1. Introducción
Un modelo es un diseño teórico simplificado de un sistema o de una
realidad o fenómeno complejo elaborado para posibilitar su comprensión
y estudiar su comportamiento. En este sentido, consideran y proponen
situaciones aproximadas a la realidad, elaboradas a cierta escala y nivel
de detalle, delimitando sus dimensiones para exponer puntos de vista
característicos de la realidad en un momento determinado, con miras a
interpretar esa realidad de forma sencilla y comprensible para respaldar
estrategias investigativas a la intervención práctica para el alcance de
objetivos institucionales eficaz y eficientemente a través de la aplicación
del instrumental científico de la ciencia administrativa.
El modelo de gestión debe enfocarse en tres columnas importantes de
toda organización: los procesos, el recurso humano y la tecnología. Solo
con estos tres pilares actuando de forma conjunta y coordinada podrán
alcanzarse los objetivos organizacionales y por lo tanto deberán ser
considerados en los modelos de gestión. De la misma manera, en un
modelo de gestión hay cuatro principales prácticas:
La estrategia. Aspecto clave para mantener enfocada a la
empresa en sus estrategias corporativas de negocios propiciando
un continuo crecimiento.
Ejecución. El cumplimiento de los objetivos establecidos,
excediéndolos en la posibilidad de una ejecución excelente de las
operaciones.
Cultura. Debe favorecerse la creación de una cultura
considerablemente inspirada en el buen desempeño sobre
cualquier otra opción.
Estructura. Debe propiciarse en lo posible una estructura
horizontal que favorezca la flexibilidad y rapidez con miras a
implementar los cambios propuestos en el modelo de gestión.
Las empresas exitosas son flexibles y dinámicas porque admiten
y aceptan rápidamente los cambios elementales para atenuar la
burocracia estructural y facilitar el trabajo, estableciendo
objetivos en la marcha. (Huertas, et al., 2020)
Para Felcman (2015), el modelo de gestión es una particular
combinación de elementos que una organización utiliza para obtener
resultados destinados al logro de objetivos. Tales elementos son: a)
tecnologías centrales y de gestión que, b) transforman recursos
disponibles en productos materiales y/o simbólicos para satisfacer fines,
c) alineando el sistema social a todo lo anterior.
En Bogotá, el desarrollo comercial de las plazas de mercado
constituye una oportunidad por la fuerte vigencia del mercado interno en
la región central. Después de realizado el proceso de investigación y
contraste tanto de las fuentes primarias, en especial, el modelo de
consumo de alimentos y fuentes secundarias, se puede decir que el modelo
de desarrollo o planificación de las plazas a partir del “Fortalecimiento del
sistema distrital de plazas de mercado”, se preocupa principalmente por la
gobernanza, como ese elemento que busca fortalecer la administración y
el manejo de las plazas desde lo institucional hacia estas, el
mantenimiento, adecuación e infraestructura de la planta física de las
plazas y la gestión económica (Gómez, 2018).
López (2016) menciona que constituyen componentes de este modelo
de gestión para los Gobiernos Autónomos Descentralizados (GAD):
planificar, dirigir, coordinar, controlar, organizar, comprobar, evaluar y
mejorar; enmarcados dentro de cuatro perspectivas básicas que permiten
integrar la estrategia y el control: el aprendizaje y conocimiento, los
procesos internos, la perspectiva financiera, y la perspectiva ciudadana.
Maldonado (2013) manifiesta que el modelo de gestión de la
administración pública ecuatoriana involucra no solo a la planificación y
gestión territorial, también busca alcanzar sus objetivos de servicio a
través de optimizar su organización y gestión alineada al ciudadano,
articulando el diálogo entre los diferentes niveles de gobierno, impulsando
la igualdad de oportunidades, permitiendo el acceso universal a servicios
básicos, recursos productivos, etc.
El modelo de gestión por procesos responde a los requerimientos y
necesidades cambiantes de la sociedad, lo que significa dejar atrás el viejo
modelo de organización funcional que caracterizaba a las instituciones
públicas, que se dirigían por departamentos especializados, jerarquizados
cuya estructura permitía la producción de bienes y servicios sin tomar en
cuenta las verdaderas necesidades de la ciudadanía.
Los GAD tienen una importante función política y administrativa que
requiere ajustes estructurales y mecanismos de funcionamiento para que
respondan a los desafíos de la dinámica social, tienen como misión
satisfacer las necesidades de sus habitantes de la circunscripción territorial
que le corresponde, propendiendo al ordenamiento territorial como
estrategia para la consecución y práctica del Buen Vivir, basándose en
principios de solidaridad, unidad, equidad, subsidiariedad, e
interculturalidad. Para esto es muy importante contar con ejecución
presupuestaria que consiste en la relación entre lo presupuestado y lo que
va en ejecución de forma efectiva. Los GAD realizan este proceso con la
finalidad de regular los programas y proyectos establecidos en un período,
evaluados de manera trimestral por el Sistema de Información para los
Gobiernos Autónomos Descentralizados (SIGAD), herramienta que
permite verificar el avance de los proyectos y el uso de los recursos. Es
importante considerar que a medida que el proyecto avance, el Estado
emite el presupuesto para cada GAD (García, 2020).
La Constitución de la República, en su artículo 32, garantiza el
derecho a la salud, “cuya realización se vincula al ejercicio de otros
derechos, entre ellos el derecho al agua, la alimentación, la educación, la
cultura física, el trabajo, la seguridad social, los ambientes sanos y otros
que sustentan el buen vivir” (p.29). Igualmente, en el artículo 66 de la
Carta Magna, se establece “el derecho a una vida digna, que asegure la
salud, alimentación y nutrición, agua potable, vivienda, saneamiento
ambiental, educación, trabajo, empleo, descanso y ocio, cultura física,
vestido, seguridad social y otros servicios sociales necesarios” (p.47). De
igual manera, el artículo 281 establece que “la soberanía alimentaria
constituye un objetivo estratégico y una obligación del Estado para
garantizar que las personas, comunidades, pueblos y nacionalidades
alcancen la autosuficiencia de alimentos sanos y culturalmente apropiados
de forma permanente” (p.138).