Motricidad fina involucra la ejecución de movimientos pequeños y
precisos de la mano y los dedos que permite al niño realizar acciones como
rasgar, pegar, dibujar, recortar, entre otras (Cabrera y Dupeyrón, 2019),
dentro de su ejecución está la dominancia de la coordinación visomotriz
definida como la habilidad para combinar los movimientos de la mano,
dedos y ojo, los niños que presentan problemas en esta habilidad
posiblemente presenten dificultades en la escritura en cuanto a realizar
rasgos caligráficos impidiendo la legibilidad de su escritura, complicación
en la construcción de palabras, oraciones, y en años posteriores en los
procesos de dictado (Ramírez et al., 2020). Desarrollo manual relacionado
con la grafomotricidad que implica un conjunto de actividades previas que
facilitan la coordinación, precisión y control de movimientos finos de la
mano para la realización de trazos gráficos a través de giros, garabatos,
desplazamientos hacia la izquierda-derecha y realización de dibujos;
actividades que ejercitan la escritura (Vintimilla-Ormaza et al., 2020).
Motricidad gruesa; su desarrollo es progresivo e impredecible en la
adquisición de nuevos aprendizajes que debe ser estimulada y tratada
desde el nacimiento. La lateralidad se encuentra dentro de esta área de
desarrollo, siendo un factor importante en la lectoescritura pues una
lateralidad bien cimentada permite al niño desarrollar su conciencia
corporal a partir de movimientos segmentados.
La lateralidad y la orientación temporo-espacial son nociones básicas
que permite al niño aprender a identificar el lugar donde se encuentra
respecto a un referente, como arriba-abajo, izquierda-derecha, delante-
detrás, encima-debajo (Huguez et al., 2017), el desarrollo de estas áreas
permite al niño diferenciar los grafemas similares (b-d, p-q) y unificar la
escritura y lectura.
Percepción visual, permite diferenciar las letras y números
semejantes, mientras que la percepción auditiva discrimina sonidos,
fonemas de letras y números, estas dos habilidades son procesos de
recodificación del grafema y fonema, el dominio en esta área evita
problemas de omisión durante la escritura y lectura (Espinoza, 2010b).
El ritmo, descrito como un movimiento controlado que permite una
respuesta armónica a estímulos visuales o auditivos, a falta de esta
habilidad los niños pueden presentar problemas de lectura lenta o de
puntuación y pronunciación inadecuada de palabras (Espinoza, 2010a).
La conciencia fonológica es la habilidad para identificar, segmentar y
tener un conocimiento consciente de que las palabras están formadas por
varias unidades de sonidos. Dentro de la lectoescritura esta destreza
permite al niño representar los sonidos del lenguaje oral al lenguaje escrito
(Gutiérrez y Díez, 2018).
Memoria y atención son las principales funciones neuropsicológicas
que sostienen los procesos de aprendizaje. Bernabéu (2017) sostiene que
la atención “es un mecanismo cerebral que permite procesar los estímulos,
pensamientos o acciones relevantes e ignorar los irrelevantes o
distractores” (p. 16). La atención permite seleccionar información
específica entre varios estímulos a partir de esto ocurren procesos de
consolidación, mantenimiento y recuperación de la información gradual y
compleja dentro de los procesos de aprendizaje.
A su vez, la memoria es una función cognitiva de construcción
gradual, su función de retener y almacenar información para que la misma
sea recuperada y utilizada en momentos que se requiera Bernabéu (2017),
el desarrollo de la memoria empieza desde el nacimiento de forma
simultánea dándose a partir de la memoria instantánea, memoria
inmediata y la memoria tardía, estos juegan un papel importante en los
procesos de aprendizaje donde el niño adquiere nueva información y la
memoria permite la duración y persistencia de lo aprendido en cuanto a la
lectura el niño adquiere y luego reconoce y asocia la parte de fonemas y
grafemas dentro de un texto escrito (Romero y Hernández, 2011).
De esta manera la atención y memoria contribuye al proceso de
decodificación fonológica, codificación visual de grafemas,
reconocimientos de palabras, entre otros (Ison y Korzeniowski, 2016),
siendo destrezas que permiten al niño llegar a un aprendizaje formal de la
lectoescritura en años posteriores.
El lenguaje es un componente importante en el desarrollo del niño
ayuda a los procesos de comunicación, socialización y pensamiento,
permitiendo no solo expresarse sino también aprender a escuchar y
consolidar sus ideas (Yépez y Padilla, 2021), estos mismos autores hablan
sobre tres áreas del lenguaje: lenguaje receptivo donde se trabaja la
discriminación auditiva; memoria auditiva, ejecución de órdenes y la
comprensión del significado del lenguaje que escucha; lenguaje expresivo
se da la adquisición de vocabulario adecuado para su posterior expresión
de sentimientos, ideas y pensamientos; y lenguaje articulado donde hay
una correcta pronunciación y emisión de fonemas en la reproducción de
palabras, frases y oraciones, estos aspectos mencionados proporcionan
bases significativas en el aprendizaje de la lectura.
El desarrollo del lenguaje se da desde el nacimiento donde el niño
escucha sonidos, emite y hace inferencias con sus experiencias lo que
permite la comprensión y expresión de mensajes, elaborar ideas, tener
interacción comunicativa con otros, reflexionar, solucionar problemas y
descontextualizar su lenguaje tanto oral como escrito en edades
posteriores (Guarneros y Vega, 2014).
1.3 La lectoescritura basada en el currículo
del Ministerio de Educación
Sobre la base de las afirmaciones de Huguez et al. (2017) y Moya y
Madrid (2015), la educación infantil es una de las etapas importantes en
el desarrollo y formación de los niños de 0 a 6 años de edad, su papel se
centra en la adquisición de las competencias básicas y fundamentales que
permiten a los niños alcanzar una madurez neurológica, adaptación y
adquisición de aprendizajes que perdurarán a lo largo de su formación
escolar y personal.
MINEDUC (2014) postula que el objetivo y la meta de la educación
preescolar en el país es promover el desarrollo integral de la primera
infancia, donde se desarrolla un trabajo eventual de docentes parvularios
en fortalecer las capacidades cognitivas, psicomotrices, sociales, afectivas
y de lenguaje a través de un enfoque y una pedagogía humanista
constructivista, ambientes de enseñanza-aprendizajes adecuados y
estrategias lúdicas que garanticen un aprendizaje significativo y óptimo
para el niño (p.16).
Dentro del currículo de educación preescolar y preparatoria los
procesos de enseñanza-aprendizaje de la lectoescritura se direccionan en
el ámbito de la comprensión y expresión oral y escrita involucrando a
otros ámbitos de aprendizaje como expresión corporal, comprensión y
expresión artística, convivencia, identidad y autonomía, relaciones lógico