ReHuSo: Revista de Ciencias Humanísticas y Sociales ISSN 2550-6587
TRADICIÓN DE REVISTAS CULTURALES Y COMPROMISO INTELECTUAL EN AMÉRICA LATINA
© Facultad de Ciencias Humanísticas y Sociales. Universidad Técnica de Manabí. Portoviejo, Ecuador.
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LA TRADICIÓN DE LAS REVISTAS CULTURALES Y EL COMPROMISO
INTELECTUAL EN AMÉRICA LATINA
TRADICIÓN DE REVISTAS CULTURALES Y COMPROMISO INTELECTUAL EN
AMÉRICA LATINA
AUTOR: Jeovanny Moisés Benavides Bailón
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DIRECCIÓN PARA CORRESPONDENCIA: jbenavides@utm.edu.ec
Fecha de recepción: 1-05-2016
Fecha de aceptación: 7-06-2016
Resumen
Las revistas culturales son manifestaciones artísticas que
evidencian tanto en su contenido editorial como en su diseño su
relación con la historia, la sociología, la música, el teatro, la
danza, las historias de vida de personajes, entre otras áreas de
las bellas artes y el humanismo. Nuestro propósito es indagar en
la tradición de estas publicaciones, analizar sus orígenes y el
impulso que tuvo de la corriente modernista en el siglo XIX.
Además abordamos los casos particulares de las revistas Sur de
Argentina, Casa de las Américas de Cuba y Vuelta de México. En
este tipo de medios se pretende brindar información, detallada,
profunda y dotada de una mejor escritura a partir de una
investigación que brinda una lectura diferente de la realidad
social. Esta forma de hacer periodismo es la manera de dar a
conocer y difundir los productos culturales de una sociedad a
través de los medios masivos. Creemos que el estudio de las
revistas va teniendo paulatinamente mayor importancia en función
de su orientación hacia una perspectiva de análisis en el ámbito
sociocultural. Manifiestan la profunda necesidad de marcar una
tendencia.
Palabras clave: Revistas; tradición; modernismo; cultura;
literatura.
THE TRADITION OF CULTURAL MAGAZINES AND INTELLECTUAL
ENGAGEMENT IN LATIN AMERICA
Abstract
The magazines are artistic manifestations that reveal both its
editorial content as in its design its relationship with history,
sociology, music, theatre, dance, the life stories of characters,
among other areas of fine art and humanism. Its readers are a
public that has a specific interest in information and intends to
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PhD. Profesor Principal a Tiempo Completo en la Universidad Técnica de Manabí.
Jeovanny Moisés Benavides Bailón
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form an opinion in relation to the topics. Our purpose is
investigating in the tradition of these publications, analyses
their origins and the impulse that had of the current modernist
in the century XX. We also address particular cases of journals
Sur of Argentina, Casa de las Américas of Cuba and Vuelta of
Mexico. In this type of media is intended to provide better
information, more detailed, deeper and equipped with a better
script based on research that provides a different social reality
reading. This form of journalism is the way to publicize and
disseminate the cultural products of a society through the mass
media. We believe that the studies of magazines will gradually
having greater importance depending on their orientation towards
a perspective of analysis in the socio-cultural field. They
express the deep need to mark a trend.
Keywords: Magazines; tradition; modernism; culture; literature.
Introducción
Tradicionalmente, las revistas han sido espacios relevantes donde
se desarrollan las ideas de un grupo de intelectuales. Desde 1930
y hacia mediados del siglo XX se llegaron a convertir en espacios
de divulgación de los testimonios de escritores, pensadores,
poetas e intelectuales cuyos criterios definían su perfil en
tanto y en cuanto son consideradas un escenario propicio para la
conformación del debate no solo intelectual, sino también
sociopolítico. Un rasgo especial de estos medios en América
Latina es que sirvieron no solo en la difusión de determinadas
corrientes literarias o artísticas, sino que también fueron
utilizadas para la conformación de cánones. Este proceso permite
establecer cruces con la historia intelectual.
Coincido con Gramuglio (2010) en que las revistas son formaciones
características y significativas de la vida intelectual en las
sociedades modernas. Además revelan el pulso de los tiempos en
que se desarrollan, ponen en escena las novedades, recogen o
protagonizan los debates de la época y definen posiciones en el
campo intelectual. En un campo como el intelectual hay leyes
específicas que rigen todo el escenario donde se movilizan los
autores, editores o directores de una publicación. Según Bourdieu
(1983), ese campo se constituye como tal en el momento en que
afirma su lógica propia en relación con los demás. Existe un
conjunto de factores asociado a la producción y creación de
objetos que rige el desarrollo del pensamiento de una sociedad.
En esos factores se va conformando un espacio, un escenario, un
campo de desarrollo propio y autónomo que este autor lo denomina
como “el campo intelectual”.
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Hacia mediados del siglo XX, tanto vanguardistas, académicos,
pensadores de izquierda o de derecha, intelectuales de diversas
ideologías publicaron sus trabajos en revistas. Pese a que muchos
de los estudios críticos realizados obvien la importancia de
estas publicaciones en la configuración de la historia cultural
latinoamericana, su aporte fue relevante y trascendente para la
difusión del pensamiento en la región.
En este contexto, las revistas fueron los espacios idóneos para
el intercambio y circulación de ideas con las que se conformaron
verdaderas redes de intelectuales. Como bien destaca Ángel Rama
(1998), la realidad de los países latinoamericanos es tan amplia,
sus problemáticas culturales y políticas son tan complejas, que
el simple hecho de intentar lidiar con el asunto de la
configuración de un campo intelectual común en la región es ya de
por una tarea inútil. No obstante, hay hechos, situaciones,
determinados procesos que ayudan a conformar una mirada
aglutinante del intelectual en la región como las dictaduras
militares y el posterior exilio de cientos de intelectuales.
Después de los años sesenta, el exilio político fue un pretexto
para la agrupación de intelectuales. Coincidió con otros procesos
como el boom literario latinoamericano y la Revolución Cubana,
que polarizó la posición política de múltiples autores. Y en
medio de todo ello las revistas fueron el espacio ideal para
recoger esas posturas, esos debates y testimonios que se iban
entretejiendo. En países como México y Argentina es posible
observar la activa participación de los intelectuales, quienes
utilizaban las revistas para definir su participación al interior
del campo cultural. Es destacable que durante este proceso los
directores cumplieron un rol valioso, pues se desempeñaron como
catalizadores de nuevos proyectos político-culturales y supieron
apoyar a nuevos autores, así como a los ya consagrados. Por
ejemplo, en las páginas de revistas argentinas como La Rosa
Blindada (1964-1966), Pasado y Presente (1963-1973), los
directores empezaron a conformar testimonios de los procesos que
atravesaba el campo cultural de la época.
La prensa cultural presentaba en estas publicaciones la postura
de intelectuales. Según Rivera (1995), este tipo de periodismo se
desarrolló en una zona muy compleja y heterogénea de medios,
géneros y productos que abordaron con propósitos creativos,
críticos, reproductivos o divulgatorios los terrenos de las
bellas artes, la literatura, las corrientes de pensamiento, las
ciencias sociales y humanas, la llamada cultura popular y muchos
otros aspectos que tienen que ver con la producción, circulación
y consumo de bienes simbólicos, sin importar su origen o
destinación estamental.
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Desarrollo
Los orígenes de las revistas culturales y literarias
El periodismo en América Latina empezó hacia los siglos XVII y
XVIII, pero fue recién a fines del siglo XIX e inicios del siglo
XX cuando el denominado periodismo cultural y literario presentó
diversas manifestaciones. El rol que cumplieron las revistas en
la gestación de esta propuesta fue fundamental. Aparte de ser sus
predecesoras también le heredaron un fecundo y rico legado que
aún hoy es capaz de apreciarse en ellas. Si bien al final del
siglo XIX hay una expansión de medios en el formato semanario,
Beigel (2003) señala que ya en la primera década del siglo XX las
revistas promovieron un nuevo modo de organización de la cultura,
ligado a la explosión del editorialismo y el periodismo
vanguardista. Estas publicaciones tuvieron un papel protagónico
en la consolidación del campo cultural pues se caracterizaron por
amalgamar las ideas de grupos heterogéneos, provenientes de
experiencias políticas o culturales diversas. Se caracterizaron
porque difundieron diversas y contradictorias tendencias
ideológicas. Con ello se constituyeron en los principales y más
importantes medios que contribuyeron a guiar el proceso de
modernización cultural.
El análisis de las revistas culturales nos permite apreciar la
forma en que se gestaron estos proyectos editoriales y su
influencia extendida tanto en este ámbito, la literatura y el
periodismo. Su auge se dio hacia inicios del siglo anterior y
tomó mayor notoriedad hacia mediados del siglo XX cuando
encontramos diversos temas tratados por autores en textos de
ficción, poesías y ensayos. En un estudio sobre estos medios,
Regina Crespo (2010) sitúa el origen de las revistas
hispanoamericanas del siglo anterior en España con el surgimiento
de Nuevo Mundo en 1907. Este proceso se caracterizó porque
pretendió establecer relaciones entre los autores españoles con
los latinoamericanos. El contexto en que empezaron a surgir estas
revistas está determinado por la I Guerra Mundial. Otras
revistas, como la chilena Claridad, surgieron al año siguiente de
que terminara el conflicto. Aparte de su aguda intuición social
empezaron a mostrar lo étnico y el debate político en el que la
izquierda tuvo gran preponderancia. Es precisamente en esos
debates (1920-1930) cuando muchas de las revistas cuestionaron
las políticas estadounidenses y los lectores a su vez buscaron
acercarse a modelos y estereotipos latinoamericanos opuestos a
estos principios.
Entre estas publicaciones fundacionales de las revistas
culturales latinoamericanas constan: Revista Azul (México),
Nosotros (Buenos Aires), Cosmópolis (Caracas), Marcha (Uruguay),
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Amauta (Lima), Martín Fierro (Buenos Aires), Cuadernos Americanos
(México), La Biblioteca (Buenos Aires), México Moderno (México),
entre otras. En estos medios se impulsaron tradiciones estéticas,
culturales y se difundieron innovaciones teóricas, aunque algunas
también eran empleadas como herramientas para el debate político.
Tanto las revistas culturales como las revistas literarias
destinaron sus páginas a una diversa variedad temática y fueron
territorio de grupos que defendieron determinados intereses.
Además, los autores descubrieron con el paso del tiempo un amplio
escenario donde fecundaron sus ideas y donde se pusieron en
contacto con otros intelectuales de la región. En los inicios de
estos proyectos culturales existió la necesidad de rescatar su
historia literaria. De esta forma marcaron una tendencia y
tuvieron una importante acogida en sus lectores. Estas
formaciones culturales buscaron configurar desde temas marginales
los postulados culturales con el propósito de situarse en el
centro del debate.
Hacia 1930 y 1950, muchas de estas publicaciones alcanzaron una
conciencia regional y facilitaron, además, un proceso de
integración. Aunque tuvieron una vida efímera, estas revistas
establecieron una red de intelectuales en América Latina y
mantuvieron una actitud crítica frente a problemas de su época.
Por ello, y como ya mencionamos, adoptaron posturas frente a
determinados acontecimientos o procesos sociales. Así, por
ejemplo, algunas tuvieron una marcada tendencia marxista, aunque
también hubo medios de sesgo capitalista. Las revistas fueron
concebidas como un bien cultural significativo y buscaron
constituirse en un espacio donde se consolidó una expresión
literaria y cultural propia. Sobre la periodicidad de estas
publicaciones, estas pasaron por modificaciones y atrasos de todo
tipo debido, en parte, al acontecer político y también a las
dificultades económicas. Un medio que da cuenta de esto es el
Boletín Renovación, publicado en Buenos Aires entre 1923 y 1930.
En él es posible rastrear las actividades que un grupo de
intelectuales realizó para ponerse a la vanguardia política en
América Latina al reflotar el ideal bolivariano e impulsar la
integración política, económica y cultural de la región.
A mediados del siglo XX las revistas en Latinoamérica se
preocuparon por tejer el entramado cultural en la región. Hubo un
aluvión de autores y temas que buscaron salir a la luz. En estas
publicaciones se percibió el legado, la estela de su trayectoria
fundacional que iluminó el posterior quehacer cultural en América
Latina. Las revistas constituyeron medios importantes de la
historia de la crítica literaria, pues han sido parte esencial
para el estudio y estructuración de la literatura de la región.
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Los orígenes del periodismo en América Latina también los podemos
rastrear en revistas surgidas a inicios del siglo XIX en México.
De hecho, muchos estudiosos consideran que la conformación de una
literatura nacional en este país estuvo respaldada por formas
periodístico-literarias manifestadas en un medio impreso conocido
como Diario de México, cuyo origen se sitúa en 1805. A partir de
allí surgió el germen de fundar los suplementos y revistas
literarias que agruparon a los autores más destacados de la
época. No obstante, los estudios de las revistas surgidas en esta
época son escasos no han dado cuenta de la contribución editorial
de estos medios. Ross (1965) considera que durante el siglo XIX y
desde la independencia hasta la revolución mexicana, el
periodismo fue el orientador de la sociedad, así como la sociedad
lo fue del periodismo. Para conocer a fondo el origen y evolución
de la literatura en América Latina es ineludible no volver la
mirada a sus revistas y a los autores que expusieron sus ideas,
pensamientos, poemas y cuentos.
Algunas de las revistas más representativas del siglo XIX
tuvieron una corta duración. Por ejemplo, la revista Museo
Mexicano (1843-1845) que tuvo un carácter nacionalista propio de
la época. Un poco más tarde se publicaron medios gráficos en los
cuales es posible apreciar ya la incursión del movimiento
romántico, eso ocurre con el surgimiento de El Año Nuevo en 1837
de Rodríguez Galván y que es seguida por otras revistas como El
Artista que data de 1875. Este tipo de espacios fueron esenciales
para la transición de una generación a otra y es posible ver en
ellas preocupación y cuidado por lo estético literario. Los casos
de estas revistas no se circunscriben a México. Se trató de un
fenómeno que fue extendiéndose a otros países. Más hacia el sur,
concretamente en Argentina, y alrededor de 1860 surgieron
revistas culturales que a la luz de la actualidad muchos
estudiosos han definido como la fundación de una tradición.
Las revistas que aparecieron posteriormente fueron empresas s
colectivas y con mayor espíritu de cuerpo. Estos medios fueron,
en todo caso, un territorio fértil donde confluyeron tanto los
proyectos colectivos como las trayectorias individuales. Poco a
poco tuvieron incursión en el ámbito político de la época y
empezaron a ser referentes de la intelectualidad de la región. La
tarea de publicar revistas se fue convirtiendo en un proceso más
elaborado, porque tuvieron un importante apoyo editorial.
El modernismo, desarrollo y evolución de las revistas culturales
en América Latina y el Ecuador
El modernismo pretendió unir formas diversas y aplicar la
dualidad como sistema, la escritura como tensión y punto de
encuentro entre antagonismos: prosa y poesía, espíritu y materia,
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lo importado y lo propio, la literatura y el periodismo (Rotker,
1992). El modernismo constituyó un espacio donde formas diversas
se entrelazaron y se relacionaron. Y, con ello, cumplió con los
requisitos kantianos para ser considerada obra de arte:
originalidad y ejemplaridad. Algunos de los autores más
destacados que surgieron fueron José Martí, Rubén Darío y Manuel
Gutiérrez Nájera. En esta época se produjo un cambio en los
sistemas de percepción y expresión, se cuestionó el objetivismo
científico y tomó posición el subjetivismo como una herramienta
válida de autenticidad, porque la realidad es irónica y el hombre
había construido totalidades para encontrar su propio contexto y
sentido dentro de ellas.
El principal antecedente de las revistas culturales lo debemos
buscar en el modernismo. La irrupción del modernismo en el
Ecuador tuvo lugar a fines del siglo XIX. Mientras en 1896 Rubén
Darío publicaba su libro “Prosas profanas”, un grupo de poetas
creó en Guayaquil, ciudad de la costa del Ecuador, la revista
América Modernista. El hecho dio inicio a la vida literaria y
cultural este país. Un año antes, en 1895, se desarrolló la
Revolución Liberal. Esto produjo una serie de cambios
estructurales. El modernismo literario llegó al Ecuador casi
simultáneamente en los años en que este movimiento surge en otros
países latinoamericanos.
La revista América Modernista se publicó quincenalmente y mostró
desde sus inicios una apertura internacional de sus autores. El
propósito de la revista, cuyo primer número se difundió el 20 de
junio de 1896, fue representar en Ecuador a la escuela del
modernismo. Según Handelsman (1983), esta revista fue una
expresión de la sensibilidad estética que imperaba en América.
Los fundadores de América Modernista fueron los intelectuales
Joaquín Gallegos del Campo, Miguel Luna y Emilio Gallegos del
Campo. Debido a su carácter internacional, este medio comenzó a
publicar textos de José Santos Chocano, Rubén Darío y Manuel
Gutiérrez Nájera. Además se difundieron reseñas a las obras de
escritores como Émile Zola y José Enrique Rodó. Esta y otras
revistas posteriores tenían corresponsales en más de diez países
de la región.
La publicación de revistas literarias fue la más destacada forma
de expresión de los modernistas en el Ecuador. La mayoría de
integrantes de este tipo de revistas procedía de los periódicos.
Con ello se estrecharon los vínculos entre el periodismo y la
literatura. Incluso, los textos que se publicaron en estos medios
no solo eran cuentos, relatos o poesías, sino que eran crónicas
de la sociedad de la época. En esta categoría se incluyeron
revistas literarias como El Telégrafo Literario y Renacimiento,
ambas difundidas entre 1913 y 1914. Estas publicaciones fueron
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los medios emblemáticos del modernismo ecuatoriano. En Quito
también se formaron círculos literarios por esta época. Algunos
de los escritores destacados de este período fueron Arturo Borja,
Ernesto Noboa y Caamaño, Humberto Fierro, entre otros. Algunos
críticos literarios afirman que estos autores no tuvieron una
obra muy extensa, pero fue significativa. El poeta Medardo
Ángel Silva (1898-1919) es considerado como el máximo referente
del modernismo literario ecuatoriano. Los otros representantes de
este movimiento fueron los escritores Ernesto Noboa y Caamaño
(1891-1927), Humberto Fierro (1890-1929) y Arturo Borja (1892-
1912). Estos cuatro integrantes compartían características e
intereses similares y sus rasgos poéticos tenían aspectos
comunes. Este grupo fue conocido como la Generación Decapitada,
porque todos se suicidaron. Los diarios de la época influyeron
para la consolidación del movimiento modernista en el Ecuador.
Dos de los principales periódicos de la actualidad surgieron en
este período. Diario El Comercio empezó a publicarse en 1906 y
diario El Universo en 1921. La prensa desempeñó un importante rol
en este proceso, porque generó las condiciones necesarias para
que haya un ámbito literario autónomo al crear espacios para los
escritores.
El vínculo entre periodismo y literatura fue constante en las
etapas en que se desarrollaron estos movimientos. Los cuentos,
fragmentos de novelas y poesías aparecían primero en los
suplementos y secciones culturales de los diarios y periódicos de
la época. Los miembros del modernismo ecuatoriano alternaron sus
facetas periodísticas con sus escrituras de ficción. En las
décadas de 1940 y 1950 el Ecuador pasó por nuevos períodos de
cambios. Fueron los años de modernización socioeconómica del
país. Hubo revistas literarias de corta duración en las que
publicaron con asiduidad los autores de la época como Rafael Díaz
Icaza, Pedro Jorge Vera, Miguel Donoso Pareja y otros. Además se
consolidaron las secciones culturales de varios periódicos, en
especial de los diarios El Comercio, El Universo, El Telégrafo y
diario Hoy.
Historiadores literarios y críticos como Pérez (2001) coinciden
en que durante estas décadas hubo una etapa caracterizada por la
búsqueda de identidad por parte de los círculos de autores que se
formaron en las ciudades ecuatorianas de Quito, Guayaquil, Ambato
y Cuenca. En las décadas de 1950 y 1970 se desarrolló un período
de transición en el Ecuador entre el realismo social y las nuevas
tendencias del boom literario latinoamericano. En este período
existió un predominio de la lírica sobre la narrativa. Paralelo a
ello, se mantuvo la publicación de revistas literarias como
Letras del Ecuador de la Casa de la Cultura de Quito.
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Sacoto (1996) sostiene que las revistas que se difundieron entre
las décadas de 1960 y 1980 tenían gran prestigio. En ellas
escribieron autores como Jorge Enrique Adoum, César Dávila
Andrade, Ángel F. Rojas y periodistas de la época. La difusión de
textos ficción en estas publicaciones se combinó con crónicas de
personajes y entrevistas a intelectuales de la región. A la vida
momentánea de este tipo de medios se sumó el hecho de que
desgraciadamente la difusión de estas revistas en el exterior
es ínfima. Sin embargo, su publicación se constituyó en el
escenario ideal para que los cuentistas, ensayistas, poetas y
periodistas escribieran y retrataran a su manera la sociedad de
aquellos años (Sacoto, 1996, p. 109).
Las etapas de transición e intermitencias de las décadas de 1960
y 1980, según historiados y críticos como Ortega (2004) y Ayala
(1990), impidieron una mayor evolución de la literatura
ecuatoriana. En cuanto a los nexos periodísticos literarios,
estos se verán particularmente relacionados y enriquecidos con el
surgimiento de revistas especializadas. Hacia las dos últimas
décadas del siglo XX, las revistas especializadas y secciones
culturales de los distintos períodos publicaban poesías y
fragmentos de obras de ficción, pero también tenían lugar géneros
periodísticos como las crónicas, las entrevistas y los artículos.
Durante este período la literatura ha tenido profundos nexos con
el periodismo.
El legado de las revistas culturales. Análisis de casos
Las revistas representan una estrategia de divulgación. En ellas
hay pluralidad de visiones diversas, porque sostienen un criterio
más plural que homogéneo y la preocupación de sus autores por
presentar sus trabajos a un mundo en transformación. Un aspecto a
considerar es que empieza a pesar la idea de que el editor es una
figura fundamental en su engranaje.
A continuación hacemos un análisis de casos de la revista
argentina Sur, la revista cubana Casa de las Américas y de la
revista mexicana Vuelta. Las revistas de la región constituyen un
lugar identitario en tanto forma y afirmación de la conciencia
latinoamericana. Se trata de medios que tienen un valor estético-
social y que han hecho las veces de libros en muchos casos. Estas
revistas se constituyeron en una muestra de la amplitud de la
cultura izquierdista y de otras tendencias, así también fueron
reconocidas como una referencia para la cultura latinoamericana.
Las revistas culturales se han preocupado permanentemente por un
buen manejo del lenguaje, cada revista pretende alcanzar cierto
nivel de coherencia y ser reconocida por el estilo de sus
autores. Con ello buscan encontrar un escenario que legitime sus
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ideas sobre el acontecer político-social. Empezamos, pues, con el
análisis de las revistas Sur, Casa de las Américas y Vuelta.
La revista argentina Sur
El surgimiento de la revista Sur marcó un antes y un después en
la Argentina del siglo XX, debido a su rol decisivo en la
formación de una cultura literaria moderna. La revista Sur se
publicó entre los años 1931 y 1970. Durante este tiempo
extendería su publicación regular hasta la muerte de Victoria
Ocampo, su fundadora y directora, a fines de los años setenta. La
revista Sur nos permitió ver cómo el intelectual de esa época se
construyó como sujeto discursivo y posibilita estudiar por lo
tanto los mecanismos de constitución de cierta clase de
intelectual. Ya hacia 1920 y 1930 se acentuaron y fortalecieron
la existencia de movimientos culturales e ideológicos que
formaron una constelación cada vez más precisa y visible, al
mismo tiempo que cobran mayor relevancia el ejercicio estético y
la búsqueda de la novedad. Años antes, en 1924, apareció la
revista Martín Fierro. Además, por entonces las revistas de
izquierda desempeñaron un papel de intermediarios entre la
cultura y los nuevos sectores que se integran en ella. El
proyecto de la revista Sur se fraguó durante dos años y surgió
con el objetivo de tender un puente entre Europa y América, pero
con la mirada central dirigida a este último.
En el primer número de Sur no hubo ninguna declaración de
principios, sino una carta de Victoria Ocampo a Waldo Frank en la
que se narraba el surgimiento del proyecto inicial de la revista.
Según Suárez (2008), los primeros años fue una revista de
difusión de ideas en la que se publicaron ensayos sobre
corrientes culturales y sobre la intelectualidad y su relación
con el resto de la sociedad. En 1935, con el número 10, hubo un
cambio de rumbo, los dos consejos de redacción iniciales, el
argentino y el extranjero, se fundieron en uno sólo; además, en
1933 y por consejo del filósofo español José Ortega y Gasset,
tuvo lugar la creación de la editorial Sur, que sirvió de apoyo
económico a la revista. El formato se modificó y el precio se
redujo, la temática americanista emergió de nuevo y numerosos
artículos y ensayos trataron el debate político de la época. Las
páginas se llenaron de reflexiones sobre la crisis económica, la
presencia del fascismo en Europa y la guerra civil española. Otro
momento importante para el desarrollo de la revista fue la
incorporación de José Bianco como secretario de Redacción en
1938.
En la mayoría de las revistas de esas décadas, el esencialismo
estético, el internacionalismo cultural, el americanismo
espiritualista y el aristocratismo intelectual estuvieron
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relacionados con los contenidos identitarios circulantes. La
revista Sur no fue ajena a esta realidad y siguió la idea rectora
de que la cultura occidental es patrimonio y tarea de la élite de
los intelectuales, al margen de las vicisitudes políticas y los
nacionalismos, más allá de una instancia programática y por
encima de las diferencias ideológicas. A pesar de su pretendido
apoliticismo, Sur expresó determinadas posturas y terminó por
enfrentarse a otras publicaciones por motivos políticos. En esta
revista, sin embargo, se cruzaron discursos de marca ideológica
diferente, en la discusión de problemas que también preocuparon a
otros sectores del campo intelectual.
No obstante, hay varias críticas a los fundamentos de esta
revista. Bastos (1980) sostiene que Sur tuvo una actitud franca,
valiente, frente a hechos extremos: el fascismo y el peronismo.
En su afán por difundir el pensamiento de los intelectuales, Sur
surgió con un espíritu internacional y cosmopolita con la
finalidad de promover la comunicación entre los distintos países
a través de la literatura y de la cultura. La influencia más
constante en este medio fueron la literatura y el pensamiento de
los franceses. Las relaciones personales de Victoria Ocampo con
Paul Valéry, Albert Camus o André Malraux, significaron un
intercambio fluido entre París y Buenos Aires. En cierto modo es
posible pensar que una intención de Victoria Ocampo con la
revista era terminar con el desconocimiento sobre América que se
escondía detrás del interés exótico de muchos europeos. Una
cuestión a tomar en consideración es que Sur se definía como la
voz de una minoría civilizadora que quiso organizar el panorama
intelectual y mantener las normas del decoro literario.
Sur abrió un campo intelectual y tendió puentes entre América y
Europa para atesorar lo mejor de ambos continentes.
La Revista Casa de Las Américas
El primer número de la revista Casa de las Américas fue publicado
en 1960 con la dirección de Haydeé Santamaría y la subdirección
de Alberto Robaina. Esta revista fue uno de los voceros
culturales s prestigiosos, pues promovió una concepción de la
cultura con énfasis en la identidad latinoamericana. La revista
Casa de las Américas fue considerada por muchos críticos como
“hija de la Revolución Cubana”, pues tuvo una finalidad clara en
ese sentido: articular el panorama crítico latinoamericano en
torno a los programas revolucionarios (Crespo, 2010). Un
referente anterior inmediato a Casa de las Américas es el
suplemento literario Lunes de Revolución (1959-1961), aparecido
el 23 de marzo de 1959 entre las páginas del órgano del
Movimiento Revolucionario 26 de Julio. Otro de los antecedentes
de Casa de las Américas fue el semanario uruguayo Marcha, que fue
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el pionero en el intento de desarrollar una articulación
ideológico intelectual latinoamericano. De hecho, Marcha estuvo
muy vinculada a Casa de las Américas, puesto que ya en su primer
número de 1939, Marcha proclamó su vocación latinoamericanista en
las intervenciones de su director, Carlos Quijano. Casa de las
Américas propuso convertirse no sólo en el eje articulador de la
diversidad de líneas intelectuales latinoamericanas de izquierda,
sino que aspiró también a establecer un lugar de encuentro
permanente para escritores, periodistas y hombres de letras con
el propósito de abrir un espacio de intercambio, de promoción y
de mediación ideológica que se tradujese en una práctica
intelectual y una política editorial clara y homogénea hacia el
público en general. La revista fue creada con el objetivo
primordial de tejer una red político-ideológica que diera
contención a la joven Revolución Cubana y permitiera reforzar una
identidad continental en la comunidad intelectual
latinoamericana.
En su primera entrega, Casa de las Américas incluyó textos de
Ezequiel Martínez Estrada, los cubanos Virgilio Piñera y Arrufat,
el guatemalteco Miguel Ángel Asturias, el colombiano Luis Enrique
Valencia y el mexicano Carlos Fuentes. Los temas tratados por la
revista fueron diversos, aunque los culturales y políticos se
convirtieron en protagonistas. El éxito de Casa de las Américas
fue inmediato en los círculos intelectuales, muchos escritores
latinoamericanos ganaron reconocimiento internacional a través de
este medio. Los integrantes del boom literario de los sesenta
colaboraron con la revista, entre ellos: Gabriel García Márquez,
Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Ernesto Sábato, Juan Gelman,
Octavio Paz, Pablo Neruda, Ernesto Cardenal, entre otros. Casa de
las Américas mantiene un permanente el dialogo con intelectuales
y académicos que proyectan pensamientos a partir de fomentar la
literatura como escenario de compromiso social.
El caso de la Revista Vuelta de Octavio Paz en México
La revista Vuelta, fundada en México en 1976, se convirtió en una
herramienta valiosa para la construcción de la coyuntura no solo
cultural sino también política en la región. Es destacable el rol
cumplido por su fundador, el poeta y Premio Nobel de Literatura
Octavio Paz. La revista fue siempre polémica en el ámbito
político. Sin embargo, su herencia directa a las revistas que son
objeto de este trabajo radica en que planteó seriamente debates
entre intelectuales latinoamericanos y europeos en torno a temas
de actualidad. Además se esmeró por brindar una mirada
latinoamericana desde la perspectiva de los mismos autores de la
región.
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Concebida como un instrumento de batalla, Vuelta buscó ser “un
signo de resistencia a los embates comerciales y una vocación por
la búsqueda y exploración permanentes” (Flores, 2008, p. 59).
Pero lo que la hacía verdaderamente única era la convivencia de
voces contrastantes que fueron acogidas dentro de la publicación,
porque las ideas de Paz no se extendieron a lo ideológico, sino
que se limitaron a ser una fuente de estabilidad, el centro en
torno al cual agruparse, pero no en el modelo único de
pensamiento. De este modo, Vuelta se erigió como la casa de la
disidencia, un espacio donde se privilegió la voz crítica del
individuo en un esfuerzo por romper con la unanimidad y abrir un
espacio para la auténtica libertad de expresión. Si bien las
opiniones publicadas podían llegar a ser contradictorias, los
autores siempre presentaron un frente unido ante la censura y el
poder, buscando mantener su independencia y la libertad creativa.
Este medio reavivó, como ninguna otra revista de su tiempo, el
rol moral del escritor como un crítico, que no solo se limita a
juzgar su contemporaneidad, sino a propiciar en sus lectores una
conversación en torno a ésta. Así como Paz buscó restablecer al
escritor como actor social, también defendió la figura del lector
como el interlocutor de los críticos. Los que crecieron leyendo
la revista vieron cómo se abría ante ellos la posibilidad de
integrarse al diálogo intelectual. Para los latinoamericanos,
Vuelta fue un punto de contacto entre los escritores y sus
lectores, un primer acercamiento a una conversación que
continuaría más allá de sus páginas. Fue una revista literaria
cuyo fin último fue servir a los lectores de puente para
acercarse a la compleja realidad del México moderno que recién se
consolidaba.
Esta revista buscó comprender la modernidad a través de una
reflexión que parte del pasado. Paz creía que “la búsqueda de la
modernidad era un descenso a los orígenes” (Flores, 2008).
Vuelta, como su nombre indica, es un retorno. Un regreso a
aquella conversación que comenzó en Plural, esa otra revista de
Paz que apareció en 1971 y que dejó de imprimirse tras la censura
al periódico mexicano Excélsior. Ese retorno implicó también una
trascendencia, es el punto de partida al que se regresa cambiado
después del viaje: un espacio que se renueva y nos revela algo
distinto. Retomar o considerar el trabajo realizado por revista
Vuelta en nuestra investigación significa asumir ese regreso a
una tradición crítica para encontrar sentido al presente y, al
mismo tiempo, una invitación a mantener vivo el espíritu de la
revista en las publicaciones periodísticas literarias
latinoamericanas, continuando así el diálogo que contribuyó a
animar.
Jeovanny Moisés Benavides Bailón
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ReHuSo. Publicación cuatrimestral. Vol. 1, Año 2016, No. 2 (Mayo Agosto)
Conclusiones
A lo largo de este texto y con el análisis de los casos
propuestos se ha pretendido destacar la forma en que la
producción de revistas atraviesa todos los órdenes de la cultura,
porque han sido los vehículos a través de los cuales se expresan
los colectivos humanos, ya sean políticos, literarios,
artísticos, científicos o filosóficos. Tradicionalmente, los
periódicos son más lentos que las revistas para abrirse a
cualquier clase de periodismo inventivo o experimental, en gran
parte porque tienen un público local predominante. El futuro de
las manifestaciones literarias encuentra su lugar principalmente
en las revistas. A través de los debates entre las revistas se ha
configurado un campo donde los distintos colectivos rediseñan sus
identidades. Su propósito es intervenir en los debates
culturales.
Las revistas son espacios valiosos que permiten analizar la
evolución de las ideas en tanto lugares de fermentación
intelectual y de relaciones afectivas. Su importancia radica en
que son una estructura elemental de sociabilidad y se han
consolidado como uno de los soportes esenciales del campo
intelectual. Tradicionalmente, los lectores de las revistas
culturales son un público que tiene un interés específico por
obtener información y que pretende formarse una opinión en
relación a los temas abordados. Esta forma de hacer periodismo es
la manera de difundir los productos culturales de una sociedad
utilizando medios masivos. La temática más empleada en estas
publicaciones fue, desde sus orígenes, la literaria, porque
incluían cuentos, poesías, artículos, comentarios o críticas
sobre variados temas. Por ello, este tipo de revistas se
convirtió en una modalidad de intervención cultural que abrió una
fuente para lo que hoy se denomina historia intelectual.
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