Santana Aveiga José, Del Hierro Santana José, Cevallos Santana Ana, Cevallos Santana Klever. Apoyo social
en los trastornos depresivos de adultos jóvenes en edades entre 18-25 años
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vida diaria, expresa que en su forma más grave, puede conducir al suicidio, y si es leve, se
puede tratar sin necesidad de medicamentos, pero cuando tiene carácter moderado o grave se
pueden necesitar medicamentos y psicoterapia profesional. Es un trastorno que se puede
diagnosticar de forma fiable y ser tratado por no especialistas en el ámbito de la atención
primaria.
Continuando con este análisis, la depresión se ha convertido en un problema de salud pública
por la carga de enfermedad que genera, se calcula que en el mundo hay 350 millones de
personas que se encuentran afectadas por la depresión; con consecuencias agravante como el
suicidio, estimándose que cada año se suicidan 800.000 personas en todo el mundo y el grupo
de edad más afectado es el de las personas entre 15 y 29 años. En este contexto, los expertos
han definido que en personas de 18 años y más, son quienes tienen mayor riesgo de sufrir
depresión, se consideran : personas con historia previa de episodio depresivo; con historia
familiar de depresión; con problemas psicosociales (pérdida del empleo, separación conyugal,
privación de la libertad, ser habitante de calle); eventos vitales estresantes; abuso y dependencia
de sustancias incluidos alcohol y cigarrillo; personas que consultan a menudo al sistema de
salud; quienes tengan enfermedades médicas crónicas, especialmente, cuando hay compromiso
de la funcionalidad (enfermedad cardiovascular, diabetes, las que involucran dolor crónico y
trastornos neurológicos); personas con otros trastornos psiquiátricos (trastornos de ansiedad,
trastornos de personalidad); quienes pasan por cambios hormonales (embarazo, postparto y
menopausia); personas con historia de intentos de suicidio y quienes son sedentarias.
En este sentido, la depresión, es el trastorno de salud mental más frecuente. Alrededor del 30%
de las personas que acuden a la consulta de un médico de atención primaria presentan síntomas
de depresión, pero menos del 10% de tales personas sufren depresión grave, por lo general esta
suele iniciarse en la adolescencia o entre los 20 y los 30 años, si bien existe la posibilidad de
que comience a cualquier edad, incluida la infancia. Coryell, et al. (2020), esgrime que estos
estudios revelan que los adolescentes tienen una alta prevalencia de trastornos mentales, que
llega a ser del 17% en el último año para todos los trastornos mentales, después de la depresión,
los más frecuentes son los trastornos de ansiedad; la agorafobia tiene una prevalencia del 4,5%
y la fobia social, del 1,5%; las siguen los trastornos de conducta disruptiva, con una prevalencia
de trastornos de conducta del 3,3%; los trastornos por consumo de sustancias, con abuso o
dependencia de marihuana es del 3,4%, y el de alcohol, del 2,9%; la prevalencia de depresión
mayor es del 1,7%.
Resultados de las investigaciones propuesta por Arrieta, et al. (2014) demuestran que las
dificultades económicas y problemas familiares son factores que se relacionan entre sí, toda
vez que las privaciones económicas generan estrés, que a su vez crea un ambiente emocional
desfavorable en el hogar, percibiendo los jóvenes un ambiente negativo, caracterizado por
carencia de recursos básicos para su desarrollo; esta dificultad disminuye la capacidad de los
padres para proveer apoyo económico y estimulación cognitiva y emocional a sus hijos,
limitando el ajuste adecuado ante las actividades y demandas, reduciendo las oportunidades de
interacción social satisfactoria y adquisición de habilidades para el adecuado enfrentamiento a
situaciones problemáticas, las cuales se han asociado como un elemento estructural en la