
ReHuSo: Revista de Ciencias Humanísticas y Sociales e-ISSN 2550-6587
Publicación cuatrimestral. Edición continua. Año 2018, Vol. 3, No 2. p. 25-34 (Mayo-agosto. 2018).
Facultad de Ciencias Humanísticas y Sociales. Universidad Técnica de Manabí. Portoviejo, Ecuador. 27
Ello, ¿qué significa? El profesor recrea su discurso en el empleo de un lenguaje elegante, retórico,
muestra fiel de su erudición, habla elocuentemente sobre un tema, importante por demás; al final
siente satisfacción por el discurso pronunciado, ¿pero es esto realmente un proceso comunicativo,
enriquecedor para el estudiante, quien asume la simple postura de oyente-silencioso de un saber
impuesto? Evidentemente la fuerza del saber erudito se desvanece y se constituye en un simple
torrente de palabras articuladas coherentemente.
Para todos resulta un hecho conocido que no existe otra forma de educar, de enseñar que no sea a
través de la comunicación, y cómo la forma en que se estructuren las relaciones con los estudiantes,
y de los estudiantes entre sí, tendrá una influencia educativa determinada en el proceso de
enseñanza aprendizaje, ya sea en un sentido favorecedor u obstaculizador. Al respecto señala J.C.
Filloux: "No hay duda de que una clase es por excelencia un lugar de comunicación. El campo
pedagógico se define por la relación del maestro y del alumno con un saber que de diversas
formas posibles es comunicado, o se comunica” (como se citó en Ojalvo, 2017, p. 44)
La propia cotidianidad del hecho, sin embargo, en muchas de las ocasiones invisibiliza el papel de
la comunicación en el desarrollo del estudiante, solapado por la marcada visibilidad que se le otorga
en el discurso oficial y en el pensamiento colectivo a la organización de la actividad docente. Así
resulta común la adecuada formulación y fundamentación de los programas de asignaturas, la
adecuada planificación de los planes de clase, la completa descripción de los contenidos a abordar,
los métodos a emplear, las tareas a realizar, de qué decir, cuánto decir, pero ¿se dedica tiempo a
pensar en cómo decir, en cómo lograr que el contenido, que la brillante información que se posee no
se quede en la simple transmisión de un saber ya construido? Esta concepción que subyace en
muchas prácticas educativas legaliza una relación de poder entre el docente, dueño de un saber
sistematizado y los estudiantes, un grupo de simples mortales.
La verdadera educación fundamentada en las orientaciones de la educomunicación es aquella que
enaltece y enriquece, se inicia con el reconocimiento y respeto a la presencia del otro, física y
espiritual, de un otro que existe no sólo en un espacio y tiempo compartido, sino de un otro dotado
de una riqueza espiritual irrepetible, por su historia personal marcada de experiencias, vivencias y
saberes que lo convierten en una fuente inagotable de enseñanza, y que lejos de aprovechar, se
niega y se obstaculiza.
Paulo Freire destaca, con el peculiar sentido humanista de su obra, que la función del educador es
partir del saber común, del saber cotidiano de sus educandos, de sus experiencias, vivencias,
intereses, y de ahí elaborar y devolver al grupo una síntesis científicamente organizada de ese saber.
En su concepción el método dialógico se impone ante lo que el autor denomina la Educación
Bancaria, la Pedagogía de la Paz, que rompe con las fronteras impuestas entre la omnipotencia del
saber del profesor y la ignorancia del estudiante, acuñada en el propio término de alumno. “El
diálogo es una relación horizontal de A con B. Nace de una matriz crítica y genera criticidad.
Cuando los dos polos del diálogo se ligan así, con amor, con esperanza, con fe el uno en el otro, se
hacen críticos en la búsqueda común de algo. Sólo ahí hay comunicación. Sólo el diálogo
comunica”. (Kaplún, 2002; Fernández, 2015)
La comunicación constituye no solo el instrumento de enseñanza más valioso de que dispone el
profesor, sino además condición necesaria para la formación del estudiante. Precisamente la
genialidad de la obra de Vigotsky se sustenta en la generalidad de su teoría del desarrollo humano,
de las condiciones y regularidades de este desarrollo, cualquiera sea la esfera de actuación e
inserción del sujeto, por ello cuando se habla en el plano psicológico de la unidad actividad
comunicación, se está destacando que esta unidad no sólo explica la propia existencia humana sino
que condiciona su desarrollo, que puede ser espontáneo o puede ser consciente y planificado, en la