toma de decisiones (Weiss & Adler, 1981). Así mismo, Litwin & Stringer
(1968), crean nueve variables, a saber: estructura, identidad, recompensa,
responsabilidad, desafío, cooperación, conflictos, reacciones y estándares.
Por su parte, Brunet (1983) propone estudiarlo partiendo de la autonomía
individual, el grado de estructura que impone el puesto, el tipo de
recompensa, la consideración, el agradecimiento y el apoyo; lo que
continúa manteniendo el interés de los directivos por acceder a un pleno
conocimiento de la percepción de sus colaboradores con respecto a
factores endógenos y exógenos en el ambiente laboral que repercuten
finalmente en la entrega técnica o profesional a su trabajo, en su
desempeño laboral y por ende en una mayor productividad, rendimiento
y posicionamiento organizacional; generadores de ventajas competitivas,
en el núcleo de los procesos. Por tal razón, es importante mantenerlos
motivados y con la mejor actitud, dado que las personas son el activo más
valioso que poseen las organizaciones.
Se ha verificado que, cuando se habla de clima laboral, lo importante
es comprender que dentro de cualquier organización las relaciones entre
los grupos humanos, comportamientos, formas de trabajar, ambiente
físico entre otros, conforman un conjunto de elementos que inciden en el
rendimiento del personal; y en el logro de los objetivos (Garrido, 2018).
Hoy en día, también se aduce que el clima laboral tiene que ver más con
la percepción colectiva de las personas en relación con las prácticas,
políticas, estructura, procesos y sistemas que se dan en una organización,
y su consecuente reacción a esta percepción (Ramos et al., 2019).
Según Palma (2000), el clima laboral, describe las características del
medio ambiente que existe dentro de la organización, tal y como lo
perciben sus miembros. La actividad empresarial moderna se preocupa
por crecer en el mercado competitivo, pero minimizando el factor humano
que es en suma el recurso más importante de una institución (Montoya y
Boyero, 2016), por lo que no solo debe capacitarlos, sino brindarles buen
trato, logrando resaltar su importancia dentro de una empresa, sobre todo
proporcionándoles un buen clima laboral.
En palabras de Raziq & Maulabakhsh (2015), el clima laboral trata
sobre la conformación de un entorno entre las empresas y la fuerzas
externas que puede influir en el desempeño de la empresa. Entendiéndose
por clima al vocablo que deriva del latín “Clima” (ambiente) cuyo
significado se refiere al conjunto de condiciones que caracterizan una
situación o su consecuencia, o de circunstancias que rodean a una persona
(Allen & Helms, 1970). Para Shanker et al. (2017), el clima
organizacional es el conjunto de características continuas que representan
a una organización, la diferencian de otra e inciden en el comportamiento
de las personas que la conforman.
En otras posiciones, los estudiosos indican que el clima laboral,
llamado también ambiente laboral o ambiente organizacional, es un
asunto de importancia para aquellas organizaciones competitivas que
buscan lograr una mayor productividad y mejora en el servicio ofrecido,
por medio de estrategias internas (Taheri et al., 2020).
Al hacer referencia a las características del clima laboral se tiende a
señalar las situaciones internas o externas que se perciben directa o
indirectamente por el personal como resultado de la interacción y su
desempeño, cuyo comportamiento incide en el desarrollo de las funciones
del trabajador (Villafuerte et al., 2021; Fajardo et al., 2020). Se encuentra
dimensionado por las condiciones laborales, la comunicación y la
retribución, el involucramiento y las relaciones de cooperación (Bencsik
et al., 2019).
Los factores que favorecen al clima laboral según Moreno y Pérez
(2018), son ambiente físico, relaciones interpersonales, liderazgo,
motivación y comunicación. En consecuencia, el clima laboral es
importante por ser un tema de interés justificado en el campo de la
administración de los recursos humanos, pues tal como estiman Ordoñez-
Freire et al. (2020) es un factor que se relaciona con el avance,
modernización, competitividad y productividad en las estructuras
organizacionales de toda empresa o institución. Por tanto, siempre debe
existir un clima laboral agradable para el personal que labora en las
empresas, pues influye en sus resultados, que están relacionados
lógicamente con la producción y productividad de la organización
(Pilligua y Arteaga, 2019).
El desempeño laboral se ha contextualizado como una capacidad que
permite hacer efectivas las funciones de una ocupación orientando su
quehacer a la obtención de resultados óptimos (Bautista et al., 2020).
Visto de esta forma, uno de los factores presentes en el desempeño es la
motivación, conocida según Dotzel et al. (2022), como aspectos
materiales y psicológicos que permiten generar satisfacción a las
necesidades y en su comportamiento, para obtener resultados enmarcados
a los objetivos de la organización. Dicho de otro modo, es la fuerza
interior que impulsa a moverse para cubrir necesidades o alcanzar
objetivos. Como se indicó, en la actualidad las organizaciones se
preocupan por conocer la percepción de los trabajadores, para
implementar mejoras en su bienestar, en su motivación, en su satisfacción
laboral, entre otros aspectos que permitan alcanzar niveles de desempeño
satisfactorio. Al respecto, Zayas et al. (2015) afirman que para las
organizaciones es de suma importancia el hecho de conocer las
características y opiniones de sus empleados, dado que permite
direccionar las políticas, estrategias y acciones que coadyuven a la
minimización de situaciones que merman la satisfacción laboral.
Barradas et al. (2021) identifican al desempeño laboral como
acciones d
irigidas para alcanzar una meta, donde el individuo evidencia
la voluntad y capacidad de realizarla
. Las autoras adaptan como
desempeño laboral individual percibido, a la medición subjetiva de los
empleados con respecto a su propio trabajo, que articula una serie de
comportamientos influenciados por elementos del ambiente laboral.
En este orden de ideas, Ponce-Ponce y Gómez-García (2021) expresan
que el logro de los objetivos en una institución tiene que ver en gran
medida con el compromiso asumido por los trabajadores, los recursos
disponibles y las estrategias empleadas. Cabe destacar que el equipo
humano de las universidades está conformado por el personal educativo,
administración y no docente; de la sinergia que se logre en este equipo de
trabajo dependerá la buena marcha de la institución. A partir de aquí, se
hace especial énfasis en la importancia del personal administrativo para
lograr la internacionalización, definido por Brandenburg (2011) como
artífice que no está relacionado con el trabajo académico-científico.
También añade el autor, que este grupo es un elemento crucial y relevante
para una institución de educación superior, su apoyo directo constituye un
instrumento para mejorar la calidad de la educación o la investigación en
aras de otorgar mayor contribución a la reafirmación del rol que ejercen
las universidades en consonancia a la moral y como epítome de la justicia
y la equidad, porque involucra la investigación académica, la enseñanza y
el estudio, así como la formación humana de alto nivel intelectual e
intercultural (Knight, 2004; Brandenburg & Federkeil, 2007).
Así pues, el personal administrativo no académico es pieza vital en el
ensamble del funcionamiento de la universidad, a razón de las importantes
labores que desempeña. A este propósito, en el reporte emitido por la
European Commission (2020), se expone que el personal de
administración y servicios es el encargado de realizar el ejercicio de la