Stephanie Armstrong-Gallegos, Eduardo Sandoval-Obando. Inteligencia emocional y competencias para la
atención a la diversidad en docentes chilenos durante la pandemia.
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Introducción
La pandemia causada por el virus SARS-CoV-2 (COVID-19) obligó a implementar en
todo el mundo políticas de salud pública que incluyeron cuarentenas, cierre de establecimientos
educacionales y la implementación de teletrabajo (Ramírez-Pereira et al., 2021; Sandoval-
Obando & Sandoval-Díaz, 2020). En mayo 2020 los datos indicaron que más de 1.200 millones
de estudiantes alrededor del mundo vieron suspendidas las clases presenciales en sus
respectivas instituciones educativas (CEPAL-UNESCO, 2020). En este escenario, el
Ministerio de Educación de Chile (MINEDUC) implementó innovaciones para continuar con
el plan curricular, mediante tecnologías de la información y comunicación para migrar hacia
una educación telemática o virtual. La educación virtual, entendida como la realización del
proceso educativo a través del ciberespacio mediante recursos de conexión a internet (Gutiérrez
Bonilla, 2015), ha permitido continuar con el proceso de enseñanza y aprendizaje en el contexto
sanitario de pandemia (Expósito & Marsollier, 2020).
Si bien la educación virtual ha sido una opción para la continuidad de los procesos
educativos, se debe tener presente que ésta fue implementada como una respuesta de
emergencia a las restricciones sanitarias. Según datos del MINEDUC, (2020), en Chile sólo un
40% de los estudiantes accedieron a una educación no presencial. En el año 2021 se impulsó
el retorno a clases presenciales, donde se estima que alrededor de un 63% de los
establecimientos educativos lograron implementar protocolos sanitarios para permitir el
regreso de sus estudiantes (MINEDUC, 2021). No obstante, la capacidad de respuesta y de
adaptación a la pandemia ha representado una nueva desventaja para los procesos de
aprendizaje de los estudiantes de sectores socio-económicos bajos, medios-bajos y medios,
profundizando las desigualdades educativas existentes entre el sistema público y privado de
educación, además de visibilizar un conjunto de deficiencias existentes en materia de
infraestructura y preparación del capital humano para la integración efectiva de las TICs en la
enseñanza (Quiroz, 2020; Lusquinos, 2020). Asimismo, la falta de preparación de padres y
madres en la formación de sus hijos de los niveles iniciales y de enseñanza básica, requirió una
mayor cantidad de tiempo y dedicación por parte del docente para orientar y compartir
estrategias básicas de acompañamiento familiar al interior de los hogares más vulnerables
(Aguilar, 2020).
La implementación de la educación virtual requiere dominio de las tecnologías de la
información y comunicación (TIC) por parte de los profesores (Armstrong-Gallegos &
Sandoval-Obando, 2022). Es decir, se espera que los profesores sean capaces de desplegar
habilidades que cumplan con las metas pedagógicas, así como la utilización efectiva de
herramientas digitales (Cedeño, 2019). Competencias de creatividad, innovación, estimulación
del aprendizaje y la capacidad de adaptación de la enseñanza a las características de los
estudiantes son fundamentales para que las TICs favorezcan el proceso educativo (Escribano
Hervis, 2018; Fernández & Bermejo, 2012). Lamentablemente, el nivel de dominio de las TICs
es desigual entre los educadores, ya que se ha observado que no todos ellos cuentan con las
herramientas y conocimientos necesarios para su uso (Casales Navarrete, 2021; CIAE, 2020;
Eyzaguirre et al., 2020). Asimismo, la utilización de las TICs por parte del profesorado está
intrínsecamente relacionada con múltiples variables, tales como la calidad y pertinencia de la
formación inicial de los docentes, la autoeficacia percibida en relación a su competencia digital
(Gudmundsdottir & Hatlevik, 2018), en su competencia pedagógica (Arancibia et al., 2018) y