1. Introducción
Es reconocida la significativa contribución de las herramientas de
gestión para el desarrollo empresarial; de las múltiples herramientas que
facilitan los diferentes procesos organizacionales, una que permite
conocer los avances, mejoras y logros efectuados por las organizaciones
es el Cuadro de Mando Integral (CMI). Informes de Vega et al. (2020) y
Bravo (2020) coinciden en que el cuadro de mando integral (CMI), o
Balanced Scorecard (BSC) siglas en inglés, constituye una herramienta
de gestión que aporta en la toma de decisiones corporativas, ya que facilita
información constante del nivel de cumplimiento de objetivos ya
establecidos utilizando indicadores.
Actualmente, las organizaciones productivas y de servicios se
encuentran en medio de grandes transformaciones, la era industrial ha
dado paso a la tecnología, o era digital y a la de la información, lo que ha
dejado obsoletos algunos procesos. Se debe de tener en cuenta que
anteriormente muchas empresas subsistieron en entornos cómodos y
escasamente competitivos, ya que como describen Kaplan y Norton
(2002), en el sistema anterior las empresas disponían de insuficiente
libertad para operar, poner precio a la producción e incluso competir, a
cambio de esto regulaciones gubernamentales protegían a las
organizaciones de competidores tal vez más eficientes o innovadores,
fijando los precios de la producción a un nivel rentable para los inversores.
A medida que las empresas fueron dejando atrás estos arcaicos
procedimientos, fueron innovando y empleando modernas herramientas
de gestión, entre las que se encuentra el Cuadro de Mando Integral (CMI).
Inicialmente, Kaplan y Norton (2002), desarrolladores del CMI, lo
propusieron como un sistema administrativo que se extiende más allá de
lo financiero con lo que la alta gerencia tiene la costumbre de evaluar el
éxito organizacional, mientras que el CMI permite obtener una visión
global de los resultados propuestos en el Plan Estratégico. De este modo
el CMI es una herramienta que ayuda a las organizaciones sean públicas
o privadas a competir en un mercado cada vez más complejo, visualizar
que los objetivos se están cumpliendo, los métodos para alcanzarlos y
hasta planear iniciativas de mejoras; podría predecir el éxito o fracaso en
una empresa.
Concuerdan Montoya (2011); Río (2013); Carvajal y Chávez (2021);
Vicente y Viltard (2021) en que, a lo largo del tiempo, los indicadores
financieros y su definición a través del Plan Estratégico planteados por
Kaplan y Norton (2002), han demostrado ampliamente su eficacia en gran
cantidad de empresas; por lo que constantemente se han presentado
actualizaciones asentadas en la versión original. Por otro lado, señalan
Dudic et al. (2020) que, desde hace unas dos décadas, el modelo CMI
aporta a la consolidación de las empresas, y que sigue vigente su
implementación, aunque debe estar acompañada de innovación
permanente.
Otros estudios realizados por Hoque (2012) y Cano et al. (2017)
señalan lo flexible que son las perspectivas clásicas del modelo CMI para
adaptarse a través del tiempo a la realidad de cada empresa y
particularidades de cada sector productivo, puntualizando Quesado et al.
(2018) la relevancia que tiene la implementación del sistema de gestión
CMI, en organizaciones, ya sean privadas o públicas, por los beneficios
estratégicos y organizativos que se pueden alcanzar de acuerdo a la
realidad interna y externa.
Las cuatro perspectivas que plantea el Cuadro de Mando han
demostrado ser válidas en una amplia variedad de empresas y sectores.
No obstante, dependiendo de las circunstancias del sector y de la
estrategia de la unidad de negocio, pueden necesitarse una o más
perspectivas adicionales. Por ejemplo, las relaciones con los proveedores
si forman parte de la estrategia que conduce a un crecimiento de la
clientela deben ser incorporadas dentro de la perspectiva de procesos
internos. Asimismo, si para obtener ventajas competitivas debe
enfatizarse en una actuación medioambiental, también debe ser añadida al
Cuadro de Mando.
Evidentemente, hoy día, a las empresas tanto privadas como públicas
les resulta indispensable la implementación de modernas herramientas de
gestión. Si bien es cierto las empresas públicas tienen gran complejidad
en su organización, debido a las normas y regulaciones estatales, las
herramientas de gestión representan un gran aporte para dar respuesta a
las necesidades de la colectividad. Mencionan Pávez y Martín (2017) que
es extenso el conocimiento sobre CMI y su uso ha aumentado en los
últimos tiempos, aunque en el sector público aún es bastante limitada su
implementación.
Estudios de Greiling (2010) informan que la mayor parte de
organizaciones públicas emplean CMI, pero que su aplicación se
encuentra aún en etapa inicial, utilizándola más como una herramienta de
medición, que como herramienta de gestión. Por otra parte, Messina
(2015) asegura, que implementar el CMI ha sido de gran utilidad para las
empresas públicas, ya que generan contextos de aprendizaje y facilitan el
control de tareas que por estar derivadas del servicio público resultan
algunas veces muy complejas.
En este contexto es importante mencionar que en la competencia por
dotar de servicios eficientes y de calidad propios del mercado globalizado
actual, se encuentran las organizaciones de servicios públicos como la
Corporación Nacional de Electricidad (CNEL). El sitio web oficial de la
CNEL sede Manabí describe que es una empresa que presta servicios de
distribución y comercialización de energía eléctrica, con regulación del
Estado, con el propósito de satisfacer la demanda energética de la
población (CNEL EP, 2021).
Cabe considerar por otra parte, que CNEL al ser empresa pública
trabaja con recursos del Estado y para el Estado, es tutelada por el derecho
público, por lo que en cierta forma trabaja en un mercado de economía
estable que facilita su gestión a nivel técnico, operativo y administrativo,
aunque como empresa consciente de los procesos de cambios constantes
de un mercado globalizado e innovación en tecnología y medios de
información, mantiene una búsqueda permanente de la mejora
organizacional unido a la calidad en el servicio.
La Unidad de Negocios de Manabí como parte de la distribuidora
eléctrica más grande de Ecuador continuamente realiza inversiones en
campos de la tecnología, operatividad y administrativo, que le ha
permitido convertirse en una empresa que busca satisfacer la demanda
actual y futura del mercado, además para tener una visión general de su
accionar, implementa diferentes planes y herramientas de gestión,
presentando hasta la actualidad un crecimiento sostenido en el mercado
público de servicios (CNEL EP, 2021).
Por lo anterior, se planteó como objetivo general del presente trabajo;
aplicar el Cuadro de Mando Integral a la Unidad de Negocios de Manabí
CNEL EP, para optimizar los servicios y la rentabilidad de la
organización, siguiendo el modelo planteado por Bastidas y Feliu (2003),