Reflexión Eclesial Cubana: ontología de un pensamiento católico en Revolución

Cuban Ecclesiastical Reflection: ontology of catholic thought in the Revolution

Resumen

La ontología de la Reflexión Eclesial Cubana fue un proceso que ocurrió desde 1981 hasta 1985, que estructuró categorías fundamentales para comprender el pensamiento católico en la Cuba posterior a 1959. Por ello, el objetivo de este ensayo, consistió en mostrar los aportes de este proceso en la formación de una nueva epistemología para el sujeto católico de la Isla en diálogo con las corrientes teológicas que se venían impulsando desde el Vaticano II (1962-1965) y las Conferencias Episcopales de Medellín (1968) y Puebla (1979). Se utilizó el métodos dialéctico e histórico-filosófico para establecer los argumentos, lo cual se evidencia en varios de los planteamientos que se presentan que sirvieron de base para la interpelación de testimonios y la oportunidad de hacer una simbiosis entre la información con documentos inéditos y la revisión de las fuentes de información actualizada sobre el tema, para obtener criterios de intercambio sobre la racionalidad de una narrativa ecuménica en la relación catolicismo- Revolución.

Palabras clave: Reflexión, iglesia, Cuba, socialismo, revolución, pensamiento católico

Abstract

The ontology of Cuban Ecclesial Reflection was a process that occurred from 1981 to 1985, which structured fundamental categories to understand Catholic thought in Cuba after 1959. Therefore, the objective of this essay was to show the contributions of this process in the formation of a new epistemology for the Catholic subject of the Island in dialogue with the theological currents that had been promoted since Vatican II (1962-1965) and the Episcopal Conferences of Medellín (1968) and Puebla (1979). Dialectical and historical-philosophical methods were used to establish the arguments, which is evident in several of the approaches presented, which served as a basis for the questioning of testimonies and the opportunity to create a symbiosis between information with unpublished documents and the review of updated information sources on the subject, in order to obtain criteria for exchange on the rationality of an ecumenical narrative in the relationship between Catholicism and the Revolution.

Keywords: Reflection, church, Cuba, socialism, revolution, catholic thought

Julio Norberto Pernús-Santiago1*

e-ISSN 2550-6587

Vol. 10 Núm. (2) pp. 25-34. Julio-Diciembre 2025

https://doi.org/10.33936/rehuso.v10i2.7481

1Universidad Cesar Vallejo- Perú

*Autor de correspondencia.

Citación de este artículo: Pernús- Santiago, J.N. (2025). Reflexión Eclesial Cubana: ontología de un pensamiento católico en Revolución. ReHuSo, 10(2), 25-34. https://doi.org/10.33936/rehuso.v10i2.7481

Recepción: 25 de abril del 2025

Aceptación: 21 de mayo del 2025

Publicación: 5 de julio de 2025

Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento 4.0 Internacional

Portoviejo-Manabí-Ecuador

Introducción

El estudio de la Reflexión Eclesial Cubana (1981-1985) es un ejercicio académico agudo que posibilita desde el campo de la investigación social, comprender la trascendencia e influencia de este proceso en el pensamiento religioso que se materializa teniendo la realidad de Cuba como contexto. Algunas investigaciones previas (Arderí García, 2020; Iglesia Católica. Arquiodiócesis de La Habana, 1988; Kuivala, 2019; Pernús Santiago, 2018); sirvieron de antecedentes para conocer el estado del arte que acompaña este ensayo, lo cual trascendió el marco temporal donde fue concretada la Reflexión, con la novedad de, introducir elementos de aportes del socialismo al catolicismo del país dentro de su corpus teórico. Este ensayo intenta responder a cómo el sujeto católico cubano, al aprehender sobre la realidad revolucionaria donde emergía, produce una teorización alternativa de lo que le representa ser Iglesia, ante la reducción instrumental que en la práctica socio-política lo limitaba para hacer valer sus capacidades sociales.

En el año 1977 un alto dignatario del Vaticano visitó a Cuba y predijo que a las Iglesia católica y sus obras le quedaban solamente cinco años de existencia en el país (López Oliva, 2009). La sociedad había aprobado una constitución en 1976 donde se estableció el ateísmo1 como ideología oficial del institucionalizado Estado revolucionario. El pensamiento católico nacional era interpelado desde varios frentes. La Teología de la Reconciliación (1981) del sacerdote René David Rosset, comenzaba a germinar en las enseñanzas de sus alumnos en el seminario, pero aún no era palpable su materialización (Pernús Santiago, 2024b).Estas propuestas de reflexionar sobre la ontología2 del sujeto católico de la Isla, nacen en medio de un contexto eclesial de templos vacíos y catequesis con una exigua cantidad de niños. En el momento en que el pensamiento católica de la Isla tenía el menor acceso a medios de comunicación nacional en sus últimos 50 años.

Dentro del campo religioso de la Isla, los constructos teóricos abordados en este ensayo sobre la REC, muestran las tendencias fundamentales que evidencian las principales contradicciones del pensamiento católico de la Isla en el periodo de 1981-1985. Un punto de partida que dessrrolla la investigación es la oposición entre la teorización de lo que significaba ser católico en una nación constitucionalmente atea y la necesidad de ampliar los imaginarios participativos para “existir” de forma significativa, trascendiendo los límites del sistema constitucional e influenciarlo desde dentro como un actor valioso del tejido social.

La REC encuentra entre sus representantes fundacionales al sociólogo salesiano Bruno Roccaro que, con su rol de coordinador y encargado de la estructuración del programa de formación en el seminario San Carlos y San Ambrosio en La Habana, jugó un papel fundamental en el diagnóstico de la sociedad desde una mirada católica . El núcleo de este pensamiento se base en la posibilidad de diálogo entre los más avanzado del catolicismo en la Isla y actores de influencia dentro del tejido social institucuionalizado. La asimilación y reproducción de este ideal apuntaló el proceso denominado Encuentro Nacional Eclesial Cubano (ENEC-1986), y contribuyó con la apertura de un canal de diálogo de la Iglesia católica y la Revolución. Por ello, el objetivo de este trabajo, es mostrar los aportes de la Reflexión Eclesial Cubana al universo socio-teológico cubano de la década de 1980.

Pensamiento católico cubano desde la Reflexión Eclesial Cubana

1.1- Metodología empleada para interpelar la Reflexión Eclesial Cubana

El método dialéctico utilizado en este artículo incidió en la exposición de contradicciones en cuanto a la fundamentación del pensamiento católico con respecto a la Revolución. En su desarrollo, se consideró como criterio la concepción de Engels al exponer que el método dialéctico considera las cosas y las ideas en su encadenamiento, en sus relaciones mutuas, y en su acción recíproca (Huarancca Rojas, 2020).

Este método también permitió establecer las fuentes de las que se estructuró el pensamiento católico en la Isla en el periodo 1981 hasta 1986, develando la forma en la que se sintetizan enfoques y planteamientos


11En el Artículo 5 de la Constitución de 1976 se estableció que “el Partido Comunista de Cuba, vanguardia organizada marxista-leninista de la clase obrera, es la fuerza dirigente de la sociedad y del Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista”.

22 Se utiliza el concepto de ontología desde la visión de la RAE que la define como la disciplina que se dedica al estudio del ser (en este caso el sujeto católico cubano), en su carácter más general, y a las propiedades que tienen en común todas las entidades que existen.

teóricos en un contexto denso que logra captar, al integrar pensamiento y realidad, las urgencias no resueltas de tiempos pretéritos desde el abordaje de la eclesialidad y la búsqueda de alternativas a las contradicciones y omisiones sociales de una constituida e institucionalizada Revolución en el poder.

También fue importante principio de la sociología de la religión desarrollada por pensadores como Durkheim y Comte que colocan la religión dentro de una sociedad en una función decisiva, la de ser cohesionadora social. Dentro de esta base metodológica la religión constituye la argamasa social, un cemento con la capacidad de unir a los individuos hacia metas comunes y permitir la legitimación o no, de un sistema social concreto (Ros Codoñer, 2018).

Para el desarrollo del tema también se utilizó el método lógico-histórico que permitió realizar una valoración de las conexiones lógicas del discurso del pensamiento católico en la etapa de 1981-1986.

Además, se contó con el método de análisis y síntesis: El análisis se empleó para identificar los rasgos del catolicismo cubano a lo largo de su desarrollo en esta etapa, así como los cambios que se iban suscitando en su estructura durante los años analizados. La síntesis se empleó para interpelar la información obtenida a partir del procesamiento de diversas fuentes textuales. Este método permitió establecer una lógica sobre la reflexión elaborada.

Desarrollo

Cuando el entramado católico en la Isla parecía congelado en un estado de supervivencia en los comienzos de 1980, la propuesta en 1979 de Fernando Azcárate s.j., obispo auxiliar de La Habana, de realizar un “Pueblita”, fue acogida con valor por monseñor Adolfo Rodríguez, obispo de Camagüey, presidente de la Conferencia Episcopal Cubana. Él propuso la creación de una comisión para interpretar de forma contextualizada, cómo se podía llevar la tercera Conferencia del Episcopado Latinoamericano realizada en Puebla en el año 1979, a la nación. De inmediato, se gestaron comisiones de análisis que fueron institucionalizadas eclesialmente por el llamado Grupo de La Habana, encabezado por: monseñor Fernando Azcárate, monseñor Carlos Manuel de Céspedes y el religioso Bruno Roccaro s.d.b. (Arderí García, 2020).

A medida que fue avanzando el diálogo en torno a los pasos a dar para conseguir el esperado diálogo entre catolicismo y Revolución, se evidenció la necesidad de apoyarse en las ciencias sociales para impulsar la tan anhelada Reflexión Eclesial Cubana (REC). De esa necesidad surgen las primeras mociones como, la de crear una comisión sociológica que popularmente se le conoció como los encargados de las encuestas. Lo hasta aquí esbozado corrobora que la interpretación de la reflexión como categoría, partía de un elemento infaltable: el conocimiento de la realidad. Para esa tarea se nombró de responsable a un sociólogo italiano, misionero salesiano que decidió echar raíces en nuestro país (Arderí García, 2020).

1.2.- El Padre Bruno Roccaro s.d.b

En 1970, el rector mayor de los salesianos, el padre Luigi Ricceri s.d.b., le pidió a uno de sus discípulos italianos, el P. Bruno Roccaro s.d.b., que fuera a Cuba a colaborar en la formación de los sacerdotes. Había existido un llamado internacional desde la Conferencia Episcopal Cubana para que el Vaticano impulsara la llegada al país de un clero extranjero. La causa principal era la ausencia del clero nacional, por envejecimiento de los existentes o el flagelo de la migración, en ocasiones involuntarias13.

El seminario de La Habana en la década del 70 del siglo XX jugó un rol trascendental en el surgimiento de un nuevo pensamiento católico en la Isla, pues reunió en su claustro a varios de los forjadores de los contenidos del ENEC en 1986. Roccaro, durante 25 años, fue formador y coordinador de los estudios del seminario interdiocesano San Carlos. Junto a otros dos docentes, amigos suyos, el padre francés René David y el presbítero cubano Carlos Manuel de Céspedes, impulsarían otra de las categorías que primeriaría dentro de la Reflexión Eclesial Cubana: el diálogo.


13 En 1961, el gobierno expulsó a 131 sacerdotes, entre ellos un obispo, en el barco Covadonga. La expulsión ocurrió el 17 de septiembre, luego de la procesión de la Virgen de la Caridad en La Habana, donde murió un joven católico.

Bruno Roccaro compartió a Pernús Santiago (2018), que su experiencia en aquellos años tan difíciles en Cuba le posibilitó comprender que en toda acción humana subyace una antropología, un modo de concebir al hombre que nos determina. El término pobre refiere a rico, es comparativo, y la alternativa a esta dialéctica es la igualdad. Con este pensamiento, Roccaro solía conducir cualquier conversación que girara en torno al proceso revolucionario. Su comprensión de la realidad nacional -constató el autor- lo hizo entender que la reconciliación eclesial estructurada en teología por su amigo el sacerdote Rene David, pasaba por alejarse de una lectura simplista de la Revolución y tocaba la raíz de su surgimiento desde el pueblo, donde subyacían ideales de igualdad, soberanía y libertad, como los promulgados por el presbítero Félix Varela y el Héroe Nacional, José Martí.

El análisis de su figura muestra un pensador, cuya ética, forjada en Europa, estaba siendo exigida por la realidad de un país socialista del tercer mundo donde había triunfado una de las revoluciones icónicas del siglo XX. Sin dudas, ese contexto le obligó a ir descendiendo a los niveles más concretos la reflexión que deseaba impulsar. Roccaro parte de una religiosidad que no solo trata de ir más allá de Europa, del Mayo Francés que vivió de cerca, para lograr la aculturación que deseaba comprendió que debía beber de las convicciones propias del catolicismo en su fundamento.

La aculturación se vuelve parte consustancial de su modo de proceder. Sus amigos valoran su capacidad de desaprender una forma europea de mirar la realidad para provocar una alfabetización de su mirada que él llamaría una nueva pedagogía de la esperanza. Así logra abrirse camino hacia una interpretación más profunda de la realidad eclesial cubana. Su mirada le facilita el descubrimiento de un pensamiento situado sobre el protagonismo de un sujeto católico que existe y no puede ser arrancado de un tirón por la influencia soviética en el país.

El pueblo cubano había practicado un ateísmo sobre la persona, y ahora al sujeto católico le costaba creer en el otro sujeto revolucionario (Pernús Santiago, 2018). Por ello, el pensamiento católico promovido por intelectuales como Roccaro s.d.b, impulsó la reflexión como herramienta de análisis social eclesial y espacio de diálogo que construye unidad. Lo hizo partiendo de un elemento que era nuclear para su modo de proceder: la libertad. Coincide el argumento con Kuivala (2019), en que uno de los aspectos más valorados por los católicos cubanos en la década de los ochenta durante este proceso de Reflexión era:

la unidad de la Iglesia: unidad entre la jerarquía y los fieles, entre el clero y los obispos, en el seno de la Conferencia Episcopal, entre la vida religiosa y la Iglesia en general, etc. Esta unidad afectiva como categoría estaba fomentada por el reducido número de fieles y pastores, lo cual facilitaba el conocimiento personal y el intercambio frecuente. (Kuivala, 2019)

1.3 - La Ética de la Reflexión Eclesial Cubana

Con una nueva postura ética dentro del campo eclesial, la REC llega a su momento crucial cuando coloca dentro del pensamiento católico cubano la importancia del diálogo para reactualizar la forma de entender e interpretar la Revolución. Se trata de una superación de toda reflexión anterior, que avanza desde una crítica sincera a la totalidad del sistema vigente que limita la participación del catolicismo a un elemento antiguo de la cultura. Esta construcción argumentativa da espacio a un momento donde se aboga por una nueva arquitectura categorial donde se deben repensar conceptos de importancia para el sujeto católico como el de unidad, sin perder la esencia de las bases fundamentales del ser religioso.

El nuevo sujeto católico- plantea la ética de la REC- a pesar de sentirse excluido de la comunidad de participación del tejido social, no debe renunciar a su rol como protagonista de la sociedad. Más bien, debe tratar de encontrar su lugar dentro de la nueva arquitectura política propuesta por la Revolución para diseñar los procesos que materializan la reproducción de la vida en el país. Sin duda, este análisis que se instaló en el pensamiento católico cubano entre 1980-1986, logró enfrentar el pesimismo y el desaliento dentro del ambiente religiosos con una categoría sustancial: la resiliencia.

Esta corriente discursiva consolida un nuevo horizonte epistemológico para el sujeto católico en la Isla, pues rompe con la idea jerárquica anterior que le obliga a pensarse sobre la idea de una masa victimizada que vive solo desde la reacción. Ahora la reflexión plantea la posibilidad de construir comunidades críticas que evoquen el diálogo como parte sustancial de su existencia y ese diálogo puede ser incluso con el sujeto revolucionario a partir de la construcción de unas bases mínimas que permitan hacerlo en total libertad (Arderí García, 2020).

La postura ética que promueve la REC comparte la idea de que dentro de una realidad política socialista se podía ser católico y existir de forma identitaria en ese sistema. El catolicismo que se buscaba establecer desde estos religiosos profesores del seminario, expresaba que el verdadero encuentro radica en estar unidos a las alegrías y tristezas de todos los cubanos, aún aquellos que no frecuentan los templos o se declaran ateos. La encarnación en la realidad del pueblo fue considerada una condición indispensable para la consecución contextual de una ontología que deseaban estar cerca del Jesús de los pobres.

Se trata de imaginar una ética capaz de superar la reflexión como una razón ya establecida por las heridas acumuladas y encaminarse a la apertura del otro sin perder la esencia. Se habla de una razón emancipada que es capaz de dar argumentos y de ser protagonista de la construcción de la sociedad cubana sin dejar de ser católica. Se trata también de disputar incluso una razón política de participación a partir de la igualdad nacional que arropa a cada uno de los que forman parte del pueblo. Se trata de dar motivos para existir y ser también coprotagonista en el futuro social de la nación (AHSJ & ENEC, 1986).

Más que un conocimiento encerrado en medio de un texto bien estructurado como llegó a ser el Documento Final del ENEC, en sus conceptos, la Reflexión Eclesial Cubana denota un esfuerzo intelectual por tratar de imaginar un futuro distinto para la Iglesia. La relación Yo (sujeto católico) y Ellos (sujeto revolucionario) era interpelada por razones categoriales que estructuraban una posibilidad real de diálogo. Ser propiamente conciencia para el pensamiento católico cubano significaba tener una relación con otra conciencia (revolucionaria) y solo desde ese vínculo sincero se podía proceder a imaginar un encuentro que primero era entre ideas, personas y luego entre instituciones.

La REC llegó a la conclusión de que el encuentro para el pensamiento católico cubano como categoría, tiene entre sus atributos que, ninguna de las partes es superior al todo que representaba Cuba en su conjunto (AHSJ & ENEC, 1986). La reflexión pastoral requería para lograr esa comprensión de una contextualización de la realidad, en el caso cubano, se realizó desde una revisión crítica de la historia y la filosofía eclesial.

La trilogía Reconciliación, Reflexión y Encuentro, son categorías esenciales en el sujeto católico cubano que se actualizan en dependencia de los signos de los tiempos. Coincide esta tesis con Arderí García (2020) en que su base conceptual sirve para pensar y proyectar un modo de proceder eclesial en cualquier realidad social-revolucionaria. Las propuestas definidas desde este discernir comunitario traía consigo, el cómo vivir estas categorías de forma auténtica en una Revolución constitucionalmente socialista.

La ética que proponía el padre Bruno Roccaro s.d.b. como timonel de la REC, se puede definir como una palabra alegre precedida por dos estandartes, el de la práctica de fe encarnada, pedagógica, reconciliadora, y el de la oración acompañada de la voz de los pobres. La reflexión para él no tenía sentido si no es para nombrar lo que habita en esos silencios del discurso confrontacional. Él, con su labor intelectual, promovió lo que el investigador David Oviedo Silva llamó: una ética social (Oviedo Silva, 2024). La Reflexión Eclesial Cubana que dejó como legado en el proceso del ENEC, viene después de bucear y entender los hechos de esos caminos donde Dios escribe la historia junto a los pobres y oprimidos de la humanidad.

1.4- Aportes de la REC entre 1981 a 1985 al pensamiento católico cubano

Durante la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Puebla (1979), estuvieron como delegados de Cuba, el arzobispo de La Habana, Francisco Oves y el sacerdote carmelita Marciano García. Ellos presentaron una visión menos dramática de la situación de los cristianos en la Isla y las posibilidades de la Iglesia para ejercer su misión en un contexto socialista. A su regreso de este encuentro, durante una reunión del clero de Matanzas, Marciano propuso celebrar una Conferencia como la realizada en Puebla, para Cuba (Arderí García, 2020). Esta idea fue acogida por toda la Iglesia, trasmitida por un obispo diocesano José Domínguez (1915 – 1986) a su homólogo jesuita Fernando Azcárate (1912 – 1998), quien a su vez la propuso en el encuentro nacional del clero en julio de 1979 en el Cobre. De ese impulso nació la REC que se llevaría adelante entre 1981-1986.

En esta investigación se ha evidenciado que ese grupo apostó por la necesidad de una reflexión que condujera a descifrar cuál sería el mejor modo de proceder para provocar ese encuentro entre lo católico y la Revolución. Ante lo que se desea construir como imaginario de una plataforma religiosa de diálogo social, figuras como el salesiano Bruno Roccaro acuñan estrategias que apuntan a la proximidad con el sujeto socialista desde un pensamiento situado en la

exterioridad. Para los pensadores de la REC, en 1959 se produjo algo que llaman situación ética originaria y que es, un fenómeno que arropa a todas las esferas pensantes del tejido social del país (Pernús Santiago & Castellanos, 2024).

El contexto en el que se tejía esta REC era complejo; para comienzos de la década del 80, se mantenía en el pensamiento popular la idea de que un revolucionario no debía tener ninguna creencia religiosa (Segrelles Álvarez, 2018). Cuba pertenecía al Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), organismo creado en enero de 1949 como parte de una serie de medidas adoptadas por la Unión Soviética para contrarrestar la influencia del establecimiento del Plan Marshall por parte de Estados Unidos y, al mismo tiempo, consolidar el influjo soviético. Eso implicaba en la cotidianidad tener que asumir una serie de patrones, aunque no fueran, en ocasiones, autóctonos al proceso revolucionario que intentaba forjar la vanguardia política de la nación (Pernús Santiago & Castellanos, 2024).

Otras fuentes consultadas permitieron constatar que la Reflexión Eclesial Cubana como instrumento y método de trabajo, contó con la preparación de una lista de preguntas que en forma de encuestas serían compartida en cada una de las comunidades católicas (AHAH & REC, 1982). Para la religiosa Aida Ramírez, miembro de la comisión de encuestas de la REC, citada por Pernús Santiago (2018), las interrogantes aportaron varios elementos valiosos para el documento final que se deseaba construir como resultado de este proceso reflexivo.

Algo trascendental de esta reflexión, es que su eclesiología o marco conceptual parte de otorgar un protagonismo preponderante al pueblo cubano general y no sólo al clero como estamento decisivo de la estructura eclesial. Esto marca una pauta filosófica trascendente que reafirma el valor del laico como sujeto de acción y además, cimiento de toda la labor eclesial que no tenía a su disposición un gran número de consagrados. Durante el discurso inaugural del ENEC, monseñor Adolfo Rodríguez, obispo de Camagüey, validó este accionar al decir que: “la Iglesia puso en manos de los laicos todas las responsabilidades y ellos habían sabido responder de forma correcta” (Fernández, 1988).

La idea de la existencia de un sujeto católico cubano revolucionario y la noción de un pensamiento religiosos cubano existente y auténtico, son de los elementos que sobresalen en la REC. Este saber proclama la validez de un carácter que se forja desde y en una condición particular de ser Iglesia en medio de un proceso de instauración del socialismo. Esta singularidad favorece que lo católico en Cuba pueda ganar en autenticidad y romper etiquetas colocadas desde el exterior que le dictaban la forma en la que debería configurar su existencia.

Una muestra de lo que significó la honestidad de la REC se puede apreciar en los archivos del Documento Final del ENEC donde se esclarecen los aportes del socialismo a la comprensión de la fe cristiana. El texto los resume en cuatro ideas, a saber: un mayor desarrollo de la conciencia social, el descubrimiento de una escala de valores más cercana al evangelio, la conciencia de la globalidad de la misión de la Iglesia y los valores revitalizados a partir de la experiencia socialista (ENEC, 1986).

Dentro de la primera idea se encuentra una mayor conciencia del pecado social, de la igualdad entre los hombres. Una mayor sensibilidad hacia la justicia y la necesidad de los cambios estructurales socio–políticos y económicos para una mejor distribución de los bienes. A una Iglesia que antes de 1959 contaba con varios centros asistenciales, el proceso revolucionario le había enseñado a dar por justicia lo que antes se daba por caridad, teniendo en cuenta que en esta época la mayoría de sus fieles pertenecían a la clase media alta. Dentro del segundo grupo está el mayor sentido de la pobreza, comprender que no se tiene el monopolio de la verdad y las ventajas que significa una Iglesia sin privilegios ni poder en medio de la sociedad (ENEC, 1986).

En tercer lugar, se aprecia el sentido integral de la misión cristiana que abarca todas las dimensiones de la vida. La conciencia de que el evangelio debe llegar a todos sin distinción de clases y la constatación de la participación de los pobres en la vida eclesial (Fernández, 1988). Entre los valores revitalizados por el contexto socialista estaban la valentía en el testimonio cristiano y la importancia de la autenticidad de la fe en medio de un ambiente que a menudo la cuestionaba.

Coincidiendo con lo antes expresado, la comisión que estaba impulsando este proceso de renovación de lo católico concluyó que no se necesitaba un documento más o un estudio teológico, sino una Reflexión con la mayor participación de toda la Iglesia cubana en su historia. La propuesta era reflexionar sobre la evangelización en el presente y el futuro del pueblo cubano, en el contexto latinoamericano, a la luz del Vaticano II, de Medellín y de Puebla (Arderí García, 2020). Se trataba de desafiar al pensamiento católico de la Isla desde su propia situación de resistencia y en diálogo con el reconocimiento del otro (revolucionario) como espacio de evangelización.

Las fuentes recogidas (Kuivala, 2019; López Oliva, 2020; Pernús Santiago & Castellanos, 2024) constata que el pensamiento católico llevado a la praxis con categorías como reconciliación y reflexión, estuvo precedido dentro del catolicismo cubano por una corriente de actualización motivada por figuras como César Zacchi,

quien ejerció como representante del Vaticano en Cuba hasta 1975. También algunos de los representantes de la Teología de la Liberación, venían con asiduidad al país, invitados por el gobierno, entre los que resaltan:

1.4- La REC como ontología del pensamiento católico cubano

La REC tiene entre sus virtudes el ser un proceso que se realiza mediante el concurso significativo de un gran porcentaje de católicos y población cubana en sentido general. Los miembros de la Comisión Preparatoria de este instrumento de análisis de la realidad implementaron el método latinoamericano que incluía el ver, juzgar y actuar de la Teología y Filosofía de la Liberación (Arderí García, 2020). Es, en base a esta tesitura del pensamiento católico en el periodo de 1981-1986 donde se evidencia la pretensión de situar y realizar un análisis crítico del proceso revolucionario desde la Iglesia. Este propósito expresa un renovado anhelo de transformación, y revalorización identitaria insertado en el proyecto socialista al que estaba abocado el país.

Otro de los aportes de la REC es su reflexión sobre la alteridad como realidad del pensamiento católico cubano. Elemento que llega a establecer como eje que empodera y posiciona desde una lógica situada a través de la Teología de la Reconciliación del padre René David (Pernús Santiago, 2024b). El encuentro categorial que buscan promover los líderes de este proceso es esencial para el diálogo Iglesia- Revolución. Esta opción parte de intentar pensar lo distinto con respeto, tratando de que las acciones y palabras del otro sean aprehendidas como posibilidad de un imaginario conjunto.

Un hecho que corrobora lo planteado es que las comunidades de base reflexionaban sobre las preguntas de la encuesta sobre fe y sociedad que llevaban los facilitadores del ENEC (AHSJ & ENEC, 1986). Este ejercicio describe un proceso de pensamiento donde el método de la escucha activa era una herramienta valiosa para los investigadores que guiaban esa recogida de información (Pernús Santiago, 2018).

Para estos sujetos, la praxis de interpretación de sus vivencias, algunas dolorosas, como las de las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP), donde fueron víctimas de tratos peyorativos varios católicos, incluyendo seminaristas, junto a otros grupos sociales que eran considerados lumpens para el sistema revolucionario; les posibilitaba ejecutar acciones concretas que le llevasen a transformar esa realidad de injustica. Partían de un referente de injusticia a la que habían sido sometidos y trataban de reivindicar su dignidad como sujetos de derecho en Cuba. Sobre esta lógica tratan de romper la versión de exterioridad que los alejaba del otro (sujeto revolucionario) para convertirlos en protagonistas de un diálogo sincero sobre la Revolución y su apropiación eclesial.

La propuesta de la REC más que religiosa fue profundamente ética y emerge de una condición, de un contexto que a su entender exige una respuesta también política-social y una toma de posición crítica ante la estructura socialista vigente. Para los protagonistas de este pensamiento, una elaboración teórica del fenómeno revolucionario que componía el tejido social de la Isla, puede, hacer consciente al sujeto católico que lo que está en juego es su existir a partir de una experiencia concreta de inserción en ambientes que durante muchos años les resultaron extraños.

A su vez, algunos autores (Pernús Santiago & Castellanos, 2024) creen que la interpretación de este proceso de Reflexión no ubica su origen epistémico en el simple y legítimo deseo de mejorar las condiciones de vida laical/clerical, o huir de un contexto ideológicamente hostil, sino, que realiza una autocrítica eclesial.

La REC propuso pasar de un antagonismo político con un sistema marxista – leninista a una pastoral de reconciliación y evangelización de la realidad cubana. También soñó con superar el testimonio callado, que es calificado como tímido, inseguro y ambiguo, por una actitud profética que no teme parecer imprudente (Pernús Santiago & Castellanos, 2024).

La inclusión, para el autor, es otra categoría de peso dentro de la estructura del pensamiento católico esbozado durante la REC. La misma significaba que lo católico debía dejar de mirarse como fuera del proceso revolucionario y había que encontrar vías para pensar la participación del sujeto católico:

La idea era encarnarse desde dentro de la misma sociedad que los “expulsaba” para contribuir a la construcción de un diálogo eclesial y social nuevo que hicieran posible las cosas distintas, sin importar la ideología política en el poder. La inclusión como categoría implicaba movernos todos de lugar. (Pernús Santiago, 2018)

Adolfo Rodríguez, presidente de la Conferencia Episcopal Cubana, al hablar sobre la REC expuso: “esta es la primera Reflexión, ¿por qué tiene que ser la última?” (Gómez Treto, 1989). En esta investigación se considera que con esta frase se evidencia otro elemento importante, la propuesta de instalar una interpelación permanente que pudiera actualizarse en el tiempo. Los conceptos y propuestas surgidas de este compartir no tenían que ser definitivos y el camino trazado consistía en poderlos ir contextualizando a medida que la realidad nacional lo requiriera.

Para marzo de 1982 la Comisión preparatoria determinó que el contenido de la Reflexión Eclesial Cubana debería hacerse llegar a todas las Iglesias del país y se nombraron tres subcomisiones para su puesta en marcha (ENEC, 1986):

  1. Teología, presidida por monseñor Carlos Manuel de Céspedes.
  2. Historia encomendada al sacerdote Pastor González, quien murió poco tiempo después de su nombramiento y en su lugar se decidió poner a monseñor Antonio Rodríguez Díaz,
  3. Encuesta o sociológica, coordinada por el sacerdote Bruno Roccaro s.d.b. La Comisión Central quedó conformada por 23 miembros: 7 laicos, 4 religiosas, 12 sacerdotes.

En octubre del mismo año fueron elaboradas las preguntas que deberían debatir los fieles en sus comunidades con el propósito de palpar su sentir sobre la realidad de la Iglesia en Cuba, sus logros, deficiencias, preocupaciones y dificultades. Teología, historia y sociología, serían las tres ciencias preponderantes para articular el pensamiento del ENEC (ENEC, 1986). Dentro de estas comisiones había un grupo de hombres y mujeres cuyo aporte intelectual al devenir de cada uno de estos procesos aún está por escribir.

Las fuentes consultadas ayudaron a establecer que, en sintonía con la Iglesia latinoamericana, la REC buscó ayudar a discernir quiénes eran los pobres en Cuba. A ellos la Iglesia debía servir de modo privilegiado haciéndose ella misma pobre como ellos. En esa línea está una de las categorías de mayor trascendencia en el ENEC: la encarnación (ENEC, 1986). Se hicieron votos por superar la improvisación que provocaba el desaliento y se identificó la necesidad de utilizar las herramientas sociales de la época sin excluir ninguna persona.

Las encuestas I y II de la REC estaban dirigidas a todos los fieles. La primera recogía los rasgos de la idiosincrasia cubana, las acciones de evangelización de la Iglesia y las preocupaciones de los creyentes. La segunda buscaba identificar los miedos de los católicos, los valores de la Iglesia y sus deficiencias. Las encuestas también abordaban sobre la evolución cuantitativa y cualitativa de las comunidades y estaba dirigida a los sacerdotes. Las demás encuestas analizaban aspectos específicos de la vida de la Iglesia: vida religiosa, seminaristas, administración de los sacramentos y el modelo sacerdotal que se deseaba para Cuba (AHAH & REC, 1982).

Las fuentes consultadas constatan que entre las tensiones que se daban a lo interno de la REC es válido hacer notar que había un grupo de integrantes de las comisiones que no emitieron ninguna opinión favorable sobre la necesidad de superar la confrontación con la ideología marxista – leninista y asumir una pastoral de la reconciliación. En su lugar, se propusieron elaborar una postura de esperanza que mostrara el aporte específico de la Iglesia a la realidad nacional e incluso se llegó a pensar dentro de estos grupos en el catolicismo como la plataforma estructural de un posible partido de oposición en la Isla. Este elemento cobró forma con el proyecto Varela en la década de 1990 guiado por Oswaldo Payá.

Según el autor, dentro de los aportes a destacar de la reflexión está la conceptualización eclesial del significado de pobre para el contexto eclesial cubano como aquellos que, “por conveniencia, presiones, miedo, no se siente dueño y responsable

de su propia persona y resultan esclavos de las acciones y fuerzas externas, comunicando esto muchas veces a su familia, parientes y amigos. También se incluyen a los que no conocen la fe y los que son víctimas de los “sedientos de poder” (Pernús Santiago, 2024a).

Los protagonistas de las comisiones hicieron ver dos temores respecto a la REC, que al constatar los límites de la Iglesia cubana se indujera a un desánimo paralizante y que las conclusiones de la REC se juzgaran como no convenientes y todo el proceso quedara en una buena reflexión (REC, 1983). El próximo paso sería crucial para determinar si lo vivido en la REC logró su propósito final que fue, el llevar a la praxis una categoría de gran trascendencia para los que diseñaron este proceso: el encuentro.

Conclusión

Se Ante un suceso del que ya han pasado cuatro décadas, la interrogante pudiera ser, por qué hacer este ejercicio académico para determinar las contribuciones del pensamiento que lo estructuró. El autor considera que uno de los motivos es la necesidad de profundizar en su vigencia para mostrar que las categorías surgidas en este periodo de 1980-1986, no son solo, una interpretación del pasado, sino verlo como parte de una reconciliación/reflexión viva que sigue construyendo realidades en el sujeto católico cubano del siglo XXI.

Una actualización del Documento Final del Encuentro Nacional Eclesial Cubano que fue elaborado con el contenido extraído de la REC, ha sido tomada en cuenta sistemáticamente por la Conferencia Episcopal Cubana para la elaboración de sus planes pastorales. En el último Plan Pastoral del 2024, Por los Caminos de Emaús, se ha citado este proceso en más de 10 ocasiones dando muestra de su vigencia. En otras palabras, su vigencia pone ante la interrogante sobre: ¿qué es lo que se debe actualizar de la Reflexión Eclesial Cubana hoy? ¿Cómo hacer una nueva Reflexión Eclesial en Cuba?

La Reflexión como ontología del pensamiento católico cubano producido entre 1981-1986, se convirtió una forma conceptual de integrar la confluencia de saberes al interior de todo un proceso que, tuvo una amplia participación popular, pero que como fundamento no significaba eliminar las polaridades existentes en el catolicismo de la Isla. Su clave se basó en un diálogo transparente entre las posiciones diversas que habitaban al interior del pueblo del cual los católicos eran una representación.

Lo consultado en las fuentes y su correspondiente análisis en este artículo facilitan la comprensión de un proceso Reflexivo que marcó la historia del catolicismo en Cuba. Durante este artículo hemos constatado que su contenido resume en tres atributos las características eclesiales del catolicismo en la Isla: misión, oración y contextualización (encarnada). A su vez el autor considera que en este texto se ha evidenciado que la REC proponía a la Iglesia una razón de ser fuera de sí misma, diferente a la mera preservación institucional, abocada en el anuncio coherente de una praxis cristiana social. Esta ontología del catolicismo cubano instaló en el diálogo con la cultura revolucionaria su mediación privilegiada, porque también fuera de los confines visibles de la Iglesia, en espacios, incluso constitucionalmente ateos, se puede vivenciar que labora el Espíritu de Dios.

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Contribución de los Autores

Autor

Contribución

Julio Norberto Pernús Santiago

Concepción y diseño, redacción del artículo y

revisión del artículo

Adquisición de datos, análisis e interpretación