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Apoyo social en los trastornos depresivos de adultos jóvenes en edades entre 18-25 años.
Social support in depressive disorders in young adults aged between 18-25 years.
José Ramón Santana Aveiga
1
0000-0003-3372-5510
José Ernesto Del Hierro Santana
2
0000-0003-4008-4352
Ana María Cevallos Santana
3
0000-0002-7577-1294
Klever José Cevallos Santana
4
0000-0001-7037-9747
1
Magister en Administración y Marketing. Universidad Indoamérica, Quito, Ecuador.
Departamento de Ciencias Administrativas de la Escuela Superior Politécnica Agropecuaria
de Manabí “Manuel Félix López” ESPAM MFL, Docente de la Carrera de Administración
Pública, Calceta, Ecuador, jrsantana@espam.edu.ec
2
Master in Management de IDE Business School avalado por la Universidad de los
Hemisferios, Quito, Ecuador, jedhs34@gmail.com
3
Departamento de Ciencias Médicas, Carrera de Psicoterapia de la Universidad Católica de
Santiago de Guayaquil, Guayaquil, Ecuador, anitamaria0@hotmail.com
4
Carrera de Medicina, Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Manabí, Ecuador,
klevercevallos285@gmail.com
Recepción: 18 de Julio de 2022 / Aceptación: 18 de Noviembre de 2022 / Publicación: 05 de Enero de 2023
Citación/como citar este artículo: Santana Aveiga, J., Del Hierro Santana, J., Cevallos
Santana, A. y Cevallos Santana, K. (2023). Apoyo social en los trastornos depresivos de adultos
jóvenes en edades entre 18-25 años. ReHuSo, 8(1), 184-198.
https://doi.org/10.33936/rehuso.v8i1.5434
Santana Aveiga José, Del Hierro Santana José, Cevallos Santana Ana, Cevallos Santana Klever. Apoyo social
en los trastornos depresivos de adultos jóvenes en edades entre 18-25 años
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Resumen
El desarrollo psicológico en la contemporaneidad, se ha visto definido por la necesidad de
establecer procesos investigativos que aborden las preguntas surgidas de la realidad
representada por los trastornos de las personas que presentan signos depresivos, acompañado
de sentimientos de desamparo y amor propio reducido, por lo que el objetivo de esta
investigación fue identificar en qué medida el apoyo social es determinante en los trastornos
depresivos de los adultos jóvenes en edades entre 18 y 25 años con cuadros de depresión. Se
utilizó el enfoque cualitativo utilizando, métodos: bibliográfico y descriptivo que permitieron
analizar y determinar las dos variables con conceptualizaciones y experiencias en la puesta en
marcha de diferentes trabajos que describen la percepción de la depresión, ansiedad y apoyo
social de familiares, parientes y allegados; se empleó el método aleatorio simple, con una
selección al azar de un grupo de familias (121 personas), de 3 a 6 integrantes, quienes
comparten relaciones afectivas con pacientes en estado de depresión. Se aplicó un cuestionario
de depresión de BECK (BDI, BDI-II), con 21 preguntas de respuestas múltiples y un
cuestionario de salud del paciente “PHQ”. A modo de conclusión, los datos permitieron
comprender y analizar la trascendencia de la conciencia de la enfermedad y de los recursos de
apoyo que debe desarrollar la familia en una integración social.
Palabras clave
Apoyo; social; trastornos; depresivos; adultos; jóvenes.
Abstract
Psychological development in contemporary times has been defined by the need to establish
investigative processes that address the questions arising from the reality represented by the
disorders of people who present depressive signs, accompanied by feelings of helplessness and
reduced self-esteem, therefore the objective of this research was to identify to what extent
social support is determinant in depressive disorders in young adults between the ages of 18
and 25 with depression symptoms. The qualitative approach was used using, methods:
bibliographic and descriptive that allowed to analyze and determine the two variables with
conceptualizations and experiences in the implementation of different works that describe the
perception of depression, anxiety and social support of relatives, relatives and close friends;
the simple random method was used, with a random selection of a group of families (121
people), from 3 to 6 members, who share affective relationships with patients in a state of
depression. A mood of conclusion the data allowed us to understand and analyze the
importance of the awareness of the disease and the support resources that the family must
develop in a social integration.
Keywords
Support for; Social; disorders; depressives; Adults; youths
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ReHuSo: Revista de Ciencias Humanísticas y Sociales
e-ISSN 2550-6587
https://revistas.utm.edu.ec/index.php/Rehuso/index
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Universidad Técnica de Manabí
DOI: https://doi.org/10.33936/rehuso.v8i1.5434
Introducción
La depresión ha persistido en todas las épocas y sus síntomas fueron descritos en todos los
registros literarios y médicos, usando símil como melancolía en el término médico, fruto de la
doctrina humorística, dica definida por Hipócrates en el siglo V, que explicaba la salud y la
enfermedad por la acción equilibrada o desequilibrada de los humores en el cuerpo, los griegos
la mencionaban como un estado de locura delirante, en américa los conquistadores españoles
según las narraciones recopiladas por Elferink, la depresión era la enfermedad mental más
frecuente entre los incas, quienes tenían un afianzado conocimiento de las plantas medicinales
y los minerales que se empleaban contra la enfermedad, así como los ritos mágicos y religiosos
para combatirla. (Sarudiansky, 2013)
Se evidencia que en la Edad Media, Martín Lutero reformador religioso escribió: “Toda la
pesadez de la mente y la melancolía viene del diablo” considerando entonces a la depresión
como una acción mala, durante varios siglos investigadores fueron relacionando
comportamientos del ser humano como un estado anormal que afecta la salud de los individuos,
así en 1911 Freud publi su trabajo Duelo y melancolía, en el cual se establecieron las
diferencias entre la enfermedad y el proceso de duelo que tiene lugar cuando se sufre por la
pérdida de un ser querido, donde es normal la depresión, siempre y cuando esta se resuelva
entre 6 y 12 meses, y no incapacite a la persona en el desarrollo de sus actividades normales.
En la sociedad actual el ser humano está expuesto a múltiples situaciones que el entorno le
plantea, debido a las exigencias del mundo laboral, familiar y personal que provoca cambios
en su comportamiento, tales como: decaimiento, hastío, quemiimportismo, perturbaciones del
sueño, comida, pérdida de iniciativas, autocastigo, abandono, inactividad, incapacidad para el
placer, y aislamiento reaccionando de manera similar ante determinados estímulos estresantes
negativos, de ahí que el entendimiento de las emociones sea una de las principales metas de la
ciencia actual, unido a la comprensión y el análisis.
En este contexto, resulta oportuno indicar los estudios realizados por López- Jiménez, et al
(2011), que prioriza a la familia como uno de los más importantes sistemas que favorecen la
salud y facilitan el mejoramiento de la calidad de vida, sobre estas consideraciones Soriano-
Fuentes, et al (2003) agrega que es frecuente en la consulta médica, encontrar personas con un
problema psicosocial donde está implícita la familia, sopesando que la estructura familiar está
sometida a un proceso dinámico que cambia según la etapa del ciclo vital en que se encuentre
o por la influencia de los llamados acontecimientos vitales estresantes.
En la literatura consultada se reflejan que varias de estas intervenciones se realizan con éxito,
utilizando para el efecto técnicas terapéuticas conductuales con miras a desarrollar habilidad
para resolver problemas, relajación, meditación y respiración; que pueden ser proporcionadas
como material de auto-ayuda y podrían formar parte del apoyo psicosocial que los médicos,
familiares proporcionen en un programa terapéutico contra la depresión. Se comprende,
entonces, que en esta medida la participación de cada persona, como ser único, ante la
experiencia, partiendo de los rasgos personales que prevalecen sobre su predisposición al
Santana Aveiga José, Del Hierro Santana José, Cevallos Santana Ana, Cevallos Santana Klever. Apoyo social
en los trastornos depresivos de adultos jóvenes en edades entre 18-25 años
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desarrollo de cierto tipo de psicopatologías, entre ellos la depresión, trastorno cuya
manifestación a nivel comportamental afecta de manera progresiva la realidad de la persona
que la padece y al entorno en el que ésta se desenvuelve, evidenciándose el deterioro social que
implica y el compromiso emocional que presuponen. (Blanco, 2013)
La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2018), afirma que la depresión se ha convertido
en un problema de salud pública por la carga de enfermedad que genera, se calcula que en el
mundo hay 350 millones de personas que se encuentran afectadas por la depresión, estimándose
que cada año se suicidan alrededor de 800.000 personas y el grupo de edad más afectado, es
el de los adultos jóvenes en edades entre 18 y 25 años, consecuentemente, se hace cada vez
necesario el apoyo social, la búsqueda de ayuda en los servicios de atención primaria de la
comunidad, por lo que el objetivo de este estudio es identificar en qué medida el apoyo social
es determinante en los trastornos depresivos de los adultos jóvenes de 18 - 25 años de edad.
1.1. Conceptualización del apoyo social
El término apoyo social surge en la década de los cincuenta en los escritos de John Barnes,
periodo en el cual se aborda este vocablo desde una óptica de “red”; mientras que, en los años
sesenta el psiquiatra británico John Bowly establece las primeras conceptualizaciones ante la
necesidad de explicar los lazos afectivos generados entre madre e hijos. Estos antecedentes
cimentaron las bases para que en el transcurso de la década del setenta se estableciera que el
apoyo social es “el proceso en que se dan las transacciones entre las personas” (Caplan, 1974;
Cassel, Caplan y Cobb, 1976; Aranda y Pando, 2010). Por otra parte, expertos en el área
amplían la visión del tópico y conciben al apoyo social como “vínculos entre individuos o entre
individuos y grupos que sirven para mejorar la adaptación cuando uno se enfrenta a situaciones
de estrés, reto o privación” (Kaplan, et al., 1977).
En este contexto, el apoyo social ha sido abordado como temática de gran interés, teniendo en
cuenta las constantes transformaciones sociales y de modernización que de alguna forma
inciden en el debilitamiento y deterioro de los lazos sociales; repercutiendo en diversas
problemáticas que afectan la salud, el bienestar y calidad de vida de las personas que integran
dichas sociedades, por eso es necesario destacar la importancia que tiene la ayuda que reciben
los individuos de los sistemas sociales informales (familia, amigos, vecinos) sobre su salud, sin
afirmar que siempre sean beneficiosos.
Otro aspecto que destaca la importancia del apoyo social, es el concepto de salud mental que
se ha trabajado durante los últimos años, por cuanto se ha considerado los factores psicosociales
como un factor determinante en la salud de la sociedad, como lo expresa (Palomar &
Cienfuegos, 2007), este apoyo en un aspecto clave para el desarrollo de intervenciones con
población adolescente, de esta forma tiene un papel significativo en la salud y el bienestar
psicológico (Barrón, 1996; Méndez & Barra, 2008).
En la actualidad, el apoyo social se evidencia cada vez menos, los estudios muestran que el
número de amigos cercanos con los que la persona promedio se relaciona está disminuyendo,
lo que está ocasionando problemas como la depresión, adicciones y ansiedades. El indagar más
sobre este ámbito y su posible relación entre algunas enfermedades mentales, permite tomar
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políticas frente a las mismas y mejorar de manera invaluable la salud mental a través de la
prevención, fomentando una mayor conexión entre las personas y no sólo eso, sino también
podría mejorar la eficacia de los tratamientos frente a enfermedades mentales ya existentes.
En el caso de los adultos jóvenes (18 a 25 años) el trastorno depresivo puede producirse por
diversos factores, entre ellos el estrés originado en ocasiones por los cambios que atraviesa el
ser humano a ésta edad, donde el adolescente pasa a ser un adulto y adquiere un sinnúmero de
responsabilidades como cursar estudios de tercer nivel de manera autónoma, conseguir un
empleo sustentable y sostenible, también pueden aparecer en esta etapa compromisos
conyugales, cargas familiares, y demás situaciones que de no ser encauzadas de manera óptima
promueven la depresión; sin embargo el apoyo social surge como una alternativa que pretende
generar un impacto positivo en el individuo mediante la creación de lazos entre el sujeto con
depresión y su entorno próximo, sean éstos familiares, amigos, vecinos, compañeros de estudio
o trabajo, entre otros. De esta forma, se pretende que el individuo depresivo alcance “el grado
de satisfacción de las necesidades sociales básicas (afecto, estima, pertenencia, etc.)” (Kaplan,
Cassel y Gores, 1977).
1.2. Conceptualización de la depresión
Estudios realizados por Alberdi, et al. (2006), expresan que la depresión, es un síndrome o
agrupación de síntomas, susceptibles de valoración y ordenamiento en unos criterios
diagnósticos racionales y operativos, considerando que el concepto de depresión recoge la
presencia de síntomas afectivos esfera de los sentimientos o emociones: tristeza patológica,
decaimiento, irritabilidad, sensación subjetiva de malestar o impotencia frente a las exigencias
de la vida, aunque en mayor o menor grado siempre están también presentes síntomas de tipo
cognitivo, volitivo o incluso somático, estos autores en su análisis prosiguen manifestando que
se podría hablar de una afectación global de la vida psíquica, haciendo especial énfasis en la
esfera afectiva, y que si bien muchos síndromes de depresión son claramente apreciables en la
práctica clínica, no rara vez se resulta difícil de establecer su autonomía diagnóstica respecto a
otras entidades psicopatológicas.
En este mismo sentido Rojas (2013), expresa que “las depresiones, son un conjunto de
enfermedades psíquicas hereditarias o adquiridas, con una sintomatología determinada, a la
que se asocian cambios negativos de tipo somático, psicológico, conductual, cognitivo y
asertivo”, por su parte Navarro (1990), señala que la depresión interfiere en gran medida con
la creatividad y hace que disminuya el gusto por el trabajo, el estudio, las rutinas diarias y las
actividades que antes disfrutaba. Igualmente, la depresión, dificultad las relaciones con los
demás. En las depresiones de cierta severidad algunas personas se aíslan, llegan a comportarse
indiferentes por casi todo y los pensamientos de suicidio son muy comunes.
Sobre las bases de las consideraciones anteriores , la OMS (2021), señala que la depresión, es
un trastorno mental frecuente, que se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés
o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito,
sensación de cansancio y falta de concentración, puede llegar a hacerse crónica o recurrente y
dificultar sensiblemente el desempeño en el trabajo o la escuela y la capacidad para afrontar la
Santana Aveiga José, Del Hierro Santana José, Cevallos Santana Ana, Cevallos Santana Klever. Apoyo social
en los trastornos depresivos de adultos jóvenes en edades entre 18-25 años
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vida diaria, expresa que en su forma más grave, puede conducir al suicidio, y si es leve, se
puede tratar sin necesidad de medicamentos, pero cuando tiene carácter moderado o grave se
pueden necesitar medicamentos y psicoterapia profesional. Es un trastorno que se puede
diagnosticar de forma fiable y ser tratado por no especialistas en el ámbito de la atención
primaria.
Continuando con este análisis, la depresión se ha convertido en un problema de salud pública
por la carga de enfermedad que genera, se calcula que en el mundo hay 350 millones de
personas que se encuentran afectadas por la depresión; con consecuencias agravante como el
suicidio, estimándose que cada año se suicidan 800.000 personas en todo el mundo y el grupo
de edad más afectado es el de las personas entre 15 y 29 años. En este contexto, los expertos
han definido que en personas de 18 años y más, son quienes tienen mayor riesgo de sufrir
depresión, se consideran : personas con historia previa de episodio depresivo; con historia
familiar de depresión; con problemas psicosociales (pérdida del empleo, separación conyugal,
privación de la libertad, ser habitante de calle); eventos vitales estresantes; abuso y dependencia
de sustancias incluidos alcohol y cigarrillo; personas que consultan a menudo al sistema de
salud; quienes tengan enfermedades médicas crónicas, especialmente, cuando hay compromiso
de la funcionalidad (enfermedad cardiovascular, diabetes, las que involucran dolor crónico y
trastornos neurológicos); personas con otros trastornos psiquiátricos (trastornos de ansiedad,
trastornos de personalidad); quienes pasan por cambios hormonales (embarazo, postparto y
menopausia); personas con historia de intentos de suicidio y quienes son sedentarias.
En este sentido, la depresión, es el trastorno de salud mental más frecuente. Alrededor del 30%
de las personas que acuden a la consulta de un médico de atención primaria presentan síntomas
de depresión, pero menos del 10% de tales personas sufren depresión grave, por lo general esta
suele iniciarse en la adolescencia o entre los 20 y los 30 años, si bien existe la posibilidad de
que comience a cualquier edad, incluida la infancia. Coryell, et al. (2020), esgrime que estos
estudios revelan que los adolescentes tienen una alta prevalencia de trastornos mentales, que
llega a ser del 17% en el último año para todos los trastornos mentales, después de la depresión,
los más frecuentes son los trastornos de ansiedad; la agorafobia tiene una prevalencia del 4,5%
y la fobia social, del 1,5%; las siguen los trastornos de conducta disruptiva, con una prevalencia
de trastornos de conducta del 3,3%; los trastornos por consumo de sustancias, con abuso o
dependencia de marihuana es del 3,4%, y el de alcohol, del 2,9%; la prevalencia de depresión
mayor es del 1,7%.
Resultados de las investigaciones propuesta por Arrieta, et al. (2014) demuestran que las
dificultades económicas y problemas familiares son factores que se relacionan entre sí, toda
vez que las privaciones económicas generan estrés, que a su vez crea un ambiente emocional
desfavorable en el hogar, percibiendo los jóvenes un ambiente negativo, caracterizado por
carencia de recursos básicos para su desarrollo; esta dificultad disminuye la capacidad de los
padres para proveer apoyo económico y estimulación cognitiva y emocional a sus hijos,
limitando el ajuste adecuado ante las actividades y demandas, reduciendo las oportunidades de
interacción social satisfactoria y adquisición de habilidades para el adecuado enfrentamiento a
situaciones problemáticas, las cuales se han asociado como un elemento estructural en la
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relación con pares y la presencia de depresión, agrega además que las condiciones de privación
económica o pobreza pueden favorecer a la aparición de depresión en los padres, ocasionando
conflictos maritales y problemas con los miembros de la familia.
La juventud queda situada cronológicamente entre los 18 años y los 30 años, etapa en la que,
en general, aún no hay emancipación plena, al menos en lo que se refiere a disfrutar de
independencia económica y de hogar propio. Esta falta de autonomía suficiente se prolonga en
nuestros días con la creciente dificultad de insertarse plenamente en el mundo laboral, lo que
puede llevar al joven a quedar estancado en su proceso de despliegue personal o incluso a
experimentar una regresión, según se advierte en alguno de estos planos madurativos: afectivo,
emocional, espiritual y sociocultural (Omar Minaya, 2009).
Álvarez (2008) expresa que la familia es el centro primario de socialización del individuo, en
el cual se exponen los modelos a seguir a través de la observación constante del
comportamiento de los padres y formas de relación social establecidas por el grupo familiar
con los otros grupos, indican además que ciertos elementos del clima familiar, la relación entre
padres e hijos y los recursos afectivos dentro del sistema familiar, están relacionados con la
sintomatología depresiva en los jóvenes, prosiguen en su análisis manifestando que el poseer
antecedentes familiares de ansiedad o depresión se asocia con el riesgo de sufrir de trastornos
depresivos, resultado coincidente con otros estudios que demuestran esta asociaciones; Téllez
et al 1995) afirman que algunas formas de depresión de los jóvenes son genéticas, lo que indica
que alguna vulnerabilidad biológica pueda heredarse, Sin embargo, en estos estudios también
se pudo observar que estos síntomas se presentaron en personas que no tienen antecedentes de
depresión, pudiendo sugerir que la variabilidad genética no es un factor determinante en la
aparición de la misma.
En relación con este análisis las consecuencias negativas del contexto como factor de riesgo
pueden aumentar en conjunto con otras situaciones que generen estrés, como los sucesos de
vida que son experiencia o acontecimientos que los provocan. Los sucesos de vida son fuertes
predictores de la depresión y son más frecuentes en poblaciones de nivel socioeconómico bajo
(Verbeek et al., 2015). La relación entre estos, tanto en el ámbito familiar, social y escolar que
viven los jóvenes y los síntomas depresivos se ha reportado en investigaciones previas (Veytia,
et al, 2012). Por ejemplo, sucesos de vida estresantes relacionados con la escuela, como el bajo
rendimiento, desacuerdos o problemas con los profesores, son más frecuentes en muestras
clínicas con depresión que en adolescentes normales (Heredia, et al, 2011).
Al analizar el contexto laboral los jóvenes entre 18 y 25 años expresan que contar con un
empleo tiene efectos protectores frente a la depresión, al proporcionar este, mayor seguridad
económica, integración social y oportunidad para establecer relaciones y redes de apoyo social,
en este sentido se corrobora que el empleo constituye una respuesta de la sociedad frente a la
necesidad de disponer de una base económica segura para crear una familia propia y una vida
independiente. Díaz et al. (2006), consideran que los habituales momentos o "días bajos" de
cualquier persona se caracterizan por un sentimiento de tristeza "normal", leve, transitoria,
asociada a pensamientos negativos en relación con problemas identificables tal, como indican
Ramos y Cordero (2005), diferenciándola de la tristeza patológica.
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En este análisis es pertinente lo expuesto por López- Jiménez, Barrera, Cortés, Metzi (2011),
cuando considera a la familia como uno de los más importantes sistemas que favorecen la
salud y facilitan el mejoramiento de la calidad de vida ,pero cuando su funcionamiento se altera
debido a situaciones emergentes o a la presencia de un miembro identificado con el
padecimiento, se requiere que el sistema familiar sea asistido y capacitado para afrontar los
requerimientos en el ámbito individual (cada miembro de la familia), grupal (la familia como
un todo) y social (las relaciones del grupo con su entorno). Así lo afirma la revista en línea
Salud Mental.
La familia como apoyo en los trastornos depresivos de los jóvenes, constituye el contexto social
más importante en el desarrollo, en la duración del tratamiento y en el proceso de recuperación
;sin embargo los cambios en la dinámica social afectan a las relaciones familiares facilitando e
impulsando estas relaciones entre grupos de parientes o bien debilitándolas y convirtiéndolas
en una fuente de tensión, creándose una contradicción entre el sentimiento y la obligación de
ayudar al familiar enfermo y el interés personal o la urgencia en satisfacer las demandas
individuales y el propio bienestar. Isla, (2000).
En el área de la salud-enfermedad mental, hay evidencias empíricas de que las actitudes y las
acciones de las familias influyen en el desarrollo de la enfermedad, facilitando o interfiriendo
el proceso con relación a la etiología, Con relación a la enfermedad depresiva un número
importante de estudios, en los últimos años, han prestado una atención sistemática y
fundamentada en aspectos como el papel que tiene la familia con relación a la evolución de la
depresión o en la génesis de la enfermedad, así como con relación al impacto de la enfermedad
sobre la vida familiar y cómo influye en el proceso de cuidado. Roca, et al. (2000) Provencher,
et al. (2003).
Realizadas las consideraciones anteriores, los autores expresan que son varios los sentimientos
que afloran con la aparición de la depresión en un miembro joven en la familia, por cuanto en
algunos de los casos las crisis son tan fuertes, que los familiares no están preparados, física,
social y psicológicamente, para brindar apoyo social que se requiere en estos casos, reiterando
la necesidad de que los profesionales especializados brinden terapias, no solo a los enfermos,
sino también a los familiares, orientándolos sobre esta necesidad y estimularlos a participar de
manera continua para lograr el mejoramiento de la calidad y calidez de vida de sus familiares.
Metodología
El enfoque cualitativo y los métodos: bibliográfico y descriptivo, permitieron analizar y
determinar las dos variables con conceptualizaciones y experiencias en la puesta en marcha de
diferentes trabajos que describen la percepción de la depresión, ansiedad y apoyo social de
familiares, amigos, parientes y allegados, otros de los métodos usados en la investigación, es
aleatorio simple, con una selección al azar de un grupo de familias (121 personas), de 3 a 6
integrantes que accedieron enriquecer la investigación con definiciones conceptuales y contar
con elementos para el análisis. Los datos permitieron comprender y analizar la trascendencia
de la conciencia de la enfermedad y de los recursos de apoyo que debe desarrollar la familia en
una integración social.
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Vol. 8 Núm. 1 (184-198): Enero Abril 2023
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DOI: https://doi.org/10.33936/rehuso.v8i1.5434
Tipo de Estudio: Se empleó un diseño no experimental cualitativo y exploratorio basado en los
métodos, bibliográfico y descriptivo que permitieron analizar y determinar las dos variables
con conceptualizaciones y experiencias en la puesta en marcha de diferentes trabajos que
describen la percepción de la depresión, ansiedad y apoyo social de familiares, amigos,
parientes y allegados.
Sujetos/participantes: Para la recolección de datos se empleó el método aleatorio simple, con
una selección al azar de un grupo de familias, 9 de 3 integrantes, 13 de 4 y 7 familias de 6
integrantes, con un total de 121 personas, que comparten relaciones afectivas con pacientes en
estado de depresión entre los 18 y 25 años de edad, los datos permitieron comprender y analizar
la trascendencia de la conciencia de la enfermedad y de los recursos de apoyo que debe
desarrollar la familia en una integración social.
Instrumentos: se aplicó un inventario de depresión de BECK (BDI, BDI-II), creado por el
psiquiatra, investigador y fundador de la terapia cognitiva, Aaron T. Beck con adaptaciones
propias del autor en relación a las variables establecida en objeto de estudio, que es un
cuestionario auto administrado que consta de 21 preguntas de respuestas múltiples. Es uno de
los instrumentos utilizados para los estados depresivos. Las versiones más actuales de este
cuestionario pueden ser utilizadas en personas a partir de 13 años de edad. y un cuestionario de
salud del paciente “PHQ” elaborado por doctores Robert L. Spitzer, Janet B.W. Williams, kurt
Kroenke y colegas, mediante una subvención educativa otorgada por Pfizer Inc.
Procedimientos: se desarrollaron 3 fases, la primera corresponde a la contextualización de la
primera variable objeto de estudio utilizando el método bibliográfico y descriptivo, en la
segunda fase se determinó la muestra con el método aleatorio simple a la que se le aplicaron el
cuestionario de BECK y el cuestionario de salud del paciente “PHQ” utilizado por muchos
profesionales para detectar sintomatología depresiva, a los acompañantes (familiares o
cuidadores) de los pacientes que corresponde a la segunda variable objeto de estudio y la tercera
fase establece el análisis y conclusión de los resultados obtenidos de los instrumentos
aplicados.
Resultados
Para la recolección y análisis de datos cualitativos, se seleccionaron al azar un grupo de 9
familias de 3 integrantes, 13 de 4 y 7 familias de 6 integrantes, con un total de 121 personas,
que comparten relaciones afectivas con pacientes en estado de depresión entre los 18 y 25 años
de edad, quienes dejaron entrever que el apoyo social es determinante en los trastornos
depresivos de los adultos jóvenes en estas edades con cuadros de depresión, manifestaron así
mismo, la trascendencia de la conciencia de la enfermedad y del apoyo que debe desarrollar la
familia en una integración social médico paciente.
En el cuestionario de depresión de BECK (BDI, BDI-II), con adaptaciones propias dentro de
los ítems señalados por los jóvenes, puntearon: ataques de ansiedad, sensación repentina de
miedo o pánico, inestabilidad, cambio de carácter, en alguno de los casos exagerado apetito,
problemas de relación con su entorno familiar y social, poco interés o alegría por realizar
actividades cotidianas, decaimiento, sensación de cansancio, trastornos de sueño o del apetito,
Santana Aveiga José, Del Hierro Santana José, Cevallos Santana Ana, Cevallos Santana Klever. Apoyo social
en los trastornos depresivos de adultos jóvenes en edades entre 18-25 años
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decepción a su familia y a mismo, repercutiendo todo estos síntomas con impacto
significativo sobre la calidad de vida de los jóvenes en edades entre 18 y 25 años, con síntomas
depresivos.
Discusión
En el desarrollo de esta investigación, se encontró que la depresión se caracteriza por la
presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima,
trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración, capacidad
para afrontar la vida diaria, estos resultados lo corrobora la OMS (2021), y agrega en su análisis
que en su forma más grave, puede conducir al suicidio, mismo que requiere a más del
medicamento, psicoterapia profesional.
Al respecto, investigaciones realizadas por Vega Angarita y González Escobar (2009),
describen el apoyo social, como un proceso de interacción entre personas o grupos de personas,
que a través del contacto sistemático establecen vínculos de amistad y de información,
recibiendo apoyo emocional y afectivo en la solución de situaciones cotidianas en momentos
de crisis. En este análisis se destaca investigaciones realizadas por autores sobre el apoyo social
en los trastornos depresivos de adultos jóvenes en edades entre 18-25 años, que establecen
conexiones socioafectivas de familiares, parientes, amigos y allegados, para mejorar de manera
invaluable las afecciones que presentan los pacientes en estado depresivo.
En la literatura consultada, se evidencia además el efecto del apoyo social brindado a los
jóvenes en estado de depresión, con resultados positivos en relación al desarrollo de
mecanismos de afrontamiento, control del estrés generado por la consecuencia de la
enfermedad y disminución de la ansiedad, depresión y aislamiento que acompañan la
experiencia de vivir en eventos o situaciones vitales estresantes.
Conclusiones
La adolescencia es una etapa del desarrollo que se caracteriza por una gran variedad de cambios
biológicos, psicológicos y sociales. Dada la magnitud de tales cambios y la todavía escasa
experiencia vital de los adolescentes, muchos eventos vitales pueden adquirir un carácter
estresante y tener diversos efectos psicológicos.
En el caso de los adultos jóvenes (18 a 25 años) el trastorno depresivo puede producirse por
diversos factores, entre ellos el estrés originado en ocasiones por los cambios que atraviesa el
ser humano a ésta edad, donde el adolescente pasa a ser un adulto y adquiere un sinnúmero de
responsabilidades como cursar estudios de tercer nivel de manera autónoma, conseguir un
empleo sustentable y sostenible, también pueden aparecer en esta etapa compromisos
conyugales, cargas familiares, y demás situaciones que de no ser encauzadas de manera óptima
promueven la depresión.
El apoyo social surge como una alternativa que pretende generar un impacto positivo en el
paciente mediante la creación de lazos entre el sujeto con depresión y su entorno próximo,
familiares, amigos, vecinos, compañeros de estudio, trabajo, entre otros.
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La acumulación de eventos estresantes afecta directamente en el estado emocional de los
adultos jóvenes en edades entre 18-25 años, y el apoyo social brindado de manera adecuada,
resulta ser de gran beneficio para el ajuste, salud, bienestar y adaptación en su convivencia
cotidiana de las personas que padecen cuadros de depresión.
La familia, es la fuente principal de apoyo social con que cuenta los jóvenes adultos en edades
entre 18 a 25 años, para afrontar con éxito los problemas que da lugar a la enfermedad, de allí
que, el papel que juega el apoyo social y su influencia es concluyente para el desarrollo del
bienestar de los jóvenes en estado de depresión.
La aplicación del inventario de depresión de BECK (BDI, BDI-II) y el cuestionario de salud
del paciente “PHQ”, con las adaptaciones propias de los autores, en relación con las variables
establecidas en el objeto de estudio de la investigación, resultó exitosa en tanto y en cuanto
permitieron identificar en qué medida el apoyo social es determinante en los trastornos
depresivos de los adultos jóvenes en edades entre 18 y 25 años con cuadros de depresión.
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