Ana Milena Mujica-Stach. Primera infancia en América Latina: manejo de las emociones e interacciones de
collided en pospandemia
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En cuanto a las características en el perfil del docente que atiende a la primera infancia son de suma
relevancia (Gebauer y Narea, 2021; Figueroa-Céspedes et al., 2022). Es por ello que se destaca la
importancia de asumir la formación del docente desde antes de su recorrido profesional, por lo cual
es vital que las universidades encargadas de la formación inicial docente, específicamente en
Educación Inicial, se enfoquen en dos factores primordiales, a saber, los requisitos de ingreso a la
carrera de educación, y la duración de la misma.
La formación inicial docente en las instituciones destinadas para tal fin constituye el elemento
esencial para la consolidación de unas interacciones futuras de calidad entre el docente y el niño
(Concha-Díaz et al., 202; López-Larios et al., 2021; Sepúlveda et al.,2021). Por ello, los autores
consideran que los responsables de involucrar a los niños y niñas, promoviendo su bienestar,
desarrollo y aprendizaje, son los maestros y el personal pedagógico, quienes juegan un papel
determinante en la atención a la primera infancia. En Chile, por ejemplo, uno de los requisitos para
poder estudiar en una institución universitaria pedagógica, se debe presentar una prueba de selección,
lo que significa disminuir el impacto en posibles interacciones de baja calidad (Concha-Díaz et al.,
2021). No obstante, este requisito no supondría el éxito total: claro está que, si el sujeto en formación
profesional docente carece de competencias comunicativas y una motivación intrínseca hacia la
docencia, el éxito de sus interacciones no estaría garantizado.
En atención a las competencias comunicativas, Elizalde et al. (2021) destacan como importante que
se tengan fuertes bases en todos los aspectos de la vida, tanto profesional como personal, y todas las
relaciones que de allí surjan, por cuanto la profesionalización del docente debe basarse en el desarrollo
óptimo de las comunicaciones. Para quien escribe, las comunicaciones eficaces constituyen la esencia
de unas sanas interacciones en el aula. Sin duda, el desarrollo de habilidades comunicativas respaldará
todo el hecho educativo aunado al factor de que las comunicaciones óptimas enriquecen elementos
claves de la vida, como “escuchar, hablar, observar, y sentir empatía” (Elizalde et al., p. 18). Ahora
bien, hay que tener presente que las variables externas pueden alterar negativamente al factor humano,
es decir, el docente es un ser humano susceptible de sentir y vivir emociones que están directamente
ligadas a su cotidianidad.
Está demostrado que tales afectaciones pueden intervenir negativamente en el hecho educativo, y, en
consecuencia, en las propias interacciones que se desarrollan en el aula. Hay que tomar en cuenta que
el factor humano es uno de los elementos más afectados en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Por ejemplo, para Alvites (2019), el estrés es uno de los elementos más amenazantes en el ejercicio
de la profesión docente, pues este elemento incide en las emociones personales del ser humano,
determinando en gran medida la calidad de las acciones educativas en el aula y, por ende, en las
interacciones.
Las teorías del aprendizaje infantil postulan que el desarrollo de habilidades sociales (interactuar con
los demás) se inicia en la primera infancia (Piaget et al., 1982). Estas primeras interacciones entre el
niño y sus cuidadores demarcan el camino del niño con respecto a su entorno social; en las