
ReHuSo: Revista de Ciencias Humanísticas y Sociales e-ISSN 2550-6587
Luis Mora Gutiérrez, Mónica Díaz Pontones
La Identidad Universitaria en Contextos de Reclusión 47
No creo que sea tan así, si picas a alguien es porque quieres, así como si te decides a estudiar, es porque
quieres también, no sé, creo que siempre puedes tener como otras puertas para abrir ¿no?”; “aquí te
dicen que sólo hay de una sopa, pero la verdad hay más, no por estar en la cárcel vas a ser un maldito,
un delincuente, claro que puedes serlo si quieres, es lo más fácil aquí, pero también puedes ser un
artesano, un boxeador, o puede darte por poner tu propia religión o estudiar, la cárcel no decide por
uno, también podemos elegir quien ser”.
Podríamos decir que, en la decisión, la elección y la acción hay resistencia, de ahí la importancia de la
contingencia, siempre habrá algo que escape: “La resistencia vista de esta manera es positiva y no
meramente reactiva…”, como nos dice Giraldo, (2009, p. 239), positiva en tanto construye también una
identidad.
Para Laclau (1993), la indecibilidad de lo social está de base en la estructura y en este sentido “toda
decisión que desarrolle una de sus posibilidades será contingente –es decir, externa a la estructura, en el
sentido de que si resulta posible a partir de la estructura no está, sin embargo, determinada por ella”, (p.
46).
En la decisión se despliega una relación de poder, parafraseando a Foucault (2001), si hubiera una
dominación absoluta del sujeto, si el sujeto estuviese completamente sometido sin la posibilidad de
decidir no habría relación de poder sino de sometimiento, pero dado que lo social está fracturado, que
la sociedad no es un todo homogéneo y cerrado, hay una indecibilidad y ésta abre un resquicio para la
decisión en el sujeto: “inscribirme en la UACM fue muy complicado, me perdieron mis documentos
para inscribirme [por parte del centro escolar], no nos avisaban de cuando eran las inscripciones o de
plano el director nos decía que ni nos hiciéramos las ilusiones, pero ellos creen que siempre estarán
aquí, si te decides siempre hay manera, sólo debes saber esperar y estar al pendiente, ser más terco que
ellos”; “empecé como oyente, casi nunca he faltado a clases, luego vino el sorteo y no salí, seguí
viniendo, luego sortearon los lugares de los que se inscribieron y no presentaron sus papeles y ahí sí
obtuve mi matrícula, la verdad me dio mucho gusto, pero ha sido cuestión de necear, de decidirme”.
Este no a la exclusión, al rechazo “…constituye la forma mínima de resistencia” (Foucault, 2010, p.
1052).
En el caso de los estudiantes universitarios en contexto de reclusión, la construcción de la identidad
universitaria ha sido marcada por un antagonismo originario en la relación con los otros (las
autoridades, los custodios, el personal administrativo, algunos grupos de internos), pero ¿qué sucede en
las relaciones entre ellos como universitarios, como comunidad universitaria?, ¿qué sucede en su
relación con los maestros, el personal del programa, las autoridades universitarias? ¿Sigue
manteniéndose una relación antagónica en tanto originaria? o como señala De Alba (2000): “Mi
preocupación respecto a la traducción de este rasgo específico del sujeto político en el campo educativo
es que el sujeto educativo no se constituye en una relación de amigo/enemigo, de nosotros “o” ellos,
aunque constituido como sujeto educativo en múltiples ocasiones es a su vez un sujeto político”, (p.
116).
Esta misma autora resalta la importancia del desplazamiento de la conjunción “o” por la conjunción
“y” para la relación constitutiva del sujeto educativo, es una conjunción incluyente y a partir de la cual
es posible unir y articular varias entidades. “Es una relación que une a dos o más entidades, a través del
proceso de identificación, en torno a procesos de aprehensión, enseñanza e intercambio […]”, (De
Alba, 2000, p. 116), como lo podemos apreciar en algunas literalidades: “[…] aquí [en reclusión] no