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Impacto de las representaciones sociales en la personalidad y el desempeño de los
estudiantes: Una revisión teórica.
Impact of social representations on the personality and performance of students: A
theoretical review.
Mariela Elizabeth Rivadeneira Arteaga
1
0000-0001-9813-8152
Leonardo Vicente Vera Viteri
2
0000-0003-2822-0374
1
Ministerio de Educación, Ecuador. marielita25_1@hotmail.com
2
Instituto Superior Tecnológico “San Pedro”, Ecuador. verasleonardo2@yahoo.com
Recepción: 2 de octubre de 2021 / Aceptación: 25 de abril de 2022 / Publicación: 05 de mayo de 2022
Citación/como citar este artículo: Rivadeneira, M. y Vera, L. (2022). Impacto de las
representaciones sociales en la personalidad y el desempeño de los estudiantes: Una revisión
teórica. ReHuSo, 7(2), 62 81. https://doi.org/10.5281/zenodo.6523206
Rivadeneira Mariela y Vera Leonardo. Impacto de las representaciones sociales en la personalidad y el
desempeño de los estudiantes: Una revisión teórica.
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Resumen
Las representaciones sociales de cara al desarrollo social de cualquier país constituyen un tema
de vital importancia, en tanto favorecen o limitan el desempeño de sus ciudadanos por
concepciones positivas o negativas acerca de la realidad de un determinado ámbito de la vida
en su país, sobre todo, cuando de cuestiones profesionales se trata. La educación y sus
profesionales precisan de prestar especial atención a este tema por cuanto los estudiantes
forman parte de un entorno de influencias en el que se entrelazan la familia, la comunidad, sus
amistades, y cada uno de ellos con experiencias diversas que pudieran generar contradicciones
en la forma de percibir un mismo fenómeno. El objetivo de este artículo es realizar una revisión
teórica de diferentes estudios que abordan el impacto de las representaciones sociales en la
personalidad y el desempeño de los estudiantes, sobre todo de aquellos que están próximos a
definir su futuro profesional en la universidad.
Palabras clave: representaciones sociales; estudiantes; personalidad; desempeño.
Abstract
Social representations in the face of the social development of any country constitute a matter
of vital importance, as they favor or limit the performance of its citizens due to positive or
negative conceptions about the reality of a certain area of life in their country, especially, when
it comes to professional matters. Education and its professionals need to pay special attention
to this issue because students are part of an environment of influences in which the family, the
community, their friends are intertwined, and each one of them with diverse experiences that
could generate contradictions. in the way of perceiving the same phenomenon. Therefore, the
objective of this article is to carry out a theoretical review of different investigations and studies
that have addressed the subject to analyze the impact of social representations on the
personality and performance of students, especially those who are close to defining their
professional future at university.
Keywords: social representations; students; personality; performance.
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rehuso@utm.edu.ec
Universidad Técnica de Manabí
DOI: 10.5281/zenodo.6523206
Introducción
La sociedad contemporánea se caracteriza por su diversidad, desigualdad económica, social,
cultural y educativa. Algunos países han trabajado sobre sus políticas públicas educativas para
contribuir a la solución de los problemas de desarrollo que afrontan, pero esto no ha sido
suficiente porque los objetivos planteados en sus agendas de gobiernos, así como los objetivos
de desarrollo sostenibles planteados por la Organización de las Naciones Unidas están muy
lejos de ser cumplidos todavía.
En este mismo contexto internacional está la educación superior en su rol protagónico de la
formación de profesionales para el campo laboral, ofertando carreras que tienen demanda entre
los jóvenes.
Los profesionales una vez que han egresado de las universidades están preparados para ejercer
su profesión, pero les es difícil acceder a una plaza de trabajo por la gran cantidad de
profesionales que egresan de carreras con mayores demandas como ingenierías comerciales,
medicina e informática. Esto provoca que otros sectores, como el agrícola, por ejemplo,
enfrente escasez de profesionales, impactando en la calidad de las prácticas agroproductivas de
un país. Así lo confirman datos recientes de la Secretaría de Educación Superior, Ciencia,
Tecnología e Innovación (Senescyt) de Ecuador, por ejemplo, cuando manifiesta que la
mayoría de los estudiantes sigue eligiendo carreras tradicionales como Medicina, Derecho,
Educación o Psicología” para cursar la universidad (Machado, 2022). Las cuatro carreras
anteriormente mencionadas forman parte de un grupo que abarca las diez carreras online más
seleccionadas por los estudiantes en la nación latinoamericana; la formación de profesionales
agrícolas o pecuarios no se encuentra entre ellas.
Se debe considerar que la selección de una determinada carrera corresponde únicamente al
interesado, es decir, a los bachilleres que egresan de las instituciones educativas de nivel medio,
los que deben seleccionar un área del conocimiento que posteriormente los profesionalice y
ubique en una plaza de trabajo.
Los factores que inciden en esta problemática son múltiples y deben ser abordados con la
intervención de diversas disciplinas científicas, pero un punto de partida muy importante para
cualquier estudio de este tipo desde la perspectiva educativa debe ser determinar, de primera
mano con los estudiantes, cuáles son sus representaciones sociales acerca de este tipo de carrera
porque de ellas dependen en gran medida la elección de su futuro profesional.
Rivadeneira Mariela y Vera Leonardo. Impacto de las representaciones sociales en la personalidad y el
desempeño de los estudiantes: Una revisión teórica.
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De ahí que el objetivo de este artículo sea realizar una revisión teórica de diferentes
investigaciones y estudios que han abordado el tema para analizar el impacto de las
representaciones sociales en la personalidad y el desempeño de los estudiantes, sobre todo de
aquellos que están próximos a definir su futuro profesional en la universidad.
El concepto representaciones sociales: definiciones, teóricos y enfoques
Una sociedad se compone de individuos con características propias y comunes, con
pensamientos, sentimientos e ideas que construyen un imaginario, el cual norma y regula su
vida, entretejiendo las creencias, afirmaciones y costumbres que se convierten en universales.
Estos fenómenos son abordados desde la perspectiva de la teoría de las representaciones
sociales, la que es calificada por Materán (2008) como “una teoría en desarrollo y debate
permanente” (p. 244), quien a su vez agrega:
“(…) han transcurrido más de 40 años desde su primera formulación y, sin embargo, el
debate teórico, las investigaciones empíricas y la integración de planteamientos de
orden interdisciplinario son indicadores de su evolución y actualidad. La Teoría de las
Representaciones Sociales es uno de los modelos relativamente recientes en el área de
Psicología Social, esta propuesta teórica esboza un planteamiento metodológico
interesante y renovador dentro del análisis del sentido común y de lo cotidiano, podría
valorarse como una explicación útil en el estudio de la construcción social de la
realidad” (p. 244).
Se reconoce como iniciador de estas investigaciones al psicólogo social rumano Serge
Moscovici, cuyo libro El psicoanálisis, su imagen y su público, publicado en 1961, “formalizó
la teoría de lo que se constituyó en un campo novedoso de investigación al interior de la
psicología social” (Materán, 2008, p. 244).
Para este autor, las representaciones sociales son “sistemas cognitivos que tienen una lógica y
un lenguaje propios, y que no son simples 'opiniones sobre', o 'imágenes de' o 'actitudes hacia',
sino 'teorías' sui generis, destinadas a descubrir la realidad y su ordenación” (citado por Cruz,
2006, p. 35). Asimismo, las define como:
“sistemas de valores, ideas y comportamientos con la doble función de establecer un
orden que a los individuos la posibilidad de orientarse y dominar su medio social y
material, la de asegurar la comunicación del grupo, proporcionándole un código para
sus intercambios y para nombrar y clasificar de manera unívoca los distintos aspectos
de su mundo” (citado por Cruz, 2006, p. 35).
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Cruz (2006) advierte que la discusión teórica acerca de la definición del concepto es muy
diversa, “donde cada autor procura acotar el término a partir de distintos enfoques: por las
características de las representaciones sociales, por su funcionalidad o por cuestiones más
estructurales” (p. 35).
Según Moscovici, la representación social es un corpus organizado de conocimientos y una
de las actividades psíquicas gracias a las cuales los hombres hacen inteligible la realidad física
y social, se integran en un grupo o en una relación cotidiana de intercambios” (citado por Piña
y Cuevas, 2004, p. 103).
En una misma línea de pensamiento, a la que la autora de la presente investigación se suscribe,
Jodelet (2020) define la representación social como “un fenómeno que, bajo diversas formas
(suceso mental, enunciado verbal, imagen pictórica, sonora, etc.) presenta un carácter
simbólico en lo que tiene lugar, y cuya entidad representada (su objeto) puede pertenecer al
universo material, fáctico, humano, social, ideal, o imaginario.” (p. 52).
A propósito, la autora añade: “La representación social reproduce su objeto transformándolo
bajo el efecto de factores psicológicos (emergentes del funcionamiento cognitivo o psíquico)
y sociales (vinculados con la comunicación, la intersubjetividad, la pertenencia grupal, la
ubicación en un ámbito social y un sistema de relaciones sociales)” (Jodelet, 2020, p. 52).
Ambos autores ven el concepto también como un proceso de comunicación, de reproducción
de culturas e identidades, de identificación con determinados grupos sociales que armonizan
con intereses personales y colectivos, entre los que se comparten lugares comunes.
En ese sentido, Jodelet (2003) asegura que las representaciones sociales “son abordadas a la
vez como el producto y el proceso de una actividad de apropiación de la realidad exterior al
pensamiento y de elaboración psicológica y social de esa realidad. Es decir, que nos
interesamos en una modalidad de pensamiento, bajo su aspecto constituyente -los procesos - y
constituido - los productos o contenidos" (p. 37).
Para Ibañez (1988), las representaciones sociales “son teorías de sentido común que permiten
describir, clasificar y explicar los fenómenos de las realidades cotidianas, con la suficiente
precisión para que las personas puedan desenvolverse en ellas sin tropezar con demasiados
contratiempos” (p. 55).
En este caso aparece una noción de grupo, como alusión a la condición social inherente al ser
humano, enfatizado por Di Giacomo (1987) al expresar que observar una representación social
es observar el proceso por el cual un grupo se define, regula y compara con otros” (p. 295), por
tanto, suele remitirse también a su identidad.
Rivadeneira Mariela y Vera Leonardo. Impacto de las representaciones sociales en la personalidad y el
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Rateau y Le Monaco (2013), señalan que existe un consenso entre los teóricos acerca de
considerar las representaciones sociales como “sistemas de opiniones, de conocimientos y de
creencias propias de una cultura, una categoría o un grupo social y relativas a objetos del
contexto social” (p. 24).
Estos autores afirman que “los contenidos de una representación pueden ser calificados
indiferentemente de opiniones, de informaciones o de creencias y podemos concluir que una
representación social se presenta concretamente como un complejo indiferenciado 'de
elementos cognitivos relativos' a un objeto social” (Rateau y Le Monaco, 2013, p. 25).
Banchs (2000) señala que la representación social “constituye al mismo tiempo un enfoque y
una teoría. En tanto a enfoque ha habido formas de abordaje o más precisamente de apropiación
de los contenidos teóricos. Cada forma marca un estilo de trabajo estrechamente vinculado con
los objetivos del investigador y con el objeto de investigación” (p. 31).
Lynch (2020) enuncia las características de los elementos cognitivos que se muestran en las
representaciones sociales: “organizados, son compartidos y son producidos colectivamente en
el proceso de comunicación” (p. 103) y retoma los tres enfoques teóricos en los que se clasifica
la producción académica relativa al tema: socio-genético, estructural, y socio-dinámico.
El enfoque socio-genético o procesual se caracteriza por considerar que para acceder al
conocimiento de las representaciones sociales se debe partir de un abordaje hermenéutico,
entendiendo al ser humano como productor de sentidos, y focalizándose en el análisis de las
producciones simbólicas de los significados del lenguaje, a través de los cuales los seres
humanos constituimos el mundo en que vivimos” (Banchs, 2000, 36).
En este sentido, Jodelet (2015) asegura que las representaciones sociales tienen autonomía y
eficacia propias, son modalidades de conocimientos y deben ser reconocidas en su “génesis,
funcionamiento y función en los procesos que afectan la organización, la vida y la
comunicación social, en los mecanismos que concurren a la definición de la identidad y
especificidad de los grupos sociales y de las relaciones que esos grupos tienen entre ellos” (p.
21).
El enfoque estructural “se caracteriza por buscar en el estudio de las representaciones sociales
metodologías para identificar su estructura o núcleo y por desarrollar explicaciones acerca de
las funciones de la estructura (Banchs, 2000, 37).
Entre sus teóricos más destacados se encuentra Jean-Claude Abric, quien en 1976 presenta la
teoría del Nucleo Central, donde coexisten un sistema central (SC) y un sistema periférico (SP).
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“El SC tiene un rol estructurante de los contenidos, lo que da a la representación
estabilidad y permanencia; es rígido, porque se encuentra anclado en la memoria
colectiva grupal. En el SP se insertan las experiencias individuales, lo que explica las
diferencias entre los miembros de un grupo y son más flexibles y dinámicas, razón por
la que concretizan las actitudes derivadas del SC” (Lynch, 2020, p. 105).
El enfoque socio-dinámico retoma la categoría de anclaje para insertar las representaciones
sociales en la pluralidad ideológica, donde principios generadores de toma de posición y
organizadores de diferencias individuales se dan la mano.
Según Lynch (2020), “esta teoría concede un lugar importante a las relaciones intergrupales
como medio para mostrar la manera en que las diferentes pertenencias sociales pueden
determinar la importancia acordada a principios variados” (p. 106).
De acuerdo con Urbina y Ovalles (2018), la mayor parte de las investigaciones sobre
representaciones sociales han sido realizadas en Europa, especialmente en países como el
Reino Unido, Austria e Italia y optan por el enfoque estructural. En América Latina, se destacan
las investigaciones realizadas en Brasil, México, Venezuela y Argentina, las cuales están
principalmente orientadas por el enfoque procesual” (p. 496).
En síntesis, Rateau y Le Monaco (2013) esbozan cuatro características de las representaciones
sociales desde una perspectiva más generalizadora y armónica en relación con los tres enfoques
teóricos anteriormente mencionados (p. 25):
En primer lugar, es organizado. No se trata de un rosario de elementos cognitivos
unidos uno a otro, sino más bien de una “estructura”. Esto significa que dichos
elementos se relacionan entre sí, hay nexos que los vuelven interdependientes. Esas
relaciones son también fruto de cierta visión compartida de las cosas. Pueden ser
consideradas de múltiples formas: en términos de equivalencia, de reciprocidad, pero
también de antagonismo y de contradicción. Las opiniones pueden ser compatibles con
ciertas creencias y entrar en oposición con otras.
Por otra parte, este complejo es compartido por el mismo grupo social. Sin embargo, es
útil precisar que dicho consenso es siempre relativo puesto que depende a la vez de la
homogeneidad del grupo y de la posición de los individuos con respecto al objeto. De
esta manera, el carácter consensual de una representación es generalmente parcial y con
frecuencia limitado a ciertos elementos de esta última.
Rivadeneira Mariela y Vera Leonardo. Impacto de las representaciones sociales en la personalidad y el
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En tercer lugar, este complejo es producido colectivamente con ocasión de un proceso
global de comunicación. La puesta en común de elementos en el origen de la formación
de la representación social, y en consecuencia el compartirlos, depende estrechamente
de los intercambios interindividuales y de la exposición a las comunicaciones internas
y externas al grupo. Además, la puesta en común favorece la posibilidad de descubrir
y de acceder al conocimiento de otras informaciones nuevas, pero, sobre todo, de darse
cuenta de las convergencias que tienden a crear condiciones de aparición de consensos
y a conferir una validez social a las diversas opiniones, informaciones y creencias
compartidas.
Finalmente, este complejo implica una cuarta característica que hace pensar en su
finalidad que es ser socialmente útil. Por un lado, lo vimos, porque las representaciones
sociales constituyen guías de lectura, de decodificación y por lo tanto de comprensión
de la realidad a la cual nos vemos confrontados. Estas son entonces socialmente útiles
desde ese punto de vista, aunque no únicamente. Sin duda son igualmente guías frente
a las interacciones sociales e intervienen masivamente cuando tenemos intercambios
con otros grupos. Toda sociedad, (...), se basa en la división del trabajo. Esta es a la vez
la condición de la cohesión social y la fuente permanente de relaciones de dependencia
y de poder en el seno de la colectividad. Tiene en efecto por resultado diferenciar los
grupos, los roles, los estatus, las profesiones, las castas, etc. Así, unos necesitan a los
otros, pero unos no se confunden con los otros. La complementariedad y la
diferenciación son dos operaciones solidarias que se actualizan plenamente en el
interior de las representaciones. Por otra parte, las representaciones sociales proveen
criterios de evaluación del contexto social que permiten determinar, justificar o
legitimar ciertas conductas. En esta perspectiva, cumplen una función de orientación de
las prácticas sociales y constituyen a dicho título sistemas de expectativas o de
anticipación que permiten el ajuste comportamental. Finalmente, intervienen
igualmente a posteriori por el hecho de que constituyen sistemas de justificación de
nuestros comportamientos y de los del otro.
Este modesto acercamiento al tema de las representaciones sociales, sus definiciones, enfoques
y autores permite asegurar que el concepto tiene un carácter transdisciplinar, integrando a la
psicología, la antropología, la sociología, la historia y, como ciencia de interés para este trabajo,
a la educación.
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Las representaciones sociales y la orientación vocacional
Las representaciones sociales en el imaginario de los estudiantes no pueden prescindir tampoco
de un concepto clave, sobre todo, cuando se trata de decidir un futuro laboral mediante el acceso
a la universidad: la orientación vocacional y profesional (OVP), entendida como un conjunto
de acciones de acompañamiento (educativo-psicológico-social) y asesoramiento (individual y
grupal) dirigido a las y los estudiantes de una institución educativa para que, de manera
individual y con base en el autoconocimiento y la información disponible, tomen decisiones
vocacionales y profesionales adecuadas como parte de la construcción de su proyecto de vida.
El propio concepto y su definición conectan dos componentes imposibles de obviar en el
momento de seleccionar cuál será la carrera universitaria: lo vocacional y lo profesional. El
primero de ellos tiene que ver con el conjunto de gustos, intereses, conocimientos y habilidades
que determinan una tendencia en la persona hacia el desarrollo de cierta/s actividad/es a lo
largo de la vida y con proyección hacia el futuro, en el contexto de la realidad en que se
desarrolla; mientras que el segundo tiene que ver con las decisiones que adoptará la o el
estudiante en el ejercicio de una actividad ocupacional o laboral puntual (MINEDUC, 2015, p.
13).
Se entiende entonces que la vocación y las representaciones sociales tienen lugares comunes
que se entrecruzan en el imaginario y que pasan también por tradiciones, costumbres, valores,
situación económica y social, entre otros aspectos, que los bachilleres valoran en el momento
de continuar estudios superiores.
Pero dentro de esas representaciones sociales, concomitantes con lo vocacional y lo
profesional, aparecen las habilidades y competencias que el sujeto adquiere como parte de su
proceso de formación escolar y que el mundo laboral le exige. Esto significa que no puede
existir divorcio alguno entre la demanda social y la oferta formativa; esta última se articula
durante todo el desarrollo cognitivo y actitudinal del estudiante en su paso por los diferentes
niveles de enseñanza para lograr una unidad de influencias.
La novedosa perspectiva desde la que se debe trabajar la orientación vocacional permite
visualizar nuevos escenarios en donde las y los estudiantes podrán desenvolverse profesional
y ocupacionalmente sin que necesariamente esto obligue a acceder a carreras universitarias
como hito en la formación del ser humano, en detrimento de otras alternativas de realización
Rivadeneira Mariela y Vera Leonardo. Impacto de las representaciones sociales en la personalidad y el
desempeño de los estudiantes: Una revisión teórica.
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personal y profesional igualmente importantes y necesarias en la cadena de producción y
comercialización de la actividad económica.
Cada centro escolar debe contar con un plan de orientación vocacional y profesional que
permita revelar de forma transparente los tres ejes centrales del proceso: autoconocimiento,
información y toma de decisiones. A ellos debería sumarse también las representaciones
sociales que tienen los estudiantes acerca de las diferentes carreras por las que pudieran optar.
De ahí el rol que juegan en este proceso los Departamentos de Consejería Estudiantil (DECE)
conformados por educadores/as, psicólogos/as, trabajadores/as sociales, etc.
“Las y los profesionales de los DECE de las instituciones educativas tienen dentro de sus
principales atribuciones y responsabilidades garantizar el bienestar integral de los actores
de la comunidad educativa, priorizando el interés superior de los niños, niñas y
adolescentes, a través de procesos integradores sociales, emocionales, psicoeducativos y
psicológicos, con el fin de alcanzar el crecimiento personal, interpersonal, académico y
vocacional de cada estudiante1. Esto determina que estos profesionales de manera
permanente deben encargarse de generar procesos y acciones concernientes a la OVP”
(MINEDUC, 2015, p. 68).
Dichos procesos y acciones, anteriormente mencionados, forman parte de un plan de
Orientación y Vocación Profesional (OVP) previamente diseñado siguiendo cinco fases que
permiten su implementación y puesta en práctica (MINEDUC, 2015):
Fase 1: Diagnóstico del contexto de cada institución educativa
Fase 2: Planificación del plan de OVP
Fase 3: Sensibilización
Fase 4: Ejecución del plan de OVP
Fase 5: Evaluación y seguimiento
El plan de OVP constituye “una real alternativa para propiciar espacios de reconocimiento de
fortalezas y debilidades de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes que están dentro del sistema
educativo, ya que permite identificar factores protectores y amenazas que deben aprovecharse
para apoyar en la construcción de proyectos de vida y toma de decisiones que ellas o ellos
deben realizar” (MINEDUC, 2015, p. 66).
Pero la orientación vocacional y profesional no es una cuestión de interés solo para los niveles
educacionales previos a la toma de decisiones por parte de los estudiantes de cara a su futuro
profesional. Por ello, se hace imprescindible crear alianzas estratégicas con otras instituciones.
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Las representaciones sociales y el futuro profesional de los bachilleres
El tema de las representaciones sociales de los bachilleres frente a las profesiones ha sido objeto
de estudios en varias investigaciones, ya que de ello depende el futuro profesional y la
movilidad social de los jóvenes que optan por una carrera que los vincule al campo laboral.
Muchas investigaciones se han hecho en torno al tema a nivel internacional, pero muy pocas a
nivel nacional, las que constituyen un referente teórico importante para este estudio.
Barberena (2008) plantea que las elecciones de carrera por parte de los jóvenes al concluir el
bachillerato se deben a sus representaciones sociales, las que:
“son mantenidas por conocimientos, creencias, actitudes y valores que crearon dos
estereotipos por un lado el del profesionista que estudia una carrera técnica y que goza
de poco prestigio social y por otro lado el estereotipo del que estudia una carrera de
licenciatura y que en todas las representaciones de los alumnos de bachillerato se
encuentra con una amplia ventaja social y para el trabajo y que por lo tanto les ayuda a
elegir las carreras que en su imaginario les permitirán la movilidad social; no
importando en realidad la vocación que tengan, ni las necesidades de los diferentes
sectores de la sociedad” (p. 5).
Entre las representaciones sociales de los bachilleres que influyeron en la selección de una
carrera, esta investigadora mexicana identificó:
“la insipiente orientación vocacional que existe a lo largo de todos los niveles de la
formación académica por las que han atravesado los estudiantes de bachillerato y con
la que llegan al momento de elegir qué estudiar y en dónde, la idea de que a través de
los estudios de nivel 5 A y la elección de una profesión que goza de prestigio y que es
ampliamente representada en la sociedad su situación personal y familiar se mejorará y
la búsqueda de una mejor posición social que emergieron de un contexto social donde
prevalece el capitalismo por encima de las verdaderas vocaciones de los jóvenes”
(Barberena, 2008, p. 5).
Este proceso develó tres etapas en los alumnos de bachillerato: la insuficiente información
para elegir que estudiar y en que instituciones, la influencia del grupo social familiar y la propia
elección de su carrera” (Barberena, 2008, p. 5).
La autora enfatiza en que se debe implementar y evaluar un programa de orientación y
difusión sobre las carreras tecnológicas y las Universidades donde se imparten y por otro lado
que los estudios que se ofrecen en este tipo de instituciones educativos no sea limitativo, que
exista una adecuada articulación para la continuidad de estudios y un amplio reconocimiento
Rivadeneira Mariela y Vera Leonardo. Impacto de las representaciones sociales en la personalidad y el
desempeño de los estudiantes: Una revisión teórica.
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de los créditos para que realmente exista flexibilidad en nuestro sistema educativo y le permita
a los estudiantes realizar una elección de carrera adecuada que no esté condicionada.
(Barberena, 2008, p. 6). Las reflexiones de la autora contribuyen a la comprensión de la
influencia que ejercen los grupos sociales en la construcción del pensamiento de los individuos
y como a partir de esta se forman representaciones de las carreras que un joven debe elegir
cuando aspira ingresas a la universidad.
Otro estudio relevante es el presentado por Zamora (2019), donde se “busca brindar evidencia
empírica sobre las características de los significados, imaginarios, actitudes, valores,
expectativas personales y profesionales que tienen dichos actores frente a la educación
superior” (p. 12).
Durante el proceso indagatorio la autora partió de que:
la noción de representación social abre un espacio para comprender y explicar, de un
modo diferente e integrador, las producciones subjetivas respecto a objetos, hechos y
procesos instituidos por la cultura y/o emergentes en un entramado social particular, y
que a través de ellas es posible develar cómo se constituye lo social en tanto experiencia
vivida y, mediante los discursos y prácticas de sujetos y grupos, acceder a procesos
sociales complejos” (Zamora, 2019, p. 30).
Asimismo, plantea que las representaciones sociales son el resultado de los propios rasgos
culturales de la comunidad, al peso que históricamente se le ha dado a la educación, a las
circunstancias familiares y personales de los jóvenes (por ejemplo, la condición de género), al
sentido de pertenencia (apropiación, rechazo o negociación) que tienen estos jóvenes con los
valores y objetivos sociales que persigue su familia y comunidad y, a la influencia de la
cosmovisión que auspicia la globalización neoliberal que viven una considerable cantidad de
países del orbe” (Zamora, 2019, p. 7).
Con un diseño metodológico basado en la Teoría Fundamentada, Zamora propone tres núcleos
figurativos en los que se configuran las representaciones sociales de los jóvenes tepatitlenses
respecto a la universidad: mecanismo de socialización, desarrollo personal y profesional;
mecanismo para la movilidad social y mecanismo para el posicionamiento y reconocimiento
social. Estas categorías “permiten ubicar de manera integral o condensada la imagen más
general de la representación” (Zamora, 2019, p. 146).
Otra cuestión distintiva de esta investigación es el llamado de atención que realiza sobre las
diferencias que existen entre los géneros cuando perciben un mismo fenómeno. Es así que las
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mujeres valoran la educación superior como “una posibilidad de empoderarse y arribar a la
realización personal y los hombres, principalmente como una forma de alcanzar el éxito social
y económico” (Zamora, 2019, p. 177).
Reigota (2010) estudia las representaciones sociales como práctica pedagógica cotidiana de la
educación ambiental y realiza una propuesta pedagógica fundamentada en la teoría de
Moscovici, la pedagogía de Freire y en la Educación Ambiental.
Para este autor:
Las posibilidades de intervención que ofrece el estudio y conocimiento de las
representaciones sociales presentes en los contextos socioculturales de nuestro
continente son una razón suficiente para el desarrollo de prácticas pedagógicas en
educación ambiental cuyo objetivo sea identificar las representaciones de los
estudiantes, estimular el pensamiento crítico, el debate y la toma de posiciones ante la
realidad. Su propuesta concreta se refiere a una pedagogía dialógica orientada hacia la
transformación de la realidad social (Urbina y Ovalles, 2018).
Lacolla (2012) estudia el tema desde el imaginario estudiantil acerca de las reacciones químicas
y cómo sus modelos mentales construidos previamente influyen en el aprendizaje de los nuevos
conceptos que incorpora la Química, lo que puede presuponer la generación de contradicciones
cognitivas a las que deben enfrentarse los docentes para lograr los objetivos deseados.
En ese mismo sentido se desarrolla la investigación de Mazzitelli (2012) para identificar las
representaciones sociales de los estudiantes de los profesorados en Física y en Química de la
Universidad Nacional de San Juan, a fin de analizarlas e inferir de qué manera podrían incidir
en la problemática de la enseñanza y el aprendizaje de las ciencias y cómo contribuir a la
superación de las dificultades, favoreciendo el proceso de formación de los futuros docentes
(p. 1).
A partir de los resultados encontrados se observa que las representaciones sociales de
los estudiantes acerca de la Física y de la Química están asociadas principalmente a una
alta valoración de éstas en relación con su carácter de ciencia y una menor valoración
en relación con lo pedagógico, lo afectivo y el contexto socio-cultural. En cuanto a la
Docencia, los estudiantes la asocian a aspectos educativos generales la enseñanza- y
específicos los contenidos y los recursos que le permiten al docente concretar la acción
educativa-. Así, se han identificado aspectos que podrían ser obstaculizadores y otros
facilitadores del aprendizaje (Mazzitelli, 2012, p. 1).
Rivadeneira Mariela y Vera Leonardo. Impacto de las representaciones sociales en la personalidad y el
desempeño de los estudiantes: Una revisión teórica.
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De acuerdo con Balduzzi (2011) en su estudio acerca de las representaciones sociales de los
estudiantes universitarios y la relación con el saber, este último concepto aparecía como
sinónimo de conocer, con la excepción de algunos estudiantes que lo asociaban a un
conocimiento de mayor profundidad (p. 191); mientras que algunos estudiantes
diferenciaban el conocimiento académico vinculado a la producción científica y el saber
cotidiano o de sentido común” (p. 194), al tiempo que oponen lo teórico y abstracto a lo real.
En ningún caso las nociones de saber y de conocimiento aparecieron vinculadas a la
investigación. El conocimiento se veía, por el contrario, como algo dado y no como un
sistema en proceso de elaboración. Tampoco se concebía al conocimiento como el
producto de una cultura en una época determinada, ni se percibía la dependencia de ese
conocimiento respecto a concepciones epistemológicas y teóricas vigentes en una
época, es decir, no se planteaban los cambios de enfoques y perspectivas que hacen que
existan, por ejemplo, diferentes corrientes historiográficas o diferentes maneras de
entender la sociedad o la educación, a pesar de que éstos son temas reiterados en los
programas de las asignaturas de todas las carreras, apareciendo frecuentemente en la
primera unidad de los programas como “consideraciones epistemológicas” (Balduzzi,
2011, p. 195).
La propia autora concluye que los resultados obtenidos plantean la necesidad de reflexionar
acerca del papel de la universidad como institución educativa, su historia, sus tradiciones, sus
'significaciones instituidas', y sobre la gestión pedagógica que se desarrolla en ella: clases
expositivas, 'magistrales', largos monólogos en los que el docente 'discute' con diversos autores
creyendo hacer partícipe de la discusión a su auditorio (Balduzzi, 2011, p. 215).
Navarro et al. (2019) abordan las representaciones sociales de los estudiantes de nuevo ingreso
sobre la escritura académica y su enseñanza como una oportunidad para que:
Las instituciones de educación superior aprovechen ciertas predisposiciones favorables
al aprendizaje en contexto de la escritura mediante instancias de ejercitación sostenidas
a través del currículum, pero también para que asuman la necesidad de explicitar y
enseñar sus expectativas sobre las manifestaciones de escritura disciplinarmente
adecuadas. De esta forma, quizás se pueda atenuar institucionalmente el impacto
cultural del ingreso en la educación superior y su influencia en las tasas de abandono,
así como facilitar el acceso a las prácticas escritas de las comunidades disciplinares (p.
94).
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Torre, Munguía y Torres (2018) entre los estudiantes universitarios de Quito, Ecuador, sus
representaciones sociales acerca del empleo y el desempleo. El primero de estos conceptos lo
visualizan positivamente como “una ocupación y un derecho que se realiza a cambio de un
salario, requiere de experiencia, conocimientos, compromiso, esfuerzo, motivación,
responsabilidad, deseos de superación, además de contar con suerte para encontrarlo”. Sin
embargo, en forma negativa implica inversión de tiempo, puede ser agotador y generar
insatisfacción, sobre todo cuando no es acorde a sus necesidades y expectativas. Además, se le
asocia al desempleo”. Asimismo, “el desempleo representaría un tiempo libre, desocupado y
desperdiciado que genera pobreza, deudas y precariedad” que se debe enfrentar con “esfuerzo
y humildad”, sin descartar la posibilidad de “migrar a otros países”.
Elizalde y Reyes (2019) emplean la teoría de las relaciones sociales para conocer cuál es la
percepción que tienen los jóvenes ecuatorianos acerca de la violencia, lo que les permitió
asegurar que “a pesar de los esfuerzos gubernamentales hechos sobre la violencia, su dimensión
simbólica no ha sido considerada en la estrategia gubernamental, por ende, encontramos una
población temerosa e insegura”.
La investigación de Ortega y Meza (2020) acerca de las representaciones sociales sobre la
escuela en estudiantes y docentes de la Institución Educativa Morindó Santafé de la ciudad de
Montería, llea revisar el Proyecto Educativo Institucional y los planes de estudio, donde
logró evidenciarse que ninguno de estos dos importantes documentos, que son la columna
vertebral de la escuela, tienen en cuentan la importancia del entorno rural” (p. 137).
Mahauad y Córdova (2015) abordan el bajo interés de los bachilleres ecuatorianos por el
estudio de la agronomía. El punto de partida para ambas autoras es un análisis comparativo
entre México, Brasil y Chile, ya que son considerados como países representativos en los
grandes cambios de América Latina y porque generan más del 60% de la matrícula en las
Instituciones de Educación Superior” (p. 2).
En esto tres escenarios diversos desde todo punto de vista el objeto de estudio se comporta de
una forma muy similar y que reafirma la idea del poco interés que existe acerca de aquellas
carreras cuyo perfil profesional se asocia a la agronomía y sus especialidades. El Ecuador no
revierte tal situación, en tanto “la población nacional de estudiantes que cursan una carrera en
el área agropecuaria es de 10.200 estudiantes aproximadamente, es decir, representa el 6,36%
de los programas universitarios y politécnicos” (Mahauad y Córdova, 2015, p. 3).
Ante esta estadística también resalta que más del 55% de la población es rural, de la cual el
25% se dedica a actividades agropecuarias, sin embargo, los clientes de estas carreras son
citadinos con poca vocación” (Mahauad y Córdova, 2015, p. 3).
Rivadeneira Mariela y Vera Leonardo. Impacto de las representaciones sociales en la personalidad y el
desempeño de los estudiantes: Una revisión teórica.
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Una vez titulados en Agronomía, el 67% se insertaban en actividades laborales que tenía poca
relación con sus estudios, solamente el 33% obtuvo trabajo dentro de instituciones públicas en
áreas vinculadas con la carrera o como docentes universitarios (Mahauad y Córdova, 2015, p.
5). A manera de generalización de resultados Mahauad y Córdova (2015) arriban a
conclusiones de alto interés para esta investigación (p. 6):
Las universidades presentan una oferta académica amplia, ésta es poco pertinente a
las necesidades de desarrollo del país. Esto se explica, principalmente, por cuanto
la oferta educativa y los planes de estudios de las carreras de las universidades,
generalmente, no se fundamentan en estudios sistemáticos y actualizados sobre las
necesidades de desarrollo regional y nacional, las demandas de los sectores
productivos y los resultados de los procesos de formación profesional.
Los Sistemas Educativos difieren unos de otros, lamentablemente en las
Universidad del Ecuador los programas formativos no resultan comparables unos
con otros.
Uno de los principales retos que la Educación Superior debe encarar para recuperar
la apatía de la población estudiantil hacia las ofertas académicas, especialmente en
el área Agropecuaria, las Universidades y Escuelas Politécnicas tienen que
reformular sus mallas académicas, consolidar el Sistema Nacional de Educación
Superior, asegurar la obtención, integración de perfiles de estudio que respondan a
las nuevas exigencias del mercado.
Uno de los mayores problemas que atraviesan los estudios agropecuarios a nivel
nacional y también internacional es la baja demanda que estás tienen, en la
actualidad carreras técnicas, Administrativas y Sociales son las de mayor
postulación. Teniendo en cuenta que en el Ecuador el 50% de la población es rural,
y que el 25% se dedican a la agricultura, los clientes a estudios agropecuarios tienen
poca vocación.
Es importante apreciar de acuerdo al INEC que, del total de productores agrícolas
en el país, el 64% no tiene formación de tercer ni cuarto nivel en estas áreas y la
edad de mayor representación es de 46 a 60 años, lo que indica que no es necesario
tener estudios en esta rama.
Las autoras manifiestan que, ante tal situación, el Consejo Nacional de Facultades Agrícolas
del Ecuador ha establecido “reformular las mallas curriculares de las carreras de ciencias
agropecuarias para crear en los alumnos competencias para alcanzar eficiencia y de esta manera
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alcanzar aprendizajes en favor de la solución de problemas para el desarrollo de la sociedad”
(Mahauad y Córdova, 2015, p. 6).
Limitar la solución de la problemática planteada a la renovación del currículo de estas carreras
puede obviar otras causas que inciden en esto y, al mismo tiempo, puede resultar una respuesta
muy simple ante un problema tan complejo que no debe dejar de lado las representaciones
sociales que tienen los estudiantes acerca de estos espacios profesionales.
Conclusiones
El estudio de las representaciones sociales como concepto esbozado por varios investigadores
desde diferentes contextos permite afirmar que resulta un elemento necesario dentro de la
concepción de cualquier proyecto educativo que precisa de cumplir con ciertos objetivos,
siempre y cuando estos no sean rígidos.
Como construcción subjetiva al fin, cuestión en la que se ha insistido en todo momento en este
trabajo, las representaciones sociales pueden significar una interpretación verdadera o falsa de
la realidad que viven los estudiantes en cada contexto donde se desempeñan, lo que tiene una
repercusión inmediata en su personalidad y desempeño, sin dejar de mencionar su posible
repercusión en el rendimiento académico, cuestión que puede ser un motivo para darle
continuidad a esta línea de investigación en futuras publicaciones.
La indagación oportuna de los docentes en la expresión de este concepto puede significar la
reconfiguración de toda una estrategia de trabajo pedagógica en función de llevar a vías de
hecho un aprendizaje efectivo y significativo.
La escuela debe considerar a las representaciones sociales como causa o consecuencia del
desempeño de sus estudiantes, en tanto son elementos que necesariamente regulan su
personalidad, limitándola o impulsándola hacia el crecimiento desde todos los puntos de vista.
Esto advierte acerca de la necesidad de incluir en el trabajo pedagógico a la familia, puesto que
puede ser el origen de muchas de estas limitaciones o un espacio para tomar experiencias
positivas en este sentido.
Las representaciones sociales, tienen un impacto directo en los estudiantes, sus actitudes,
valores, conductas, experiencias, motivaciones, necesidades y aspiraciones, por tanto, es un
deber de cada maestro el estar al tanto de ellas cuando de formación se trata, porque su
repercusión no solo queda en el plano personal, individual, también alcanza lo colectivo y
directamente en el desarrollo social de una nación que puede verse afectado cuando sus
ciudadanos tienen una visión sesgada, limitada o prejuiciada de la realidad.
Rivadeneira Mariela y Vera Leonardo. Impacto de las representaciones sociales en la personalidad y el
desempeño de los estudiantes: Una revisión teórica.
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Conflicto de intereses
Los autores declaran que no existe conflicto de intereses.
Contribución de los autores
Autor
Contribución
Mariela Elizabeth Rivadeneira Arteaga
Investigación, análisis de datos y
redacción.
Leonardo Torres León
Investigación, conceptualización,
metodología y redacción.