ReHuSo: Revista de Ciencias Humanísticas y Sociales ISSN 2550-6587
ESTEREOTIPOS DE GÉNERO
© Facultad de Ciencias Humanísticas y Sociales. Universidad Técnica de Manabí. Portoviejo, Ecuador.
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LOS ESTEREOTIPOS DE GÉNERO Y EL TRABAJO SECRETARIAL EN
LAS INSTITUCIONES PÚBLICAS
AUTORES: Geoconda Benitez-Burgos
1
José Alfredo García Vélez
2
Melisa Maricela Loor Tomalá
3
DIRECCIÓN PARA CORRESPONDENCIA: gbenitez@utm.edu.ec
Fecha de recepción: 26-02-2016
Fecha de aceptación: 27-03-2016
Resumen
Hoy en día, las adscripciones de género siguen siendo
indiscutibles. La masculinidad y la feminidad con sus
implicaciones gobiernan, aún, la cotidianidad, las relaciones
sociales y el mundo económico, incluido el trabajo. Esta
investigación de metodología cualitativa analiza la influencia de
los estereotipos de género en el desempeño de una actividad
profesional altamente feminizada. Concretamente y mediante el uso
de la entrevista, se determina que el género sigue ejerciendo una
fuerte influencia en el ejercicio del área secretarial, puesto
que, como es tradición, las mujeres son quienes mayoritariamente
desempeñan esta ocupación. Sin embargo, la información revela que
la leve presencia masculina responde a que este profesional de
secretariado cuenta con formación en otros campos que le permiten
ejercer una labor especializada. Es decir, combina estudios en
Derecho, Ingeniería y Economía, con el conocimiento y las
competencias propias del área secretarial. Ello le ha permitido
acceder a un campo profesional que en el último siglo le había
sido ajeno. Se puede señalar, que en el sector hay una tendencia
de presencia masculina con estudios estrechamente vinculados a la
naturaleza de la institución pública en la que se trabaja y en el
que las funciones secretariales aparecen como complementarias.
Palabras clave: masculinidad, empleo, secretaria, instituciones.
STEREOTYPES OF GENDER AND THE SECRETARIAL WORK IN PUBLIC
INSTITUTIONS
1
Docente Titular. Universidad Técnica de Manabí. Ecuador.
2
Estudiante Escuela Secretariado Ejecutivo. Universidad Técnica de Manabí. Ecuador.
3
Estudiante Escuela Secretariado Ejecutivo. Universidad Técnica de Manabí. Ecuador.
Geoconda Benitez-Burgos, Alfredo García, Melisa Loor
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Abstract
Today, the secondments of gender continue being undisputed.
Masculinity and femininity with its implications govern, even,
daily life, social relations and the world economy, including
work. This qualitative methodology research examines the
influence of gender stereotypes on the performance of a highly
feminized profession. Specifically and by the use of the
interview, is determines that the gender still exercising a
strong influence in the exercise of the area secretarial since,
as is tradition, the women are who mostly play this occupation.
However, the information reveals that the slight presence male
responds to this professional of secretariat has with training in
other fields that you allow exercise a work specialized. I.e.,
combines studies in law, engineering and economy with the
knowledge and the skills own of the area secretarial. This has
allowed him access to a professional field that had been outside
in the last century. It can be said that there is a tendency of
male presence with studies closely related to the nature of the
public institution in which work and which the secretarial
functions appear as complementary in the sector.
Keywords: masculinity, employment, secretary, institutions
Introducción
Que las desigualdades de género se hallan presente en las
sociedades contemporáneas, no es novedad; como tampoco lo es, que
los papeles sociales asignados a lo masculino y lo femenino
trascienden el tiempo, la esfera privada y se consolida en la
pública, de tal forma que conviven con el desarrollo y el
progreso. De ello, se derivan realidades sociales, culturales,
económicas y educativas que revelan posiciones diferenciadas con
origen en la sociedad y la cultura (Geertz, 2000). Entendiéndose
a esta última, como la forma de comportamiento adquirida y
transmitida mediante símbolos y lenguaje, que facilitan
información aprendida acerca de la vida pasada y presente de las
poblaciones. Así, la cultura como bien señala Tylor: es “todo
aquel complejo conjunto que incluye conocimientos, creencias,
artes, moral, costumbres, cualquier hábito y aptitudes adquiridas
por el hombre en cuanto a miembro de una sociedad” (1975, p. 29).
Uno de sus principales mecanismos de transmisión es, sin duda, la
socialización de género que promueve la existencia de modelos
identitarios disímiles a cada sexo, debido a que origina acciones
y conductas humanas por las que se atribuyen roles específicos a
unos y otras. De acuerdo con lo expresado, son producto de la
cultura y se configuran mediante un proceso socialmente
construido por el que se aprende a pensar, sentir y comportar de
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acuerdo a normas, creencias, valores y costumbres que la cultura
prescribe o proscribe, según sea el caso, como adecuados para
cada cual. De este modo, y a través de agentes socializadores
como la familia, la educación, y la comunicación, se forman
rasgos, actitudes y actuaciones compartidas, no conscientes, que
modelan al individuo determinando, estereotipos basados en el
sexo biológico.
Los estereotipos como factor de socialización, sustentan la
conformación de identidades diferenciadas, en la medida, que
establecen atributos, cualidades y valores que caracterizan a
cada grupo social (González Gabaldón, 1999). De ahí, su
importancia capital en términos de pertenencia, adaptación e
integración. Se debe reconocer que estas creencias generalizadas,
estrechamente vinculadas a los prejuicios y discriminaciones,
poseen generalmente, connotaciones negativas que se convierten en
cargas sociales, restrictivas y persistentes en el tiempo, tanto
para un sexo como para otro, puesto que perpetúan roles de forma
sistémica (Cook y Cusak, 2009).
Gidens y Sutton (2013) advierten de la importancia del
aprendizaje de ciertos roles que se interiorizan y son distintos
para hombres y mujeres. En este orden de ideas y en términos
socioculturales, la sociedad enseña a los primeros a edades
tempranas, una serie de particularidades como dinamismo,
agresividad, dominio, valentía, estabilidad, objetividad y
fuerza; mientras que a las segundas se les atribuye intuición,
afectividad, dependencia, sumisión, debilidad y cuidado
(Chodorow, 1978).
Estereotipaciones que van más allá de lo privado y se extienden a
los campos de la formación y el empleo. Precisamente, hoy en día,
se puede distinguir en ciertos sectores educativos y
profesionales el sesgo de género. En inclinaciones a carreras y
profesiones que orbitan alrededor de una división sexual de las
ocupaciones. Es decir, de elecciones que subyacen a determinadas
dinámicas culturales relacionadas con el ser hombre y ser mujer
(Whitehead, 1996). Así, el clic de que las secretarias son
habitualmente mujeres, se halla fuertemente extendido, y como se
ha visto, es producto de un sistema forjado en la cultura.
Ello no ha impedido que en esta labor profesional se pueda
encontrar alguna minúscula representación masculina, pese a que
la historia señala que se constituyó en feudo varonil hasta bien
entrado el siglo XIX. Ante lo expuesto, se pretende examinar la
influencia del género en el ámbito del empleo secretarial,
desvelando las estrategias masculinas que han ayudado a romper
paradigmas ligados a la profesión femenina por excelencia: la
secretaria.
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Materiales y métodos
El artículo presenta una investigación sobre la relación entre
los estereotipos de género y el trabajo secretarial en las
instituciones públicas de Portoviejo; mediante el uso de la
entrevista en profundidad, se analiza cualitativamente la
situación de aquellos hombres que se encuentran ejerciendo el
trabajo de secretarios. El estudio, se enmarca en el ámbito del
género-empleo secretarial, aborda un tema que ha sido escasamente
estudiado e intenta contribuir al conocimiento de este campo
disciplinar.
Análisis y discusión
El examen de la influencia de los estereotipos de género en
ciertas ocupaciones lleva a señalar la importancia de
determinados factores socioculturales en la vida social. Así
pues, en este apartado se exponen en primer lugar algunas
aportaciones al estudio del género, la formación y el empleo que
sirven para contextualizar el trabajo investigativo. En segundo
lugar, se presenta la situación de los secretarios en las
instituciones públicas mediante el proceso analítico y
finalmente, se extraen algunas conclusiones.
Género, formación y empleo
A menudo se afirma que la igualdad entre hombres y mujeres se
halla cada vez más cerca. Sin embargo, hechos, cifras y
situaciones evidencian que falta camino por andar y que las
desigualdades perviven aún en los tres primeros lustros del nuevo
siglo. Como ejemplo se cita el informe Tendencias 2016 de la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) que evidencia la
persistente desigualdad entre hombres y mujeres en los mercados
laborales en cuanto a oportunidades, trato y resultados, el
análisis muestra que las mujeres continúan estando representadas
en los grupos profesionales de trabajadores administrativos, de
los servicios y del comercio, y ocupaciones elementales.
A partir de lo anterior, las interpretaciones acerca de las
diferencias implícitas en la cuestión género han adoptado
distintas miradas. Pero, una somera aproximación a la literatura
especializada evidencia la presencia de al menos dos líneas
explicativas, una primera que se relaciona con la biología
(Money, 1955; Money y Ehrhardt, 1982) y la segunda que manifiesta
la influencia intrínseca de la socialización (Connell, 1985;
1987) en un proceso socialmente construido (Laqueur, 1994). No
obstante, se debe reconocer que bajo todas ellas subyace el
supuesto que el sexo es biológico y el género cultural.
Para entender su evolución resulta fundamental plantearse las
causas, en cuanto a origen y desarrollo. Así, autores
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contemporáneos como Walby (1990) declara al patriarcado como
elemento determinante en la vida social, y Rubin (1975) indica
que se debe a pautas de comportamiento culturalmente establecidas
en un aparato social sistemático, un sistema sexo - género del
que derivan relaciones asimétricas entre hombres y mujeres.
Significativa es la definición que hacen de este proceso Macionis
y Plummer, cuando señalan que refiere a “aspectos sociales
adscritos a las diferencias sexuales que implican
fundamentalmente jerarquía y poder” (2011, pp. 334-335).
A tenor de este entramado sociocultural, las investigaciones
evidencian que la influencia de la identidad de género en la
elección de saberes y ocupaciones, en la vinculación entre
estereotipos y vocación profesional es incuestionable, dado que
“en la tipificación sexual de ciertos estudios y trabajos
destacan factores de índole externos e internos” (Santos y Porto,
2002, p. 23). Navarro y Casero (2012) al analizar la incidencia
de las diferencias de género en la elección de carreras, explican
que las jóvenes se decantan por estudios relacionados con
profesiones que implican la ayuda a otras personas, en tanto, que
los jóvenes prefieren las profesiones técnicas por su mayor
remuneración y prestigio social.
De ahí, que no es extraordinario encontrar hombres que opten por
titulaciones relacionadas con las ingenierías, las matemáticas y
ocupen puestos de alta dirección, mientras que las mujeres se
inclinan por prepararse y trabajar en áreas afines a la docencia,
la enfermería y el secretariado. Sirva de ejemplo, la estadística
de graduados, Escuela Secretariado Ejecutivo de la Universidad
Técnica de Manabí (UTM) que muestra esta propensión, puesto que
desde el 2002 hasta Febrero del 2016, ha graduado a 373
estudiantes, de los cuales, un 98,4% son mujeres y el 1,6%
hombres.
Apenas quedan dudas, al menos en esta profesión, de la estrecha
relación entre género, formación y empleo. De acuerdo a Arias y
Bascón (2012), la brecha de género en determinadas profesiones es
una realidad comprobada, ya que en la práctica se observa la
presencia de creencias y estereotipos sexistas que actúan como
criterios clasificatorios en cuanto al acceso y ejercicio del
empleo, provocando la existencia de profesiones asociadas a
hombres, y por tanto, tradicionalmente masculinas y otras
asociadas a mujeres o mayoritariamente femeninas.
Como se ha dicho, estas valoraciones tienen efectos en el mercado
laboral y sus segmentaciones, a causa de la interiorización de
cuestiones como el que las actividades de fuerza e inteligencia
se hallan asignadas a los hombres, y las de cuidado-atención a
las mujeres. A partir de ahí, no es sorprendente encontrar que
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por lo regular, la secretaria tiene rostro de mujer. En alusión a
ello, Torns y Recio (2012), manifiestan la persistencia de
desigualdades de género en el mercado de trabajo impulsados por
formas de vida y representaciones sociales que segregan
especialmente a las mujeres.
En cuanto al perfil de la labor secretarial, se puede señalar
que, según la Clasificación Nacional de Ocupaciones (CNO),
pertenece al área de las finanzas, la administración y representa
un puesto de trabajo que incluye una serie de competencias,
responsabilidades y gestión. Se debe indicar que apenas existen
referentes de los hombres que se dedican al secretariado. Ello
revela lo significativo de la investigación sobre la inserción
masculina en el mundo secretarial, a partir del sentido que los
participantes asignan a sus experiencias, trayectorias y
desafíos.
Los secretarios en las instituciones públicas de Portoviejo
Actualmente y de forma constante, se ha excluido a los hombres
del ámbito secretarial tanto en formación como ejercicio
profesional. La fuerte asociación de las mujeres con las
funciones secretariales deviene de principios del siglo XX,
cuando se afianza la figura femenina como responsable de las
tareas y demandas que exige la profesión, fruto de la
consolidación de estereotipos sociales ligados al género. Para
comprender tal realidad conviene situarse en la cotidianidad y
prestar atención a los carteles publicitarios que evidencian, hoy
en día, la imagen más común de este profesional es ser mujer,
joven, de buena presencia, y hábil en el uso de los equipos
informáticos.
En efecto, la demanda laboral en este campo no sólo exige
competencias, conocimiento, habilidades, compromiso y diligencia,
sino también, una silueta secretarial. La imagen femenina como
símbolo universal en los negocios. Por consiguiente, para
desempeñar este empleo, es necesario cumplir con un perfil que se
ajuste a las expectativas y demanda del mercado laboral, cumpla
con una trayectoria de servicio, actualice conocimientos de forma
permanente y permita superar las barreras relativas a los
estereotipos de género. Pese a la dominante presencia femenina en
la labor secretarial, en las instituciones públicas de Portoviejo
se encuentran hombres desempeñando estas funciones.
De la investigación se desprende que las actividades a las que se
dedican estas entidades son generalmente servicios del Estado
para los ciudadanos. Y, atienden diversas áreas tales como
educación, salud, finanzas, justicia, seguridad social y control,
entre otras; servicios que procuran bienestar a los habitantes
del cantón y la provincia. Se señala también que los equipos de
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trabajo se hallan conformados por determinado número de personas,
generalmente ajustadas a la demanda-exigencias del usuario.
Las entrevistas permitieron confirmar que en el área secretarial
de las instituciones públicas, pocos hombres se encuentran
desempeñando estas funciones. A pesar que se manifiesta
expresamente no incurrir en preferencias durante la selección del
personal para este puesto de trabajo, dado que la normativa
impide distinguir entre géneros. Sin embargo, se ha podido
constatar que la realidad refleja el dominio femenino. En cuanto,
a las actividades que realiza un secretario, se indica el manejo
diario de documentos que circulan dentro y fuera de la
institución, recepción y envío de correspondencia, control de
agenda y cumplimiento de las disposiciones administrativas y
oficiales. Además, se manifiesta que en la selección del personal
de secretaría el perfil profesional es fundamental: experiencia
laboral, pro-actividad, ordenamiento, manejo tecnológico, trabajo
en equipo, y atención al público. Es importante subrayar que los
secretarios cuentan con formación académica en otros campos.
Asimismo, se valora la confidencialidad, lealtad como es el caso
de los abogados, en donde sus actividades van más allá de las
tradicionales que se realizan en un despacho.
Siguiendo estos lineamientos, el secretario/a ideal debe tener
buena actitud y aptitud, cumplir retos, compromisos laborales con
habilidad, destreza comunicativa y redacción, mantener relaciones
interpersonales saludables y generar confianza dentro y fuera del
área laboral. De las actividades y trayectorias de los
secretarios se evidencia un universo distinto al de la
secretaria, debido a que sus funciones se hallan relacionadas con
la naturaleza de la institución. Ya que en los secretarios
predomina una formación especializada que generalmente fluctúa
entre la abogacía, ingeniería y economía. Precisamente, los
secretarios-abogados realizan certificaciones de documentos
habilitantes, inspecciones, operativos de control, entre otras
actuaciones fuera de oficina(E-1) así como “procesos judiciales
y administrativos” (E-5).
En casi todos los casos, se demuestra la importancia de
conocimientos especializados en ramas ajenas al secretariado.
Ello no exime, que deban preparar comunicaciones, oficios,
recepción de escritos y sean responsables de la gestión
documental tanto física como digital. Los secretarios declaran
que su trabajo es diverso por las múltiples actividades que
compaginan. De lo anterior se desprende, que para lograr la
designación de Secretario, el hombre debe estar mejor preparado
en conocimientos y competencias, puesto que su inserción refleja
a la formación secretarial como una cuestión complementaria.
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Conclusiones
Los estereotipos de género siguen presente en el mundo del
trabajo. Aún se pueden descubrir nichos laborales en los que los
papeles sociales masculinos y femeninos se encuentran fuertemente
arraigados. Y, aunque las instituciones señalen que no existe
distinción de género, en el ejercicio de las profesiones, el caso
de los secretarios es el típico paradigma cultural profesional.
Se sigue manteniendo en los escenarios laborales de este campo,
la imagen de mujer sinónimo de secretaria. El estudio demuestra
que cuando los hombres realizan estas funciones deben contar con
carreras en otras ramas y acorde a la actividad institucional.
Así, los conocimientos y competencias secretariales se convierten
en formación suplementaria. Parece este, ser el único modo, en el
que los hombres conquisten la profesión femenina por excelencia.
La situación apenas se reconoce, dado que se argumenta que el
género no influye al momento de la selección del personal. Sin
embargo, la realidad muestra que pocos hombres son secretarios.
Por consiguiente, la diferenciación de género en el área
secretarial es un problema socialmente construido sobre la base
de estereotipos, prejuicios y discriminaciones en los que la
mujer es considerada ideal para desempeñar el cargo. En
consecuencia, los hombres deben ajustar y mejorar su perfil
profesional para ejercer dicho empleo.
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