
e-ISSN 2806-5972
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REVISTA PSIDIAL: PSICOLOGÍA Y DIÁLOGO DE SABERES
DOI: 10.33936/psidial.v1iEspecial.6439Vol. 3 Edición Especial (218-238)
4. Habilidades alternativas a la agresión. – Estas habilidades incluyen pedir permiso
para realizar alguna acción, compartir, ayudar a otras personas, ya no es solo discutir
y convencer, sino el poder negociar con otra persona; ceder y ganar algo a cambio.
Así mismo, implica el poder controlarse ante situaciones que generan enojo o ira,
responder asertivamente a las bromas y, fundamentalmente, procurar no participar de
peleas o problemas que pueden evitarse.
5. Habilidades ante el estrés. – Consisten en la capacidad para expresar una
disconformidad, contestar o reaccionar asertivamente ante una queja, afrontar
la vergüenza, adaptarse a diferentes grupos de personas, aun cuando es relegado,
defender a una persona cercana, responder ante la intención de otra persona de
convencer, afrontar el fracaso, acusaciones, conversaciones incómodas y presiones
ejercida por grupos. Esto impacta, por ejemplo, en la conducta deportiva.
6. Habilidades para planicar. – Consiste en poder tomar decisiones, identicar el
origen de problemas, plantearse objetivos claros, identicar las propias fortalezas,
recolectar datos e información, desarrollar la capacidad para resolver problemas en
diferentes escalas, desarrollar la concentración y tener iniciativa.
Las habilidades sociales y su relación con la adolescencia
Históricamente, la adolescencia ha sido relacionada con la rebeldía y la predisposición
hacia el conicto con las guras de autoridad (Llamazares & Urbano, 2020). En este
sentido existen vastas expresiones coloquiales que maniestan la rebeldía y necedad
de los adolescentes, la frustración de los padres y, claro, el antagonismo que durante
esta época se puede desarrollar entre ellos.
No obstante, la adolescencia es un periodo de desarrollo, de crecimiento, de transición,
de cambios (Díaz et al., 2023) y, por supuesto, con todos estos elementos, es una
etapa realmente crítica (Esteves et al., 2023), no solo por las actitudes descritas en el
párrafo anterior, sino por todos los cambios, expectativas sociales, presiones y hasta
contradicciones que empiezan a envolver a un ser humano que ya no se reconoce
como niño o niña, pero le frustra ver que aún no puede asumir las cosas como un
adulto. Es en medio de esta complejidad donde existe un momento determinante para
el ser humano, un instante de la vida en el que se pueden aanzar o desarrollar las
habilidades sociales que le permitirán relacionarse con otros semejantes, respetarlos y
ganarse su respeto, escucharlos, comunicarles, aprender de ellos y enseñarles (Cacho
et al, 2019).
Esta compleja época de la vida en la que la personalidad se termina de desarrollar
y se marcan los rasgos de sus temperamentos, conductas, ideales, metas, sueños,
sentimientos, etc.