan correlación
tanto con factores relacionados con las adicciones como con factores
relacionados con la violencia en el entorno (Mancha & Ayala, 2018).
Son muchos los factores explicativos implicados en una conducta
violenta, esta se caracteriza por su complejidad y su diversidad expresiva,
siendo imposible abarcar todos los tipos de violencia que pueden darse en
la sociedad (Muñoz & Manzanero, 2016).