Analizando la productividad científica de universidades en los
rankings internacionales, se advierte un dominio casi absoluto de las
universidades de los Estados Unidos. Solo esporádicamente universidades
inglesas logran ubicarse en las primeras posiciones. Albornoz y Osorio
(2018) mencionan que aparecen en los primeros puestos de productividad
científica algunas universidades de Canadá, Francia y China. Las
universidades que aparecen en los primeros puestos de estas
clasificaciones tienen una alta reputación; es decir, son ampliamente
conocidas públicamente como universidades de primera categoría. Se
trata, en todos los casos, de universidades intensivas en investigación y
que disponen de grandes presupuestos destinados a tal fin. Por el
contrario, cuando se analizan las mejor clasificadas a nivel de América
Latina, se comprueba que la dispersión es mucho mayor y que solo unas
pocas logran entrar en las clasificaciones globales, lo que va asociado al
hecho de que los recursos de que disponen para investigar son mucho más
escasos y los datos contextuales son diferentes.
De acuerdo con el Ranking QS, la ubicación de las mejores
universidades para Latinoamérica al 2017 son: 1) Universidades de Sao
Paulo, 2) Universidad Estadual de Campinas (Unicamp), 3) Pontificia
Universidad Católica de Chile (UC), 4) Universidad Nacional Autónoma
de México, 5) Universidad Federal de Río de Janeiro, 6) Universidad de
Chile, 7) Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey
(México), 8) Universidad de los Andes (Colombia), 9) Universidad de
Brasilia y 10) Universidad Nacional de Colombia.
La metodología de este ranking está basada en la reputación
académica de la universidad, reputación del empleador, estudiantes,
personal con doctorado, impacto de la web, artículos científicos,
citaciones por artículo, y red internacional de investigación (QS
University Rankings, 2017). En comparación con estas universidades de
Latinoamérica, el Ecuador es un país que ha ido creciendo de a poco desde
la implementación de proyectos, hasta la creación de políticas educativas
que se interesan en que las instituciones de educación superior mejoren
sus resultados con el fin de cumplir con los indicadores de calidad
establecidos por los entes reguladores, tal es el caso del Consejo de
Evaluación, Acreditación y Aseguramiento de la Calidad de la Educación
Superior (López, 2018).
Según Simbaña, Espinosa y Vinueza (2020), la producción científica
en Ecuador de acuerdo con los requerimientos de los órganos de
Educación Superior en la actualidad, cuenta con organismos públicos
técnicos que se encargan de cumplir con diversas funciones relacionadas
con la educación superior: CACES y Senescyt. Entre sus competencias se
encuentra el fomentar la investigación y creación de contenidos
académicos. Además, existen leyes que promueven la generación del
conocimiento por parte de los docentes: LOEI (La Ley Orgánica de
Educación Intercultural) y LOES (Ley Orgánica de Educación Superior).
El CACES es el organismo encargado de regular, planificar y
coordinar el aseguramiento de la calidad de la educación superior. Los
criterios tomados en cuenta para estos fines están orientados al
mejoramiento de tres funciones: la docencia, la investigación y la
vinculación con la sociedad. Este organismo ampara el incremento de
saberes científicos mediante la garantía pública de calidad. La garantía es
una certificación dada por el Estado a la comunidad sobre el grado en que
el sistema satisface los estándares de calidad, a través de este aspecto se
evidencia el potenciamiento de profesionales en la producción de
conocimiento en las distintas disciplinas de investigación por parte de las
Instituciones de Educación Superior.
La Senescyt es el organismo encargado de promover e impulsar el
desarrollo de la investigación e innovación mediante la elaboración y
ejecución de programas y proyectos (Senescyt, 2018).
Según Castillo y Powell (2019), “la producción científica de Ecuador
ha aumentado 5,16 veces en los últimos años, lo que supera el crecimiento
latinoamericano”. Brasil, Argentina, Chile y Colombia lideran la
producción científica en América Latina. En el Ecuador la producción
científica es de las más bajas de la región, pues representa el 0,5 % de la
producción científica (Tapia, 2015).
De acuerdo con este estudio, en Ecuador el crecimiento de la
producción científica se comprueba con un incremento interanual positivo
excepto en los años 2012-2013, repuntando al último período analizado.
Según Álvarez y Pérez (2016), en Latinoamérica, con excepción de Brasil,
países como Colombia y Ecuador destacan en los últimos 5 años al
reformular toda su política científica y la ejecución del proyecto
Prometeo. Este proyecto aportó al crecimiento de la producción científica
de Ecuador como parte de la política científica, que surge como una
iniciativa del gobierno ecuatoriano para fortalecer la investigación, la
docencia y la transferencia de conocimientos en temas especializados,
todo ello a través de la vinculación de investigadores extranjeros y
ecuatorianos residentes en el exterior, este proyecto es una disposición
legal de asignar al menos el 6 % del presupuesto de las instituciones
universitarias a la investigación y el retorno de más de 4 000 becarios que
realizaban sus doctorados en las mejores universidades del mundo
(Senescyt, 2016).
Desde el 2008 a la actualidad, se ha observado un incremento en la
inversión de los recursos humanos, la construcción de universidades en
materias estratégicas con financiamiento en proyectos y programas de
investigación (Cabrera et al., 2018). Además, el gobierno de Ecuador ha
enfocado sus políticas y definido su marco legal en función de un nuevo
paradigma donde la innovación, la ciencia y la tecnología, son los
principales fundamentos para el cambio de la matriz productiva, la cual
está concebida como una forma distinta de producir y consumir. Esta
transición llevará al país de una fase de dependencia de los recursos
limitados (finitos) a una de recursos ilimitados (infinitos), como son la
ciencia, la tecnología y el conocimiento (Secretaría de Educación
Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación, 2018).
Pacheco et al. (2019) menciona que las divulgaciones científicas de
las universidades han obtenido un crecimiento importante en el año 2017,
lo que es positivo y denota el interés de la academia y en el caso de los
docentes en el compartir conocimientos, pero es importante recalcar que
esta producción científica, ha permitido contribuir a la sociedad a la
resolución de problemas. Según Ramírez (2016), es evidente que el
crecimiento de la producción científica en las universidades ecuatorianas
se da con el surgimiento de políticas de mejoras en las universidades,
incentivos para obtener títulos de postgrado, la creación de programas de
transferencia científica y tecnológica y el suministro de fondos para
financiar proyectos interinstitucionales de investigación científica a nivel