ReHuSo: Revista de Ciencias Humanísticas y Sociales ISSN 2550-6587
FORMACIÓN HISTÓRICA DEL SEGUNDO RÉGIMEN ALIMENTARIO
© Facultad de Ciencias Humanísticas y Sociales. Universidad Técnica de Manabí. Portoviejo, Ecuador.
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FORMACIÓN HISTÓRICA DEL SEGUNDO RÉGIMEN ALIMENTARIO
MUNDIAL: PERÍODO 1950-1970
AUTOR: Carlos A. Zambrano Argandoña
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DIRECCIÓN PARA CORRESPONDENCIA:carlosazambranoa@hotmail.com
Fecha de recepción: 10-02-2016
Fecha de aceptación: 12-03-2016
Resumen
El proceso de acumulación de capital tiene como uno de sus
elementos fundamentales la explotación de la fuerza de trabajo,
para que esta exista, es necesaria la ingestión de alimentos. En
este sentido, la necesidad de alimentos baratos es determinante
en la reproducción del sistema social y la consolidación de un
mercado interno periférico. Si a esto se agrega salarios bajos en
su cuantía, se debe entender que los alimentos y su precio serán
un reflejo de tal situación. El crecimiento histórico de
potencias como los Estados Unidos y la Unión Europea a lo largo
del siglo XX, determinó competencia entre los dos hegemones por
el predominio mundial. En este sentido, una parte importante del
proceso se haya conformado por el rubro de los alimentos. Así, el
postulado central de este ensayo en relación con la problemática
agroalimentaria es que la reproducción ampliada del capital
necesita alimentos baratos. Cuestión que no es sencilla, dado que
los precios de los productos y materias primas se encuentran
supeditados al ciclo económico predominante a nivel mundial.
Palabras clave: Ciclo económico, división internacional del
trabajo, campo y ciudad, comercio agrícola mundial.
HISTORICAL FORMATION OF THE SECOND WORLD DIET: PERIOD 1950-1970
Abstract
The process of capital accumulation has as one of its fundamental
elements the exploitation of the labor force, so that this
exists, food intake is necessary. In this regard, the need for
cheap food is crucial in the reproduction of the social system
and the consolidation of a peripheral internal market. If this
low wage is added in amount, it should be understood that food
and its price will reflect this situation. The historical growth
of powers such as the United States and the European Union over
the twentieth century, determined competition between the two
hegemons for world dominance. In this regard, an important part
of the process is made up of the food item. Thus, the central
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Maestro en Estudios Latinoamericanos (UNAM)-PhD© Universidad Andina Simón Bolívar. Sede Ecuador.
Carlos A. Zambrano Argandoña
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tenet of this trial in relation to the food problem is that the
expanded reproduction of capital needed cheap food. Question is
not simple, since the prices of products and raw materials are
subject to the prevailing global economic cycle.
Keywords: economic cycle, international division of labor, town
and country, world agricultural trade.
Introducción
Los alimentos son fuente de sustentación de la vida y un fenómeno
económico industrial que obedece a la lógica social. En efecto,
su dinámica interna no se encuentra condicionada por una
motivación meramente acumulativa. Tampoco se los puede producir
en serie. No se adecuan a la producción en gran escala dado los
condicionantes climáticos y genéticos que les acompañan. El
estudio histórico-económico y político de su devenir implica la
comprensión de la situación fenoménica que les rodea. En este
contexto, se debe entender el fenómeno agrícola en un sentido
social a través del tiempo y el espacio.
La cuestión agraria, en sus diferentes aspectos, debe ser
comprendida en su historicidad, en lo político y en su entorno
geográfico. El crecimiento de la capacidad alimentaria de países
o regiones está profundamente influido por el mercado mundial
capitalista, con sus tendencias o leyes económicas y sociales que
lo condicionan. De los tres regímenes alimentarios descritos en
el cuerpo de este ensayo, el segundo se considera más importante
puesto que da origen a la hegemonía alimentaria en la época de
posguerra facilitando la comprensión del orden mundial.
Desde el desarrollo de la primera revolución industrial (1750-
1850), los países periféricos al sistema capitalista mundial se
estructuraron como proveedores de materias primas y alimentos
baratos para con los diferentes países del centro en vías de
industrialización. Históricamente, la funcionalización de la
agricultura para con la industria ha sido un elemento constante
al analizar las relaciones periferia-centro o campo-ciudad.
Constatando, empero, la diferencia de que en los países
desarrollados existió un proceso gradual de integración y
asimilación entre la agricultura y la industria, no así en la
periferia donde la producción sería formada históricamente no por
las necesidades del mercado interno sino del mercado externo,
determinando un escaso desarrollo agroindustrial local. Esta
situación fue agudizada por el origen de los capitales que se
invirtieron en la agricultura periférica en la medida que esto
contribuyó a dirigir el tipo de explotación que demandaban los
países centrales.
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A nivel geopolítico, el crecimiento histórico de los Estados
Unidos junto al ascenso de la Unión Europea a lo largo del siglo
XX, determina la competencia entre los dos hegemones por el
predominio mundial. Una parte importante del proceso -equivalente
a seguridad nacional en la práctica- estaría conformado por el
rubro de los alimentos. El punto clave para el capital de los
países desarrollados no consiste en transformar el proceso de
producción en los países en vías de desarrollo, cuanto en
movilizar fuera de sus fronteras naturales a los productos del
trabajo industrial y agrícola, convirtiéndolos así en mercancías
globales como un elemento de dominio político.
El postulado central de este ensayo es que la necesidad de
alimentos baratos es un elemento determinante en la reproducción
del sistema social y en la consolidación de un mercado interno
periférico. En general, las condiciones de desarrollo desigual
del capitalismo determinan disímiles volúmenes de producción en
los mercados internos y ritmos de acumulación de capital. Los
diferentes regímenes alimentarios formados a lo largo de la
historia son prueba de ello. En un sentido histórico, la
producción de materias primas en los países periféricos ha sido
originada e incentivada por las necesidades que han tenido los
procesos industriales y de consumo de los países desarrollados.
Desarrollo
El proceso histórico de un régimen alimentario como factor
permanente para favorecer la acumulación de capital en el sistema
social local y mundial puede ser clasificado en tres regímenes
alimentarios básicos, que van desde 1870 hasta la actualidad.
Alimentación y regímenes alimentarios
1) De 1870 a 1930. Su fundamento es la agricultura extensiva. Su
época es el periodo colonial. Se da bajo la hegemonía británica y
el desplazamiento de tales capitales a la periferia como un
complemento necesario para producir cereales, frutas y vegetales.
2) De 1950 a 1970. Su fundamento es la agricultura intensiva. Se
usan métodos nacionales de producción en masa (Fordismo). En este
periodo, se incrementa el uso de excedentes alimenticios por
parte de los Estados Unidos de América para la ayuda alimentaria;
implícitamente también existe un objetivo geopolítico. Es la
época de la Revolución Verde. En este mismo sentido, el Plan
Marshall fue una vía para la exportación de los stocks de granos
acumulados en el territorio norteamericano hacia Europa. Se hace
necesario mencionar que entre 1974 y 1976 se da la primera crisis
de los alimentos a nivel mundial, originada con mucho por las
enormes compras de cereales por parte de la Unión Soviética.
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3) De 1980 hasta la actualidad. En este periodo la
industrialización de la agricultura se generaliza por medio de
las grandes transnacionales alimentarias. Se da una creciente
estandarización en los patrones de distribución (supermercados) y
consumo de los cereales, grasas, carnes, entre otros. Se trata de
un régimen posfordista, corporativo. Se destaca la dimensión que
adquiere el aspecto financiero en relación con la industria
agroalimentaria mundial. Es importante tener presente que, a
partir de mediados de los años 80, muchos de los supuestos de la
revolución verde han sido cuestionados.
Antecedentes del segundo régimen alimentario
La necesidad de alimentos baratos es un elemento determinante en
la reproducción del sistema social y en la consolidación de un
mercado interno.
La provisión de alimentos baratos puede ser concebida como
un aspecto fundamental inherente al desarrollo del
capitalismo. Por una parte, porque constituye un elemento
esencial para el proceso de reproducción de la fuerza de
trabajo para el mantenimiento de costos salariales bajos y,
por consiguiente, para el proceso de acumulación de capital.
Pero también, porque contribuye a la formación y
consolidación de los mercados internos de los países
capitalistas centrales. (Teubal, 1979, p. 61).
En una perspectiva histórica (fines del siglo XIX), este proceso
fue agudizado en su momento por el origen de los capitales que se
invertían en la agricultura de América Latina ya que esto
contribuía a dirigir el tipo de explotación complementaria a las
necesidades de los países, en este caso, europeos. A inicios del
siglo XX, los Estados Unidos de Norteamérica ya se había
convertido en una de las primeras potencias económicas mundiales.
Entre los años de 1914 y 1916, el país se volvió abastecedor y
acreedor de los aliados europeos; todavía sin arrebatar la
primacía económica a Europa, pues ésta ocupaba un lugar especial
en el comercio estadounidense al haber invertido capital sobre el
territorio norteamericano. En tan sólo dos años el valor de las
exportaciones de los Estados Unidos a Europa se dobló y el
excedente de su balanza comercial se cuadruplicó. Fue un boom
exportador sin precedentes que anunció el declive de Europa.
A fines de 1929 estalló una crisis económica mundial causada en
buena medida por la sobreproducción que había saturado al mercado
y por el abuso de la especulación bursátil, lo cual hizo subir
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artificialmente las cotizaciones. El crac de Wall Street, marcó
nominalmente el inicio de la crisis con el hundimiento de las
cotizaciones, lo que repercutió sobre la industria (baja en las
compras) y sobre la agricultura (cosecha deficitaria en el año de
1930).
Después de ganar las elecciones F.D. Roosevelt (Demócrata) inició
la reorganización general de la economía. Así comenzaría lo que
se conoció como el New Deal. Entre una de sus medidas estaría el
reorganizar el crédito agrícola. El hecho es que la participación
del Estado en la promoción y subvención de la producción interna
de granos se inicia después de la Gran Depresión, así se
establecía el "principio de la paridad" en el sentido de que se
garantizaba un precio para las cosechas de manera que un producto
agrícola cualquiera pudiera mantener su valor en relación con
otros bienes y servicios teniendo como base el período de los
años 1909 a 1914. La idea era proporcionar a los granjeros un
adecuado poder de compra o una garantía de ingreso indirecto.
Este tipo de medidas aplicadas o no en su totalidad, daría como
resultado que los Estados Unidos se ubiquen en una situación
privilegiada como abastecedor de alimentos al finalizar la
segunda guerra mundial.
Los precios de los productos agrícolas subieron, sin
embargo, un 75 por 100 en dos años, aunque nunca llegaron a
alcanzar la famosa ´paridad´, es decir un nivel que
garantizara a las rentas del campo la misma relación con los
salarios de la industria que antes de 1914.” (Adams, 1982,
p. 312).
En todo caso, los resultados efectivos de esta política de
favorecer e incentivar la producción de alimentos significó que,
para mediados de los años cuarenta, los Estados Unidos lograran
poseer grandes excedentes de granos con un alto costo para el
gobierno. Al mismo tiempo, se daba la devastación de la
agricultura europea y asiática como consecuencia de la primera y
segunda guerra mundial. Estos antecedentes irían dando origen a
la hegemonía alimentaria de los Estados Unidos en la época de
posguerra.
El segundo régimen alimentario mundial:
A) Los estados unidos de américa. Período 1950-1970
Estados Unidos es el país más rico dentro del sistema capitalista
contemporáneo y constituye gran parte de su eje central. Sus
características físicas posiblemente conforman una excepción
única en todo el planeta: un territorio continental que cubre una
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superficie de 9.529.063 kilómetros cuadrados, al cual agrega
posesiones en el resto del planeta con 4.000 millas cuadradas
aproximadamente. Se encuentra ubicado en el hemisferio norte,
pero lejos de Europa, escenario recurrente de guerras
internacionales y de residuos precapitalistas que aún arrastran
muchos de los países europeos. Su ubicación geográfica le
proporciona una gran variedad de climas, desde el frío en el
norte hasta el templado en el sur, incluyendo una franja
desértica en el oeste. Posee una de las llanuras fértiles más
extensa del planeta, ríos navegables en todas las regiones,
superficie boscosa y subsuelo rico en minerales, cerca de costas
marítimas junto a adecuadas vías de transporte (Bagú, 1997, p.
8081).
La segunda guerra mundial fue el punto de inicio para la
introducción de tecnologías bioquímicas en el agro. Hasta
principios de los años cuarenta, la agricultura norteamericana
era muy tradicional. Los principales insumos estaban constituidos
por la tierra, la fuerza de trabajo familiar y asalariada,
semillas que habían sido seleccionadas de la cosecha anterior,
abono orgánico y el uso de la fuerza animal, aunque ya se había
iniciado un proceso de sustitución de la misma por las máquinas
desde principios del siglo XX. El surgimiento de un paquete
tecnológico, químico y biológico, para la explotación de la
tierra y demás recursos agrarios determina el entrelazamiento
entre la agricultura y la industria. Surge pues, la
agroindustria, por la década de los años cincuenta.
El uso creciente de agroquímicos y de la mecanización junto al
mejoramiento genético de los animales (en la ganadería de carne,
el Brahman) y de la bioquímica en los diversos cultivos (en la
agricultura, el maíz híbrido)junto con una mejor tecnología para
el control de las enfermedades en los animales y en los vegetales
(herbicidas y pesticidas), dará por resultado el incremento
notable de la producción agropecuaria.
Esta evolución científico-técnica provocó la disminución de la
fuerza de trabajo empleada en la agricultura (por la
mecanización) y la concentración de las explotaciones agrícolas
en los Estados Unidos, pero manteniendo relativamente la misma
superficie. Con un potencial productivo elevado, la agricultura
norteamericana pasó a jugar un papel protagónico en la política
exterior estadounidense como uno de los mecanismos para
consolidar su hegemonía a nivel mundial. La Ley de Asistencia y
Desarrollo del Comercio Agrícola de 1954 (conocida como PL 480),
constituyó el principal instrumento para resolver el problema de
los excedentes, sobre todo de cereales. Así, a partir de la
década de los años 60, las grandes corporaciones vinculadas al
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sector agrícola cobraron mayor impulso y se internaron en las
economías agrícolas de los países en vías de desarrollo. Surge lo
que se ha llamado el imperialismo cerealero en unión con la
expansión de estas grandes empresas en los países
subdesarrollados.
A partir de la década del 60, las grandes corporaciones
vinculadas al sector agrícola cobraron mayor impulso y
penetraron masivamente en las agriculturas del Tercer Mundo.
Este proceso se manifestó con mayor intensidad en América
Latina, donde la producción se orientaba en gran medida
hacia los mercados internos o regionales, con una acentuada
tendencia a satisfacer las necesidades de los sectores
medios y altos de la población… Desde fines de la década del
60 hasta la actualidad, comienza a conformarse una nueva
situación… Tanto el imperialismo cerealero como la expansión
de estas grandes empresas en el Tercer Mundo, adquieren
nuevos caracteres. Nuevos productos, en particular la carne,
las hortalizas y otros alimentos procesados en un alto grado
o con altos insumos de mano de obra, son elaborados por las
citadas corporaciones en los países subdesarrollados para su
venta en EEUU, Japón y Europa Occidental (Teubal, 1979, p.
63).
En un sentido estricto, los créditos sumamente ventajosos
ofrecidos por el gobierno constituyeron un verdadero instrumento
de dumping que favoreció la entrada de productos agrícolas
norteamericanos a los países subdesarrollados. Se permitió, por
ejemplo, que se pagasen los cereales en moneda nacional y no en
dólares. De esta manera en países como Japón, Taiwán y Corea se
comenzó a comer trigo, siendo el arroz el alimento básico.
Los últimos años de los sesenta marcaron la disminución de los
excedentes agrícolas en los Estados Unidos, pero los cereales
estadounidenses tenían asegurado su ingreso, por la dependencia
fomentada, en por lo menos 130 países en el mundo. En efecto, si
se revisa la Balanza Comercial Agrícola de los Estados Unidos se
observará que de 1970 a 1981 es positiva. Pero a su vez, en el
mismo lapso la Balanza Comercial no Agrícola es negativa. Las
exportaciones no agrícolas, en términos de ingreso de miles de
millones de dólares, siempre serán más que las exportaciones
agrícolas. Sin embargo, lo que debilita a las exportaciones no
agrícolas son las importaciones no agrícolas. Hay un elevado
déficit comercial compensado en buena medida por las
exportaciones agrícolas. Pero esto, significaba dependencia de
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los mercados externos, y también establecía en su momento un
nivel de vulnerabilidad.
En la última década la agricultura se ha convertido en la
espina dorsal del poder económico mundial norteamericano.
Con la tercera parte de la tierra cultivada en Estados
Unidos dedicada a producir para la exportación, la
agricultura se ha convertido en la principal industria de
exportación. La cifra de treinta mil millones de dólares de
exportaciones de productos agrícolas, alcanzada por primera
vez en 1979, ha sido crucial para el fortalecimiento del
dólar, compensando un déficit comercial que se ha vuelto
crónico y financiando las importaciones del petróleo del
país. Aunque parezca irónico en la principal potencia
industrial del mundo las exportaciones agrícolas son ahora
consideradas fundamentales para la economía, de hecho ´el
fundamento mismo´ de esa economía... (Burbach y Flyn, 1983,
p. 47).
B) Europa y los países en vías de desarrollo. Período 1950-1970
La década de los años setenta marca una nueva etapa en la
producción capitalista mundial de alimentos. Aparece la Unión
Soviética y Japón como mercados demandantes de alimentos. La
Comunidad Económica Europea surge como un gran mercado
autosuficiente y exportador. En efecto, en los años que siguieron
al término de la segunda guerra mundial, la política exterior
europea implicó la necesidad de tener una necesaria estabilidad
económica y política, favorable para su proceso de reconstrucción
de posguerra y al mismo tiempo encontrar presencia y
respetabilidad ante la confrontación entre los Estados Unidos y
la URSS, durante la guerra fría. Así, algunos gobiernos mediante
los acuerdos del Tratado de Roma de 1957 deciden constituir una
unidad política. Dicha unidad, inicialmente con una dirección
económica, daría lugar a lo que se conocería como la Comunidad
Económica Europea. Fueron seis países europeos (Alemania,
Bélgica, Holanda, Italia, Francia y Luxemburgo), los que
resolvieron en el año de 1962 establecer la unión aduanera
eliminando las barreras arancelarias de sus productos agrícolas,
hecho que dio inicio a lo que se ha llamado la política agrícola
común (PAC).
Para lograr estos objetivos los países iniciaron, desde
julio de 1958 a diciembre de 1960, diferentes procesos en
los que se fueron definiendo progresivamente las políticas
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de lo que hoy conocemos como PAC: la libre circulación de
los productos, establecimientos de precios de garantía, la
preferencia al mercado comunitario y el financiamiento y
apoyo a la producción (León, 1996, p. 74-75).
Lo que se perseguía era crear nuevas bases para estimular la
producción agrícola integrándola en un mercado amplio protegido.
Se pretendía alentar la reconstrucción del aparato productivo
industrial agroalimentario. La producción cerealera ocupaba un
lugar estratégico. Socialmente se buscaba asegurar un nivel de
vida equitativo a la población rural sobre todo en lo que
respecta a sus ingresos, asegurándoles precios favorables a sus
productos en el mercado de intercambio europeo evitando
fluctuaciones bruscas en los mismos. Al mismo tiempo, se quería
garantizar el abasto y asegurar precios razonables para los
consumidores. De esta forma, se pretendía que la agricultura
fuera subsidiada por la sociedad urbana.
El conflicto agrícola entre Europa y Estados Unidos en su momento
se origina no tanto en el subsidio mismo, sino en su modalidad.
En términos generales se puede afirmar que Estados Unidos
practicaba un apoyo indirecto al productor, mientras que Europa
aplicaba un subsidio directo a los precios de venta. En general,
la libre circulación de los productos, el establecimiento de los
precios de garantía al agricultor, la preferencia al mercado
comunitario junto al financiamiento y apoyo a la producción
rindieron los resultados esperados. De esta manera, en los mismos
años sesenta aparecieron los primeros excedentes agrícolas.
Primero fue la producción de leche desde el final de esa misma
década, y en los años setenta la sobreproducción de cereales. La
acción política del gobierno de Estados Unidos no interfirió con
este proceso, más bien lo impulsó puesto que su gran adversario
geopolítico era la URSS. Así, a pesar de que en la Comisión
Económica Europea crecían los excedentes se importaba gran
cantidad de insumos para la alimentación animal proveniente, la
mayoría, de los Estados Unidos. Para equilibrar este déficit, la
CEE optó por exportar los excedentes.
Estimulada de esta manera, la producción continuó creciendo
acorde con el mantenimiento que recibía mediante los subsidios de
los Estados europeos dado que cada uno aportaba mediante cuotas
diferenciadas según su capacidad para apoyar esta política de
desarrollo agrícola. Así, los países ricos aportarían más que los
países pobres. La continua generación de excedentes y el subsidio
a las exportaciones, junto a un abaratamiento de la oferta de
alimentos en el mercado internacional, terminará creando un
círculo vicioso donde por la misma baratura de los precios se
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necesitan más subsidios. La baja de los precios era el pretexto
para mantener el subsidio, aun cuando constituían la causa de su
desplome.
Los productores protegidos, desde mediados de los años
setenta, de los vaivenes del mercado y estimulados con
precios en ocasiones 100% más altos que los del mercado
mundial, en muy breve tiempo superaron los déficit internos
de la agricultura comunitaria y diez años más tarde, como
resultado de la acelerada tecnificación impulsada en la
mayor parte de las unidades de producción, controlan ya
parte del mercado internacional (León, 1996, p. 78).
A fines de la década de los años setenta se dio una caída de los
precios de los productos no transformados como los cereales,
junto a la decadencia de los Estados Unidos en el mercado
mundial, la especialización del comercio entre Estados Unidos y
la Comunidad Económica Europea y la caída del comercio
agroalimentario en el intercambio mundial. En lo que respecta a
los países en vías de desarrollo, éstos de exportadores se
transformaron en importadores de alimentos, posiblemente
alentados por el alza de los precios del petróleo.
En efecto, en los últimos 30 a 40 años, los países del
Tercer Mundo han pasado de autosuficientes en la producción
cerealera o bien exportadores, a ser importadores netos. En
el período 1934-1938 tanto África, Asia como América Latina,
eran exportadores netos de productos cerealeros. América
Latina (en gran medida bajo la influencia de las
exportaciones argentinas) exportaba más granos en su
conjunto que Norteamérica (9 millones de toneladas contra 5
millones). Asia y África, sumados, exportaban tanto como
Australia y Nueva Zelanda (3 millones de toneladas).
Solamente Europa Occidental era globalmente deficitaria en
cuanto a la producción de granos, e importaba 24 millones de
toneladas, vale decir, lo que exportaban todas las demás
regiones juntas… En las décadas siguientes, el Tercer Mundo
aumentó sistemáticamente su dependencia cerealera: Asia en
la década del 40 y del 50; África en la década del 60; y
América Latina en la década del 70. Entre los años 1969 y
1974 el volumen de las importaciones de cereales de los
países en vías de desarrollo casi se triplico… En la región
latinoamericana es donde se produce el cambio más dramático,
al transformarse de un gran exportador neto a una zona
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dependiente de las importaciones de granos (Teubal, 1979, p.
71).
En el caso de América Latina, el crecimiento y desplazamiento de
la población de lo rural a lo urbano es algo que merece especial
atención. “Tanto en Hispanoamérica como en África y Asia, la
población urbana se multiplicó por ocho entre 1920 y 1970,
mientras que en el resto del mundo, los ricos y desarrollados,
consiguió solo cuadruplicarse” (Sánchez, 1982, p. 49). Para la
región, el alza de los precios agrícolas internacionales que se
dio en la década de los setenta al cual le siguió una caída
brutal en los ochenta, significó en realidad saldos negativos.
Las políticas de desarrollo autárquico, que implicaban una
fuerte intervención del Estado... unido a retenciones a las
exportaciones y aranceles altos a las importaciones, y al
consecuente desestimulo a la inversión privada en la
agricultura, era el mecanismo en el cual se sustentaba el
postulado ideológico de industrialización forzosa y
crecimiento del aparato gubernamental. Esta descomunal
transferencia de recursos del sector primario a los sectores
secundario y terciario en épocas de precios agrícolas
internacionales altos [los setenta, CA], privó a nuestras
economías de cifras incalculables de divisas sustraídas a un
crecimiento económico sólido, lo que hoy lamentamos
profundamente (Cordeu, 1996, p.84).
Los países que ingresaron tempranamente a la nueva vía
agroexportadora neoliberal en los años setenta -debido al
contexto mundial- alcanzarían un éxito considerable en lo
posterior, tal fue el caso de Chile.
Comienzos del tercer régimen alimentario mundial
La nueva estructura productiva que surgió en los años setenta, se
consolidó en los años ochenta:
Uno de los rasgos más importantes del nuevo orden lo
constituye la concentración de la producción, pero también
de los mercados, en los países desarrollados. Estados Unidos
y la Comunidad Económica Europea son los principales
productores y exportadores de los cultivos de vanguardia de
la nueva estructura productiva. Son asimismo, junto con
Japón, los principales compradores. Los países desarrollados
se compran y se venden entre como un mundo circular que
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se basta a sí mismo...un aspecto particular de la
centralización productiva es que los países desarrollados
dominan todas las líneas de los productos de vanguardia de
la nueva estructura productiva. La participación y dominio
de los países desarrollados en la producción alimentaria
transformó la vieja división del trabajo que imperó en la
etapa de la posguerra. En ella, los países subdesarrollados
se orientaron a la exportación de materias primas de origen
tropical, mientras los países desarrollados se
especializaban en la producción de bienes de clima
templado... En la nueva división agrícola del trabajo, los
países desarrollados...abarcan la producción de todos los
cultivos de la nueva estructura productiva mundial. Sin
embargo, tienen un peso mayor en la producción de cereales y
productos de origen animal... En cambio, los países
subdesarrollados sustituyeron la producción de materias
primas tradicionales por las frutas, flores y hortalizas...
aun cuando no existe ya una división tajante en la
orientación productiva, persiste una especialización según
la cual los países desarrollados se orientan a los productos
básicos (cereales, carne, leche) y los subdesarrollados a
los bienes de consumo complementario (frutas, flores y
hortalizas)...solamente un selecto grupo de países
subdesarrollados logró insertarse como exportador en el
mercado mundial, mientras un amplio grupo de países quedó
marginado (Rubio, 1995, p. 188-190).
En lo que respecta al impacto de las políticas de estabilización
y ajuste económico en el agro latinoamericano:
En la mayoría de los países, las principales medidas que
afectaron al sector agrícola fueron la supresión escalonada
de los subsidios a la producción en el marco de la
liberalización de los precios y de los intercambios
agrícolas, la reorientación del crédito y de las inversiones
destinadas a la agricultura, a como la introducción de
estímulos fiscales a la exportación, sobre todo para los
productos no tradicionales (Ribier, 1994, p. 38).
No obstante, la producción agropecuaria logró un desempeño más
satisfactorio que el resto de la economía.
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...en los años setenta la producción agropecuaria creció
3,5% por año, frente a 5,9% del total y 6,3% de la
manufactura... En la crisis de los años ochenta se revirtió
la relación entre los tres indicadores, pasando la
manufactura a ser el sector de peor desempeño y la
agricultura a ser el que mejor se defendió (French-Davis,
1989, p. 389).
La mejor respuesta agropecuaria (en los 80, CA) ha estado
asociada a dos hechos. Por una parte, el sector fue menos
afectado que el resto de la economía nacional por la reducción de
la demanda interna; por otra, el sector, que es más intenso en
productos nacionales de comercio exterior, se benefició con las
políticas promotoras de estas actividades (French-Davis, 1989, p.
378). La contribución del comercio exterior se dio pese a que los
precios internacionales se deterioraron mucho, posiblemente
gracias al efecto de las devaluaciones cambiarias masivas que se
dieron por aquella época junto al deterioro de los salarios
reales. Sin embargo, los cultivos de exportación fueron los que
más crecieron, mientras que los cultivos de subsistencia lo
hicieron a un menor ritmo.
El comercio agrícola mundial en los años noventa
En América Latina, durante los años noventa, la presión de los
países desarrollados por colocar sus excedentes de alimentos en
los países subdesarrollados obligó a tales países a transformar
sus estructuras productivas de exportación. Así, se pueden
distinguir claramente dos grupos de países: los que lograron
insertarse en las nuevas condiciones del mercado mundial
orientando su producción hacia la exportación de los nuevos
cultivos de vanguardia, los otros que quedaron al margen del
mercado mundial sin haber logrado la reconversión productiva
interna (Rubio, 1995, p. 192). Al primer grupo pertenecen los
países como Argentina, Uruguay (por los cereales); Chile,
Colombia, Ecuador y Paraguay (por la exportación, en su orden, de
uvas, manzanas; flores, frutas frescas y secas; plátanos, frutas
frescas y secas; soya). Finalmente, pertenecen también a este
grupo México, Costa Rica, Honduras, Guatemala.
Brasil, por ser el tercer exportador mundial de soya, el séptimo
de nueces y el treceavo de carne; mientras que Honduras ocupaba
en su momento el segundo lugar mundial en la exportación de
plátanos, Costa Rica el tercero y Guatemala el octavo. Para 1990,
México era el cuarto exportador mundial de tomates, el octavo de
uvas, el sexto de legumbres frescas, secas y congeladas y el
onceavo en limones y toronjas. Al segundo grupo pertenecen países
como El Salvador, República Dominicana, Haití, Nicaragua, Perú,
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Bolivia y Panamá, marginados del nuevo orden agrícola mundial
(Rubio, 1995, p. 192-193).
Al anterior grupo de países, le siguen las economías más
dinámicas de la Cuenca del Pacífico, con recursos escasos para la
producción agrícola; no obstante han tenido una política de
protección al agro semejante a la de los exportadores netos de
alimentos. Así, Japón, Corea del Sur, Singapur, Malasia,
Tailandia, Brunei, Vietnam, Laos y Camboya, a pesar de ser
importadores netos de alimentos han logrado obtener un nivel
diferenciado de autosuficiencia en arroz, soya y otros productos
(Trápaga, 1996, p. 28). Por otro lado, en el caso de los ex
países socialistas, su condición resultó incierta en la medida en
que sus niveles de eficiencia no eran tan competitivos como los
de sus vecinos occidentales que por razones de semejanza
climática producen el mismo tipo de mercancías agropecuarias.
Además, la apertura de sus fronteras ha permitido una gran
variedad de importaciones de alimentos, sobre todo tropicales. Al
final de los anteriores grupos, podemos ubicar al resto de los
asiáticos, a América Latina y África (Ibíd., pp. 30-33).
En general, tienen bajos niveles de productividad y poseen, como
ya se ha señalado, una política agropecuaria que beneficia a los
consumidores a costa de los productores. Son países
especializados en los cultivos de tipo tropical, cuya
sobreproducción mantiene los precios a la baja tendencial en los
mercados internacionales y sin mayor capacidad para coordinar
entre ellos el nivel de los precios en el mercado internacional.
Los precios, en realidad, son determinados por los países
consumidores dado que ellos tienen la capacidad de fijar cuotas,
junto a ciertas características del producto, debido al poder
económico y alimentario que poseen, como es el caso de los
cereales.
La clausura de la Ronda Uruguay en diciembre de 1993, marca el
inicio de la nueva etapa del comercio agrícola administrado,
junto a los respectivos esquemas productivos que respaldan su
funcionamiento. Aquellos acuerdos no hacen más que consolidar la
estructura vigente en el mundo actual en donde los países
hegemónicos, a pesar de sus diferencias, marcan la pauta de los
volúmenes de producción y los precios a que han de someterse el
resto de los países, aun para los productos que tales países
dominantes no generan. Así, las necesidades de los países en
desarrollo no son tomadas en cuenta, sino en la medida en que
puedan acoplarse al cumplimiento de los requerimientos y
objetivos de los países del hemisferio norte.
Tanto Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea, los países de la
Asociación Europea de Libre Comercio, Australia y Nueva Zelanda,
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son economías que han mantenido por décadas una política de
protección al campo, y en buena medida debido a ese factor, han
logrado ser autosuficientes en términos alimentarios; además, en
donde los recursos naturales así lo permiten, han logrado ser
exportadores netos de alimentos. Los países que han logrado
obtener excedentes son productores hegemónicos a nivel mundial de
cereales, carne y leche, lo que les permite controlar los
mercados de estos productos, incluyendo la fijación de su precio.
En su momento, resulta verificable la configuración de una
segunda revolución verde en el marco de una coyuntura de
acumulación y legitimación mundial.
In this sense, the food regime is not so much a political
economic order; as such it is a vehicle of a contradictory
conjuncture, governed by the ‘double movement’ of
accumulation/legitimation. (McMichael, 2009, p. 151).
En un mercado mundial más integrado, se buscan los precios bajos
a costa de los pequeños productores de los países en vías de
desarrollo. Los principios rectores serían: 1) Liberalización
comercial, 2) Propiedad intelectual a favor de las corporaciones
transnacionales, 3) Biotecnología bajo regulaciones neoliberales,
4) Ingeniería genética. Esto último puede llevar a una revolución
genética en la agricultura. Es posible afirmar que el problema
del hambre en el mundo no es por la escasez de alimentos sino por
la persistencia de los elementos que generan la pobreza. "Con
sólo el 3% de la superficie total del planeta bajo cultivo, se
obtiene alrededor del 93% de los alimentos que se producen"
(Trápaga, 1996, p. 34).
Las economías desarrolladas y excedentarias procuraron reducir su
producción agrícola o exportar sus excedentes. Al mismo tiempo,
en la aplicación de las políticas de ajuste económico impulsadas
por el FMI, o el BM en los países pobres, lo que se hizo fue
desmantelar las estructuras agrarias internas de producción,
desarmando las redes de apoyo económico a los sectores
campesinos. En consecuencia, se incrementó su dependencia
agrícola. En el caso de Ecuador, el uso del recurso petrolero en
la década de los años setenta e inicio de los ochenta tuvo unos
efectos poco deseables en lo agrario. En efecto, el ciclo del
petróleo no se juzga positivamente. Durante los años del auge se
dispararon las importaciones agrícolas, en particular las de
trigo y leche” (Twomey y Helwege, 1991, p. 19).
Esto no pasó en los países desarrollados donde a pesar de las
reformas no se ha desmantelaron las redes de apoyo a los sectores
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agrarios. Más bien se estimuló a sus productores agrícolas a que
compitan con los demás campesinos del mundo, por ejemplo, en los
Estados Unidos:
La Ley Agrícola de 1996 rompe con el pasado, ya que los
precios mínimos de apoyo y el control sobre las hectáreas
sembradas se han eliminado. El producto agrícola, bajo los
nuevos reglamentos, se deja en libertad para responder a las
fuerzas del mercado... Bajo la globalización actual de las
economías agrícolas, todos los productores están en
competencia técnica con los demás... La nueva ley agrícola
elimina las restricciones en la producción y obliga a los
agricultores de esa nación a competir de forma agresiva en
los mercados mundiales. (Freebairn, 1997, pp. 124-127).
Así, debe tomarse en cuenta las casi veinte millones de hectáreas
que han estado fuera de producción en respuesta directa a los
requerimientos del programa agrícola de los Estados Unidos.
Conclusiones
El crecimiento histórico de los Estados Unidos, junto al ascenso
último de la Unión Europea, determinó la competencia entre los
dos hegemones por el dominio mundial en el sistema capitalista;
una parte importante de tal proceso -equivalente a seguridad
nacional en la práctica- estaría conformada por el rubro de los
alimentos. La producción de materias primas en los países
periféricos en el sistema capitalista mundial se encuentra
condicionada por las necesidades de los procesos industriales y
de consumo de los países desarrollados.
Los precios de sustentación se encuentran determinados por las
exigencias internas de las economías en desarrollo que conlleva a
una tendencia recurrente a la desvalorización (transferencia de
valor). Esto implica la imposición de precios debido a una alta
composición orgánica del capital sobre los productos exportados
por parte de los países desarrollados, a la vez que importan
estos mismos países mercancías con una baja composición orgánica
del capital en los países menos desarrollados.
El intercambio desigual que se da entre economías insertas en
diferentes ciclos, sistemas y modos de producción refiere a
procesos de sobreexplotación de la fuerza de trabajo en los
países menos desarrollados, ubicándose en estos lugares las
razones que conducirían a la acumulación de capital en las
economías industrializadas y a la descapitalización crónica en
los países menos desarrollados. Es posible afirmar que inserción
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en el sistema de producción capitalista, a nivel mundial, genera
deficiencias estructurales al interior de los países periféricos
a la vez que consolida las relaciones de dependencia.
De ello se deriva que la historia económica de los países en
desarrollo se encuentra interrelacionada con el comercio
exterior. Unos cuantos productos han marcado el desenvolvimiento
del desarrollo económico, social y político de estos países. En
el caso ecuatoriano, el cacao, el palo de balsa, el caucho, el
café, la cascarilla, el arroz, el oro, los sombreros de paja
toquilla, el petróleo, el banano, el camarón, las flores, entre
otros, constituyen productos que revelan la escasa
diversificación y la fuerte dependencia de una economía volcada
hacia el mercado externo, y atrofiada hacia el mercado interno
con un bajo nivel agroindustrial.
La reprimarización actual de algunos países latinoamericanos,
junto a la exclusión de otros, señala objetivos históricos
comunes para un proyecto de desarrollo de largo aliento en el
cual se procure corregir el descuido que sufre el sector agrario
de parte de una gran mayoría de Estados latinoamericanos, los
cuales se encuentran inmersos en una serie de políticas
económicas que a fin de cuentas provocan una mayor crisis en el
campo por falta de apoyo y protección al mismo. Situación inversa
en las economías centrales.
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