ReHuSo: Revista de Ciencias Humanísticas y Sociales ISSN 2550-6587
LA EDUCACIÓN MUSICAL EN SANTIAGO DE CUBA ANTES DE 1902
© Facultad de Ciencias Humanísticas y Sociales. Universidad Técnica de Manabí. Portoviejo, Ecuador.
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LA EDUCACIÓN MUSICAL EN SANTIAGO DE CUBA ANTES DE 1902
AUTORAS: Aysmara Borlot Faure
1
María Nitza Bonne Galí
2
DIRECCIÓN PARA CORRESPONDENCIA: aysmarab@uo.edu.cu
Fecha de recepción: 30-02-2016
Fecha de aceptación: 27-03-2016
Resumen
El trabajo que se presenta tiene como objetivo analizar los
rasgos distintivos de la educación musical en Santiago de Cuba,
para potenciar el conocimiento histórico en los profesionales de
la educación artística. En el mismo se aborda el proceso
histórico-pedagógico de la educación musical, aspecto esencial a
trabajar con miras al rescate y preservación de nuestras
tradiciones más genuinas en la formación de las actuales y
futuras generaciones. Para los profesionales de la educación
constituye una concepción desarrolladora del aprendizaje, en aras
de potenciar un contenido novedoso para incentivar nuevos
conocimientos en el proceso docente-educativo.
Palabras clave: educación musical, educación artística,
conocimiento histórico.
THE MUSICAL EDUCATION IN SANTIAGO DE CUBA CITY BEFORE 1902
Abstract
The work presented aims to analyze the distinctive features of
music education in Santiago de Cuba, to enhance historical
knowledge in professional art education. In the same historical-
pedagogical process of musical education, essential to work
towards the rescue and preservation of our most genuine
traditions in the training of current and future generations
aspect is addressed. For education professionals is a conception
of learning developer, in order to promote a new content to
encourage new knowledge in the educational process.
Keywords: music education, art education, historical knowledge.
1
Máster en Ciencias de la Educación. Universidad de Oriente. Santiago de Cuba. Cuba.
2
Doctora en Ciencias Pedagógicas. Universidad de Oriente. Santiago de Cuba. Cuba. E-mail: nitza@uo.edu.cu
Aysmara Borlot Faure, María Bonne Galí
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ReHuSo. Publicación cuatrimestral. Vol. 1, Año 2016, No. 2 (Enero Abril)
Introducción
Santiago de Cuba, a la que Martí llamó ciudad de próceres,
atesora una rica historia en materia educacional. Dentro de este
sector se destaca la enseñanza de las manifestaciones artísticas
(Música, Danza, Teatro, Plástica y Literatura). De ellas la
educación musical, en su tránsito por los diferentes periodos
históricos, ha marcado pautas en su enseñanza, destacándose su
propia historia, instituciones y personalidades relevantes o
destacadas en la esfera, elementos todos a valorar en el momento
del análisis del desarrollo que la misma ha alcanzado a nivel
nacional e internacional.
La evolución histórica de la educación cubana antes de 1959, su
continuidad o lógicas interrupciones como consecuencia de
políticas poco acabadas en los mejores casos y en otros
prácticamente inexistentes, tuvieron su inevitable impacto y
reflejo, en las ideas pedagógicas que en tal sentido se
manifestaron en la educación musical en nuestro país, como
resultado de ciertos niveles de desarrollo del pensamiento
pedagógico y filosófico tanto nacional como universal, que
tuvieron su señal en todo el curso del acontecer social cubano en
los distintos períodos históricos.
En el estudio del devenir histórico de la educación musical
resulta necesario precisar los diferentes enfoques que desde el
punto de vista educativo se han asociado a la música como
tecnicismo profesionalizador” y “activismo empirista”, inmersos
oficialmente a estructuras institucionales con fines docentes.
Estos registrados como Educación Musical Especializada y
Educación Musical Generalizada, de ellos este último
contextualizado en nuestro medio con el término de masiva por la
musicóloga Paula Sánchez Ortega y otros investigadores.
La primera direccionada a la formación del músico profesional y
la otra a la integralidad multifacética y cultural de los
miembros de la sociedad. De ahí que la especialización y
profundización en los conocimientos que se transmitan a los
educandos tiene que estar en correspondencia con estas dos
grandes líneas de formación en el ámbito musical y con el sujeto
de la cadena comunicativa a la que responda.
El artículo refiere el contexto colonial de la ciudad de Santiago
de Cuba, a través de la evolución histórica - pedagógica de la
educación musical, una manifestación que desde siempre ha estado
presente en la cotidianidad y aprendizaje del cubano por los
beneficios que para la formación espiritual y cultural aporta.
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Desarrollo
Desde el período colonial la educación musical en Cuba estuvo
presente, aunque fueran vestigios de lo que años después, se
convertiría en esencial para la vida del cubano en cualquiera de
sus manifestaciones. Los siglos XVI, XVII y XVIII fueron testigos
de los primeros intentos de intervención de la educación musical
en las instituciones eclesiásticas, sin embargo no existió
dedicación alguna por el estudio y aplicación de procedimientos,
que permitieran la adquisición de experiencias pedagógicas para
el desarrollo de esta esfera.
Estas particularidades no permitieron que alrededor de este
proceso quedaran huellas trascendentales de ninguna índole dado
el empirismo y la intuición en la que se amparaba, por lo que se
considera, que en tal sentido, la educación musical masiva era lo
que primaba y no la educación musical especializada por cuanto
constituía un complemento de la formación general que
desarrollaban las instituciones eclesiásticas.
Hasta entonces no se puede hacer referencia a singulares aportes
en el desempeño del proceso de educación musical en Cuba, a no
ser que se considere como tal el comienzo de este proceso, por
cuanto, la misma se producía con el objetivo fundamental de
interpretar obras esencialmente del clasicismo europeo,
acontecimiento que tuvo su momento más significativo de partida
en la labor de Miguel Velázquez con quien inicia el auge de la
música en el siglo XVI en la iglesia Catedral de Santiago de
Cuba.
Este hombre mestizo, nacido de la fusión de una india y un
español emparentado con el gobernador Diego Velázquez, debido a
su origen tuvo la posibilidad de estudiar en Sevilla y en Alcalá
de Henares, la carrera eclesiástica de conjunto a sólidos
estudios musicales, gracias a la presencia de prestigiosos e
insignes pedagogos de esta enseñanza.
De regreso a su Patria es nombrado Regidor del Ayuntamiento y en
1544 se desempeñaba como canónigo de la iglesia Catedral de esta
ciudad donde impartía clases de Gramática y Música, ocupaba el
cargo de organista y dominaba la disciplina del canto llano. En
la aprehensión de sus conocimientos se subordinó a los cánones
academicistas de la Europa de la época, lo que influyó
notablemente en la extrapolación de la metodología que lo hizo
profesional, a la forma en que se apoyó para enseñar esta
especialidad.
En carta al Rey fechada el 20 de febrero de 1547, el obispo Diego
Sarmiento le expresa: “En esta iglesia sirven: de previsor,
Francisco Vergara, bueno, pero no letrado; Miguel Velázquez,
Aysmara Borlot Faure, María Bonne Galí
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canónigo, mozo en edad, anciano en doctrina y ejemplo, hijo de un
vecino de esta, por cuya diligencia está bien servida la
iglesia”
3
. Cronológicamente hablando ha sido considerado el
primer maestro y músico cubano que reconoce nuestra historia.
A finales de este siglo, en 1580 en Santiago de Cuba existían
apenas dos o tres músicos tocadores de pífanos, un joven natural
de Sevilla nombrado Pascual de Ochoa tocador de violín, que había
venido de Puerto Príncipe con unos frailes dominicanos y dos
negras libres, naturales de Santo Domingo nombradas Teodora y
Micaela Ginés, tocadoras de bandola. De ellas es Teodora Ginés
quien se radica aquí y amenizaba con los pífanos, un tamboril y
un calabazo rascador o güiro los bailes de sus contemporáneos con
palillos o castañuelas. ¿Podría decirse que la negra natural de
Santiago de los Caballeros (Santo Domingo) ha sido la primera
celebridad de la isla de Cuba?
El razonamiento conlleva al análisis de que obviando el estado de
sencillez e ignorancia del arte en ese periodo, bien pudo
inconscientemente conquistar una inmortalidad (aunque oscurecida)
de tres siglos con su bandola, vihuela o bandurria, propagando su
habilidad y sensibilidad entre varios a quien enseñó y que alguno
de ellos fue el autor de la canción.
Según estudios realizados se infiere que Teodora tuvo muchos años
de vida que debió concluir casi a mediados del siglo XVII,
encorvada por la senectud; sin embargo mientras tuvo fuerzas
caminaba apoyándose de un palo sin abandonar su vihuela. Fue tal
la celebridad alcanzada por las tonadillas que después de sus
días se cantaron por sus contemporáneos y generaciones que le
sucedieron.
¿Dónde está la Ma’ Teodora?
Rajando la leña está
¿Con su palo y su bandola?
Rajando la leña está
¿Dónde está que no la veo?
Rajando la leña está.
En las Crónicas de Santiago, de Emilio Bacardí, se plantea:
“La orquesta existente en esta fecha en Santiago se componía de
dos tocadores de piano, un joven sevillano tocador de violín y
dos negras libres dominicanas tocadoras de bandola llamadas
3
Colección de documentos inéditos relativos al Descubrimiento, conquista y organización de las antiguas posesiones
de Ultramar. Madrid, Real Academia de la Historia, 2da. Serie, vol.VI, 1891.
Pablo Hernández Balaguer. “La capilla de Música de la Catedral de Santiago de Cuba”. Revista Musical Chilena
(Santiago de Chile), año XVIII (90): 14-61, octubre-diciembre de 1964.
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Teodora y Micaela Ginés; era la orquesta que también tocaba en la
iglesia…”
4
En Santiago de Cuba durante estos primeros siglos posteriores a
la conquista española, no hubo instituciones dedicadas a la
enseñanza en general, exceptuando en este caso las órdenes
religiosas. Solo contados individuos se consagraron a la
enseñanza de forma particular y durante periodos limitados.
En este siglo XVII, la situación en la Iglesia Catedral andaban
de mal en peor, razones por las cuales la actividad musical no
resultó de gran efervescencia por la carencia de libros de canto
e instrumentos, aspecto que trajo como consecuencia quevarios
organistas pasaran por ella sin logros (Juan Zabaleta, Juan Mesa,
Fernando Espinosa, etc.). Esto evidentemente incidió en el
funcionamiento del coro que carecía de la bibliografía de canto
llano, se reducía a “das chantres” a los cuales se sumaban en
ciertas festividades de negros cantores y la influencia de gamas
musicales españolas.
Es en esta etapa en que el país se encontraba bajo la influencia
de una gran gama de formas musicales españolas y del resto de
América, el momento en que toda esta música va consolidando su
idiosincrasia como proceso del contacto e interrelación entre el
blanco, el negro y el mestizo, condición que va a ser modificada
y enriquecida por la potencialidad e intuición del cubano.
Estos elementos étnicos constituyen factores importantes en la
cultura cubana, expresiones estas que se incorporan a la música,
pero es justamente la fusión entre lo hispánico y lo africano, la
esencia que conforma el proceso de transculturación que
identifica el carácter mestizo de nuestra cultura.
La actividad cultural y artística en el Santiago de la colonia
adquirió matices singulares y llegó a ser considerable, pero de
forma gradual. Durante buen tiempo la práctica musical con cierta
profesionalidad se limitó a los requerimientos del clero de los
conventos e iglesias, pero esta situación evolucionó aunque
lentamente.
Hasta el siglo XVII en esta urbe, ningún profesor de música se
había dedicado a la enseñanza y puede asegurarse que ni existía.
Sin embargo ya en algunas familias y sus descendientes se
trabajaba, evidentemente ignorantes ellos, vestigios de lo que
bien podía definirse desde ya arte musical.
Ejemplo de estas familias fue la de Doña Bernarda Rodríguez
Rojas, que por poderosas razones y tradiciones familiares a los
16 años tocaba hábilmente el arpa y acompañaba su propio canto y
4
Ardevol, José. La música. Editorial Pueblo y Educación, pp. 5-23
Aysmara Borlot Faure, María Bonne Galí
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quien contrae matrimonio con Don Leonardo González Abreu, natural
de Laguna de Tenerife, por la afición y pasión por el arte y que
como buen amateur tocaba regularmente el violín y componía
seguidillas, boleros y villancicos.
A pesar del desarrollo artísticocientífico y técnico
experimentado por la metrópoli, la educación musical en Cuba fue
víctima del atraso intelectual que le era impuesto, conduciéndose
este proceso, si es que pudiéramos llamarle proceso, por el
inevitable pragmatismo que caracterizaba la forma de enseñar en
todas las esferas de la vida, fenómeno manifiesto en el
transcurso del siglo XVIII, ya que desde mediados de este, puede
decirse que en el proceso de desarrollo de la música, no se oían
más canciones que las que habían transmitido los mismos frailes
para festejar la “Cruz de Mayo” y alguna que otra tonadilla
amorosa de esas que se hicieron populares en todas partes como
“Allá voy con el tamborcillo”, “Vamos a la cueva”, entre otros,
además de los grupos que armaban para el San Juan y Santiago con
las misas de aguinaldo compuestos de guitarras, bandolas,
flautas, pífanos sin llave que se usaron mucho, especialmente
para tocar la marcha nacional por unos semi-militares que se
llamaban Patrulla.
En el transcurso evolutivo de la educación musical de la colonia
en Cuba hubo hechos históricos que marcaron pautas
transformadoras en las ideas pedagógicas, siendo ejemplo de ello
el siglo XVIII, sobre todo en su segunda mitad, cuando hechos tan
significativos como el despotismo ilustrado irrumpieron en todas
las esferas del pensamiento filosófico y por tanto pedagógico de
la época, ya que aspiraba, en determinadas clases, a la formación
de un “…modelo de hombre honesto…intelectual, racionalista,
cultivado, amante de las artes y mecenas de los artistas, en
materia política”, que no era posible sin la inclusión de la
educación musical en algunos programas de estudio.
El siglo XVIII recibió con beneplácito la aparición de diferentes
instituciones culturales como el Seminario de San Basilio el
Magno en Santiago de Cuba (1722), la Real y Pontificia
Universidad de San Gerónimo de la Habana (1728), el Seminario San
Ambrosio (1773), la Sociedad Económica “Amigos del País” (1787) y
otras que fomentaron dentro del currículo de asignaturas la
educación musical, sin más aporte que el propio hecho de su
inclusión como parte de la formación del individuo, no así en el
ámbito didáctico en el que predominaba el escolasticismo.
Es así que en el año 1722 el Colegio Seminario y su capilla de
San Basilio, creada por el obispo Don Jerónimo Valdés además de
sus cátedras de filosofía y derecho civil y canónico, poseía las
de idiomas, dibujos, pinturas y canto llano, o sea que aunque
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fuera en el plano religioso ya surgían cátedras que se dedicaban
o daban los primeros pasos para la educación especializada de
manifestaciones artísticas en general y la música en particular.
Este se erigió como el foco principal de la cultura criolla
oriental y santiaguera. Por sus aulas pasaron familias ilustradas
y fue sede de la primera biblioteca pública e imprenta de la
ciudad.
Por otra parte la Sociedad Económica Amigos del País de Santiago
de Cuba fundada el 9 de julio de 1787, primera de América, su
gran mérito fue haber iniciado el desarrollo de la cultura en
general, pero su trabajo fue débil hasta su disolución en 1885.
Dentro de su estructura los logros significativos los alcanzó la
Secretaria de Educación, la cual propició la fundación de
escuelas primarias interesándose en este espacio por la enseñanza
del arte, además patrocinó la Academia de Música “Santa Cecilia”,
considerada la primera institución oficial de enseñanza musical
en Cuba.
En este periodo la iglesia Catedral tuvo cierto estancamiento,
pero su quehacer musical recobró fuerzas a partir de 1764 con la
creación de la Capilla de Música por el maestro Esteban Salas
Castro (1725- 1803), aprobado por el obispo Morell de Santa Cruz.
Este hecho fue un momento importante que incentivó el auge y
difusión de la música en nuestra ciudad, con una orquesta y la
práctica de varios músicos. Pablo Hernández Balaguer al respecto
afirma:
“…El siglo de las luces nos depara un gran acontecimiento: la
aparición del primer compositor cubano cuya obra no solo
conocemos, sino que en buena parte ha llegado a nuestras manos.
La aparición en nuestra historia de un músico del calibre de
Esteban Salas marca el comienzo de una actividad musical digna de
llamarse tal. Con su nombre se abre un nuevo y sólido capítulo
para la música cubana y, en él convergen toda una serie de
factores afortunados que no son producto de casualidad, sino del
devenir histórico y que darían inicio a la formación de nuestra
nacionalidad a fines del siglo XVIII”.
5
Salas habanero de nacimiento, además de dirigir la Capilla de
Música, trabajó como profesor de música, filosofía y moral en el
Seminario San Basilio Magno, añadiendo a sus tareas como
compositor y maestro, su empeño y diligencia para fomentar la
vida musical en Santiago de Cuba, algo que nunca antes había
logrado. En este contexto el mismo sentó pautas en la creación
musical al darle un nuevo matiz a esa tardía expresión barroca
europea, llegada al territorio, al mezclarlo con elementos del
5
Bacardí Moreau, Emilio: Crónicas de Santiago de Cuba, Tipografía Arroyo Hermanos, Santiago de Cuba, 1924.
Pág. 187.
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clasismo vienés para dar un salto en lo musical y en el texto,
como bien expresará el Dr. Danilo Orozco.
Su obra estaba constituida por música litúrgica (salmos,
letanías, secuencias, misas) y no litúrgica (villancicos con
texto en castellano y latín). La música se encontraba
influenciada por dos grandes vertientes: la música española en
general y la Escuela Napolitana.
El maestro Salas educaba a sus discípulos con eficacia y les
escribía composiciones al alcance de lo que ellos fueran capaces
de interpretar, haciéndose muchas de estas piezas populares en
sus característicos géneros. Por sus conocimientos musicales
Salas hubiera sido capaz de presentar rudimentariamente el
epílogo musical del año 1700, profetizando puede decirse, el
prólogo de 1800.
Asumiendo Cuba lentamente las corrientes de la cultura europea,
se inicia en nuestra ciudad un notable movimiento en pro de la
música a fines de este siglo como consecuencia de la Revolución
iniciada en 1791 en SaintDominique, Haití la que generó una
oleada de franceses blancos, negros y mulatos hacia la isla hasta
los primeros años del siglo XIX, sin poder obviar que esta fue
también sitio de migraciones de franceses de Luisiana y Nueva
Orleans, estableciéndose mayoritariamente en la parte oriental y
en menor cuantía en el occidente. En Santiago de Cuba estas
migraciones influyeron positivamente en la economía y cultura de
la región.
Los nuevos habitantes ejercían una variada gama de profesiones:
funcionarios, comerciantes, militares, artistas de muy diversos
géneros y en su mayoría muy buenos profesores de música que
formaban parte de un compañía de ópera cómica que arribó con
ellos a estas playas, provocando el florecimiento de la misma con
la apertura de escuelas de música, baile, piano, entre otras
especialidades.
El siglo XIX avanza con nuevas ideas sobre las que se ciernen los
más avanzados propósitos del momento de superar lo que hasta
entonces era una limitante en los ideales nacionalistas de las
principales figuras de la intelectualidad cubana, destacándose
entre los más osados Félix Varela, José Antonio Saco, Tomás
Romay, Francisco de Arango y Parreño, José de la Luz y Caballero,
José María Heredia, ideales que sin dudas, aportaron a las bases
de lo que serían más tardes significativas contribuciones en el
campo de la sistematización histórica pedagógica de los aportes
de la educación musical en Cuba. …”Por esa misma época se
desarrolló una notoria actividad en la esfera especializada, por
parte de figuras notables de la música como Fernando Aritzi, José
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Van Der Guth, Nicilás Ruiz Espadero, Anselmo López, Nicasio
Jiménez y Laureano Fuentes entre otros”.
La historia de la educación musical (enseñanza) en Santiago de
Cuba continua el siglo XIX con lo más granado y culto de las
familias dominicanas emigradas, modelos de cultura y civilización
en cuyos aspectos nos aventajaban, destacándose la familia del
Doctor en Medicina Don Bartolomé de Segura, ilustre dominicano
fascinado por la música en especial y las artes sentido general.
A él debemos la entrada del primer piano de concierto que sonó en
Santiago, traído por Segura de Paris en 1810. La primera lección
particular la dio el maestro Carlos Rischer en casa de Segura a
las hijas de este, permitiendo que él mismo, residente por 16
años en la ciudad lograra dar lecciones de solfeo, canto y piano
a dos o tres familias ya establecidas.
Alrededor de aquella época viene a Cuba el profesor Don
Victoriano Carranza de Santo Domingo, compositor de música
religiosa, contribuyendo con su enseñanza a mejorar un cuerpo de
música para las iglesias que se había organizado y que
interpretaban varias de sus obras.
En medio de estos acontecimientos en 1812 es nombrado el
barcelonés Juan Paris (1759-1845) después de Jo Hierrezuelo,
como maestro musical de la catedral, quien fuera realmente
importante compositor y además el más fiel heredero que hubiera
podido encontrar su predecesor. Cuando asume esta labor ya la
juventud acomodada y algunos seminaristas estudiaban la música
vocal, este se consagró a la enseñanza del canto y el piano
teniendo muy buenos discípulos, siendo el primero en propiciar en
Cuba la ejecución de algunos cuartetos de Beethoven.
Al morir este la capilla de música de la Catedral había aumentado
considerablemente el número de voces e instrumentos. A este le
siguieron otros músicos como Gratilio Guerra, Pedro Boudet,
Mariano Vaillant, Jacinto Pagés, entre otros.
Desde el comienzo de este siglo en nuestro país había comenzado a
propagarse la verdadera cultura musical por la acción de los
maestros venidos de Europa y otros nativos de Cuba y por el
influjo de compañías artísticas procedentes de España, Italia
Francia, etc.
La música con el carácter religioso que hasta entonces se había
estado limitado al recinto de la iglesia, si era profana, no
había ascendido al nivel de la canción y el baile popular resonó
victoriosamente en Academias, Salones, Teatros y la sociedad
cubana ya constituida marchaba por la vía del progreso moderno. A
pesar de las hostilidades del arcaico régimen colonial esta pudo
deleitarse con las producciones clásicas y románticas que
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brotaron y florecieron en Europa, se bailaba el minuet,
contradanza francesa, el rigodón, los negros franceses las tumbas
y los africanos la marimba.
En esta etapa existían dos orquestas, las cuales estaban
compuestas por personas de color y consistían de uno o dos
clarinetes, dos o tres violines, dos trompas, un bajo, que
llamaban el violón y un bombo conocido con el nombre de tambor.
En toda aquella deslumbrante edad de oro de nuestro arte,
Santiago de Cuba se levantaba como la gallarda competidora de La
Habana en civilidad, cultura y refinamiento social.
A partir de 1830 el estudio de la música se generalizó de una
manera extraordinaria, particularmente en nuestra ciudad y en la
capital, donde el arte florecía cada vez más y es precisamente en
Santiago donde comenzó a difundirse el legítimo arte musical del
gusto clásico, gracias a la influencia principalmente de la
orquesta y el coro de la Catedral, bajo la dirección de los
sacerdotes Salas y Juan Paris y a la enseñanza de Juan
Casamitjana, insigne maestro y compositor, agradeciendo también
al trabajo de otros maestros aficionados y benefactores de la
cultura, entre ellos el compositor y profesor José Bisbé, el
violinista Carlos Mijares y otros.
Un tiempo después ubicando el año 1832 el notable maestro Juan
Casamitjana, Primer Premio del Conservatorio de Paris impartió
clases acompañado de la guitarra que conocía tan perfectamente,
como todos los instrumentos de cuerdas que profesaba, siendo
además un eminente flautista. Sus preciosas canciones estaban de
moda.
Es bueno señalar que para esa época la población se había
consagrado a bailar la contradanza española y un tango africano
que constituyen la danza y el danzón cubanos.
Años más tarde por el esfuerzo y entrega de santiagueros con gran
sentido de pertenencia se constituye una Empresa cuyo objetivo
era traer desde Italia hasta nuestra ciudad la mejor compañía de
ópera que pudiera encontrarse sin reparar en gastos, de esta
manera el público de esta ciudad pudo deleitarse en dos
temporadas 1839 y 1840 con las actuaciones de dos excelentes
compañías líricas. En 1849 en este Santiago colonial todavía se
cantaba el “Réquiem” de Esteban Salas.
Estos eran años de rebeldía en la urbe santiaguera, las
discusiones en el orden ideológico se suscitaban en todos los
espacios y las manifestaciones públicas alcanzaron un carácter
desafiante y en extremo atrevido. Es en aquel ambiente donde se
va a formar Laureano Fuentes Matons, violinista, compositor,
director de orquesta y crítico musical. Alumno de Juan Paris y
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Casamitjana, el cual desde su adolescencia mostró grandes
cualidades para el violín. A los 15 años ocupaba la plaza de
primer violinista de la capilla de música de la Catedral de
Santiago. El mismo fue el creador musical cubano más importante
de su época. En el año 1844 crea una orquesta y funda la Academia
de Música Santa Cecilia y la Sociedad Beethoven. En sus manos
estuvo con profesionalidad la formación de muchos artistas
aficionados. Se destaca por el catálogo de obras tan intenso que
nos dejó, casi todas conservadas, siendo un dato importante a
destacar que fue el primer cubano que escribió una ópera en
nuestro país. Meritorio resulta significar además que para 1862
Lauro fue de las figuras cimeras de la música que distinguieron
el quehacer pedagógico especializado que con grandiosidad se
desarrolló en esa misma época.
Esencialmente en la segunda mitad del siglo XIX la educación
musical asume un carácter privado con la apertura de pequeñas
escuelas e instituciones, las cuales cooperaron eficaz y
brillantemente al auge de la cultura artística de nuestra ciudad
como “La Sociedad Filarmónica Cubana” (1846-1895), la cual
reflejaba las aspiraciones de los jóvenes burgueses ilustrados y
se convirtió en vehículo indiscutible para el desarrollo musical
y literario local, incidiendo positivamente en la formación de
aficionados que tuvieron en esta Sociedad el marco perfecto para
expresarse hasta mostrar el apogeo del clasicismo musical local
del trienio de 1865 a 1868.
La Academia de Música “Santa Cecilia” (1844-?) fundada por el
maestro Lauro Fuentes Matons en el Colegio Santiago contó en su
discurso inaugural con las palabras del prestigioso pedagogo Juan
Bautista SagarraBlez, el cual expuso el objetivo con el que nacía
la academia, presentándola como un porvenir risueño si propendían
a su desarrollo los talentos que poseían los alumnos y su joven
maestro. Muchas y variadas fueron las reuniones musicales
ofrecidas por este en su casa por los años 1844 a 1849. Estas con
el transcurso del tiempo cobraron tal brillo y carácter
selectivo, razones por las cuales en muchas ocasiones se
trasladaron a diversos escenarios como haciendas cafetaleras
donde entre otros artistas estaba presente Juan Cristóbal Nápoles
Fajardo (El Cucalambé). Tal era la calidad de las presentaciones,
que propició la apertura de los salones de otros cafetales para
la realización de tertulias musicales donde se cantaban aires de
ópera, interpretaban solos de piano o se ejecutaban valses con
variaciones para flauta, entre otras variantes y opciones.
Se han de destacar otras instituciones de corta duración como el
Ateneo “La Luz” (1879-1880), el “Club Mozart” (1882-1883), el
“Liceo de Santiago de Cuba” (1883-1885) y el “Ateneo de Santiago”
que floreció desde 1913-1922.
Aysmara Borlot Faure, María Bonne Galí
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Como otro establecimiento de esta índole, pero en este caso con
carácter oficial de instrucción pública, hay que mencionar la
Sección de Música de la Academia Municipal de Bellas Artes,
fundada por Emilio Bacardí Moreau (entonces alcalde de la
ciudad). La misma funcionaba en la casa del poeta José María
Heredia, contribuyendo de esta manera a fomentar el desarrollo
musical en Santiago de Cuba.
Todos estos hechos identificaron el desarrollo de la educación
musical en el contexto santiaguero, destacándose el quehacer de
excelencia de notables profesionales dedicados por entero a la
labor de educar en el arte musical, en instituciones surgidas en
difíciles condiciones y que solo el empeño y dedicación de estos
permitieron la obtención de los resultados, que han trascendido
en el proceso histórico pedagógico de la manifestación.
Conclusiones
En el análisis evolutivo del proceso histórico-pedagógico de la
educación musical en Santiago de Cuba en el periodo enmarcado se
pueden visualizar variados enfoques caracterizados por su
dependencia de las ideas filosóficas y pedagógicas, que primaban
en nuestro país en cada momento histórico...”de forma religiosa
con los frailes y sus discípulos en las iglesias; con la labor
caracterizada por una alta dosis de intuición y empirismo
presentes en aquellas familias que de generación en generación
fueron transmitiendo sus dotes musicales; de manera particular
por la acción de aquellas cuya posición económica les permitía
pagar este tipo de educación y por último de manera institucional
con el quehacer de los profesionales de la música en las
academias, conservatorios y sociedades.
El conocimiento de estos antecedentes constituyen elemento
esencial en el proceso de formación de los profesionales de la
educación, no solo de las especialidades artísticas, sino de las
ramas de las humanidades por el aporte a la cultura general
integral de todos los miembros de la sociedad y por tanto a la
protección del patrimonio cultural, a partir del contacto
vivencial con las raíces y tradiciones que han identificado al
pueblo cubano.
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ReHuSo: Revista de Ciencias Humanísticas y Sociales ISSN 2550-6587
LA EDUCACIÓN MUSICAL EN SANTIAGO DE CUBA ANTES DE 1902
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Aysmara Borlot Faure, María Bonne Galí
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