1. Introducción
La mayoría de los países de Latinoamérica se han visto enfrentados a
problemas de crisis financieras en los últimos tiempos, y más aún a finales
del año 2019 y en lo que transcurre del 2020, debido a la crisis sanitaria
del COVID-19, según la CEPAL (2020), que asegura que el Producto
Interno Bruto (PIB) tendrá un retroceso de diez años. A decir de los
autores, esto perjudica enormemente a la economía y más aún a las
microempresas al no poder subsistir en el mercado si no tienen una
sustentabilidad económica que les permita afrontar estos cambios y seguir
siendo parte de la dinamización de la economía de un país.
En los últimos años se han diversificado las instituciones financieras
para el sector de microempresas, mediante diferentes proyectos ya sean
gubernamentales y de la sociedad civil, los cuales difieren no solo a los
servicios financieros prestados, sino en su práctica organizativa (Conde,
2003).
Las pequeñas y medianas empresas (pymes) que inician operaciones
o que se encuentran operando en Ecuador se enfrentan a diversos
problemas desde su período preoperativo, siendo el más destacable la
inversión financiera requerida tanto para iniciar como para mantenerse los
primeros años en el mercado (Santana, 2016).
La duración y la estabilidad económica depende en muchos casos del
uso de financiamiento externo para sus operaciones, al menos en sus
primeros años de operación, llamado período crítico para lo cual es
necesario el sustento económico para poder inyectar capital y así cubrir
los costos de operación, mercadotecnia, gastos administrativos y de
ventas, para establecer un lugar en el mercado a pesar de contar con una
estructura organizacional simple (CEPAL, 2010).
Las pymes desarrollan un importante aporte en la dinamización
económica de una localidad, la creación de empleo, el desarrollo local y
regional y la cohesión social. Esto debido a las oportunidades de empleo
y subempleo que generan al comercializar bienes o servicios que
satisfagan las necesidades de la población (OCDE, 2018).
Se conoce que las pymes son parte de un segmento muy frágil y
vulnerable que deben estar a la vanguardia de los requerimientos del
entorno a fin de posicionarse en el mercado y atraer a más clientes, por lo
que deben buscar fuentes de financiamiento que les brinden las garantías
de crecimiento sostenibles a su realidad (Pavón, 2010).
Al respecto, Henderich (2017) afirma que “… para todas las empresas
el financiamiento es una herramienta muy importante pues en muchos de
los casos este suele ser el motor de la misma”. Es decir, a través de la
facilidad de financiamiento los negocios pueden establecer un nivel de
competitividad sostenible, pero es importante que las empresas tengan
establecido un plan estratégico dirigido a determinar el objeto de la
capitalización, que puede ser el aumento de productividad a través de la
adquisición de equipos innovadores y tecnológicos, o la incorporación de
personal capacitado, además deben pensar la forma como se va a afrontar
la nueva obligación de pago para evitar problemas futuros.
Entre las formas de financiamiento se encuentran aquellas de orden
interno y externo. Los financiamientos internos dependen del patrimonio
neto del negocio, es decir, “los activos, las aportaciones de capital de los
socios, las reservas y los beneficios no distribuidos” (López, 2016). Su
uso dependerá de las condiciones económicas de la empresa para
solventar la inversión que se tiene planificada; entre las ventajas de su uso
está la independencia al no requerir de fondos ajenos y por tanto no estar
sujeto al pago de intereses que genera la deuda con terceros.
Un acercamiento a lo manifestado, lo constituye la fuerte presencia de
la banca pública en determinados países, se evidencia un importante
desarrollo económico, así como estabilidad financiera en sus economías.
En esta referencia, podemos considerar varios ejemplos, entre los que
destacan los llamados BRIC (Brasil, Rusia, India y China), estos países
conocidos como potencias emergentes, han dado cuenta que, el 75% del
sistema bancario indio es público, siendo en los otros países, el 69%, el
45% y el 60% en China, Brasil y Rusia, respectivamente. En este sentido,
las estadísticas internacionales demuestran que, en los países donde ha
existido mayoritaria presencia de la banca pública por encima de la
privada, sus economías se han visto fortalecidas, tal es el caso, que para
el período 2000 – 2010, el PIB en los países citados creció en un 92,7%
frente al crecimiento promedio mundial del 32% y el de las economías
industrializadas del 15,5% (Rodríguez, 2019).
En Ecuador, cada entidad financiera es regulada por la
Superintendencia de Bancos quien supervisa y controla el sistema
financiero, además verifica el cumplimiento del porcentaje de interés que
se cobra al público (Asamblea Nacional del Ecuador, 2008). Las
instituciones financieras establecen condiciones para el otorgamiento de
un crédito, y las empresas deciden cual es la que mejores condiciones
otorga y es conveniente para su negocio.
Las instituciones crediticias públicas, tienen connotaciones de
relevancia para la economía de un país, especialmente de aquellos que
atraviesan por crisis financieras y económicas, de tal manera, que la banca
pública le asiste la responsabilidad de plantear soluciones a estos
problemas financieros derivados de paralización de créditos, debiendo
competir con la banca privada en favorecer de una mejor manera a
determinados sectores de negocios, beneficiando así la activación de la
economía local (Molina & Amén, 2020).
Las pequeñas y medianas empresas generalmente nacen de un
emprendimiento y por tanto acuden al financiamiento público debido a la
variedad de programas que ofertan, como el Ban Ecuador que brinda
créditos desde $ 500,00 hasta un total de 150 Remuneración Mensual
Unificada (RMU), esto es, $ 57.900 (Zapata, 2018). También tiene otros
programas dirigidos hacia las asociaciones, u organizaciones
comunitarias, de zonas rurales, brindando un crédito hasta $ 15.000. Este
tipo de programas motivan a las empresas a mejorar su estructura, ser
gestoras de la dinamización de la economía y crear estabilidad laboral para
la comunidad en la que se desenvuelven.
En la ciudad de Portoviejo, esta forma de financiamiento ha
beneficiado a algunos microempresarios, entre ellos se encuentran los
comercializadores de repuestos automotrices, quienes han apostado en
este tipo de negocios debido a la cantidad de automotores que existen en
la ciudad, según la Agencia Nacional de Tránsito, en el año 2016 se
matricularon en el cantón un aproximado de 38.428 vehículos, lo cual es
un índice considerable para esta clase de negocios (El Diario, 2020).
Con este enfoque y debido a que las pymes presentan muchos
problemas en su desarrollo por la falta de financiamiento, el objetivo
planteado de esta investigación fue identificar las fuentes de
financiamiento público que utilizan las pymes comercializadoras de
repuestos automotrices de la ciudad de Portoviejo, con la finalidad de
establecer cuáles son las más favorables para la canalización de los
recursos.