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ReHuSo: Revista de Ciencias Humanísticas y Sociales
e-ISSN 2550-6587
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Vol. 6 Núm. 2 (155-161): Mayo - Agosto 2021
rehuso@utm.edu.ec
Universidad Técnica de Manabí
DOI:
porque el medio debe probar lo que publica o afirma” (Hernández, 2004, p.66). Estos dos
modelos, tal como se aprecia en la Tabla 1, que, en esencia, representan al mismo personaje:
recorriendo calles, entrevistando, investigando, observando, dudando. Atrapado en una sala de
redacción, revisando una y muchas veces sus apuntes, escuchando sus grabaciones, escribiendo
y corrigiéndose. También representan a un personaje bifurcado: porque mientras uno se ajusta
a la realidad de los hechos, el otro recurre a la ficción.
Sí, “los medios no tienen verdades, solo principios” (Hernández, 2004, p.147) y esto es lo que
representa la unidad de investigadores de
Spotlight
: desplegando obsesivamente sus
herramientas y recursos, para que la historia en torno a los abusos sexuales de la iglesia católica
en Boston sea conocida. Principios que, desde la ficción del film, acercan a un periodista en
especial: Michael Rezendes (interpretado por Marx Ruffalo) insistiendo en sus entrevistas,
confrontando y contrastando siempre la información recogida. Esto, aunque “el quehacer
periodístico es relatado de una manera realista. Quizá demasiado realista, pues al tratar de ser
literal en cuanto al trabajo investigativo, la cinta termina por convertir a sus protagonistas en
figuras unidimensionales” (Granja, 2015, p. 12).
Lo cierto es que en
Spotlight,
se aplica la sentencia de Leila Guerreiro: “los periodistas
trabajamos con la memoria de la gente, y por eso hay datos claros, inequívocos, y otros en los
que dependemos de cómo la gente percibió o recuerda algo” (Terán, 2014, p.26).
Contrario a Rezendes, está Michael Finkel (interpretado por Jonah Hill) como modelo de
reportero vejado del
The New York Times
, por mentir en su reportaje sobre trabajadores
adolescentes en una plantación de cacao, y perdiendo lo más preciado para un profesional: su
credibilidad.
—Yo mismo enfrento una especie de juicio. Mientras usted usaba mi nombre, otros me
quitaron mi buen nombre.
El diálogo citado pertenece a
Finkel quien le escribe a Longo, luego de haberse enterado de que
este usó su nombre mientras se encontraba prófugo.
Y aunque Finkel denote arrepentimiento por su actuar en el diario, ya el daño es irreparable.
Nadie desea contratarlo, y se empieza a poner en duda su trabajo. Lo que para un periodista de
su prestigio significa dejar de existir.
Este modelo de periodismo fraudulento no solo ha repercutido profesionalmente para sus
implicados, sino que sus protagonistas han sabido explotar, oportunamente, sus errores, sea
publicando sus biografías, para defender su “verdad”, o vendiendo los derechos de sus historias
para productos cinematográficos. Casos como el de Jayson Blair registran millonarios
beneficios (Esquivel, 2003).
El mismo Finkel, después de su despido y posterior relación con Longo, publicó el libro que
da nombre al film, donde “se dedica más a la exploración sicológica de sí mismo y del asesino
que al reportaje y asegura, desde luego, que los datos de
Historia real
son auténticos, legítimos,
verdaderos, no adulterados y verificadísimos, pero pocos reseñistas le creen” (Miguel, 2005).