58
revista.psidial@utm.edu.ec
REVISTA PSIDIAL: PSICOLOGÍA Y DIÁLOGO DE SABERES
e-ISSN 2806-5972
Vol. 3 Edición Especial (58-73) DOI: 10.33936/psidial.v1iEspecial.6378
Terapia racional emotivo conductual en sintomatología de ansiedad
no clínica: diferenciación por sexo
Rational emotive behavior therapy in non clinical anxiety
symptomatology: dierentiation by gender
*Darly Yomira Montes Rodríguez
Giorgy Augusto Sornoza Zavala
Facultad de Posgrado, Universidad Técnica de Manabí, Portoviejo, Ecuador,
dmontes8420@utm.edu.ec, gioryi.sornoza@utm.edu.ec.
*Autor de correspondencia.
Recepción: 18 de enero de 2024 / Aceptación: 6 de agosto de 2024 / Publicación: 17 de octubre de 2024.
Citación/cómo citar este artículo: Bravo, A. y Gómez, R. (2024). Pacientes en
proceso de recuperación por consumo de sustancias psicoactivas y el apoyo familiar.
Revista PSIDIAL: Psicología y Diálogo de Saberes, 3(Edición Especial) 58-73.
https://doi.org/10.33936/psidial.v1iEspecial.6378
e-ISSN 2806-5972
https://revistas.utm.edu.ec/index.php/psicologia
59
revista.psidial@utm.edu.ec
REVISTA PSIDIAL: PSICOLOGÍA Y DIÁLOGO DE SABERES
DOI: 10.33936/psidial.v1iEspecial.6378
Vol. 3 Edición Especial (58-73)
Resumen
En esta investigación se describe la posible diferenciación en los resultados de la
terapia racional emotivo-conductual en ambos sexos considerando las diferencias
biológicas y socioculturales entre ellos y cómo esto inuye en cómo responden a
un enfoque terapéutico especíco. Partiendo desde las diferencias biológicas y
hormonales que diversos estudios describen como las causantes de las diferencias
en la respuesta al estrés y la ansiedad entre ambos sexos debido a las disparidades
hormonales, como los niveles de estrógeno y progesterona en las mujeres; que afectan
la regulación emocional. Así mismo las diferencias cognitivas y emocionales ya que
la terapia racional emotivo-conductual se basa en gran medida en el enfoque cognitivo
y la reestructuración de pensamientos irracionales. En la historia se ha sugerido que
hombres y mujeres pueden tener estilos de pensamiento y procesamiento emocional
distintos, por lo tanto, es razonable suponer que pueden responder de manera diferente
a las técnicas utilizadas en esta terapia. Y por último las experiencias y expectativas
socioculturales: roles de género y expectativas sociales que afectan la expresión y la
percepción de la ansiedad. Las presiones culturales para que los hombres sean fuertes
y repriman sus emociones y por otro lado, las mujeres pueden sentirse más cómodas
expresando emociones y buscando ayuda, lo que podría afectar en cómo se benecian
de la terapia. Para esta revisión narrativa, se realizó una búsqueda bibliográca en las
principales bases biomédicas como PubMed, PsycInfo, Scopus y ScienceDirect, a n
de examinar la evidencia actual más relevante de los últimos 5 años.
Palabras clave: Ansiedad; terapia racional emotivo-conductual; diferencias
cognitivas; diferencias emocionales; sexo; cultura.
Summary
This study describes the potential dierences in the outcomes of rational emotive
behavioral therapy in both sexes, considering the biological and sociocultural
dierences between them and how this inuences their response to a specic therapeutic
approach. Starting from the biological and hormonal dierences that several studies
describe as the causes of dierences in the response to stress and anxiety between both
sexes due to hormonal disparities, such as estrogen and progesterone levels in women,
which aect emotional regulation. Likewise, the cognitive and emotional dierences
since rational emotive behavioral therapy is largely based on the cognitive approach
and the restructuring of irrational thoughts. Historically, it has been suggested that men
and women may have dierent styles of thinking and emotional processing, therefore,
it is reasonable to assume that they may respond dierently to the techniques used
in this therapy. And nally, the sociocultural experiences and expectations: gender
roles and social expectations that aect the expression and perception of anxiety.
The cultural pressures for men to be strong and repress their emotions and on the
other hand, women may feel more comfortable expressing emotions and seeking
help, which could aect how they benet from therapy. For this narrative review, a
bibliographic search was conducted in major biomedical databases such as PubMed,
PsycInfo, Scopus and ScienceDirect, in order to examine the most relevant current
evidence from the last 5 years.
Keywords: Anxiety; Rational Emotive Behavior Therapy; cognitive dierences;
emotional dierences; gender; culture.
Montes et al., 2024
Terapia racional emotivo-conductual en sintomatología de ansiedad no clínica: diferenciación por sexo
60
revista.psidial@utm.edu.ec
REVISTA PSIDIAL: PSICOLOGÍA Y DIÁLOGO DE SABERES
e-ISSN 2806-5972
DOI: 10.33936/psidial.v1iEspecial.6378
Vol. 3 Edición Especial (58-73)
Introducción
Para contextualizar, el término ansiedad proviene del latín anxietas, que signica
estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo (Real Academia Española,
2014). Dicha denición se solapa con el término angustia, con el cual comparte su
raíz etimológica (Pichot, 1999). Según estudios de revisión (Ansorena et al., 1983;
Cattell, 1983; González, 1993), tal imprecisión terminológica se originó a partir de la
traducción del vocablo alemán angst, incorporado por Freud en 1894.
Para un mejor entendimiento, es necesario diferenciar los términos ansiedad y miedo;
en la literatura podemos encontrar que históricamente, se han utilizado tres criterios
para hacer este contraste. El primero alude a la presencia o ausencia de un estímulo
concreto, caracterizándose al miedo por la presencia de un objeto real amenazante,
y a la ansiedad por la anticipación del peligro en ausencia de este. El segundo
criterio se basa en el predominio sintomático, atribuyéndole al miedo síntomas
motores de lucha o huida, y a la ansiedad, síntomas de paralización y sentimiento de
incapacidad (Ansorena et al., Cobo & Romero, 1983; Cattell, 1983; González, 1993).
El tercer criterio y en donde encontramos parte importante de la diferenciación es la
proporcionalidad entre el estímulo y la respuesta, el miedo sería una reacción adecuada
a la magnitud del peligro, mientras que en la ansiedad resultaría desproporcionada a
este (Kielholz, 1987).
Respecto a las diferencias de sexo que pueden cambiar la respuesta frente a las
esferas emocionales se sugieren en algunas investigaciones la comorbilidad previa,
la predisposición genética, los rasgos de la personalidad, las hormonas sexuales,
la reactividad endocrina frente al estrés, los sistemas de neurotransmisión y los
determinantes neuropsicológicos (Grant & Weissman, 2009).
Las investigaciones existentes también conrman las diferencias de género en materia
de salud mental. Por ejemplo, Smith, D. T., & Mouzon, D. M. (2018). Las mujeres
tienen predominantemente síntomas internalizantes, a menudo debido a depresión y
ansiedad, mientras que los hombres tienden a experimentar síntomas externalizantes
(es decir, violencia o abuso de sustancias) (p. 78). Además, las mujeres buscan apoyo
emocional para afrontar el estrés más que los hombres (Kelly, M. M., & Tyrka, A. R.,
2018, p. 89). En cuanto a las diferencias de género en relación con la salud mental
durante la pandemia de COVID-19, se encontraron pocos informes, ya que el período
es demasiado limitado para acumular evidencia adecuada.
La terapia racional emotivo-conductual (TREC), se dene como un sistema de terapia
que ayuda a las personas a vivir mejor, a través del cual, puede minimizar sus problemas
emocionales y sus conductas desadaptadas, lo que le permite autorrealizarse para
tener una vida más plena y feliz. (Ellis y Bernard, 1990) La losofía descrita por Ellis
(1955) fue publicada inicialmente bajo el nombre de terapia racional (Ellis, 1958), sin
embargo, ha ido evolucionando a través de los años, convirtiéndose posteriormente
en terapia racional emotiva (TRE), hasta nuestros días en que se le conoce con el
nombre de terapia racional emotivo- conductual (TREC). (Ellis y Bernard, 1994).
Así podemos indicar que se enfoca en identicar y cambiar patrones de pensamiento
irracionales que pueden causar emociones negativas y comportamientos disfuncionales.
e-ISSN 2806-5972
https://revistas.utm.edu.ec/index.php/psicologia
61
revista.psidial@utm.edu.ec
REVISTA PSIDIAL: PSICOLOGÍA Y DIÁLOGO DE SABERES
DOI: 10.33936/psidial.v1iEspecial.6378
Vol. 3 Edición Especial (58-73)
La TREC se ha utilizado para tratar una variedad de trastornos de ansiedad, incluyendo
trastornos de ansiedad generalizada, trastornos obsesivo-compulsivos y trastornos de
pánico.
Ruiz et al. (citado en Pabuena, 2019) al referirse a la TREC precisa que, la TREC
agrupa 4 formas de pensamiento irracional: demandas, catastrosmo, baja tolerancia
a la frustración y depreciación. Esto último mencionado es parte del mundo emocional
de los adultos tempranos que se enfrentan a una nueva realidad, así como a nuevos
conictos que demanda la vida adulta; nuestra población en particular vivencia varios
cambios que pueden hacerles propensos a desarrollar signos y síntomas de ansiedad
que pueden llegar a ser grandes obstáculos a la hora de enfrentar la vida diaria y la
construcción de su futuro, es por esto que realizar una investigación de los tratamientos
ecaces en ambos sexos considerando sus diferencias biológicas, psicobiológicas,
sociales y personales se vuelve una necesidad imperiosa. En ese sentido, los objetivos
de esta investigación buscan dimensionar a través de evidencia empírica disponible,
el comportamiento y distribución diferencial de los trastornos ansiosos entre hombres
y mujeres. Así como determinar el grado y dirección de asociación del sexo biológico
con dominios especícos de ansiedad y respuesta terapéutica para el manejo de los
síntomas.
Marco referencial
Ansiedad
Para contextualizar, el término ansiedad proviene del latín anxietas, que signica
estado de agitación, inquietud o zozobra del ánimo (Real Academia Española,
2014). Dicha denición se solapa con el término angustia, con el cual comparte su
raíz etimológica (Pichot, 1999). Según estudios de revisión (Ansorena et al., 1983;
Cattell, 1983; González, 1993), tal imprecisión terminológica se originó a partir de la
traducción del vocablo alemán angst, incorporado por Freud en 1894.
Para un mejor entendimiento, y para realizar el correcto contraste de la ansiedad y
otras experiencias emocionales, es necesario diferenciar los términos de ansiedad y
estrés. El término estrés deriva del griego stringere que signica “provocar tensión”;
aunque este término tiene una gran difusión y aplicación en medicina y psicología,
parece no existir un acuerdo sobre su signicado.
Según (Sierra et al., 2003), puede conceptualizarse desde tres perspectivas, la
perspectiva siológica que consideró al estrés como una respuesta no especíca del
organismo ante las demandas del entorno, una reacción a un estímulo que altera su
equilibrio siológico y un proceso adaptativo imprescindible para la supervivencia
(Selye, 1980). La perspectiva centrada en la situación estimular, planteó al estrés
como un estímulo externo aversivo capaz de superar las capacidades de afrontamiento
del individuo.
La perspectiva transaccional considera al estrés como el producto de una relación
dinámica y bidireccional entre el sujeto y el entorno, en constante interacción
(Folkman, 1984). Siguiendo esta perspectiva teórica, Lazarus (1981) precisó que
la evaluación que realizaba el sujeto a los acontecimientos estresantes como de sus
propios recursos de afrontamiento determinaba la naturaleza del estrés.
Montes et al., 2024
Terapia racional emotivo-conductual en sintomatología de ansiedad no clínica: diferenciación por sexo
62
revista.psidial@utm.edu.ec
REVISTA PSIDIAL: PSICOLOGÍA Y DIÁLOGO DE SABERES
e-ISSN 2806-5972
DOI: 10.33936/psidial.v1iEspecial.6378
Vol. 3 Edición Especial (58-73)
Destacando lo mencionado, pude apreciarse así el solapamiento existente entre los
términos estrés y ansiedad.
Sierra, J., et al. (2003). La perspectiva teórica que mejor logra diferenciarlas para
Sierra et al. (2003) es la siológica, al denir al estrés como el resultado de la
incapacidad del individuo frente a las demandas del entorno, y a la ansiedad como la
reacción emocional frente a una amenaza maniesta a nivel cognitivo. Otros autores
que usaron esta perspectiva en sus estudios tenemos a James (1884, 1890) que puso
especial interés por el sistema nervioso autónomo y somático, y formuló la teoría
periférica de la emoción. Consideró que la emoción era una consecuencia más que un
antecedente de los cambios corporales. La percepción de un estímulo biológicamente
signicativo genera cambios corporales siológicos y motores a los que denominó
reacción emocional, y la percepción de esta produciría la experiencia emocional.
Ordenó causalmente los distintos componentes de la emoción: situación, reacción
emocional y experiencia afectiva (Cano Vindel, 1995). Planteó que cada emoción
poseía un patrón visceral y motor diferencial -especicidad siológica- y que cada
persona poseía características propias de expresión emocional, así como una gama
distinta de objetos que la producen -especicidad individual-.
Ansiedad desde diferentes perspectivas y enfoques
Desde el enfoque psicodinámico el estudio de la ansiedad giró en relación con el
análisis de la actividad intrapsíquica a partir del método introspectivo. Freud (1894)
le otorgó un lugar central en el desarrollo de la teoría psicoanalítica postulando las
conocidas tres teorías de la ansiedad. Partió de un modelo económico, que entendía
la ansiedad como un proceso físico de excitación acumulada que busca su vía de
descarga por medio de la vía somática, sin determinación psíquica y posteriormente
en 1917 postuló que la acumulación de excitación se realiza por acción de la represión
ante un impulso inaceptable que intentaba adquirir representación consciente.
El enfoque experimental motivacional se abocó a la conducta observable y sus
relaciones con el entorno por medio de procesos de aprendizaje (Watson, 1976). Este
enfoque utilizó el método experimental para explicar, predecir y modicar el amplio
repertorio de conductas que posee el hombre (Chertok, 1995). En sus orígenes, el
conductismo radical no negó la existencia de hechos internos como las emociones y
sentimientos, pero rechazó que estos poseyeran causalidad en la conducta.
Para Watson (1919), la emoción era un patrón de reacción hereditario, de cambios
siológicos del sistema visceral y glandular. En su teoría sobre emoción y ansiedad
los pensamientos, ideas, expectativas, afectos y emociones eran considerados
conductas privadas, cuyo acceso indirecto se realizaba por la verbalización de quien
las experimentaba o por el efecto que tenían sobre la conducta que podía observarse,
lo que se conguró como uno de los aportes más signicativos en la delimitación y
operacionalización del constructo ansiedad, que fue entendida como una respuesta
emocional transitoria evaluable en función de sus antecedentes (estímulo),
consecuencias (respuesta), y de su frecuencia y duración (Flores Bringas & Huamán
Díaz, 2023).
e-ISSN 2806-5972
https://revistas.utm.edu.ec/index.php/psicologia
63
revista.psidial@utm.edu.ec
REVISTA PSIDIAL: PSICOLOGÍA Y DIÁLOGO DE SABERES
DOI: 10.33936/psidial.v1iEspecial.6378
Vol. 3 Edición Especial (58-73)
Continuando con los enfoques que han intentado describir la ansiedad tenemos el
psicométrica factorial que se le atribuye a Cattell (1958), donde se intentó aislar y medir
el constructo ansiedad, valiéndose de diversas medidas psicológicas y de la técnica
de análisis factorial. Cattell (1983) identicó y simplicó las múltiples relaciones
entre variables consideradas teórica y experimentalmente como componentes de la
ansiedad. Sus hallazgos permitieron cuestionar la validez factorial del constructo
ansiedad tal como se había pensado hasta entonces.
Este autor manifestó que los estudios sobre ansiedad se habían centrado en el estudio de
la ansiedad como una respuesta inmediata transitoria y uctuante, que correlacionaba
positivamente con ciertos síntomas siológicos como aceleración del ritmo cardíaco,
tensión muscular, temblor, entre otros; mientras que las suyas habían puesto el foco
en las diferencias individuales de las personas, entendiendo la ansiedad como una
característica más o menos estable de la personalidad.
En sus estudios estableció dos factores diferenciables en la ansiedad que parecían
tener un grado de independencia: ansiedad rasgo y ansiedad estado (Cattell & Scheier,
1961). La primera aludía a una tendencia relativamente estable de la personalidad a
responder de forma ansiosa; la segunda a un estado emocional transitorio y variable
en cuanto a intensidad y duración (Cattell, 1983). Estos rasgos psicométricos son
particularmente parte esencial de este estudio.
Respecto al enfoque cognitivo se estudió la relación entre ansiedad y cognición
dos sentidos opuestos. Por un lado, se estudió cómo las variables cognitivas podían
favorecer o mantener una reacción de ansiedad; y por otro, cómo los estados de
ansiedad modicaban distintas variables cognitivas e incluso interferían en la conducta
del sujeto (Cano Vindel, 1989).
Bandura (1974, 1977, 1982) fue quien dio pie a la orientación cognitiva dentro del
enfoque conductual, postulando a través de la teoría del aprendizaje social, que
las acciones estaban reguladas por las expectativas del sujeto. Distinguió entre
expectativas de autoecacia y expectativas de resultado. Las primeras se referían a
las creencias sobre la capacidad del individuo para llevar a cabo conductas de forma
exitosa, y las segundas, a las estimaciones sobre el resultado que a su vez generaban
otras conductas. Estos postulados son hoy en día base importante de varios de los
modelos psicoterapéuticos más importantes.
A partir de la información resultante, se realizaba una nueva evaluación - reevaluación-
del entorno y del individuo, la cual podía eliminar o aumentar la valoración
previa; es decir las expectativas sobre su propia capacidad de realizar una acción/
conducta. Entendió la ansiedad como un estado subjetivo producto de la evaluación
y reevaluación de estímulos internos y externos, cuyo resultado determinaba el tipo,
intensidad y persistencia de la experiencia emocional. Cabe destacar que, a lo largo
de esta investigación por el modelo psicoterapéutico escogido, pondremos esencial
énfasis en estas premisas.
Montes et al., 2024
Terapia racional emotivo-conductual en sintomatología de ansiedad no clínica: diferenciación por sexo
64
revista.psidial@utm.edu.ec
REVISTA PSIDIAL: PSICOLOGÍA Y DIÁLOGO DE SABERES
e-ISSN 2806-5972
DOI: 10.33936/psidial.v1iEspecial.6378
Vol. 3 Edición Especial (58-73)
Sexo biológico y ansiedad
El sexo biológico se reere a las características biológicas que denen a hombres
y mujeres, principalmente relacionadas con genes, hormonas y anatomía (Johnson,
2021). Especícamente, el sexo biológico está determinado por la presencia de
cromosomas sexuales XX (mujer) o XY (hombre), las gónadas sexuales (ovarios o
testículos), los genitales internos y externos, los niveles hormonales, y características
físicas secundarias que emergen durante la pubertad” (Johnson, 2021, p. 5). Se estima
que, a nivel mundial, las mujeres tienen el doble de probabilidades que los hombres de
tener un trastorno de ansiedad (McLean, 2009). Las estimaciones de prevalencia para
los trastornos de ansiedad varían de un país a otro, con una prevalencia de 12 meses
que oscila entre el 2 y el 4% en Italia y el 29,8% en México (McLean, 2009). Factores
asociados a los trastornos, como ser mujer, la edad, menores recursos económicos,
estar separado o viudo, consumo de alcohol, eventos estresantes en la infancia,
comorbilidades médicas y antecedentes de enfermedad mental en los padres, han sido
identicados (Gómez et al., 2016) (Zhuo, 2016). La ansiedad a menudo se asocia con
la automedicación y el consumo excesivo de alcohol, así como de sustancias adictivas
(Gómez et al., 2016) (Zhuo, 2016).
Según varias investigaciones las mujeres en edad reproductiva son más vulnerables
a desarrollar trastornos de ansiedad que los hombres, aproximadamente entre 2 a 3
veces más. De hecho, el 17,5% de las mujeres frente al 9,5% de los hombres habían
sufrido algún trastorno de ansiedad a lo largo de su vida; mientras que el 8,7% de las
mujeres frente al 3,8% de los hombres habían padecido un trastorno de ansiedad en el
último año (Alonso et al., 2004; Carrasco-Galán y Espinar-Fellmann, 2008).
Debemos tener en cuenta que el sexo biológico no sólo puede inuir en la prevalencia
de los trastornos mentales, sino también en las manifestaciones y expresión de los
síntomas, la voluntad que se genere para solicitar asistencia médica o psicológica,
el curso de la enfermedad e incluso la respuesta que pueda tener el individuo al
tratamiento (Phillips y First, 2009; Wisner y Dolan-Sewell, 2009).
La Organización Mundial de la salud logró establecer que no se estaba poniendo
atención a los determinantes especícos de cada sexo en los mecanismos que
promueven y protegen la salud mental y fomentan la resistencia al estrés y a la
adversidad (OMS, 2000). Así dos objetivos principales que se propuso esta entidad,
fue empezar a recoger datos de la prevalencia y las causas de los problemas de
salud mental en las mujeres, así como de los factores mediadores y protectores, para
formular y poner en funcionamiento medidas de salud que atiendan las necesidades
y preocupaciones concretas de las mujeres desde la infancia hasta la vejez (OMS,
2001).
En base a estudios biológicos a lo largo de la historia se han podido identicar una
serie de factores que pueden dar explicación al predominio del sexo femenino en los
trastornos de ansiedad, así como las diferencias que existen entre los sexos en otros
trastornos psiquiátricos comunes.
e-ISSN 2806-5972
https://revistas.utm.edu.ec/index.php/psicologia
65
revista.psidial@utm.edu.ec
REVISTA PSIDIAL: PSICOLOGÍA Y DIÁLOGO DE SABERES
DOI: 10.33936/psidial.v1iEspecial.6378
Vol. 3 Edición Especial (58-73)
Un grupo de estos factores serían los psicosociales y socioculturales que incluyen
diferencias en el tipo de afrontamiento de la persona, rol sexual, pobreza, nivel
educativo, estado civil, nivel de ingresos, apoyo social, aislamiento social,
adversidades durante la infancia, cambios sociales, normas culturales y vulnerabilidad
a la exposición y reactividad ante acontecimientos vitales estresantes.
Otros factores que pueden sugerir diferencias de sexo y en relación a la esfera
emocional es la comorbilidad previa, la predisposición genética, los rasgos de
la personalidad, las hormonas sexuales, la reactividad endocrina frente al estrés,
los sistemas de neurotransmisión y los determinantes neuropsicológicos (Grant
y Weissman, 2009). Aun así, entre los entendidos se considera que los factores
psicosociales y socioculturales no pueden explicar todas las diferencias observadas
entre ambos sexos, y dada la coherencia de los hallazgos en los distintos grupos
culturales, la conclusión es que las diferencias de género en las tasas de los trastornos
psiquiátricos son en gran parte psicobiológicas.
Según Dalla y Shors, (2009) aquí radica la importancia de evaluar cuales de los
factores explicativos de las diferencias entre los sexos son de naturaleza biológica
y cuáles de naturaleza social, nos permitirá conocer cuáles son inmutables y cuales
no lo son. A pesar de la escasez de estudios, cada vez existen más pruebas sólidas
de que existen diferencias entre ambos sexos respecto a la anatomía cerebral, la
neuroquímica y los patrones de activación y respuesta a los estímulos ambientales, así
como diferencias respecto a la siología y siopatología de otros sistemas corporales,
diferencias que pueden inuir en la etiología y el curso de los trastornos psiquiátricos
(Altemus, 2009).
Los trastornos del estado de ánimo, como la depresión unipolar, el trastorno de
ansiedad generalizada, los trastornos de ansiedad social y el trastorno de estrés
postraumático (TEPT), se diagnostican con mayor frecuencia en mujeres que en
hombres. Los síntomas y deciencias asociados con estos trastornos también varían
según el sexo. Varios estudios indican que los hombres que sufren de trastorno
depresivo mayor (TDM) ven afectada su capacidad para trabajar o estudiar, incluyendo
el funcionamiento social y cognitivo, mientras que las mujeres informan un mayor
deterioro social (Kornstein et al., 2000). Los hombres suelen presentar más síntomas
de ira y adicción en respuesta al TDM, junto con baja autoestima, disgusto por sí
mismos y efectos cognitivos.
Las mujeres suelen presentar síntomas que incluyen anhedonia, alteraciones en el sueño
y la conducta alimentaria, tristeza, llanto, somatización, hostilidad, sentimientos de
inutilidad y una mayor incidencia de ansiedad comórbida. Los subtipos de depresión
dieren según el sexo.
Las investigaciones existentes también conrman las diferencias de género en materia
de salud mental. Por ejemplo, las mujeres tienen predominantemente síntomas
internalizantes, a menudo debido a depresión y ansiedad, mientras que los hombres
tienden a experimentar síntomas externalizantes (es decir, violencia o abuso de
sustancias) (Smith DT, Mouzon DM). Además, las mujeres buscan apoyo emocional
para afrontar el estrés más que los hombres (Kelly MM, Tyrka AR).
Montes et al., 2024
Terapia racional emotivo-conductual en sintomatología de ansiedad no clínica: diferenciación por sexo
66
revista.psidial@utm.edu.ec
REVISTA PSIDIAL: PSICOLOGÍA Y DIÁLOGO DE SABERES
e-ISSN 2806-5972
DOI: 10.33936/psidial.v1iEspecial.6378
Vol. 3 Edición Especial (58-73)
En cuanto a las diferencias de género en relación con la salud mental durante la
pandemia de COVID-19, solo se encontraron unos pocos informes ya que el período
es demasiado limitado para acumular evidencia adecuada.
Así también varios aspectos de la estructura cerebral se ven afectados simultáneamente
por las diferencias nutricionales y sexuales. La reactividad al estrés y las respuestas
de miedo están impulsadas por la amígdala, el eje hipotalámico-pituitario-suprarrenal
(HPA) y el hipocampo. La interacción entre el entorno nutricional y los factores
estresantes también puede impulsar interacciones potenciales y generar un circuito de
retroalimentación positiva de patrones de comportamiento alterados. El hipocampo es
un componente clave del sistema límbico, el cual recibe la información, y constituye
una de las diferencias más importantes en la respuesta ante los estímulos del día a día
del sujeto.
Una de las deniciones de ansiedad se describiría como la experiencia de emociones
o afectos negativos al pensar o realizar tareas (Ashcraft & Moore, 2009; Hembree,
1990). Fundamentalmente, la ansiedad genera un rechazo al temor con el que está
relacionada, con la evitación de estímulos relacionados en su vida cotidiana (Hembree,
1990), así como con una menor motivación y conanza en uno mismo en los aspectos
involucrados (Ashcraft, 2022). Dados estos efectos perjudiciales de la ansiedad y el
impacto potencial que esto tiene en las acciones diarias, una pregunta importante es
por qué las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de tener ansiedad.
Genética, estudios in vitro y sexo
Las células inmunes del cerebro que más se han estudiado son la microglía. Las
microglías son macrófagos cerebrales y tienen una gran movilidad en su estado
inactivo/ramicado cuando escanean el cerebro en busca de patógenos. La microglía
pasa de un estado preparado/activado a un estado reactivo/ameboidea para matar y
fagocitar cualquier cosa que se reconozca como peligrosa o no propia (Mor et al.,
2012). La microglía tiene la capacidad de liberar citosinas pro o antiinamatorias
junto con especies reactivas de oxígeno cuando se activan.
Los datos de estudios post mortem en humanos sobre la relación entre la activación
de la microglía y los trastornos del estado de ánimo son limitados, en parte, porque
existe una relación más fuerte entre la activación de la microglía y el suicidio,
independientemente del tipo de trastorno psiquiátrico. Estudios que examinaron
tejido de pacientes con esquizofrenia, trastornos afectivos o sin antecedentes de
un trastorno psiquiátrico que se suicidaron informaron una mayor activación de la
microglía (Hawton & Van Heeringen, 2009). La mayoría de los suicidios exitosos
fueron cometidos por hombres, por lo que cualquier estudio que no controle el sexo
del sujeto y/o el tipo de síntoma, diagnostico, o forma de relacionarse con la esfera
afectiva tendrá un sesgo masculino, lo que puede nublar aún más la relación entre la
ansiedad y la activación de la microglía si existen diferencias de sexo.
e-ISSN 2806-5972
https://revistas.utm.edu.ec/index.php/psicologia
67
revista.psidial@utm.edu.ec
REVISTA PSIDIAL: PSICOLOGÍA Y DIÁLOGO DE SABERES
DOI: 10.33936/psidial.v1iEspecial.6378
Vol. 3 Edición Especial (58-73)
Un estudio reciente examinó las diferencias a gran escala en la expresión genética
en múltiples enfermedades mentales y demostró que los módulos transcripcionales
asociados con la diferenciación de astrocitos y microglia estaban regulados
positivamente en el tejido cortical de pacientes con trastorno bipolar, autismo y
esquizofrenia, pero no estaban regulados signicativamente en pacientes con TDM
(Nelson & Lenz, 2018). Sin embargo, el mismo estudio mostró una regulación
positiva especíca del TDM de genes asociados con las interacciones entre citocinas
y la actividad hormonal, lo que sugiere que existen diferentes patrones de regulación,
pero tal vez no de activación de la microglía.
Los estudios en animales indican que existen diferencias de sexo en la microglía,
particularmente durante el desarrollo (Nelson & Lenz, 2018). El micro bioma inuye
en el desarrollo de la microglía, especícamente en el sexo, en el útero. En el período
embrionario, los descendientes masculinos de madres libres de gérmenes tenían
perles de transcriptoma de microglia alterados con más de 1000 genes que diferían
de los descendientes masculinos de madres con microbiota estándar, mientras que
solo 20 genes estaban regulados diferencialmente en las hembras.
Los efectos se revirtieron en la edad adulta: las mujeres nacidas de madres libres
de gérmenes tenían 500 genes expresados de manera diferente en su microglía,
mientras que sólo 26 genes diferían en los hombres. Esto contrasta con lo que se
encuentra en el cerebro prenatal de los roedores, en el que los machos tienen más
microglía preparada. La exposición al estrés agudo o crónico aumentó la proporción
de microglia ramicada; En mujeres, pero no en los hombres, lo que signica que
el estado de activación femenino cambió a un perl antiinamatorio después de la
exposición al estrés.
Incluso cuando la microglía en las mujeres se activaba en el mismo grado que en los
hombres, sus efectos sobre el comportamiento relacionado con el estado de ánimo no
eran los mismos (Nemeth CL & Reddy R, 2014). Las ratas macho y hembra expuestas
a un accidente cerebrovascular microembólico tuvieron diferentes respuestas
relacionadas con la ansiedad después de la recuperación. En los hombres, hubo
cierta evidencia de que la activación de la microglía impulsa la ansiedad inducida
por el estrés a través del reclutamiento de monocitos que expresan IL-1β (McKim
DB & Weber MD, 2014). Estudios recientes también han demostrado un papel en el
aumento de la actividad fagocítica y la proliferación de microglía en ratones macho
expuestos al estrés por derrota social. Se necesitarán más investigaciones futuras para
determinar si estos efectos sobre la microglía son especícos del sexo.
Diferencias de sexo: respuesta a los tratamientos
Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) son la primera línea
de tratamiento tanto para la depresión unipolar como para los trastornos de ansiedad,
aunque son ansiogénicos al inicio del tratamiento (para una revisión, ver ref. 233).
La remisión ocurre en el 40% de la población después del tratamiento inicial y en
aquellos que reciben tratamientos sucesivos la tasa acumulada de remisión es 67%
(Rush, et al., 2006).
Montes et al., 2024
Terapia racional emotivo-conductual en sintomatología de ansiedad no clínica: diferenciación por sexo
68
revista.psidial@utm.edu.ec
REVISTA PSIDIAL: PSICOLOGÍA Y DIÁLOGO DE SABERES
e-ISSN 2806-5972
DOI: 10.33936/psidial.v1iEspecial.6378
Vol. 3 Edición Especial (58-73)
Las mujeres en edad reproductiva con depresión y ansiedad tienen una mayor tasa de
remisión cuando se tratan con ISRS, como la sertralina, mientras que los hombres y las
mujeres posmenopáusicas responden mejor a los antidepresivos tricíclicos, incluida
la imipramina. También hay pruebas de que los inhibidores de la monoaminooxidasa
son el tratamiento más ecaz para la depresión atípica, que es más común en mujeres
que en hombres (Quitkin, Stewart, & McGrath, 2014). Es por ello que es importante
realizar estudios con perspectiva de sexo, dándole mejores resultados a los pacientes
y que perduren a largo plazo. Las terapias con un enfoque general de sexo, sin tomar
en cuenta factores psiquiátricos, biológicos y sociológicos conducirán al fracaso de
la terapia psicológica. La mejor manera de tratar al paciente es catalogándolo con
etiquetas especícas y con ayuda de los estudios previos se lograría los resultados
deseados en psicoterapia.
Terapia racional emotivo conductual
La Terapia Racional Emotiva en sus siglas (REBT) es una de las formas de psicoterapia
que más relevancia e importancia han tenido dentro del campo de la psicología, cuyo
objetivo no es eliminar las emociones, sino que estas sean más apropiadas, positivas
y realistas. Razón por la cual existen múltiples estudios que buscan establecer su
ecacia en el tratamiento de distintos trastornos como; en la depresión, ansiedad,
TDAH, entre otros.
La Terapia Racional- Emotivo Conductual (Ellis, 1993) maniesta que las personas
sufren alteraciones a nivel psicológico debido a las interpretaciones irracionales no
conrmadas de su realidad y que suelen ser absolutistas, punitivas, desesperanzadoras
y auto derrotistas. Dicha irracionalidad se basa en la escasa variedad, multiplicidad,
diferenciación, alternativismo y elección presente en las evaluaciones de los eventos
incomodos de su vida (Ellis, 1994, 1995, 2001, 2002; Dryden, 2009).
El TREC persigue como objetivo principal que la persona tome conciencia del
problema emocional y vea su parte de responsabilidad en la creación y mantenimiento
del mismo como resultado de su propio sistema de creencias. Es decir, como sus
pensamientos pueden gestionar esa forma especíca de reaccionar ante ello, y a su
vez generar otro esquema completo de esa experiencia emocional.
Remarca el hecho de que son las creencias irracionales las que generan la mayor
parte de los problemas emocionales y conductuales, y que el cambio consistirá en
la creación y desarrollo de nuevas creencias racionales efectivas. Y para que estas
sean efectivas y productivas para el ser deben estar cargadas de una dosis de realidad
y positivismo, con esto no nos referimos a un positivismo excesivamente alejado
de la realidad sino expuesto a través del reconocimiento del entorno y los recursos
positivos del individuo para enfrentar una situación.
El objetivo de esta terapia es: enseñar y mostrar al sujeto las consecuencias de sus
actos; las causas de sus emociones y el aprendizaje de una forma diferente de pensar y
por lo tanto de manejar sus emociones y actos, implica encontrar una forma de pensar
más adecuada, razonable ante situaciones de la vida cotidiana.
e-ISSN 2806-5972
https://revistas.utm.edu.ec/index.php/psicologia
69
revista.psidial@utm.edu.ec
REVISTA PSIDIAL: PSICOLOGÍA Y DIÁLOGO DE SABERES
DOI: 10.33936/psidial.v1iEspecial.6378
Vol. 3 Edición Especial (58-73)
La terapia Racional Emotiva enseña a modicar, a evaluar el entorno de tal manera
que permite al ser humano permanecer con un poco más de calma y satisfacción.
(Ibañez, E., Onofre, G. y Vargas, J. 2012).
El modelo terapéutico denominado ABC se puede considerar, dentro de la TREC,
como un marco de referencia muy amplio en donde se pueden conceptualizar los
problemas psicológicos de los pacientes. El modelo ABC de la conducta fue descrito
por Ellis en el año 1962. En este modelo se expone que hay: A. Acontecimiento
activador o Adversidad: Situación o hecho ante los cuales nos hemos perturbado. B.
Creencias: Los pensamientos que hemos tenido sobre dichos acontecimientos y que
son reejo de creencias o losofías profundas de vida. C. Consecuencias emocionales
y conductuales: Cómo nos hemos sentido y comportado como consecuencia de
nuestras creencias sobre dicho acontecimiento, ósea el resultado de la interpretación
que el individuo hace de A.
Metodología (Materiales y métodos)
La metodología de esta investigación consiste de un enfoque cualitativo ya que se
plantea como un objetivo fundamental describir las diferencias en base al sexo de
los mecanismos de respuesta biológicos, cognitivos y emocionales de la ansiedad.
Tiene un alcance descriptivo, ya que se presenta información relevante en relación a
la prevalencia, factores de riesgo, manifestaciones clínicas y opciones de tratamiento
para los trastornos de ansiedad, estableciendo comparaciones entre hombres y mujeres.
Para la presente revisión bibliográca se realizó una búsqueda en las principales
bases de datos biomédicas como PubMed, PsycINFO, Scopus y ScienceDirect
con el n de identicar estudios relevantes publicados de los últimos 5 años en un
porcentaje considerable a fecha. Se utilizaron términos relacionados con “ansiedad”,
“diferencias de sexo”, “factores de riesgo”, “terapia cognitivo conductual” y “terapia
racional emotivo conductual”. También se llevó a cabo una búsqueda manual de la
bibliografía de los estudios seleccionados.
Los criterios de elegibilidad fueron: 1) estudios en humanos, 2) publicados en inglés
o español, 3) que reportaran datos cuantitativos sobre prevalencia, factores de riesgo,
sintomatología, respuesta al tratamiento, o resultados de terapias psicológicas para los
trastornos de ansiedad, y 4) que presentaran comparaciones por sexo. Se excluyeron
revisiones narrativas, reportes de caso, comunicaciones a congresos y estudios
preclínicos o con animales.
Asimismo, el estudio busca establecer el grado de asociación existente entre el sexo
biológico y diferentes aspectos de los trastornos de ansiedad, como la presentación
sintomatológica, respuesta al tratamiento farmacológico y ecacia de la terapia
cognitivo-conductual. Por lo tanto, esta revisión tiene un corte transversal al reunir
y sintetizar hallazgos de diversos estudios previos publicados en torno al tema base
y presenta un alcance correlacional, en el sentido que la variable principal es el sexo
biológico y se explora su relación con múltiples aristas relevantes en los trastornos
de ansiedad.
Montes et al., 2024
Terapia racional emotivo-conductual en sintomatología de ansiedad no clínica: diferenciación por sexo
70
revista.psidial@utm.edu.ec
REVISTA PSIDIAL: PSICOLOGÍA Y DIÁLOGO DE SABERES
e-ISSN 2806-5972
DOI: 10.33936/psidial.v1iEspecial.6378
Vol. 3 Edición Especial (58-73)
Análisis
Los resultados de esta revisión sugieren que existen diferencias relevantes entre
hombres y mujeres tanto en la prevalencia como en los síntomas y expresión de la
ansiedad. Varios factores biológicos y psicosociales podrían explicar estas diferencias.
En cuanto a los factores biológicos, las hormonas sexuales como los estrógenos y
la progesterona tienen un efecto en la regulación emocional y respuesta al estrés
de las mujeres, lo que inuye en la manifestación de la ansiedad. También existen
distinciones en la estructura y funciones cerebrales entre ambos sexos, especialmente
en áreas claves para las emociones como la amígdala e hipocampo.
Respecto a los factores psicosociales y culturales, los roles de género determinan
que los hombres tienen mayor dicultad para expresar sus emociones y buscar ayuda
por ansiedad. Las normas sociales también pueden provocar que la ansiedad tenga
distintas formas de manifestarse en cada sexo. En cuanto al tratamiento con terapia
racional emotivo conductual, los estudios disponibles al momento muestran que
puede ser efectiva tanto en hombres como mujeres. Sin embargo, muy pocos estudios
evalúan diferencias en la respuesta al tratamiento entre sexos. Según la evidencia
actual, no hay conclusiones denitivas sobre si la terapia racional emotivo conductual
(TREC) funciona mejor en hombres o mujeres. Se necesitan más estudios al respecto.
Por ejemplo; un metanálisis publicado en 2017 que examinó la ecacia de la terapia
racional emotivo conductual (TREC) en función del sexo encontró que esta terapia era
más efectiva para disminuir la ansiedad en mujeres que en hombres. Especícamente,
en este metanálisis las mujeres mostraban una mayor reducción de los síntomas de
ansiedad luego del tratamiento con TREC en comparación a los hombres. Los autores
sugieren que se necesitan más estudios para entender los mecanismos subyacentes
a esta disparidad de género en la respuesta a la TREC para la ansiedad (González-
Fernández et al., 2017).
Sin embargo, un estudio reciente de Scott, Sanderson y Saklofske (2021) no halló
diferencias signicativas en la efectividad de la TREC entre hombres y mujeres para
reducir síntomas depresivos y ansiosos. Este ensayo controlado aleatorio encontró
una mejoría similar en ambos sexos luego del tratamiento con TREC (Scott et al.,
2021). No obstante, algunos estudios cualitativos previos sí sugieren que pueden
existir ciertos obstáculos en los hombres para beneciarse completamente de la
TREC, como una mayor dicultad para expresar emociones abiertamente debido a
estereotipos de género tradicionales (Sanderson & Scott, 2020).
Conclusiones
En conclusión, esta revisión narrativa destaca la existencia de diferencias de sexo
biológico tanto en la prevalencia como en la expresión sintomática, respuesta
farmacológica y resultados de tratamientos psicoterapéuticos en los trastornos de
ansiedad. Los factores psicobiológicos junto con las inuencias socioculturales
podrían explicar en parte estas disparidades entre hombres y mujeres.
e-ISSN 2806-5972
https://revistas.utm.edu.ec/index.php/psicologia
71
revista.psidial@utm.edu.ec
REVISTA PSIDIAL: PSICOLOGÍA Y DIÁLOGO DE SABERES
DOI: 10.33936/psidial.v1iEspecial.6378
Vol. 3 Edición Especial (58-73)
Así se evidencia la necesidad de más estudios con enfoque de género y mayor
representación y descripción de las esferas de sexo masculino y femenino que
exploren los mecanismos subyacentes y permitan optimizar los abordajes terapéuticos
considerando estas variaciones por sexo.
Son estas diferencias en los sexos las que dan inicio al planteamiento de este tema, en
donde la ecacia del tratamiento de corte cognitivo-conductual sería de gran aporte
y utilidad para los tratamientos de salud mental. Los hallazgos analizados brindan
implicaciones relevantes para una praxis clínica sensible al género en el manejo
personalizado de los trastornos de ansiedad.
Conicto de intereses
Los autores declaran no tener conictos de interés en la presente publicación en
ninguna de sus fases.
Referencias Bibliográcas
Altemus, M., Sarvaiya, N., & Neill Epperson, C. (2018). Sex dierences in anxiety
and depression: Clinical perspectives. Frontiers in Neuroendocrinology,
35, 320–330. https://doi.org/10.1016/j.yfrne.2014.05.004
Arenas, M. C., & Puigcerver, A. (2009). Diferencias entre hombres y mujeres en los
trastornos de ansiedad: una aproximación psicobiológica. Escritos de
psicologia, 3(1), 20–29.https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_
arttext&pid=S1989-38092009000300003
Bernad, B. M., & Adán, J. C. M. (2023). Algunas diferencias biológicas y psicosociales
en la salud de mujeres y hombres. Encuentros multidisciplinares, 25(74),
16. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=9067520
Bertolote, J. M., Fleischmann, A., De Leo, D., & Wasserman, D. (2004). Psychiatric
diagnoses and suicide: Revisiting the evidence. Crisis, 25(4), 147–155.
https://doi.org/10.1027/0227-5910.25.4.147
Ccasa, J. P., Echenique, N. S., & Zarate, P. (2017). Revisión Bibliográca de la Efectividad
de la Terapia Racional Emotiva Conductual (REBT) Literature Review of
the Eectiveness of Therapy Rational Emotive Behavior (REBT). https://
revistas.upeu.edu.pe/index.php/r_psicologia/article/view/934
Flores Bringas, J. S., & Huamán Díaz, C. Y. (2023). Estrés laboral y ansiedad en
colaboradores de la municipalidad del Distrito de Baños del Inca, Cajamarca
2022. Universidad Autónoma de Ica. https://repositorio.autonomadeica.
edu.pe/handle/20.500.14441/2181
González-Fernández, S., Pérez-Álvarez, M., & Fernández-Rodríguez, C. (2017). Sex
dierences in the ecacy of cognitive-behavioral therapy for anxiety: A
systematic review and meta-analysis. Journal of Anxiety Disorders, 50, 43-
58. doi: https://doi.org/10.1016/j.janxdis.2017.06.007.
Montes et al., 2024
Terapia racional emotivo-conductual en sintomatología de ansiedad no clínica: diferenciación por sexo
72
revista.psidial@utm.edu.ec
REVISTA PSIDIAL: PSICOLOGÍA Y DIÁLOGO DE SABERES
e-ISSN 2806-5972
DOI: 10.33936/psidial.v1iEspecial.6378
Vol. 3 Edición Especial (58-73)
Ibáñez Reyes, E. J., Onofre Pérez, G., & Vargas Flores, J. D. J. (2012). Terapia
racional emotiva: una revisión actualizada de la investigación. Revista
electrónica de psicología Iztacala, 15(4). https://www.revistas.unam.mx/
index.php/repi/article/view/34790
Johnson, A. M. (2021). Sex versus gender: Understanding the biological, social, and
psychological dierences. Journal of Gender Studies, 15(2), 1-10. https://
doi.org/10.1080/09589236.2019.1670292
Kessler, R. C., Petukhova, M., Sampson, N. A., Zaslavsky, A. M., & Wittchen, H. U.
(2012). Twelve-month and lifetime prevalence and lifetime morbid risk of
anxiety and mood disorders in the United States. International Journal of
Methods in Psychiatric Research, 21(3), 169–184. https://doi.org/10.1002/
mpr.1359
Lenz, K. M., & Nelson, L. H. (2018). Microglia and beyond: innate immune cells as
regulators of brain development and behavioral function. Frontiers in
immunology, 9(13), 698. https://doi.org/10.3389/mmu.2018.00698
Kuaik, I. D., & De la Iglesia, G. (2019). Ansiedad: revisión y delimitación
conceptual. Summa Psicológica UST, 16(1), 42-50. https://doi.
org/10.18774/0719-448x.2019.16.1.393
Lega, L., Sorribes, M. C. F., & Calvo, M. (2017). Terapia Racional Emotiva
Conductual. Ediciones Paidós.
Passolunghi, M. C., Caviola, S., De Agostini, R., Perin, C., & Mammarella, I. C.
(2016). Mathematics Anxiety, Working Memory, and Mathematics
Performance in Secondary-School Children. Frontiers in psychology, 7(42).
https://doi.org/10.3389/fpsyg.2016.00042
Nassar Cahuas, T. (2022). Terapia Racional Emotiva Online en un caso de ansiedad
de un centro de psicoterapia especializado. https://repositorio.upch.edu.pe/
handle/20.500.12866/11785
Nemeth, C. L., Reddy, R., Bekhbat, M., Bailey, J., & Neigh, G. N. (2014). Microglial
activation occurs in the absence of anxiety-like behavior following
microembolic stroke in female, but not male, rats. Journal of
neuroinammation, 11, 174. https://doi.org/10.1186/s12974-014-0174-7
Pierce, M., Hope, H., Ford, T., Hatch, S., Hotopf, M., John, A., et al. (2020). Mental
health before and during the COVID-19 pandemic: A longitudinal
probability sample survey of the UK population. The Lancet Psychiatry, 7,
883–892. doi: https://doi.org/10.1016/S2215-0366(20)30308-4.
e-ISSN 2806-5972
https://revistas.utm.edu.ec/index.php/psicologia
73
revista.psidial@utm.edu.ec
REVISTA PSIDIAL: PSICOLOGÍA Y DIÁLOGO DE SABERES
DOI: 10.33936/psidial.v1iEspecial.6378
Vol. 3 Edición Especial (58-73)
Rush, A. J., Fava, M., Wisniewski, S. R., Lavori, P. W., Trivedi, M. H., Sackeim, H.
A., Thase, M. E., Nierenberg, A. A., Quitkin, F. M., Kashner, T. M., Kupfer,
D. J., Rosenbaum, J. F., Alpert, J., Stewart, J. W., McGrath, P. J., Biggs,
M. M., Shores-Wilson, K., Lebowitz, B. D., Ritz, L., Niederehe, G.,
STAR*D Investigators Group (2004). Sequenced treatment alternatives
to relieve depression (STAR*D): rationale and design. Controlled clinical
trials, 25(1), 119–142. https://doi.org/10.1016/s0197-2456(03)00112-0
SAMHSA. (2018). National Survey on Drug Use and Health (NSDUH). US
Department of Health & Human Services. [Enlace: https://www.samhsa.
gov/data/data-we-collect/nsduh-national-survey-drug-use-and-health]
25/08/2023
Scott, S. B., Sanderson, K., & Saklofske, D. H. (2018). Sex dierences in anxiety
symptoms in a non-clinical sample. Journal of Individual Dierences,
39(1), 50-56. doi: https://doi.org/10.1027/1614-0001/a000246.
Scott, S. B., Sanderson, K., & Saklofske, D. H. (2021). Ecacy of rational emotive
behavior therapy for anxiety and depression: Gender dierences. Journal of
Rational-Emotive Cognitive-Behavior Therapy, 39(4), 315-331. https://doi.
org/10.1007/s10942-021-00406-0
Sramek, J. J., Murphy, M. F., & Cutler, N. R. (2016). Sex dierences in the
psychopharmacological treatment of depression. Dialogues in clinical
neuroscience, 18(4), 447–457. https://doi.org/10.31887/DCNS.2016.18.4/
ncutler
Cano-Vindel, A. (1995). Orientaciones en el estudio de la emoción. En E. G. Fernández
Abascal(Ed.),Manual de Motivación y Emoción (pp. 337–383). Madrid:
Editorial Centro de Estudios Ramón Areces.
Ystgaard, M., Arensman, E., Hawton, K., Madge, N., van Heeringen, K., Hewitt,
A., de Wilde, E. J., De Leo, D., & Fekete, S. (2009). Deliberate self-harm
in adolescents: comparison between those who receive help following self-
harm and those who do not. Journal of adolescence, 32(4), 875–891. https://
doi.org/10.1016/j.adolescence.2008.10.010
Contribución de Autores
Autor
Contribución
Darly Yomira Montes Rodríguez
Toma de los datos, redacción del documento,
discusión de resultados, introducción,
resumen y revisión
Giorgy Sornoza Zavala