ReHuSo: Revista de Ciencias Humanísticas y Sociales e-ISSN 2550-6587
Publicación cuatrimestral. Edición continúa. Año 2018, Vol. 3, No 2. p. 67-76 (Mayo-agosto. 2018).
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GESTIÓN DE LA INFORMACIÓN: DESAFÍO DE LA EDUCACIÓN PARA EL
DESARROLLO EN CUBA
Autor: Diana B. Morin López
1
Dirección para correspondencia: dianabm@unah.edu.cu
Fecha de recepción: 12 de febrero de 2018
Fecha de aceptación: 30 de abril de 2018
Fecha de publicación: 3 de mayo de 2018
Citación/como citar este documento: Morin, D. (2018). Gestión de la información: desafío de la
educación para el desarrollo en cuba. Rehuso, 3(2), 67-76. Recuperado de:
https://revistas.utm.edu.ec/index.php/Rehuso/article/view/1376/1253
Resumen
El presente ensayo, se realiza con el objetivo de reflexionar, desde un enfoque cualitativo, acerca de la
importancia que representa la gestión de la información para la educación desarrolladora. Analizando el
proceso de gestión de información como herramienta para que el individuo sea protagonista de cambios
a su realidad desde la escala local hasta el macro-entorno global. Esta temática se ha enfocado desde el
cambiante contexto cubano, en el que las redes sociales y las formas de acceso a estas, abarcan un
papel preponderante. Espero que este escrito conduzca, no solo a la reflexión sobre lo pertinente que
resulta la realización de cambios a los programas de estudio vigentes en la educación cubana, sino
también, a la transformación de actitudes en función de los desafíos de la educación para el desarrollo.
Palabras clave: gestión de la información, educación para el desarrollo, Cuba
INFORMATION MANAGEMENT: A CHALLENGE OF EDUCATION FOR
DEVELOPMENT IN CUBA
Abstract
The present essay is carried out with the objective of reflecting, from a qualitative perspective, on the
importance that information management represents for developing education. Analyzing the process
of information management as a tool for the individual to be protagonist of changes to their reality
from the local scale to the global macro-environment. This theme has been focused on the changing
Cuban context, in which social networks and the forms of access to them, play a preponderant role. I
hope that this writing will lead, not only to the reflection on the pertinence that is the realization of
changes to the curricula in force in Cuban education, but also to the transformation of attitudes in
function of the challenges of education for development.
Keywords: information management, education for development, Cuba
1
Universidad Agraria de La Habana. E-mail. dianabm@unah.edu.cu
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Diana B. Morinpez
68 Gestión de la Información
Introduction
Al referirnos a derecho, acceso, calidad, paridad de género y otros valores medibles en el sistema
educacional mundial, Cuba constituye uno de los países con un alto Índice de Desarrollo de la
Educación (IDE). El pasado 2015, la isla caribeña ocupó el puesto número 14 en la tabla y, además, es
el primer país latinoamericano de la extensa lista, según datos ofrecidos por la ONU en su Informe de
la Educación para Todos en el mundo, en el año 2015.
Estos datos son muestra fehaciente de los logros que ha alcanzado el estado cubano en materia de
educación. Por ello, resulta pertinente tomarla como escenario para analizar el modo en que, desde ella,
se han asumido los nuevos retos impuestos por la globalización. Sobre todo, aquellos relacionados con
la gestión de la información.
A propósito de este y otros retos, en el 7mo Congreso del Partido Comunista de Cuba quedaron
explícitas un número de transformaciones socioeconómicas importantes que deben acometerse, en un
intento por construir nuevos caminos para el país. Para llevar dichas transformaciones a vías de hecho
se trazaron y aprobaron lineamientos en función del desarrollo.
Partiendo de estos supuestos y, consciente de mis limitaciones, he querido compartir en este ensayo, un
análisis acerca de la importancia de la gestión de la información para potenciar la educación cubana
como una verdadera educación para el desarrollo a tono con los desafíos que se le presentan.
Desarrollo
En este ensayo propongo dialogar acerca del reto que supone la gestión de la información para la
educación en Cuba. Para ello, partiré de reconocer el desafío de aprender a aprender como uno de los
grandes pilares de la educación básica del siglo XXI.
Los pronósticos acerca de la importancia creciente que asumirá la función de aprender a aprender en
la educación del futuro se basan en dos de las características más importantes de la sociedad moderna:
la significativa velocidad que ha adquirido la producción de conocimientos y la posibilidad de acceder
a un enorme volumen de información” (Tedesco, 2011, p.40).
Esto es posible, ya que desde inicios de la década de los 90´ a la actualidad, el marco de las relaciones
internacionales ha sufrido cambios importantísimos que han obligado a modificar y ajustar los
contenidos de la educación en función del desarrollo. La cuestión de la implantación del modelo
occidental de desarrollo en los países del Sur no sólo ha servido para explotar esas naciones y
distorsionar sus economías, sino que, ahora quedan marginadas del proceso. Entra en el discurso
internacional lo que se conoce hasta nuestros días como globalización.
“Se puede definir la globalización como un aumento de los niveles de conexión e interdependencia, o
sea, la intensificación de esas conexiones, entre todos los países y regiones del mundo. Dichas
interconexiones abarcan la dimensión económica, la social, la tecnológica, la cultural, la
medioambiental, la institucional y la política” (Guerra, 2013, p.2).
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Innegablemente la globalización cuenta con diferentes aspectos positivos, entre ellos el hecho de que
permite a los individuos, las instituciones y las naciones, ampliar sus actividades cruzando las fronteras
nacionales (Kaplinski, 2005, p.65). Sin embargo, también implica amplias brechas de dependencia y
desigualdades que agravan sobre todo las naciones subdesarrolladas. Convirtiéndose en un proceso que,
con argumentos concretos, ha sido denominado como homogeneizador, pues desde su dimensión
sociocultural, amenaza fuertemente los valores identitarios y nacionales. Estos corren el riesgo de ser
desplazados y relegados ante la imposición de un imperialismo cultural, por parte de las grandes
potencias capitalistas que buscan asegurar su hegemonía.
Este hecho explica la importancia de que cada nación se prepare y forme en sus nuevas generaciones
las capacidades necesarias para aprovechar los aspectos positivos de este fenómeno a partir del
reconocimiento de los riesgos que representa. Dentro de los cuales el flujo de información constante y
de gran dimensión a través de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) comparte
una bilateralidad integrada entre lo positivo y no tan positivo del proceso.
El auge imperioso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs), marca
decisivamente la relación entre el ser humano y su entorno. A partir de su desarrollo explosivo en la
última parte del siglo XX y el comienzo del siglo XXI, “las (TICs) han dado forma a lo que se
denomina Sociedad del Conocimiento o de la Información (Severin, 2013, p.10). Cualquiera de estas
denominaciones son el resultado y el medio por el cual se ha venido estructurando, hasta la actualidad,
una sociedad con dinámicas complejas en la que cada vez resulta más fácil interconectarse globalmente
e informarse sobre lo que ha sucedido hace dos minutos en el otro extremo del mundo.
Las tecnologías de la información y la comunicación han contribuido a hacer mínimas las distancias no
solo desde el punto geográfico sino también en lo referido a la cultura, el plano económico, el
comercio, en fin, las s disímiles dimensiones de la sociedad actual. Por tanto, resulta innegable que
“la capacidad de las (TICs) para reducir muchos obstáculos tradicionales, especialmente el tiempo y la
distancia, posibilitan, por primera vez en la historia, el uso del potencial de estas tecnologías en
beneficio de millones de personas en todo el mundo” (Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la
Información, 2003).
A partir de este contexto mucho más interconectado e interdependiente, los desafíos que se presentan
en función del desarrollo se encuentran definidos por las relaciones entre hombres y mujeres con la
“sociedad de la Información”, desde el plano personal y profesional. Es así como en el documento
Future work skills 2020”, (cit. por Sequeira, 2012, pp.4-5), se analizan seis elementos que determinan
las nuevas habilidades que requieren los profesionales del futuro:
• Longevidad extrema.
• Aparición de las máquinas y sistemas inteligentes.
La consolidación de un mundo computacional.
• La nueva ecología de los medios de comunicación.
• La presencia de organizaciones superestructuradas.
• Un mundo globalmente conectado.
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70 Gestión de la Información
En relación con esos seis elementos, el informe propone diez competencias para el futuro de la fuerza
laboral, que tratamos de adaptar a la profesión bibliotecaria y de los científicos de la información en
general:
• Dar sentido.
• Inteligencia social.
• Pensamiento adaptativo y novel.
• Competencias transculturales.
• Pensamiento computacional.
• Alfabetización en nuevos medios.
• Transdisciplinariedad.
• Mentalidad orientada al diseño.
• Gestión de la carga cognitiva.
• Colaboración virtual.
Cada uno de estos elementos relacionan intrínsecamente a los seres humanos con competencias y
habilidades gestionadas a partir del uso de las (TICs) y la obtención y aprovechamiento de la
información que a través de ellas les llegan a diario.
Ante estos nuevos retos que se imponen, es importante reflexionar sobre el modo en que los estados los
han asumido, y si realmente se ha garantizado que el uso de las (TICs) contribuya al desarrollo humano
en lugar de entorpecerlo; sobre todo, en el caso de aquellas naciones que, por sus condiciones
socioeconómicas, se han integrado, representativamente, de forma tardía a este proceso y por ende,
resultan vulnerables.
Este es el caso de Cuba, país para el cual parecía utópica esta realidad hasta que, en el año 2014,
comenzaron a implementarse una serie de cambios a raíz del restablecimiento de las relaciones
diplomáticas con los Estados Unidos de América. Aunque verdaderamente las condiciones no son
óptimas, cierto es que las modificaciones en el marco de las comunicaciones se hacen evidentes a lo
largo y ancho de la isla.
Datos ofrecidos por la Revista Digital “CubAhora en su publicación del lunes 16 de octubre de 2017
muestran que, hasta junio de ese año, Cuba contaba con un total de 370 espacios públicos de conexión
wifi desde los cuales se han realizado un aproximado de 410 mil conexiones en el periodo presentado.
Demostrando un avance notorio, pues según la misma revista en julio de 2015 solo existían 35 espacios
de conexión wifi desde los cuales acontecieron un total de 150 mil conexiones (Medina, 2017).
Sin lugar a dudas, la población cubana cada vez encuentra mayores facilidades para acceder a
diferentes redes sociales y espacios digitales que a su vez, ofrecen un gran número de información, de
todo tipo, en un corto espacio de tiempo. Al respecto, propongo las siguientes cuestiones que, con un
carácter preventivo, suponen una suerte de alerta: ¿está realmente preparada la familia cubana para
estas transformaciones?, ¿qué hacer con toda esta información para que realmente se convierta en
conocimiento y tribute al desarrollo? ¿Qué papel debe asumir el sistema educacional cubano ante esta
realidad?
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Si se entiende que la información constituye el fenómeno de una producción: (el autor y su obra): un
mercado (editores y distribuidores); su organización, almacenamiento, así como a la difusión y
recuperación” (Alonso, 2007, p.3). Entonces es prioridad comprender que detrás de la producción de
información existen subjetividades e intereses que se colocan de forma explícita o no en el producto
informacional. Además, en correspondencia con esos intereses del emisor o los emisores, la
información se difundirá desde uno u otro medio para que alguien motivado, ya sea por intereses
personales, profesionales, o simple curiosidad, pueda utilizarlo. Ahora bien, existe gran diferencia entre
lo útil y lo meramente utilizable, que radica esencialmente en que lo primero tiene un fin socialmente
aprovechable mientras que lo segundo no necesariamente es provechoso para la sociedad.
Si con la explosión de las (TICs) se busca contribuir al desarrollo, tal y como se expresa con
anterioridad, lo realmente importante es comprender cómo gestionar la información que llega a través
de ellas, de modo tal que se convierta en conocimiento útil, permitiendo al individuo actuar en función
de satisfacer necesidades específicas, condicionadas por el contexto sociocultural en el que se
desarrolla e interactúa socialmente. Partiendo de que, “conocer es el proceso a través de cual un
individuo se hace consciente de su realidad” (Martínez &Ríos, 2006, p.112).
Dicha concientización, puede hacerse más o menos producente en correspondencia con el modo en que,
como recurso, la información sea gestionada, o sea, “conseguir la información adecuada, en el
momento que la persona lo necesita, para tomar la mejor de las decisiones” (Alonso, 2007, p.8).
Justamente esa toma de decisiones, con el carácter participativo y autónomo que aporta el
conocimiento, conducirá al individuo hacia su desarrollo y, por ende, al desarrollo de su entorno
sociocultural, con todo lo que implica. De ahí que la gestión de la información debe intencionarse sobre
buenas prácticas y, en este sentido, agentes educativos como la familia, la comunidad y la escuela
deberán asumir el rol fundamental. Elemento relativamente claro para los principales decisores del
estado cubano. País que, en los últimos tiempos, se halla inmerso en transformaciones socioeconómicas
cruciales, en las que el desarrollo social es una constante que opera como medio y fin a la vez, en cada
acción que se proyecta desde los más diversos ámbitos y sectores de la sociedad.
Ante este contexto, se hace esencial la visualización y el reconocimiento del universo interconectado
tal y como este se presenta, pues negar este aspecto es, más que absurdo, impertinente. Amén de que
esta interconexión pueda acarrear efectos no tan beneficiosos, es cardinal comprometerse con esos
cambios para que su impacto no sea implacable y, justamente en ello, le va el compromiso inaplazable
al sistema educacional cubano.
La escuela cubana no solo debe asumir transformaciones si no que debe ser eficaz ante las exigencias
de los nuevos tiempos. Todo esto con el fin de lograr que diferentes generaciones sean educadas con
hartas competencias para hacer, pensar y convivir con nuevas realidades. Además, que participen en
ellas, siendo capaces de cuestionarlas y transformarlas.
La 14 edición del Congreso Internacional Pedagogía 2015 contó con la conferencia magistral, titulada
Las ciencias de la educación en una universidad integrada e innovadora, del Ministro de Educación
Superior, Rodolfo Alarcón Ortiz, en la misma el exmandatario expresó: Tenemos que trabajar por una
educación universal de calidad, creativa, liberadora, que desarrolle integralmente a los seres humanos”.
(Alarcón cit. por Guerra, 2015)
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72 Gestión de la Información
Sin embargo, esta transformación no es cil, pues implica la deconstrucción de patrones de enseñanza
aprehendidos durante décadas con el fin de responder a necesidades objetivas de un contexto diferente
y que, como parte de la propia dinámica social se ha transformado hasta nuestros días. Por tanto, “las
escuelas que han sido tradicionalmente instituciones destinadas a preservar y transmitir usos,
costumbres, conocimientos, habilidades y valores ya establecidos desarrollan actividades y ritmos que
no coinciden con las disposiciones y características de los nuevos estudiantes acostumbrados a: acceder
a información digitalizada y no sólo impresa en papel; disfrutar las imágenes en movimiento y de la
música, además del texto; sentirse cómodos realizando múltiples tareas simultáneamente; obtener
conocimientos procesando información discontinua y no lineal (Severin, 2013, p.16).
Cada uno de estos aspectos harán del estudiante un individuo mejor preparado y con aptitudes
competentes para enfrentarse a su realidad, cuestionarla y transformarla con las herramientas que
brinda un sistema educacional en busca del desarrollo. A propósito, debe comprenderse la educación
para el desarrollo como “el proceso que debe conducir a la toma de conciencia de las desigualdades
planetarias en la distribución de la riqueza y del poder. Debe permitir a cada individuo tener las claves
de su propio desarrollo dentro de la sociedad en que se halla. Permite relacionar los contenidos
académicos con la formación personal para que cada persona tenga la posibilidad de participar en el
desarrollo de su entorno y comprender los vínculos entre la realidad global y el desarrollo local”
(Djeakoumar cit. por Argibay & Celorio, 2005, p.15).
Sin embargo, la participación que se requiere generar mediante la educación para el desarrollo, se
encuentra alejada de aspectos coyunturales, ni siquiera se conforma con ser el medio del individuo para
brindar una solución aislada ante una problemática puntual, sino que es un proceso más complejo y
debe constituirse como un modo de acción sistemático en el que no solo intervenga el individuo sino el
resto de actores y decisores de su realidad.
Estrada, Madrid y Marina (2000, pp.14-15), han definido la participación como una forma de
intervención social que le permite a los individuos reconocerse como actores que, al compartir una
situación determinada, tienen la oportunidad de identificarse a partir de intereses, expectativas y
demandas comunes y que están en capacidad de traducirlas con una cierta autonomía frente a otros
actores sociales y políticos”.
Partiendo de esta afirmación, el individuo debe ser formado y educado como artífice de su
transformación y desarrollo, enfocando este hacia un marco nacional y por supuesto global, partiendo
de la capacidad de relacionar los conocimientos académicos con la experiencia y formación personal.
Bajo este supuesto es entendible la imposibilidad de decantar entre una y otra formación.
El estudiante cubano tiene que ser capaz de interpretar críticamente y participar en el acontecer
comunitario, nacional e internacional, con aptitudes y valores que le permitan transformarlo si es
necesario. En este sentido resulta de imperiosa necesidad que, desde estrategias eficaces impulsadas
desde todas las dimensiones sociales, se logre demostrar que el proceso educativo no es simplemente
un privilegio que ofrece el sistema social cubano, sino que representa la oportunidad aprovechable y
ventajosa de convertirse en un actor social capaz de servirse mientras sirve a las demandas territoriales,
nacionales e incluso globales de su contexto.
La independencia que en este sentido generan las (TICs), es un elemento reconocido en el ámbito
educacional cubano, sin embargo, ¿será suficiente con invertir recursos económicos en infraestructura
en los centros escolares?, o será necesario revisar aspectos socioculturales y actitudinales que, sin lugar
a dudas afectan las buenas prácticas relacionadas a estos recursos.
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La Revolución Cubana tiene como premisa poner la tecnología al servicio de la educación y así lo
manifiesta en el Lineamiento 119 aprobado en el 7
mo
Congreso del Partido, en el cual se explicita la
importancia de avanzar en la informatización de la enseñanza.
Pero aún con la voluntad política, hay que ser conscientes de que el contexto económico del país juega
en contra. “A pesar del esfuerzo que realiza la nación cubana que destina cada año cinco millones de
CUC para la inversión y el mantenimiento de los equipos, la velocidad vertiginosa con que se
transforman las propias computadoras, las partes y piezas, hace casi imposible mantener un nivel de
sostenimiento y actualización del equipamiento (Ortega cit. por Rodríguez, Martínez & Merencio,
2017, p. 8).
De ahí que, aunque es preciso garantizar la infraestructura tecnológica, lo más importante es asegurar
las buenas prácticas relacionadas a ellas, para que sean realmente rentables al país. Por ello, más allá de
pretender informatizar la educación, considero que la estrategia es centrarse en el desarrollo de
habilidades que permitan al alumnado seguir aprendiendo a lo largo de la vida y en todos los contextos.
Aspectos como este están contemplados en la esencia misma del proceso de gestión de la información
que se nos presenta como una herramienta que permite obtener mayores beneficios del uso que se haga
de la información, que asegura el suministro continuo de la misma, que permite reducir costos a las
organizaciones, acomo asignar responsabilidades en el manejo de información, como parte de la
autonomía de cada sujeto. Cada uno de estos elementos han sido denominados por Ponjuán, (2004,
p.208), como los objetivos de la gestión de la Información”.
Comprendido esto, es imprescindible resaltar que la gestión de la información es una herramienta
esencial en cualquier proceso de desarrollo, partiendo de que es un proceso que impulsa el crecimiento
cognitivo, la autorrealización y la calidad del capital humano que lo implementa, desde el escenario de
cualquier organización. A decir de Molina, Iglesias y Diego (2008, p.78), “la gestión de la información
se encuentra entre las competencias instrumentales fundamentales que los estudiantes deben
desarrollar, y tiene el carácter de herramienta eficaz para el aprendizaje”.
La escuela cubana tiene que actuar, cuanto antes, sobre la base de que los modelos de estudio que se
han venido aplicando fueron concebidos para responder a los intereses de otro contexto
socioeconómico. Aún, cuando comúnmente en los espacios de debate sobre educación predomina la
típica frase “el alumno tiene que ser el protagonista en el proceso de enseñanza -aprendizaje”,
debemos preocuparnos por hacer que esta frase deje de ser un eslogan y genere acción.
Hay que actuar sobre el principio de que las actuales generaciones de estudiantes cubanos, tienen
muchísimas vías para acceder a la información, por lo que la clase ya no es más el escenario por
excelencia en el que se adquieren desde conocimientos básicos específicos sobre, ¿cuál es el concepto
de medio ambiente?, ¿cómo se da el proceso de fotosíntesis en las plantas?, ¿cómo está conformado el
sistema solar?, o hasta ¿en qué consiste una estrategia de desarrollo? Toda esta información se
encuentra en plataformas digitales que con solo un clic desplegarán montones de artículos con
respecto al tema de interés. Considero que el reto es formar habilidades para que el estudiante sepa
cómo seleccionar la información y pueda convertirla en conocimiento.
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74 Gestión de la Información
Oportuno ante este planteamiento se hace la delimitación de la gestión de la información como
herramienta sitúa al ser humano como el principal activo capaz de generar y compartir conocimientos
potenciando ante todo la autonoa y el liderazgo. Todo esto trae aparejado la formación de un
profesional competente que se beneficia cognitiva y afectivamente a la vez que satisface las demandas
de su contexto micro y macro- social.
En correspondencia con lo anterior, el hecho de que desde edades bien tempranas el individuo se
familiarice con las buenas prácticas en la gestión de la información, garantiza que al llegar a niveles
superiores de enseñanza este posea un valor agregado, que ha obtenido de la práctica consciente y
sistemática de este proceso.
No hay dudas de que esta tarea demanda transformaciones profundas de orden político y práctico en el
sistema educacional cubano, pero estos no deben hacerse esperar atendiendo a los nuevos cambios que
enfrenta el país y, aquellos que se avecinan. El sistema educacional cubano tiene en sus manos un
nuevo reto y para asumirlo es preciso concientizar su importante envergadura y, en función de ello y
mediante una idónea gestión de información, deben generarse aptitudes y capacidades que fortalezcan
la independencia, eficacia y pertinencia de los futuros profesionales cubanos en relación con el
contexto nacional e internacional.
Conclusiones
El proceso de gestión de información mantiene una estrecha y marcada relación con los enfoques
actuales que sitúan al individuo, no solo como sujeto, sino como beneficiario directo y con capacidades
reales de decidir para transformar su entorno, dentro de los procesos de desarrollo. En ese sentido, la
educación como principal aliada de los intereses, principios y premisas del estado, ha de ser
consecuente con las nuevas realidades y convertirse en la plataforma para el crecimiento y la
autorrealización individual.
Desde el contexto educativo cubano, resulta inaplazable formar en educadores y educandos
competencias que garanticen una correcta gestión de información; concebida con el fin de elevar tanto
la calidad profesional como la calidad de vida de hombres y mujeres de la Cuba de estos tiempos. En
este sentido, el escenario educacional es el idóneo para consolidar, desde los primeros niveles de
enseñanza, buenas prácticas asociadas a la obtención, uso y producción de información, e incluso, a su
transformación en conocimiento.
Deben implementarse nuevas formas de interacción con las (TICs), proyectadas desde las estrategias
educativas, los programas y planes de estudios y en cada una de las formas organizativas del proceso
docente educativo cubano. Generando y fortaleciendo la autonomía y la participación del estudiante en
su proceso de crecimiento y realización personal y en su futuro como profesional. Aspecto que se
corresponde perfectamente con el desarrollo social que se pretende consolidar desde las voluntades
políticas y las premisas actuales del proyecto socialista en Cuba.
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Contribución de los Autores
Autor
Contribución
Diana B. Morin López
Redacción del artículo y revisión del artículo,
Concepción y diseño, Análisis e interpretación