
ReHuSo: Revista de Ciencias Humanísticas y Sociales e-ISSN 2550-6587
Ernesto Bayardo Flores Sierra
Anomalía, Crisis de Paradigma y Dialéctica Ideológica 74
El pensamiento chií ha patrocinado, precisamente, desde un principio, una filosofía de tipo
profético, como corresponde a una religión basada en la profecía, toda vez que no espera la
revelación de una nueva sari´at, sino de la plena manifestación de todos los sentidos ocultos o
espirituales de la revelación divina. Tal espera está tipificada en la expectación de la parusía del
<<Imam oculto>> (el <<Imam de estos tiempos>>, oculto ahora según el chiismo
duodecimano). Al ciclo ya cerrado de la profecía ha sucedido un nuevo ciclo, el de la walayat,
cuyo desenlace llegará con esta parusía. Una filosofía profética es, esencialmente, escatológica.
(Corbin, Yahia y Hossein, 1978)
La filosofía profética de los chiitas no necesitaba nutrirse de pensamiento filosófico ajeno que explique
la realidad, la realidad era la revelación que confirmaba lo oculto en el Corán y en la historia del Imam,
en medio de esta armonía aparentemente perfecta, que explica la revelación por lo revelado, aparece la
necesidad de nombrar y percibir, el elemento profético- escatológico, necesita de seres capaz de leer la
realidad, de entender los designios, de trazar los caminos hacia el regreso del Imam, y esta necesidad
configura también una necesidad de que el elemento “percepción” ingrese dentro del paradigma, y
dicha percepción comienza a demandar tendencias, soportes, análisis, y aparecen las primeras
anomalías en un pensamiento aparentemente perfecto, anomalías que los sabios profetas pretenden
resolver orientando todo hacia explicaciones religiosas que confirman el “ocultamiento”, pero que con
cada ejercicio profético demandan la construcción de sistemas de explicación.
La facultad psicoespiritual del profeta- escatológico requiere de sistemas que den sustento a la verdad
oculta en la revelación perfecta, y dichos sistemas necesitan ser consistentes consigo mismos, es decir,
no requieren ser ciertos en tanto concretos, sino ciertos en tanto se consistentes con el sentido, que si
bien aún se refiere al Corán y los textos revelados, con cada nuevo ejercicio lógico termina excediendo
peligrosamente los “justos designios” de los antecesores y termina planteando nuevos problemas cada
vez más complicados de resolver, es decir la anomalía, que en un primer momento pudo ser integrada,
termina por desbordar los límites antes establecidos y pone en crisis el movimiento del paradigma.
En el caso de los imanes tenemos que esta anomalía adquiere la forma de un sistema basado en una
triada de universos que se corresponde con la triada que constituye lo humano:
Esta es la razón de la importancia que se concede a la conciencia y a la percepción imaginativas,
como órgano de aprehensión de un mundo que le es propio, al mundus imaginalis,
convirtiéndolas, contra la tendencia general de los filósofos, en una facultad psicoespiritual
pura, independiente del soporte físico y perecedero (…) Por el momento, anotemos el hecho de
que la profetología de los Imanes implica la necesidad de una triada de universos (sensible,
imaginal, inteligible) que corresponde a la triada antropológica (cuerpo, alma, espíritu).
(Corbin, Yahia y Hossein, 1978)
Esta necesidad de explicar el universo de la revelación en base a sistemas comienza a requerir de
argumentaciones que rebasan la explicación religiosa basada en la fe, y demanda una racionalidad que
confirme lo que se ha propuesto, si las palabras del Imán son ciertas, necesitan ser argumentadas con
tal racionalidad que convenzan y expliquen lo que la revelación ya explicó, es decir, ya no solo se
requiere un ejercicio lógico, sino un ejercicio dialéctico, la puerta para que los griegos ingresen por las
puertas del pensamiento islámico queda abierta, en base a la necesidad de explicar la divinidad,
explicar la revelación, y para esto la explicación se comienza a nutrir de predicados lógicos que dan
sentido a la explicación teológica. (Abbagnano, 2004).