ReHuSo: Revista de Ciencias Humanísticas y Sociales ISSN 2550-6587
REFLEXIONES EPISTEMOLÓGICAS DE LA DISCIPLINA SOCIAL
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REFLEXIONES EPISTEMOLÓGICAS QUE SUSTENTAN EN ABORDAJE DIDÁCTICO
DE LA DISCIPLINA SOCIAL DESDE LA EDUCACIÓN CÍVICA EN LA EDUCACIÓN
SECUNDARIA BÁSICA CUBANA
AUTORES: Arianne Wilson Rodríguez
1
Roberto Fernández Naranjo
2
DIRECCIÓN PARA CORRESPONDENCIA: bobnaranjo1975@gmail.com
Fecha de recepción: 1 de septiembre 2017
Fecha de aceptación: 30 de octubre 2017
Resumen
El artículo aborda las principales concepciones epistemológicas
que sustentan el abordaje didáctico de la disciplina social, en
el contexto del proceso de enseñanza aprendizaje de la Educación
Cívica, en la Educación Secundaria Básica Cubana, ello constituye
un reclamo social, para contrarrestar las diferentes
manifestaciones de indisciplinas sociales que tienen lugar en el
contexto cubano contemporáneo. Al ser la Educación Cívica un
espacio propicio para la formación de la disciplina social por
ser la formación ciudadana su principal meta formativa y encargo
social que el Ministerio de Educación aspira con su permanencia
en el currículo escolar. El abordaje se realiza desde las
Ciencias Pedagógicas, como es la Filosofía de la Educación la
Sociología de la Educación, la Didáctica de la Educación Cívica,
la Psicología de la educación y la cívica como disciplina
científica. Las principales reflexiones epistemológicas se
realizan desde los núcleos duros de estas ciencias al buscar la
relación disciplina indisciplina en el marco social contemporáneo
1
Profesora Universidad de Las Tunas, Cuba.
2
Profesor Universidad de Las Tunas, Cuba.
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y el rol de los adolescentes en el proceso de construcción
social.
Palabras clave: Disciplina social; Epistemología; Educación
cívica.
EPISTEMOLOGICAL THAT BASED ON DIDACTIC APPROACH OF SOCIAL
DISCIPLINE REFLECTIONS FROM CIVIC EDUCATION IN CUBAN BASIC
SECONDARY EDUCATION
Abstract
The article discusses the main epistemological concepts that
support the didactic approach to social discipline, in the
context of the process of learning of Civic Education in
Secondary Education Basic Cuban; this is a social demand, to
counteract the various manifestations of indiscipline social
taking place in contemporary Cuban context. As the Civics an
environment conducive to the formation of social discipline for
being civic education training its main goal and social custom
that the Ministry of Education aims with their stay in the school
curriculum space. The approach is from the Pedagogical Sciences,
as is the Philosophy of Education Sociology of Education, the
Teaching of Civic Education, Psychology and civic education as a
scientific discipline. The main epistemological reflections are
made from the hard core of these sciences when looking for
discipline indiscipline relationship in the contemporary social
context and the role of adolescents in the process of social
construction.
Keywords: Social Discipline; epistemology; Civics.
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Introducción
La Educación Cívica constituye una de las prioridades de la
Revolución y del Sistema de Educación en Cuba, pues su contexto
tiene su basamento en las normas de conductas y convivencia de
las nuevas generaciones; de ahí se patentiza la necesidad de
utilizar como piedra angular las interpretaciones martianas
entorno a la educación ciudadana, dada su vigencia y connotación
en los momentos actuales, siendo de vital importancia influir en
la conducta, sentimientos, valores, convicciones y principios en
aras de impulsar la formación ciudadana, cívica, moral y jurista
de nuestros estudiantes y pueblo en general, porque el "deber
ser" y el " deber hacer", constituye el pilar en el que se erige
la sociedad.
Tomando la idea martiana de que, (…) El verdadero objeto de la
enseñanza es preparar al hombre para que pueda vivir por
decorosamente, sin perder la gracia y generosidad del espíritu, y
sin poner en peligro con su egoísmo y servidumbre la dignidad y
fuerza de la patria. (J. Martí 1975: 17)
Esta es la filosofía de nuestra educación seguidora de las ideas
del apóstol encaminadas al mejoramiento humano, para lograr un
¨hombre nuevo¨, íntegro, superior, que desarrolle la generosidad
y contribuya al bien social, porque forma parte de su esencia¨ la
capacidad de asociarse y de perfeccionar las instituciones
sociales a partir del deber hacia su pueblo y hacia la humanidad.
Educar es prever. Esa visión del futuro implica tomar en cuenta
las condiciones históricas presentes y futuras, anticiparse a los
cambios promoverlos en los hombres y en las condiciones sociales.
Una necesidad de la sociedad cubana actual es La disciplina
social que no puede ser una reiteración metafísica del ayer,
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tampoco una aceptación irreflexiva del pasado [Fermoso, Paciano.
1970]. Importante también es tener presente que no sólo la razón
condiciona la disciplina social, pues son decisivos lo afectivo y
lo volitivo, con sus interrelaciones [Casaña Mata, Ángela. 2002].
El grado de comprensión de las exigencias, su aceptación y la
voluntad de actuar en correspondencia con ellas, conciernen al
nivel de la conciencia de cada cual y de toda la sociedad. Se
sustentan en su capacidad para valorar y en la objetividad de su
valoración, en sus motivaciones, posibilidades de autorregulación
y principios, así como en la aceptación del ideal social.
Este reconocimiento, con su consiguiente respeto y cuidado,
resulta imprescindible para la coherencia y buen funcionamiento
de la sociedad. Pero, no puede ser vista exclusivamente como
obediencia, sino como un convencimiento. En el trabajo
disciplinario no cabe la arbitrariedad, tampoco los caprichos ni
el autoritarismo. Este ha de sustentarse en la educación y en la
consolidación de convicciones a partir de ella.
Entre los reguladores objetivos de la disciplina está la labor de
la sociedad con su exigencia, medidas disciplinarias y sanciones,
en correspondencia con el contexto y el momento histórico. Todos
son importantes. La sanción, el temor y el castigo [Peralta
Santana, Enrique. 1973] no conducen directamente a las
convicciones ni al grado de objetividad de la valoración, no
obstante, cuando se utilizan con una perspectiva humanista
contienen enseñanzas y devienen reguladores de la conducta.
Por ello en nuestro criterio una verdadera filosofía de la
educación debe comprender todos los problemas que atañen a la
formación del hombre en tanto finalidad, acción, medio y
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resultado es decir se debe interrogar sobre el valor de la
educación y sus posibilidades, límites y fines en dependencia de
las exigencias sociales.
Para mantener la disciplina social es imprescindible la solidez
de los vínculos entre la familia, la escuela y las instituciones
sociales encargadas de definir qué es lo que se puede hacer y lo
que no se puede hacer, así como las sanciones pertinentes. Este
proceso se favorece con la armonía de las relaciones entre los
individuos y la sociedad. Si éstas se dañan, se crea un terreno
propicio para el surgimiento de comportamientos, conductas,
actitudes contrarias a la disciplina establecida.
La sociedad cambia continuamente y es de comprender que si todo
en ella se remueve, así también ocurre con las normas y la
concepción acerca de la disciplina. Esta situación puede escapar
de la atención de las instituciones sociales creadas para darle
sentido, coherencia y permanencia a las normas en la sociedad, a
pesar del papel que tienen en la regulación de la disciplina
social y en la lucha contra su violación.
Desarrollo
La indisciplina social es la negación de la disciplina, su
antítesis. Está relacionada con la débil observación del orden
establecido por la sociedad y su incumplimiento. Se observa en la
falta de correspondencia entre la actuación de un individuo o de
grupos sociales y los principios, normas y objetivos de la
sociedad en una circunstancia, reto, tarea, problema, necesidad,
motivación.
Esto conduce a otra reflexión importante cuando se plantea que la
filosofía de la educación ¨ofrece la brújula orientadora, la guía
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teórica necesaria para no perder el rumbo en el misterioso drama
de enseñar y aprender (Chavez,1996: 12).
El estudio de los fenómenos sociales ocupa un lugar importante en
el contexto de las elaboraciones teóricas de los investigadores,
en su afán de brindar respuestas a los continuos problemas que
emanan del accionar cotidiano y que aún son insuficientes al no
proporcionar una solución satisfactoria en el abordaje de las
diferentes temáticas.
Al igual que sucede en otras áreas del conocimiento, en el
contexto de las Ciencias Pedagógicas aparecen muchas
interrogantes cuya solución va más allá de un trabajo
metodológico.
Por ello la Sociología de la Educación analiza las relaciones
entre la educación y la sociedad en dos planos diferentes entre
sí: en primer lugar la influencia de la sociedad como base
objetiva en el proceso de educación del individuo, con el fin de
lograr su integración al contexto social y en segundo lugar la
influencia de la educación en el proceso de desarrollo de la
sociedad entendida esta como (…) “el producto de la acción
recíproca de los hombres”.
Las influencias entre la sociedad y la educación entendida esta
como fenómeno social complejo encaminado a la trasmisión y
apropiación de la herencia cultural y los valores, normas y
patrones socialmente aceptados solo pueden entenderse como una
interacción recíproca, una interdependencia que se manifiesta
compleja y diversa.
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Al mirar la sociedad cubana de hoy y a raíz del derrumbe del
campo socialista, nos percatamos que emergieron un grupo de
comportamientos transgresores en el comportamiento vico, que
trajeron consigo una crisis en los valores que deben dignificar a
nuestra sociedad, razón por la cual la educación está llamada a
explicar por qué ocurren estas manifestaciones y enseñar a
adoptar posiciones críticas ante esta situación y sólo así
estaremos educando para la vida.
Es por ello que el maestro como agente socializador deba ser ante
todo un ejemplo de conducta personal y de responsabilidad
ciudadana y que su influencia educativa se manifieste
precisamente por la vía del ejemplo y la imitación.
La escuela como agencia socializadora tiene el encargo social de
centralizar y dirigir las influencias educativas intencionales
que caracterizan sus funciones de carácter profesional y
especializado, se convierte en una salvaguarda de los valores que
ella se encarga de trasmitir y desarrollar en las diferentes
educaciones, por lo que para contribuir a la formación ciudadana
desde la disciplina social es imprescindible mantener la solidez
de los vínculos entre la familia, la escuela y las instituciones
sociales. Este proceso se favorece con la armonía de las
relaciones entre los individuos y la sociedad.
La educación en nuestro sistema social tiene la misión de formar
ciudadanos altamente capacitados que actúen de forma responsable
y estén comprometidos con el desarrollo social, misión que no es
posible cumplir desde los postulados de una enseñanza tradicional
que centra la atención en el profesor como trasmisor de
conocimientos y valores que son reproducidos por los estudiantes
de forma acrítica.
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La formación del ciudadano que la sociedad actual necesita, es
solo posible desde una concepción del profesor como una persona
que acompaña al estudiante en el proceso de adquisición de
conocimientos, actitudes, valores, en el que asume nuevas
funciones que se expresan en ¨guía de aprendizaje de los
estudiantes y que se resumen en su condición de modelo educativo
( Martínez, Buxarrais y Esteban 2002).
En nuestro país la formación ciudadana tiene una concepción
interdisciplinaria pero además se concreta en la Educación Cívica
que es la encargada de la investigación del ciudadano y
orientación de su práctica a partir de los deberes y derechos que
el mismo posee en una comunidad histórico concreta, lo que actúa
como reguladora de la conciencia ciudadana legal y moralmente.
Es por ello que partimos de la idea, que el proceso de enseñanza-
aprendizaje debe conducir a la adquisición e individualización de
la experiencia cultural e histórico-social, sistematizada por el
hombre, ello posibilita que el estudiante se aproxime
gradualmente al proceso del conocimiento desde una posición
crítica, valorativa y transformadora, con especial atención en
las acciones colectivas, que promueven la solidaridad y el
aprender a vivir en sociedad.
Cada persona hace suyo el conocimiento a partir de los procesos
de aprendizajes que le permiten el dominio progresivo de los
objetos y sus usos, así como de los modos de actuar, de pensar y
de sentir e incluso de las formas de aprender vigentes en cada
contexto histórico. De esta manera, los aprendizajes que se
realizan constituyen el basamento indispensable para que se
produzcan los procesos de desarrollo, y simultáneamente, los
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niveles de desarrollo alcanzados abren caminos seguros a los
nuevos aprendizajes.
Esta concepción sobre el entorno social no es una simple
condición que favorece u obstaculiza el aprendizaje y el
desarrollo individual, es una parte intrínseca del propio proceso
y define su esencia misma a partir de la ley general de la
formación y desarrollo de la psiquis humana, expuesta por
Vigotsky (1982), al plantear que, “en el desarrollo natural del
niño toda función aparece dos veces, primero entre personas de
manera ínter psicológica, y después en el interior del propio
niño de manera intra psicológica todas las funciones psicológicas
superiores se originan como relaciones entre los seres humanos”
(Vigotsky, 1982:94).
Según esta ley de doble formación, que constituye el fundamento
básico de la escuela histórico-cultural, el desarrollo humano
sigue una pauta que va de lo externo a lo social e inter
subjetivo hacia lo interno, lo individual e intra subjetivo. El
desarrollo que alcanza un sujeto constituye fruto de la
interacción social con sus semejantes que representan los agentes
mediadores entre el sujeto y la cultura. Al analizar las
situaciones en las que se encuentran los estudiantes, en el
contexto de las calles, los centros de recreación y por supuesto
de la escuela, la familia y la comunidad, posibilita la educación
integral para la vida.
De ahí, el afán de pertrechar a los estudiantes de la Enseñanza
Media, de todos los conocimientos sobre las conductas y
manifestaciones contrarias a la disciplina social para extraer la
reflexión crítica y las valoraciones objetivas que emanan del
estudio de este fenómeno social por su carácter formativo, pues
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se revertirá en una educación integral más allá de una mera
transmisión de aspectos cognitivos, al margen de lo vivencial y
lo actitudinal. Importante también es tener presente que no solo
la razón condiciona la disciplina social, pues son decisivos lo
afectivo y lo volitivo con sus interrelaciones (Casaña Mata,
Ángela 2002)
Por lo antes expuesto, la mayor aportación al desarrollo armónico
de la personalidad la constituye el enseñar los diferentes
matices de este fenómeno desde posiciones científicas, al
conjugar lo instructivo, lo educativo y lo desarrollador, este
último aspecto muy ligado a lo formativo; según Carlos Álvarez de
Zayas (1995), “la formación de hombres capaces e inteligentes”,
de ahí el carácter de proyecto de la educación, en tanto “(…)
educar es preparar al hombre para la vida”, en expresión de José
Martí.
Insertándonos en los esfuerzos mancomunados que se deben realizar
para este fin y al tomar en consideración los procesos que se
desarrollan en los diferentes entornos en los que se mueve el
estudiante, la escuela podrá funcionar y poner en práctica sus
exigencias, ya que, esta responde a modelos que pueden ser
aceptados o rechazados por los estudiantes, dadas sus
necesidades, intereses, motivos, para su actuación y squeda de
satisfacción y crecimiento personal.
Fernando González Rey (1989), expresa: “La personalidad es una
organización sistémica, viva y relativamente estable de las
distintas formaciones psicológicas, sistema de estas
integraciones funcionales de su contenido que participan
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activamente en las funciones reguladoras y autorreguladoras del
comportamiento siendo el sujeto quien ejerce estas funciones”.
Los criterios anteriores dejan explícito que la personalidad se
constituye a misma en el contexto de las relaciones sociales.
No obstante, debemos destacar la concepción de personalidad
expresada anteriormente porque resulta abierta y flexible a la
inserción de nuevas categorías en el estudio de un fenómeno tan
complejo como lo es la disciplina social y su influencia en la
personalidad, a través del establecimiento de contenidos y
funciones que puedan ser enriquecidos por la ciencia,
conocimientos que reflejan la síntesis viva del comportamiento
humano, así como de la dinámica de su expresión conductual.
Fernando González Rey, utiliza el concepto de Tendencia
Orientadora de la Personalidad, en el llamado nivel consciente
volitivo. Esta categoría se refiere a determinadas formaciones
complejas que integran los motivos esenciales de la personalidad
y se caracterizan por una elaboración consciente del sujeto de su
contenido y un fuerte vínculo afectivo.
Considera que los procesos emocionales y cognitivos se
desarrollan simultánea e integralmente a lo largo del desarrollo
infantil incluso cuando ambos mantengan una relativa autonomía en
su espacio funcional.
Por lo que las decisiones y el comportamiento que el hombre asume
como personalidad expresa la unidad de lo afectivo y lo cognitivo
ya que no solo actúa por la comprensión de un determinado
fenómeno sino además por el grado de motivación que provoca dicha
comprensión.
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El tema relacionado con la Disciplina Social y su contribución a
la formación ciudadana del adolescente de Secundaria Básica
constituye una arista importante y novedosa del desarrollo dentro
de las investigaciones sociales y educativas, el cual no ha sido
recurrentemente tratado dentro de estos estudios, es necesario el
conocimiento de los fundamentos epistémicos que sustentan dicho
tema para poder enfrentar las crecientes manifestaciones de
indisciplina social que se revelan en la sociedad cubana actual
en los adolescentes de Secundaria Básica, que atentan contra una
formación ciudadana adecuada, las cuales constituyen rasgos de la
cultura en el proceso de interacción del hombre con su medio.
La escuela como institución y el profesor como agente
socializador enfrentan el reto de abrir las puertas del siglo XXI
introduciendo cambios en su organización, en su quehacer y lograr
que estos no se operen sólo en el discurso sino en el accionar
cotidiano del profesor. Asistimos a un período de cambio a nivel
mundial, en el que para muchos el futuro se presenta incierto:
cambian las demandas de la sociedad y de los individuos, la
situación internacional es otra, aparecen nuevas reglas de juego
y se modifican los roles de las instituciones, los agentes y
surgen nuevos actores sociales.
Los sistemas educativos no se mantienen inertes, se han iniciado
procesos de reformas y transformaciones, derivadas de la
concientización del agotamiento de un modelo tradicional que no
ha conciliado el crecimiento cuantitativo con niveles
satisfactorios de calidad y equidad, ni de satisfacción de las
nuevas demandas sociales. El funcionamiento óptimo de los
sistemas educacionales se convierte en una prioridad de los
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países para garantizar la preparación de ciudadanos para
sobrevivir en sociedades complejas.
En este marco, la escuela emerge como una institución abierta a
las demandas de su contexto y con grados crecientes de autonomía,
manifestación de uno de los cambios más significativos que se
sucedieron en los sistemas educativos.
En la política educacional de la República de Cuba se establece
de forma precisa como la escuela ha de desempeñar un papel cada
vez más destacado como centro del sistema de influencias
educativas de niños y adolescentes, para lo cual es preciso
llevar a cabo una permanente labor encaminada a perfeccionar el
sistema nacional de educación, elevar la calificación del
personal docente, ampliar y mejorar las instalaciones y crear
otras nuevas.
Nuestras instituciones educativas han avanzado en el
reconocimiento de acciones nacionales para contribuir al
desarrollo social para ello se han auxiliado mayoritariamente a
través de los medios de comunicación masiva con el fin de crear
una conciencia que favorezca la prevención de fenómenos
contrarios al desarrollo de la sociedad.
Esta marcha continuamente movida y regulada por reglas, normas,
leyes, órdenes. Las cuales no son unidades metafísicas, super
impuestas a los humanos desde fuera, aunque cuando nacemos las
encontramos establecidas, pero luego podemos continuar
aceptándolas, favorecerlas, actuar en correspondencia con ellas o
rechazarlas, entorpecerlas y luchar contra ellas.
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Los individuos y los grupos sociales establecen las reglas de
interacción y las institucionalizan, así como las transforman y
eliminan en dependencia de las condiciones, necesidades,
intereses y fines. Todo este engranaje se mantiene y desarrolla
en gran medida debido al consenso social, sea éste voluntario,
por convencimiento, por conveniencia, resultante de la coerción o
automático y acrítico. En todos los casos es importante el grado
de aceptación existente (Giner, Salvador. 2002).
Significativa es la atención a las tradiciones y las generaciones
de más edad e incluso las anteriores a ellas, aunque esto no
significa que haya que limitarse a las mismas o que sea imposible
rebasarlas.
La formación del ciudadano responsable, competente y comprometido
que la sociedad actual necesita, es sólo posible desde una nueva
concepción del profesor como persona que acompaña al estudiante
en el proceso de construcción de conocimientos, actitudes y
valores, en el que asume nuevas funciones que se expresan en su
condición de gestor de información, guía del proceso de
aprendizaje de sus estudiantes y que se resumen en su condición
de modelo educativo. (Martínez, Buxarrais y Esteban, 2002).
Para lograr cumplir las funciones anteriores el profesor ha de
ser para sus estudiantes un modelo de actuación personal y
profesional, un ejemplo que estimule a sus estudiantes en el
proceso de su construcción como persona. No es posible ser modelo
de actuación para sus alumnos si el profesor no ha logrado un
desarrollo profesional que se exprese en su actuación cotidiana,
su dedicación y entrega al trabajo, su condición de experto en el
área de conocimientos que trabaja y su formación psicopedagógica
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que le posibilite establecer un proceso de comunicación con sus
estudiantes sustentado en el diálogo. Pero además, ser modelo de
actuación implica necesariamente el desarrollo del profesor como
persona moral.
En cualquier caso, los educadores somos cada vez más conscientes
de la envergadura del tema que aquí vamos a tratar; sabemos que,
para comenzar, debemos plantearlo en positivo, es decir, qué
hacemos para convertir nuestros centros en espacios adecuados
para el aprendizaje de la convivencia en el marco de la sociedad.
El tema de la disciplina social, no constituye una novedad, pues
a lo largo de la historia de la humanidad siempre han existido
manifestaciones contrarias al respecto, sin embargo ya constituye
una necesidad su abordaje desde las Ciencias Pedagógicas, pues al
igual que sucede en otras áreas del conocimiento, en este
contexto aparecen muchas interrogantes cuya solución va más allá
de un trabajo metodológico.
Para este análisis debemos tener en cuenta qué se entiende por
disciplina social. Se define en el Diccionario de Lengua Española
"P. Larousse" como el conjunto y observancia de las leyes o
reglamentos que rigen ciertos cuerpos, como la escuela, el
ejército, etc. Y llevándolo hasta la sociedad, tenemos que la
violación o contradicción de lo expuesto en este, constituye lo
que llamamos indisciplina social.
También se define a la disciplina como la que es capaz de
"controlar la conducta en correspondencia con determinadas
normas, reglas y exigencias del deber que han sido establecidas.
Supeditar sus acciones a determinadas exigencias sociales. Toda
actividad que el sujeto realice, responde a determinadas
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regulaciones, y la capacidad de someterse a ellas es la expresión
de la disciplina" (Sánchez A, M, 2004).
El compañero Fidel Castro Ruz, enfatiza constantemente en la
necesidad y la importancia de la orientación correcta de las
nuevas generaciones. En primer lugar se refiere a la indisciplina
social, sobre ello dijo: "Hoy los únicos aliados que puede tener
el imperialismo son los lumpen ---ustedes lo saben bien--- y los
indisciplinados sociales, y el pueblo revolucionario tiene que
saber esto, tiene que conocer esto, tiene que ser consciente de
esto, en la batalla político-ideológica que tenemos que librar y
que es grande". Elemento este que ha retomado en múltiples
ocasiones.
Nuestro modelo de sociedad requiere imprescindiblemente de la
disciplina, y del orden. Resultan inaceptables las
manifestaciones que intentan abrirse paso en la vida cubana
actual como la vagancia, la violencia y la delincuencia, entre
otras. No es poco el deterioro que provoca la indisciplina de
quienes tienen la misión de servir a la sociedad. Esas
manifestaciones, además, le hacen el juego a un enemigo, ocupado
y preocupado hasta la saciedad por demostrar que es inviable el
modelo que escogimos.
El problema de la disciplina social es un tema poco estudiado en
el contexto pedagógico. La concepción dialéctico materialista de
la historia, explica desde su surgimiento la necesidad de
conceptuar una Historia Total de la sociedad donde cobran vida
también los diferentes estratos sociales, por lo que se considera
la sociedad como resultado del desarrollo y de la interacción de
los hombres con el mundo, por ende toda la actividad humana debe
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encontrar reflejo en los estudios que sobre el devenir social se
realicen.
El estudio de la disciplina social dentro del proceso de
enseñanza aprendizaje encuentran sustento en las investigaciones
didácticas desarrolladas por Rita Marina Álvarez (1998) en su
concepción Historia_ Alumno_ Sociedad, en la cual llama la
atención a los profesores al estudio del contexto sociocultural
para favorecer la conformación de la memoria histórica.
A partir de esta concepción emergieron varias experiencias dentro
de las cuales resaltan las tesis de maestría de Manuel Romero
(1999), con una Propuesta de Diseño Curricular de Historia Social
de la Comunidad, y la de Ondina Lolo (2000), Historia de Vida:
una Propuesta Didáctica para el tratamiento del Internacionalismo
en la formación del docente, que abordan problemas sociales desde
diferentes aristas; sin embargo, las temáticas referidas a la
indisciplina social no encuentran aún, espacio en el contexto de
estas investigaciones sociales desde las ciencias pedagógicas, a
partir de la enseñanza de la historia.
Por otra parte y con la guía de la Dra. R.M Álvarez de Zayas, en
(1999) y (2001), se defienden dos tesis de doctorado; la primera
por el profesor José Ignacio Reyes González, donde se revelan las
potencialidades de la Historia Familiar y Comunitaria como vía
para el aprendizaje de la Historia Nacional y la vinculación del
alumno con su contexto social y aborda varios elementos de la
vida cotidiana y el rol de la familia y la comunidad, pero no se
analiza estas manifestaciones que atentan contra la disciplina
social latentes en el decursar histórico.
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La segunda corresponde a la profesora Adalis Palomo Alemán, que
defendió una "Didáctica para favorecer el aprendizaje de la
Historia Nacional y la vinculación del alumno de Secundaria
Básica con su contexto social a partir del tema del Hombre
Común", en ella muestra una parte importante que no se había
tenido en cuenta hasta ese momento, la contribución de las masas
populares en la construcción de la sociedad a partir del triunfo
revolucionario, pero no tienen en cuenta estas manifestaciones
sociales.
Hoy, cobran vida, temas relacionados con la Historia de la mujer,
la juventud, el patrimonio, entre otros; no obstante, son muy
reducidos los espacios que se dedican en el contexto de la
Universidad actual a la disciplina social y las manifestaciones
que denigran nuestra sociedad.
Los temas referentes a la disciplinas social son parte
consustancial de la Historia. Si tomamos como punto de referencia
el período neocolonial cubano, expresión del modo de vida
capitalista y todas las penurias que trajo este sistema para
nuestro país, se hace entonces necesaria la reflexión de todos
los fenómenos que ocurren como consecuencia de este sistema y si
no se aborda la diversidad de aristas sobre este tema no
estaríamos enseñando en su totalidad la historia de los hombres.
En la historiografía se destacan las investigaciones relacionadas
con el tema aunque no lo abordan específicamente ni desde la
perspectiva pedagógica como son las de, Michael de Certeau (1973)
La Historia de París, B. Geremias (1976), Los marginales
parisinos en los siglos XIV y XV; Jean Claude Schmitt (2002) La
Historia de los Marginales, entre otros, que se han ocupado de
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resaltar la contribución de las masas marginadas al desarrollo
social.
En el caso de Cuba, autores como Joel James Figueroa (1994);
Jorge Ibarra (1995), Oscar Zanetti (1995), han realizado un
llamado al estudio de las estructuras sociales, exponiendo que el
verdadero corazón de la historia social es el estudio de las
estructuras. De ahí que se deba profundizar en el tema como parte
del desarrollo social.
Para darle tratamiento al tema es necesario analizar las
transformaciones que se producen en esta edad. En el adolescente
se producen profundas transformaciones en las condiciones
externas e internas de su desarrollo, que lo diferencian
cualitativamente del escolar primario.
En el tránsito de la escuela primaria a la secundaria básica,
vinculado al acelerado desarrollo físico y sexual, que tiene
lugar con estas edades trae consigo cambios en la vida del
adolescente que varían el carácter de su actividad y de la
comunicación que establece con otras personas.
Ahora en su educación intervienen varios profesores que explican
asignaturas diversas con un contenido cada vez más abstracto y
complejo, que elevan las exigencias del proceso docente
educativo, dirigidas a garantizar la asimilación de las bases de
las ciencias. Por otra parte, amplía el círculo de sus relaciones
sociales, al establecer nuevas amistades, incorporarse a un mayor
número de actividades extraescolares y a la realización de
actividades productivas. Todo esto requiere del adolescente mayor
independencia.
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Igualmente en el hogar se producen cambios en la posición que
ocupa el adolescente en la familia, al que se le asignan tareas y
responsabilidades más complejas, que implican una participación
más activa e independiente de la vida familiar, aunque aún
continúa supeditado a la tutela de sus padres.
Todas estas nuevas exigencias sociales determinan que el
adolescente sea considerado un escolar con mayor autonomía, lo
que caracteriza las condiciones externas de su desarrollo.
Ante este nuevo lugar que la sociedad le asigna, cada adolescente
asume una actitud que depende no sólo de estas exigencias
(generales y particulares) sino de todo el desarrollo alcanzado
anteriormente, es decir, de sus condiciones internas.
Las condiciones internas reflejan tanto los cambios anátomo-
fisiológicos como psicológicos que han venido ocurriendo desde la
etapa anterior y que se manifiestan de modo evidente en esta
etapa.
Entre las transformaciones anátomo-fisiológicas más
significativas tenemos las inherentes a la prepubertad y
pubertad. Debemos indicar que el primer cambio o transformación
se produjo en la etapa anterior.
En ambos sexos la apariencia física se parece cada vez más a la
de un adulto, lo que tiene una fuerte repercusión en el plano
psicológico y social. El adolescente se siente más cercano a los
adultos, ya no se percibe como un niño y los que le rodean le
tratan de modo diferente, en correspondencia con sus cambios
anátomo fisiológicos. Todo esto genera el surgimiento de un
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sentimiento de madurez y hace aparecer un fuerte interés por la
apariencia física y la posibilidad de ser atractivos para los
demás, especialmente para el sexo complementario.
El interés por la sexualidad adulta es notable y debe ser
satisfecha, a partir de una orientación e información amplia
sobre esta esfera de la vida humana, que le permita enfrentar con
éxito y seguridad las exigencias que las relaciones de pareja les
plantean desde una concepción sana y adecuada de la sexualidad. A
los profesores les corresponde un importantísimo papel en este
aspecto, toda vez que la familia no siempre tiene la preparación
necesaria para ayudar al adolescente en este ámbito de
inquietudes.
Desde el punto de vista psicológico las condiciones internas en
los adolescentes se caracterizan por la necesidad de
independencia y de autoafirmación, que se expresan en el deseo de
ser tratados como adultos, ya que el adolescente es consciente
del desarrollo alcanzado, por lo que siente que ya no es un niño,
se compara con el adulto y exige sus mismos derechos.
Simultáneamente se incrementa la necesidad de ocupar un lugar en
el grupo de sus contemporáneos, de conquistar el reconocimiento,
la aceptación de sus compañeros. Es bueno aclarar que estas no
son las únicas necesidades de los adolescentes, pero sí las más
significativas para el desarrollo de su personalidad, por lo que
deben ser tenidas en cuenta por los adultos, especialmente por
los profesores para propiciar su satisfacción a través del
desarrollo de nuevas formas de actividad y comunicación que
estimulan el desarrollo de la personalidad.
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Cuando estas necesidades no son satisfechas, por ejemplo, cuando
se continúa tratando al estudiante, a su ingreso en el
politécnico, como si fuera un niño de primaria, pueden originarse
reacciones negativas, problemas que serán objeto de análisis
posteriormente.
El desarrollo del pensamiento en esta etapa, se pone de
manifiesto con la posibilidad del adolescente de fundamentar sus
juicios, de exponer sus ideas de forma lógica, llegar a
generalizaciones amplias, ser crítico con relación a determinadas
teorías y a su propio pensamiento. Además el adolescente utiliza
formas lingüísticas del pensamiento abstracto tales como
símbolos, fórmulas, etc.; lo que expresa las características que
adopta la relación pensamiento y lenguaje, en un nuevo nivel
cualitativo de desarrollo.
El pensamiento teórico posibilita al adolescente ir más allá de
lo superficial, de lo externo o fenoménico para penetrar en la
esencia de los objetos y fenómenos de la realidad, lo que le da
la posibilidad de conocer de modo más adecuado y profundo el
mundo que le rodea incluido en éste las personas con las que se
relaciona y su propia persona.
No obstante estos logros del desarrollo intelectual, aún se
presentan determinadas limitaciones. Las teorías que elabora el
adolescente son simples y en ocasiones carecen de fundamentación
y de elementos creativos; al igual que las argumentaciones que
dan a sus juicios.
Cometen con frecuencia errores de juicio por generalizar
prematura y falsamente. Esto se relaciona con un caudal limitado
de experiencias, con su impulsividad, con el fuerte matiz
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afectivo de su pensamiento y con cierta pereza o comodidad
intelectual propia de la edad. En ocasiones se relaciona con la
falta de concentración y con ciertos restos del pensamiento
mágico y religioso.
El adolescente se caracteriza por una elevada sensibilidad que le
hace muy susceptible y vulnerable a las opiniones y críticas de
los demás, especialmente de sus coetáneos. Posee una gran
excitabilidad y labilidad emocional que provoca en ocasiones
reacciones impulsivas. A lo largo de la etapa y a partir de un
esfuerzo consciente, va logrando un control mayor de las
expresiones emocionales, lo que le permite una mejor
interrelación con los que le rodean y especialmente con su grupo
de amigos.
Es por esto que el grupo se erige en fundamental objeto de la
orientación y aprobación de su conducta, contribuyendo a la
asimilación de normas morales que se establecen en el seno del
propio grupo y que todos sus miembros deben cumplir como: el
respeto, la ayuda mutua, la confianza, la fidelidad, etc.
Este sistema de normas se denomina "código de camaradería". Los
adolescentes deben acogerse al código de su grupo para obtener su
aceptación, lo que se constituye en un motivo esencial de su
conducta. Esta necesidad de ocupar un lugar en su grupo los
induce en muchas ocasiones a asumir conductas inadecuadas que
incluso pueden hasta rechazar, cometer un fraude en una prueba o
encubrir una situación deshonesta para "ayudar" a un compañero.
Igualmente para "demostrar su valor" son capaces de arriesgar su
vida tontamente, colgándose en la puerta de un ómnibus, caminando
por un alero, etc.
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La causa fundamental de indisciplina de algunos adolescentes en
la escuela, es no haber encontrado el lugar al que aspiran dentro
de su grupo, adoptando conductas negativas como estrategias para
"ser tenidos en cuenta" por sus compañeros y maestros. Estos
problemas de conducta requieren de una atención individualizada
por parte de los adultos (padres, maestros, etc.), y en su
modificación pueden también jugar un papel importante los
compañeros más cercanos al adolescente, como colaboradores del
maestro, en esta tarea. Esta situación de no ser manejada
adecuadamente, puede conducir a la aparición de conductas
delictivas, que son resultado de la inadaptación social del
adolescente.
Las posiciones morales que adopta el adolescente dependen en gran
medida de las exigencias morales vigentes en su grupo de
coetáneos. No obstante van apareciendo en él un conjunto de
puntos de vista, juicios y opiniones propios de carácter moral
que participan en la regulación de su comportamiento, con
relativa independencia de las influencias grupales.
Dado que aún no existe una concepción moral del mundo, la
regulación moral no alcanza su nivel superior de desarrollo
(autorregulación), al no existir un sistema de convicciones y
valores morales personales que la posibiliten.
Algunos autores han caracterizado el desarrollo moral del
adolescente, en particular, J. Piaget y L. Kohlberg, desde
posiciones intelectuales. J. Piaget señala que en la
adolescencia, gracias a la aparición del pensamiento operativo
formal, la moral alcanza un nivel de "autonomía" (moral
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autónoma), lo que significa que se produce una regulación interna
y efectiva del comportamiento moral en el adolescente.
Por su parte, L. Kholberg considera que en la adolescencia aún no
existe un nivel de regulación moral sobre la base de "principios
autoaceptados" (moral interna o autónoma) sino una "moral
convencional", ya que el motivo fundamental del comportamiento
moral del adolescente es la aprobación de los otros (social).
Como se observa este autor se acerca en mayor medida que J.
Piaget a los criterios de los psicólogos materialistas sobre este
aspecto; aunque ambos absolutizan el papel de los factores
intelectuales en este proceso, y en el caso de Kholberg, los
aspectos formales de los componentes morales, relegando a un
segundo plano los aspectos de contenido.
En Cuba, Otmara González investigó el proceso de autorregulación
moral, en diferentes edades; analizando en particular, el papel
de los componentes cognitivos, afectivos y autovalorativos en el
comportamiento honesto. A través de esta investigación se
pusieron de manifiesto, entre otros, los siguientes resultados:
-En los diferentes grupos (escolares, adolescentes y jóvenes) se
presentaron dificultades con el conocimiento de contenidos
esenciales de la norma deshonestidad.
-En los adolescentes el comportamiento honesto (al igual que en
los escolares), se lleva a cabo fundamentalmente por la necesidad
de aprobación social, no obstante comienza a aparecer de manera
incipiente la necesidad interna de comportarse moralmente,
característica de los jóvenes.
Otro aspecto característico de esta etapa, muy vinculada al
desarrollo moral es el surgimiento de un nuevo nivel de
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autoconciencia. Este desarrollo está determinado en gran medida
por la necesidad del adolescente de conocerse a mismo, ser
independiente y lograr la aceptación del grupo de coetáneos.
La autoconciencia adquiere un carácter generalizado, permitiendo
al adolescente una mayor objetividad en sus juicios, acomo en
la valoración de sus propias cualidades y las de otras personas;
aspecto que influye de manera significativa en el desarrollo de
la autovaloración.
En esta etapa también la autovaloración adquiere un carácter
consciente y generalizado, aunque aún el adolescente no realiza
una fundamentación adecuada de sus características personales
como sistema, y en ocasiones, las cualidades que destaca al
autovalorarse son abstractas, no lográndose establecer un vínculo
adecuado entre estas y su comportamiento diario.
Compara siempre la conducta de sus maestros con esta imagen y no
siempre el comportamiento de sus maestros se corresponde con sus
expectativas. El adolescente exige de sus maestros cualidades
como la justeza, la paciencia y el buen humor. El maestro debe
tratar a todos por igual y en relación con el cumplimiento de
esta norma son muy susceptibles. Deben ser alegres, hacer chistes
y bromear de vez en cuando. Debe ser paciente y tolerante con los
alumnos y permitir que algunas veces se rían y diviertan en la
clase, que demoren en dar una respuesta, que puedan dar una
opinión. Debe volver a explicar lo que ellos no han entendido y
no molestarse cuando alguien se equivoca. Se exige al maestro
control emocional, no alterarse, no mostrarse nervioso, no pelear
ni faltar el respeto a los alumnos.
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Si la actitud del maestro responde a las exigencias del alumno y
si además, tiene la habilidad de dar una enseñanza estimulante,
variada y activa, sus relaciones con sus alumnos adolescentes
pueden ser magníficas. En estos casos los estudiantes son capases
de cualquier sacrificio por su maestro y establecer una marcada
colaboración con él.
Este tipo de maestro puede convertirse en un ideal para el
adolescente. Desea parecerse a él, ser como él, relacionarse con
él. Se constituye en un modelo a imitar y puede ejercer una
influencia educativa con el sólo ejemplo de su personalidad, sin
necesidad de realizar acciones formativas especiales para educar.
Pero aun este tipo de educador debe enfrentar situaciones
difíciles en la clase que son características en esta edad. Por
ejemplo, malos modales, travesuras, groserías, rebeldía y
enfrentamiento al educador. Estas conductas son más frecuentes en
los varones y tienen su explicación en la inseguridady necesidad
de autoafirmación. Pueden mostrarse arrogantes y enfrentarse al
maestro, sólo para mostrarse así mismo hasta donde puede llegar,
y mostrarle a los demás que tiene arrojo, seguridad y valentía.
La Educación Cívica constituye una de las prioridades de la
Revolución y del Sistema de Educación en Cuba, pues su contexto
tiene su basamento en las normas de conducta y convivencia de las
nuevas generaciones; de ahí se patentiza la necesidad de utilizar
como piedra angular las interpretaciones martianas entorno a la
formación ciudadana, dada su vigencia y connotación en los
momentos actuales, siendo de vital importancia influir en la
conducta, sentimientos, valores, convicciones y principios en
aras de impulsar la formación ciudadana, cívica, moral y jurista
de nuestros estudiantes y pueblo en general, porque el "deber
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ser" y el " deber hacer", constituye el pilar en el que se erige
la sociedad.
Los y las jóvenes como protagonistas de los procesos de
aprendizaje deben ser tenidos en cuenta en los procesos
formativos; sus opiniones y expectativas no deben pasar
desapercibidas si en realidad se quieren soluciones educativas
que recojan las necesidades e intereses de los actores
implicados. Una educación con significados ha de ser objeto de
consensos sociales.
Pero para que la educación cumpla su propósito se debe definir un
currículo contextualizado, entendido éste como el conjunto de
criterios, planes de estudio, programas, metodologías, y procesos
que contribuyen a la formación integral y a la construcción de la
identidad cultural nacional, regional y local, incluyendo también
los recursos humanos, académicos y físicos para poner en práctica
las políticas y llevar a cabo el Proyecto Educativo Institucional
con fundamento en las acciones pedagógicas para el desarrollo de
habilidades y competencias para la comunicación, la
participación, la resolución de problemas, la toma de decisiones
y el compromiso de aportar en la construcción de mejores
sociedades.
Cuando se hace un rastreo de la formación planteada por
diferentes corrientes pedagógicas y didácticas contemporáneas, se
descubre que, a su manera, cada una de ellas pretende formar
ciudadanos que ocupen una posición en la sociedad, que se
articulen a ella y contribuyan al desarrollo de la misma. Otra
cosa es la manera como proponen que ello se logre en el día a día
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en las instituciones educativas y, en este aspecto, se les
reconoce más vigencia a unas corrientes pedagógicas que a otras.
La palabra "cívica" significa, respeto a la ciudad = civis =
polis, la forma suprema a la que llegó el Estado esclavista entre
los griegos. De esta manera la educación cívica, debía formar a
los futuros gobernantes esclavistas e inculcarles el respeto a la
propiedad privada y al derecho esclavista, el amor al Estado, a
las instituciones y a sus dioses. Así, se podría decir que la
educación cívica aparece en el esclavismo y se mantiene hasta
hoy, pues siempre ha existido la necesidad de sostener la
división de clases sociales e imponer la ideología que protegiera
los intereses de las clases dominantes que ostentan el poder, las
instituciones construidas para tales fines y la preparación de
los funcionarios para conservar el Estado. La educación cívica
tiene su máxima expresión en lo público y es justamente en lo
público donde se expresa la democracia, lo colectivo, lo común y
la diferencia, definida esta última como el espacio donde deben
tener lugar las mayorías y con ellas las minorías.
La Educación Cívica desde el punto de vista curricular responde
al argumento del Partido, que orienta el fortalecimiento de ella
en las escuelas a través del tratamiento de los aspectos morales,
jurídicos y cívicos, es significativo dominar que el carácter de
la moral constituye una forma de la conciencia social , esta es
socio-histórica, es necesario recalcar que hay una relación
dialéctica entre la moral y la ética, la primera es moral vivida,
cotidiana y la segunda es moral pensada, regulada, moral de la
conducta del hombre , "el cómo hacer" , "el qué hacer" "Y el para
qué hacer", el pensamiento, las ideas, los juicios, las
concepciones, nociones, puntos de vista, criterios en torno al
mundo.
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La Educación Cívica como asignatura favorece la comprensión de la
vida social por parte de los alumnos, donde juega un papel
preponderante la acción del profesor, pero mucho más activa la
aprensión de los conocimientos por parte de los alumnos, además
juega un papel importante la acción de la familia y la comunidad,
escenario en que se desenvuelven los alumnos que son los que
deben apropiarse de una educación antecedida por una instrucción
ciudadana. La enseñanza de la Educación Cívica es reconocida por
la sociedad, la escuela y la familia como vía importante para la
educación integral de la personalidad, en ella los estudiantes
encuentran argumentos para enriquecer su actuación personal y
social, a la vez que les enseña a conducirse mejor socialmente.
Desde el proceso de enseñanza aprendizaje de la Educación Cívica,
los hombres y las mujeres a partir de hechos, procesos y
fenómenos históricos se educan en valores morales y estéticos,
que le permiten actuar en la vida diaria, mientras amplían su
cultura y toman conciencia de los problemas nacionales e
internacionales.
El estudio de la Educación Cívica ocupa un lugar importante en la
Educación Cubana por su contribución y fortalecimiento de la
educación ciudadana, además de formar valores en los
adolescentes, así como el amor y el respeto a los héroes y
mártires. Aunque los resultados alcanzados revelan que la
formación de una sólida identidad personal y social constituye el
núcleo del civismo lo que se corresponde con nuestras
aspiraciones.
El concepto de "formación ciudadana", por su parte, indica que la
meta formativa pretendida con los estudiantes es el logro de
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personas con clara conciencia de sus derechos, deberes y de la
importancia de su articulación y participación en la dinámica del
contexto social y político. La formación ciudadana es aquel
potencial del individuo capaz de argumentar sus demandas, sus
deseos y necesidades sociales, pero también capaz de entender el
razonamiento de los demás, el planteamiento de los otros, la
diferencia y la disidencia (Savater, 2000). Ser ciudadano
significa tener valores, actitudes y comportamientos
democráticos: libertad, pluralidad, respeto, participación,
identidad, y crítica argumentada, actividad transformadora,
sensibilidad y emotividad social y aquellos que demanda el
momento y contexto histórico y social.
Conclusiones
Desde este enfoque, el propósito de la formación ciudadana va más
allá de la simple promoción del conjunto de normas que regulan la
vida social y la formación de valores, para ubicarse en la
promoción, el conocimiento, la comprensión y la aplicación de los
saberes y actitudes que permiten al individuo integrarse a la
sociedad y ser partícipes de la reconstrucción de la dimensión de
lo público, del ámbito de la democracia y de los valores éticos y
políticos que conforman el ordenamiento social.
En nuestro país, autores como José Antonio Saco (1883), Emilo Roy
(1943), Fernando Ortiz (1949) abordaron y reflexionaron sobre la
vagancia, la delincuencia y la violencia en Cuba en el periodo
colonial y neocolonial como manifestaciones de indisciplina
social, hasta tal punto que se puede considerar a Saco como
precursor del trabajo social en Cuba, más adelante en el tiempo
resaltan los trabajos de Joel James Figueroa (1994); Jorge Ibarra
(1995), Oscar Zanetti (1995), han realizado un llamado al estudio
de las estructuras sociales, exponiendo que el verdadero corazón
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de la historia social es el estudio de las estructuras. De ahí
que se deba profundizar en el tema como parte del desarrollo
social.
No escapa a este análisis las reflexiones de Fidel Castro en su
afán de crear una sociedad justa y equitativa.
En el ámbito nacional, las investigaciones en los últimos años
han desarrollado un acercamiento a la problemática de la
formación de valores ciudadanos, a través de las tesis de
doctorado de Sáez Palmero (2001) acerca de la "Historia de la
Educación Cívica en Cuba", el cual brinda una periodización sobre
la Educación Cívica de gran significado teórico y práctico en el
análisis histórico del proceso de Formación Ciudadana en Cuba. La
tesis de doctorado de Sierra, J (2003), acerca de "La formación
de una cultura jurídica en los maestros primarios", constituye un
importante referente teórico para el análisis de la concepción de
la Formación Ciudadana en la actualidad.
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