Margarita Cantero, Claudia Magaña y Alma Martínez. Teoría del comportamiento planificado aplicada a
prácticas de compra de alimentos en supermercados.
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Introducción
La alimentación implica una serie de comportamientos y procesos de diversa índole que forman
parte del comportamiento alimentario de organismos como los humanos, el cual se ha definido
como “todo aquello que hacen los organismos para alimentarse” (López-Espinoza et al., 2014,
p. 133). Esta conceptualización permite reconocer elementos presentes entorno al qué, cómo,
con quién, dónde y cuándo se alimenta la persona entre los cuales se encuentra el adquirir
alimentos, por lo cual las prácticas de compra se consideran parte del comportamiento
alimentario (Baltazar, 2014; Espeitx y Gracia, 2012). Cabe señalar que el comportamiento
alimentario es estudiado principalmente desde tres áreas de conocimiento:
1) Área biológica, que enfatiza la ingesta de nutrientes y calorías necesarios para
realizar mecanismos fisiológicos y neuronales que demandan un gasto energético,
recomendaciones sobre la ingesta y el contenido de nutrientes o energía y sus
consecuencias en la salud (Gahagan, 2012; Vedovato et al., 2015).
2) Área psicología, que aborda la expresión de conductas relacionadas con la ingesta
o no de alimentos, aprendizaje, experiencia, motivaciones individuales,
sentimientos, creencias y actitudes (Capaldi, 1996; Jiménez y San Martín, 2013;
Koch, 2012).
3) Área social, da cuenta que la alimentación humana no se trata solamente de una
función biológica, sino que implica cuestiones culturales, sociales y de identidad
que se reflejan y llegan a modificar preferencias y gustos para adaptarse a los estilos
de vida en ámbitos como el familiar, escolar y laboral, entre otros (Bertrán, 2015;
Espeitx Gracia, 2012).
En este sentido, estudios previos reconocen la existencia de más procesos que se dan a la par
en lo que denominan patrón de consumo o prácticas de compra, entre ellos el proceso de
razonamiento que involucra la revisión de la despensa, hacer lista de faltantes, dividir las tareas
del hogar, designar quién será el responsable y la frecuencia de realizar la compra de alimentos,
entre otros. Es decir que, las prácticas de compra abarcan el qué, dónde, cómo, cuándo y con
quién se realiza dicha compra de alimentos (Koch, 2012).
Entre la diversidad de espacios de abastecimiento donde se realiza la distribución de alimentos,
sobresalen los supermercados al ser reconocidos por la Organización de las Naciones Unidas
para la Alimentación y la Agricultura (FAO, 2017) como aquel donde en los últimos años se
concentran las prácticas de compra a nivel de América Latina, atribuyéndolo a que en estos
espacios no solo se encuentran alimentos, sino que ofrecen una amplia variedad de productos.
Además, las prácticas de compra frecuentemente se han estudiado en grandes ciudades de
manera general, siendo pocos estudios los que se refieren en particular otros contextos como
es el caso de las ciudades medias y pequeñas. Aunado a ello, los estudios suelen partir desde